sábado, 28 de julio de 2012


DOMINGO, día 29

 2 Reyes 4, 42-44


“… Vino un hombre de Bal-Salisá trayendo en la alforja el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente para el profeta del Señor. Eliseo dijo: Dáselos a la gente para que coman. El criado replicó: ¿Qué hago yo con esto para cien personas? Eliseo insistió: Dáselos a la gente para que coman porque esto dice el Señor: Comerán y sobrará. El criado se los sirvió a la gente; comieron y sobró, como había dicho el Señor…”

 CLAVES para la LECTURA
- Este pasaje pertenece al llamado «ciclo de Eliseo» (2 Re 4, 1-8. 15; 9, 1-13; 13, 14-25), cuya primera parte recoge el relato de unos milagros realizados por el profeta en favor de algunos grupos de profetas, de personas extranjeras o israelitas, y hasta de todo el pueblo. El milagro narrado en la perícopa litúrgica consiste en la multiplicación de veinte panes de cebada -que le habían sido ofrecidos a Elíseo en razón de su ministerio- en una cantidad más que necesaria para saciar el hambre de cien personas.
- A la objeción planteada por el criado sobre la evidente imposibilidad de distribuir aquella poca cantidad de pan entre toda la gente que estaba presente, el profeta responde con la confianza firme en la Palabra del Señor que le ha sido comunicada, y que le ordena realizar esa acción. El milagro que se produce es la confirmación de la autoridad de Eliseo, una autoridad que le viene de la fe y de su obediencia a Yahvé.
- De ahí que el «Así dice el Señor», «como había dicho el Señor», esta fórmula tiene una gran importancia, ya que el autor no quiere presentar un Eliseo político o milagrero, sino un intermediario del poder divino que se derrama sobre la comunidad. Al narrador le interesa mucho más la palabra de Dios que actúa a través del mensajero que el pan material del relato. Dios, pues, cuida a su pueblo no por un político, sino por un profeta: Eliseo.

 CLAVES para la VIDA
- Continúa la acción salvífica de ese Dios, enamorado de su pueblo, y lo lleva a cabo a través de su “mensajero”, el profeta. La historia de la salvación, las promesas de vida, por parte de Dios, se siguen haciendo realidad de forma extraordinaria. Eso sí: siempre a favor de los más débiles, de un pueblo que sufre las consecuencias de una situación de sequía con la hambruna para los pobres.
- Pero también es verdad que la fuerza del profeta no tiene su origen en él mismo, sino que se apoya en otro lugar: Así dice el Señor es el resumen “mágico” donde se sustenta toda su vida, el ser y el hacer del profeta. Como ocurriera con su maestro Elías y como ocurrirá en tantos y tantos profetas, el origen de todas esas acciones prodigiosas esté en el querer y en el proyecto del mismo Señor, que ha prometido cuidar y liberar a su pueblo.
- Relatos sencillos pero que contienen un núcleo esencial también hoy, para nosotros: Dios tiene un proyecto de vida y lo realiza por medio de sus mensajeros. Así de simple y de hermoso. La fuerza, pues, radica en Dios mismo. Como más tarde se nos dirá que “las palabras y acciones” de Jesús expresan claramente los deseos y proyectos del mismo Dios; en eso consiste la “presencia divina” que anida en él. Sentirme mensajero de los proyectos de Dios, apoyándome siempre en Él, en los deseos de su corazón (siempre para bien), es la tarea y misión profética a la que soy invitado. ¿Y tú, hermano/a?

 Efesios 4, 1-6

“... Yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz... Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo...”

 CLAVES para la LECTURA
 - Si hasta aquí el tono de la carta era el de un admirado asombro contemplativo, desde esta perícopa en adelante prevalece el tono de la exhortación. Pablo se presenta como «el prisionero por amor al Señor» (v. 1), cuya autoridad deriva no sólo de ser apóstol, sino de haber aceptado también las «cadenas» (6, 20), obedeciendo lo que puede exigir la vocación cristiana. 
- Su invitación no obedece a situaciones particulares de los destinatarios, sino que va dirigida al cristiano en cuanto tal, sin que importe la condición sociopolítica y temporal a la que pertenezca. Se trata, ante todo, de la invitación a dar una respuesta plena y coherente a la belleza y nobleza de la vocación que acaba de describir. Es interesante señalar que las cualidades de una vida comprometida con la realización de esta vocación están ordenadas a la unidad. La humildad, la amabilidad, la paciencia, la aceptación recíproca y cordial (v. 2), son elementos absolutamente necesarios para hacer este camino que es, a renglón seguido, obra de unificación perseguida por el Espíritu, en cada uno y en todos, en todos los ámbitos: el personal, el comunitario y el eclesial.
- El apóstol insiste en este fascinante tema del «uno», pero, a diferencia de los filósofos neoplatónicos, lo hace en clave trinitaria. Uno es «el cuerpo» místico (la Iglesia), una es «la esperanza» -horizonte de luz abierto en nosotros por la llamada-, uno es «el bautismo» y una «la fe»; uno es, a continuación, «el Señor» Jesús, uno es «el Espíritu» y uno solo «el Padre de todos», fuente de amor que obra en todos y por medio de todos. La unidad en la Trinidad es fundamento y exigencia de la unidad visible, práctica a la que deben tender los cristianos bajo todos los cielos y en cualquier época.

 CLAVES para la VIDA
- El apóstol, que ha presentado con entusiasmo el misterio de Cristo y de la Iglesia, ahora, a partir de este capítulo, toma un tono más exhortativo y práctico. Y es que se trata de la aplicación del misterio a la vida: andemos como pide la vocación a la que hemos sido convocados (v. 1). Y la primera consecuencia que saca Pablo es la necesidad de vivir la unidad en la comunidad de Jesús. Es una necesidad y una urgencia.
- La raíz última de esta unidad es que todos tenemos un solo Espíritu, un solo Señor y un solo Dios y Padre. Esto es, es la clave trinitaria la que está en la base de todo. Si bien, conlleva elementos muy concretos y que afectan a la vida: humildad, amabilidad, paciencia, la aceptación recíproca y cordial (v. 2). No es, pues, una proclamación teológica y doctrinal, sino una unidad que tiene mucho que ver con la vida misma.
- Una vez más, este gran testigo de Jesús, sabe dónde apretar para hacerme consciente de lo que soy portador y de las consecuencias que supone esta participación en la vida de Cristo. La vida de Dios que se me ofrece, requiere un nuevo estilo de vida y de actitudes, y que afectan a mi realidad comunitaria y de vida fraterna. No es cuestión de proclamas y enunciados doctrinales; la caridad y el amor son los que producen la credibilidad, tanto en la vida como en la dimensión apostólica. Lo demás... ¡ya vendrá! ¿Estás de acuerdo, hermano/a?

 Evangelio: Juan 6, 1-15

“... Jesús entonces levantó los ojos y al ver que acudía mucha gente dice a Felipe: ¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?... Uno de sus discípulos, Andrés, le dice: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces. Jesús dijo: Decid a la gente que se siente... Se sentaron: sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes dijo la acción de gracias y los repartió...”

 CLAVES para la LECTURA
- El milagro de la multiplicación de los panes introduce, de manera simbólica, en el magno “discurso del pan de vida” y está situado en el centro de la actividad pública de Jesús. Se trata de un signo querido por el Maestro para revelarse a sí mismo. Sin embargo, Juan presenta el signo como el nuevo milagro del maná (Ex 16), hecho por Jesús, nuevo Moisés, en un nuevo Éxodo, y como símbolo de la Eucaristía, cuya institución durante la última cena, a diferencia de los sinópticos, no cuenta el cuarto evangelio.
- El fragmento manifiesta un significado cristológico y sacramental preciso. Este sentido no es tanto saciar el hambre de la muchedumbre, como revelar la gloria de Dios en Jesús, Palabra hecha carne. El texto está dividido de este modo:
a) introducción histórica (vv. 1-4);
b) diálogo entre Jesús y los discípulos (vv. 5-10);
c) descripción del signo-milagro (vv. 11-13);
d) incomprensión de la muchedumbre y soledad de Jesús, que se retira a rezar en el monte (vv. 14s).
- Para Juan, Jesús es aquel en quien se cumple el pasado y se realizan todas las esperanzas de Israel. En efecto, el pan que el Maestro va a dar al pueblo, perfecciona (superándola) la pascua judía y pone el gran milagro bajo el signo del banquete eucarístico cristiano. Jesús habla, en primer lugar, a la gente que le sigue de la nueva alianza con Dios y de la vida eterna (a la que está destinada la humanidad). A continuación, toma la iniciativa y llama la atención del apóstol Felipe sobre la dificultad del momento. La solución humana no basta para saciar las necesidades del hombre (v. 7). Es Jesús quien va a satisfacer en plenitud todas las necesidades. El alimento se multiplica en sus manos. Todos quedan alimentados hasta tal punto que, por indicaciones de Jesús, se recoge lo que ha sobrado en doce cestos para que no se pierda nada (vv. 12s). Con el signo del pan, Jesús se presenta como el Mesías esperado que sacia el hambre de su pueblo, en base al proyecto que el Padre ha trazado.

 CLAVES para la VIDA
- Aquí nos encontramos con el discurso sobre el Pan de la Vida, algo que el “discípulo amado” destaca de manera muy singular y que pone en el centro mismo de toda actividad o ministerio de Jesús. No es, pues, casual ni el lugar ni la forma (la extensa catequesis) que hará y nos va a ofrecer, y es que para Juan este relato es importante para entender la persona de Jesús y, en concreto, el lugar que el binomio Fe y Eucaristía ocupan en la comunidad cristiana.
- Y es que para Juan, Jesús es el que sacia el hambre más vital. Este signo no sólo es el nuevo milagro del maná que alimenta a su pueblo, perfeccionando la pascua judía, sino quien satisface en plenitud las necesidades de las personas. Y todo ello queda significado y recogido en la Eucaristía. Así se cumplen y se realizan todas las esperanzas de Israel. Dios, pues, en Jesús nos ofrece la respuesta definitiva.
- En este marco, se nos invita a reflexionar y profundizar sobre la EUCARISTÍA, su significado más vital y experiencial y que presenta, en Juan y en su comunidad, una significación muy especial. Tomar conciencia y revisar nuestras actitudes y formas sobre este hecho de importancia central en nuestra vida cristiana y de seguidores de este Jesús, es, pues, una necesidad y una urgencia. ¡Ojalá lo vivamos! ¿Te animas, hermano/a?

viernes, 27 de julio de 2012


SÁBADO, día 28

Jeremías 7, 1-11


“... Palabra del Señor que recibió Jeremías: Ponte a la puerta del Templo y grita allí esta palabra: ¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que entráis por estas puertas para adorar al Señor! Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros con palabras engañosas... Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo; si no explotáis al forastero, al huérfano, a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no seguís a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tiempo y para siempre...”

CLAVES para la LECTURA
- Con esta perícopa se inicia en la obra de Jeremías una nueva sección formada por oráculos fragmentarios. Poseen en común el reflejar una mixta situación histórica, moral y religiosa. El piadoso rey Josías había muerto. En el trono se encontraba el impío rey Joaquín. Asiría estaba a punto de agonizar y Egipto, aunque perdiera en Karkemis, se encontraba fuerte y ambicioso. Eran unos tiempos de inestabilidad a todos los niveles. Cien años antes, frente al ataque de Senaquerib, Isaías había garantizado la inviolabilidad de Sión. Roto el sitio por razones maravillosas y extraordinarias, Jerusalén libre, las palabras de Isaías se habían convertido en el dogma de la seguridad. Jerusalén y su Templo eran la mejor y única garantía de estabilidad.
- Jeremías se presenta bruscamente en un día de fiesta a la entrada del atrio, donde se reunía el pueblo para los sacrificios. En nombre de Dios va a romper la superstición de la ciudad y del Templo. A recordar que el dogma de la inviolabilidad no es garantía absoluta sino condicionada. Deben arrepentirse y convertirse. La rectitud de vida supone el cumplimiento de unas obligaciones sociales y morales. A nivel social les recuerda, a modo de ejemplo, los casos más desahuciados e indefensos como es el tríptico: extranjero, huérfano y viuda. Moralmente les echa en cara los sacrificios de sus hijos inocentes a Molok y la ruptura de la Alianza yéndose tras otros dioses: idolatría, inmoralidad, injusticia.
- Ellos se fiaban de palabras engañosas. No las de Isaías, sino su interpretación incondicional hecha por los falsos profetas. Jerusalén y el Templo son inviolables sólo si su vida es recta. Entonces será cuando Dios habite en medio de ellos y será su presencia lo único que la hará inviolable. Los judíos habían hecho una doble religión. La personal y particular llena de toda clase de abominaciones y la oficial, ritual, externa y cúltica, la yahvista, tan minuciosa y pomposa como vacía. Con la segunda pretendían justificar la primera y tanto más escrupulosos eran en la observancia de las minucias cúlticas cuanto más sucia estaba su vida individual y social. Se refugiaban en el culto para ocultar sus asquerosas vidas. Habían hecho del Templo una auténtica guarida de ladrones, el refugio donde los malhechores podían sentirse seguros. Jeremías les grita con toda viveza: «Atención -es Palabra de Yahvé-, que yo lo he visto». A Dios no se le puede engañar.


CLAVES para la VIDA
- Denuncia valiente del profeta Jeremías de las falsas seguridades del pueblo. La falsa seguridad, en este caso, basada en un aprecio mal entendido del Templo: no es suficiente la visita al mismo, porque... os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada (v. 8); es necesario vivir la existencia de cada día como pide la Alianza: juzgar rectamente a los demás, no explotar a los débiles, no derramar sangre inocente, no robar, no adorar a falsos dioses...
- De ahí que la denuncia invite a la conversión, al cambio de vida, para vivir en consonancia con el proyecto de Dios. No vale con la hipocresía de un culto vacío y sin contenido, ofrecido a favor de Dios. La vida del creyente tiene (según Jeremías) otras dimensiones sociales y de convivencia que requieren un cambio radical; sin este cambio, la admiración del Templo y del culto es engañoso e inútil.
- Así de claro habla el profeta, para la gente de su tiempo y, hoy, para nosotros. Es necesario que nos recordemos mutuamente una vez más: también nuestro culto puede estar viciado en su misma raíz y no faltan “signos” que “huelen” abiertamente a esta situación de podredumbre. La Palabra me sigue hablando con claridad y buscando la profundidad en mi vida. Sigue siendo necesario escuchar a los profetas. ¿Lo crees necesario, hermano/a?


Evangelio


Mt 13,24-30: Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
-«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Enton­ces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sa­le la cizaña?"
Él les dijo:
"Un enemigo lo ha hecho."
Los criados le preguntaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les respondió:
"No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el tri­go. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'"»

jueves, 26 de julio de 2012


VIERNES, día 27

Jeremías 3, 14-17

 “… Os daré pastores conforme a mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia. Cuando os multipliquéis y crezcáis en el país, en aquellos días -oráculo del Señor-, ya no se nombrará el arca de la alianza del Señor: no se recordará ni se mencionará, no se echará de menos, ni se hará otra…”

 CLAVES para la LECTURA
- Es clara la doble vertiente de la vocación de Jeremías: edificar y plantar de un lado y del otro desarraigar y asolar. La perícopa anterior tenía un claro matiz peyorativo, condenatorio, exigente. Ahora, en todo el capítulo tercero, nos encontramos con la otra cara del díptico. Y dentro de él dos perícopas, injertadas muy probablemente por otra mano. Una de ellas la forman los versículos de la presente lectura.
- Por más que ha pretendido unírseles al resto del capítulo no existe otro punto de contacto que el término hebreo «sub» =conversión, metanoia, eje central de todo este capítulo tercero. Como el pensamiento y estilo son netamente jeremianos, hemos de pensar que nos encontramos ante un oráculo de consolación del Jeremías posterior a la ignominiosa caída de Jerusalén insertado aquí por el redactor final de la obra. Lo realmente significativo es su sentido mesiánico reflejado en la expresión «en aquellos días», característica en la literatura profética para designar los últimos tiempos. Su contenido está en perfecta consonancia con los oráculos mesiánicos del libro de Isaías.
- En realidad, Jerusalén había sido destruida; el arca de la Alianza, símbolo de la presencia de Yahvé en medio de su pueblo y de la que se decía ser su trono, había sido descuartizada, no por su contenido sino por el oro de que estaba recubierta. La tradición no quiso recordar este hecho bochornoso y aseguraba, de acuerdo con el apócrifo de que se hace mención en el 2 Mac 4, que había sido escondida por el propio Jeremías en el monte Nebo.
- Por otra parte, el Dios que los había dispersado los reuniría «nominatim», uno de aquí y dos de allá, hasta formar ese resto escogido y fiel a través del cual se cumplirían todas las promesas patriarcales y davídicas. En manos de Dios está tanto la felicidad como la desgracia. Él es quien traza el camino a sus elegidos a través de cualquier acontecimiento próspero o adverso. Él será quien sustituya a los antiguos pastores mercenarios por pastores auténticos según su corazón, de acuerdo con el modelo davídico. Después del destierro babilónico, Yahvé mandó a su pueblo excelentes pastores como Zorobabel, Esdras y Nehemías. Pero aquel pequeño rebaño no terminaba de cumplir la predicción de Jeremías.

CLAVES para la VIDA
- Y vuelve a repetirse la historia: a pesar del cúmulo de infidelidades por parte del pueblo, el corazón de Dios (que es lo que “lee” el profeta) está por “otra cosa”; no es el castigo ni la destrucción lo que desea y, por eso mismo, lo busca y trabaja. Al contrario, el profeta, que hace poco ha denunciado con fuerza el proceder de este pueblo, ahora levanta su voz para anunciar esos tiempos nuevos, en los que es posible renovar la mutua relación y con consecuencias bien visibles.
- Y es que el mismo Dios les va a dar pastores que obren conforme a su corazón, y como el corazón de Dios no quiere otra cosa que el bien para su pueblo, la realidad va a ser totalmente diferente. Sólo un pequeño paso por parte del pueblo será suficiente para que se inicie ese nuevo proceso. Volved es la invitación, y ahí se iniciará la creación de ese “resto” que caminará en fidelidad plena y según los deseos de Dios.
- Una vez más se me (nos) recuerda que el proyecto de Dios es de vida, de bien y no precisamente de ruina y de destrucción (como a veces se ha presentado). Ese Dios, enamorado y fiel, quiere y desea lo mejor para sus hijos; también para mí. Sólo será necesario un volved, que seguramente tendrá que ser algo continuado, porque mi tendencia (casi natural) es a despistarme y alejarme de sus senderos. ¿A qué te suena a ti todo esto, hermano/a? ¿Crees que será así? ¿Cómo te sientes?..


Evangelio: Mateo 13, 18-23


“… Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador. Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno…”

 CLAVES para la LECTURA
- Tras pedírselo sus discípulos, Jesús les da la interpretación de la parábola del sembrador. La exégesis ve también en la explicación de Jesús una experiencia de vida cristiana y de la predicación de la Palabra de Dios con los diferentes resultados que obtiene. Algunos exégetas sostienen que esta explicación será preponderantemente fruto de la experiencia de la comunidad primitiva. Nosotros preferimos ver en ella la enseñanza del mismo Jesús, acompañada, no obstante, de la práctica de la Iglesia, que ha podido dar cierto colorido al texto actual del evangelio.
- La explicación de la parábola del sembrador desplaza la atención desde aquel que esparce la semilla a las causas de su diferente recepción. Al explicitar la comparación, se pasa de la constatación del resultado, combatido aunque a fin de cuentas sorprendente, de la predicación del Reino de Dios por parte de Jesús y de los continuadores de su obra, a la consideración de los motivos que llevan a los oyentes a cerrarse o abrirse al anuncio y, por consiguiente, a la conversión.
- El evangelista, releyendo la parábola de manera alegórica, pone de manifiesto que el fondo de la dureza de corazón es obra del maligno, del que es mentiroso desde el principio (1 Jn 2, 22; 3, 8). El hombre secunda esa obra cuando vive de modo que no permite a la Palabra de Jesús arraigar en su vida. De esta forma, distrae fácilmente su atención de ella y deja que los sufrimientos, las incomprensiones, las riquezas, ocupen todo el espacio de su corazón y de su mente. Da frutos abundantes, por el contrario, quien es dócil a la Palabra de Jesús: figura entre los «bienaventurados» (Mt 13, 16) a los que ha sido revelado el misterio del Reino; figura entre los «pequeños» en los que se complace el Padre y a los que introduce en la comunión trinitaria (Mt 11, 25-27).

 

CLAVES para la VIDA
- Está claro: la fuerza interna de la semilla está garantizada; tiene vida y capacidad de producir nueva vida y de forma abundante. Así lo presenta el mismo Maestro, Jesús. Por lo tanto, no es posible achacar a factores internos de la semilla el hecho de producir o no los frutos deseados; eso está garantizado. Será necesario buscar la “explicación” en otro lugar, ya que se debe a otros factores distintos de la semilla.
- Esto es lo que quiere destacar esta enseñanza parabólica de Jesús: es muy necesario tener en cuenta el tipo de terreno que acoge a la semilla (con capacidad en sí misma). El terreno es el condicionante principal en este caso: ya sean las “piedras”, la superficialidad, los afanes y preocupaciones de la vida y de las riquezas, o… las que atrofian y hacen inútil la fuerza interna de la semilla. ¡He aquí la cuestión clave!
- El “examen” que esta explicación de la parábola tiene para mí es evidente. Si el tipo de terreno y de acogida de la semilla condiciona sus frutos, también en mi (nuestra) vida se da esta situación. ¡Cuántas veces puedo ser un asiduo “consumidor” de la Palabra, pero esa misma Palabra no cuaja y produce vida en mi caminar creyente y de seguidor de este Jesús! Este hecho es algo innegable que se da en nuestros ambientes. ¿También en mi vida? ¿Y en la tuya, hermano/a?

miércoles, 25 de julio de 2012


JUEVES, día 26

Jeremías 2, 1-3. 7-8. 12-13

“… Israel era sagrada para el Señor, primicia de su cosecha: quien se atrevía a comer de ella lo pagaba, la desgracia caía sobre él -oráculo del Señor-. Yo os conduje a un país de huertos, para que comieseis sus buenos frutos; pero entrasteis y profanasteis mi tierra, hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no preguntaban: ¿Dónde está el Señor?, los doctores de la ley no me reconocían…”

CLAVES para la LECTURA
- Estamos ante el primer oráculo de Jeremías, su primera intervención como profeta en la vida pública de su pueblo. Sus palabras son una voluntariosa colaboración a la reforma deuteronomista iniciada por Josías. Sus imágenes y estilo están en línea con los profetas anteriores a él, especialmente Oseas. Es un valiente desde el principio. Sus palabras no debieron resultar tan extrañas como el joven que se las proponía.
- La palabra que el Señor confía a Jeremías para que la transmita tiene aquí la forma de una requisitoria severa y apasionada, en la que Yahvé pone a Israel frente a sus propias responsabilidades y le pide cuentas de su infidelidad a la alianza. Dios tiene presente en el corazón y en la mente el tiempo del Éxodo y de la estancia en el desierto, un tiempo idílico de comunión, en el que el pueblo respondía con docilidad y obediencia a su amor absoluto (v. 2). Por su parte, Dios ha tutelado de todos los modos posibles a Israel, su propiedad (v. 3), y, fiel a la promesa, lo guió a la rica y fértil tierra de Canaán (v. 7a).
- El cambio de actitud del pueblo motiva la acusación: una vez en sitio seguro, Israel abandonó a su Dios; su pecado ha profanado la tierra que habita y que es santa por ser de Dios (v. 7b). Es extraordinariamente grave que los guías del pueblo (sacerdotes, reyes, profetas) hayan sido los primeros en traicionar la alianza volviéndose a los ídolos. Toda la creación está llamada a ser testigo de un hecho tan absurdo: aunque el pueblo ha experimentado la plenitud de vida en la comunión con el Dios vivo, lo abandona ahora prefiriendo a los ídolos. Es el mismo estúpido dramatismo de quien, sediento, en vez de dirigirse a la fuente de agua viva, prefiere ponerse a excavar aljibes que, al agrietarse, acaban por perder el agua que retenían (vv. 12ss).

CLAVES para la VIDA
- Una vez más, el profeta realiza su “fotografía” de la historia de Israel como pueblo. Y es que a pesar de todos los cuidados y mimos por parte de Dios, el caminar del pueblo escogido ha sido una historia plagada de infidelidades que rompían el pacto y la mutua Alianza. De ahí que el profeta lo denuncie de forma clara y rotunda. Especialmente los dirigentes han sido los causantes de esta situación.
- Eso sí: la experiencia primera, la vivida en el desierto, es recordada como la ORIGINAL, a la que merece la pena volver. Porque Dios quiere y anhela rehacer la mejor de las relaciones, y es que ama profundamente a ese pueblo, y lo seguirá amando. Y eso, a pesar de que me abandonaron a mi, fuente de agua viva (v. 13): he ahí la enorme abominación de este pueblo, despreciando desde dentro a este Dios que se ha desvivido por él. Es la denuncia profética ante esta situación caótica.
- Esta reflexión y denuncia profética es como un punzón para nuestro caminar creyente, hoy y aquí. ¡Cuántas veces nuestro mismo caminar asume “notas” similares! De ahí que la queja de Dios a través del profeta, hoy se dirige a nosotros, a cada uno, a nuestras comunidades cristianas. ¡Cuántas veces la fidelidad de otros tiempos y momentos ha sido sustituida por la mediocridad del presente!.. De ahí que la denuncia tiene validez. ¿Qué te dice a ti, hermano/a? ¿Tiene validez en tu vida y caminar?

Evangelio: Mateo 13, 10-17

“... A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran, sin ver y escuchan sin oír ni entender... Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron...”

CLAVES para la LECTURA
- La predicación de Jesús se caracteriza por las parábolas (unas setenta en total), algunas de las cuales constituyen una cima de pedagogía religiosa, verdaderas obras maestras de psicología y de actitudes humanas (como las del buen samaritano, el buen pastor, el hijo pródigo...). Las parábolas suponen un primer estadio de comprensión, al que sigue otro más profundo. En este segundo estadio se encuentran los discípulos de Jesús, que le siguen, le escuchan siempre y reciben explicaciones más detalladas de su doctrina. El pueblo, en cambio, se encuentra aún en un estadio de iniciación y tiene necesidad de una catequesis más esmerada.
- El mismo Jesús prueba esta realidad con una cita de Isaías que ha constituido desde siempre una seria dificultad en su verdadera interpretación, porque -tal como suena- parece querer decir que Dios endurece el corazón del pueblo, cierra sus ojos y obtura sus oídos para que no se salve... El verdadero sentido de esta cita es, simplemente, el resultado de la predicación del profeta, que tuvo que hacer frente a la dureza del corazón de Israel, que no le escuchaba. El mismo Jesús y, más tarde, los apóstoles y san Pablo tuvieron una experiencia semejante en su misión.
- Lo que el Evangelio quiere decirnos es que la Palabra de Dios debe encontrar unos corazones bien dispuestos para acogerla, ojos y oídos abiertos para recibir y asimilar todo lo que dice. La Palabra no suprime la libertad humana, y por eso el hombre tiene la capacidad de oponerse o de dejarla infructuosa. Ahora bien, cuando el que la recibe tiene un corazón abierto, entonces el fruto es abundante y se perciben los primeros signos del triunfo del Reino, como la santificación, la novedad de vida, la verdadera fe y la adoración a Dios.

CLAVES para la VIDA
- Aparte del carácter un tanto enigmático de ese relato, el mensaje es claro: ante la Palabra, (y palabra viva es Jesús y su propuesta), se pueden adoptar posturas muy diferentes: receptividad y actitud de búsqueda sincera, o rechazo frontal (como es el caso de los fariseos y Maestros, los dirigentes religiosos de Israel). Es en este contexto donde conviene encuadrar esta reflexión evangélica y leer desde ahí esta cita del profeta que se encontró en una realidad similar.
- Lo que sí parece claro es que los ojos y el corazón de los sencillos entienden y acogen con gozo esa novedad del Reino, que es un proyecto de vida y de salvación. Por eso, ellos son dichosos, según palabras de Jesús, puesto que el corazón creyente ha esperado largo tiempo esa Buena Noticia y... ¡ahora es posible escucharla y moldearse a su estilo y según su voluntad!
- Para mí, para nosotros, sigue siendo un auténtico desafío estar en esa disposición y actitud de apertura y de acogida. Cada día, cada situación sigue siendo una posibilidad hermosa. ¡Depende de la actitud del corazón! Y aquí, mi examen tiene que ser nítido, honesto, trabajando mi coherencia cristiana. ¡Me queda camino!.. ¿Y a ti, hermano/a?

martes, 24 de julio de 2012


MIÉRCOLES, día 25: SANTIAGO, apóstol
-Solemnidad-

Hechos de los Apóstoles 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2

 “... ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. Pedro y los apóstoles replicaron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Esta respuesta los exasperó y decidieron acabar con ellos...”

CLAVES para la LECTURA
 - Es el cuarto discurso de Pedro, también delante del Sanedrín. En él responde a la doble acusación de haber desobedecido la prohibición terminante de enseñar en nombre de ése y haber hecho a los notables del pueblo responsables de la muerte de Jesús. Es preciso señalar la alergia que sienten los miembros del Sanedrín hacia el nombre ese, nombre en torno al cual se está llevando a cabo el giro decisivo.
- Las características de este breve discurso pueden ser resumidas de este modo: en primer lugar, Pedro reafirma el deber de someterse a Dios antes que a los hombres, porque, sólo a quien se somete a Dios, se le concede el Espíritu Santo (v. 32). En segundo lugar, a Jesús se le vuelve a llamar, una vez más, Príncipe (o autor o iniciador) y Salvador. Jesús es el nuevo Moisés que guía al pueblo hacia la liberación y la salvación. En tercer lugar, la obra propia y originaria de este Príncipe y Salvador consiste en “dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de alcanzar el perdón de los pecados”. Se trata de una alusión a Jeremías: Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo (31, 33). Gracias a Jesús, Príncipe y Salvador, han llegado los tiempos de este don sublime. Por último, el Espíritu Santo es el garante de autenticidad del testimonio tanto a favor de la vida nueva como de la certeza y el valor que infunde y de los prodigios que realiza.
- La reacción, de rabia, es preocupante: tras la eliminación física del Nazareno, se piensa también en la de los apóstoles.

 CLAVES para la VIDA
 - El autor sagrado, en este caso Lucas, nos sigue ofreciendo las peripecias de la primera Comunidad cristiana, centrada, de manera específica, en los Apóstoles. Y, desde luego, impresiona la valentía de Pedro, tan cobarde en otros momentos de su andadura en el seguimiento de Jesús. Pedro y el grupo se sienten forzados a obedecer a Dios antes que a los hombres, aunque sea el Sanedrín, y es que se sienten portadores de una Buena Noticia, la buena Noticia que parte de en nombre de ése, como le llaman sus enemigos despectivamente.
- Y es que Jesús ha dado un giro decisivo a toda la historia y, por supuesto, a toda la fe, a la comprensión de Dios, a la salvación. De hecho, en este testimonio se le denomina Salvador, también para Israel, llamado a aceptar esta nueva situación. Pero que desde luego el Sanedrín, -representante de ese pueblo-, no está en actitud de acogida, ni mucho menos, de la aportación que se obra en Jesús.
- Y en esta labor de anuncio salvador, aquel grupo de Jesús se siente animado y empujado por el Espíritu que les hace ser testigos. ¡Inmejorable la síntesis que nos ofrece el apóstol! Aquí nos encontramos también los seguidores de Jesús: en ocasiones, como acomplejados o acomodados; en otras, encerrados en nuestras “trincheras”, con excesivas dosis de miedo para anunciar esa Buena Noticia, en medio de nuestra cultura y entorno, también hoy “hostiles” e indiferentes a este mensaje.

 2 Corintios 4, 7-15

“... Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo...”

 CLAVES para la LECTURA
 - En el incipit de la lectura de hoy, Pablo nos habla de «este tesoro» que llevamos en vasijas de barro. Pablo tiene identificada en su mente la realidad precisa del «tesoro». Por consiguiente, éste no se queda en algo genérico, en algo que debamos adivinar de una manera arbitraria: se refiere a la luz que Dios hace brillar en nuestro corazón para hacer resplandecer el conocimiento de la gloria divina que brilla en el rostro de Cristo. Este «tesoro» es el conocimiento-experiencia de Cristo; la «vasija de barro» es la personalidad global del hombre («corazón» equivale a interioridad, conciencia, sentimiento, identidad total).
- El cursus de la exposición de Pablo vuelve a la autobiografía, aunque el «nos» puede implicar, paradigmáticamente, a muchos otros, incluidos los hermanos de la comunidad de Corinto. En efecto, las situaciones bosquejadas a través de las automemorias paulinas cubren la historia de las Iglesias y la peripecia evangélica de muchísimos discípulos del Señor, de aquel tiempo y de todas las épocas. El símbolo del «tesoro en vasijas de barro» es muy eficaz -hasta el punto de que se ha convertido en proverbio- a la hora de sintetizar las distancias entre la preciosidad y la modestia del recipiente, entre la «fuerza extraordinaria» que viene de Dios y la desnudez de la impotencia humana.
- Las situaciones enumeradas ponen de manifiesto lo que decimos. Cada una de ellas presenta verificaciones autobiográficas y narrativas documentadas (cartas: por ejemplo, los capítulos 10-12 de esta misma carta; Hechos de los apóstoles). En medio de tanta agitación, en el itinerario de una vida que podría parecer sumamente desgraciada, la «invulnerabilidad» es una especie de salvavidas conceptual y existencial vencedor. Ese término moderno, invulnerabilidad, no forma parte del vocabulario paulino; sin embargo, pinta de maravilla la convicción y la vida diaria de Pablo: la «invulnerabilidad» es como el ámbito «cultural» más firme en la mentalidad del dinámico y monolítico apóstol. Está convencido y sabe por experiencia que, por llevar en el cuerpo la muerte de Jesús, también su vida se manifestará en el mismo cuerpo. La fe fundamental en Cristo resucitado convence de la propia resurrección, como él y con él. La «fuerza extraordinaria» de Dios es razón y certeza de nuestra propia invulnerabilidad.

 CLAVES para la VIDA
 - ¡Páginas como éstas nos muestran el interior de una persona y nos ofrecen -como en un espejo- algo que cada uno llevamos dentro!: Una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros (v. 7), es la convicción del apóstol, aquel que ha experimentado en su propia carne la debilidad propia y las múltiples dificultades que ha encontrado en su camino. En todo ello se siente unido a Cristo, con quien se ha solidarizado en los sufrimientos, con la esperanza de que también participará de su vida (v. 10).
- La clave del apóstol es FIARSE de Dios; además, plenamente, porque es consciente de que lleva un tesoro en vasijas de barro. Aquí es donde Pablo se convierte en ejemplo magnífico de valentía y de generosidad, siguiendo los pasos del mismo Jesús, quien se entregó totalmente por salvar a los demás. El destino de Pablo está unido al de Cristo Jesús. Desde ahí dirá con aquella rotundidad creí, por eso hablé (v. 13).
- ¡Magnifica invitación! ¡Casi una provocación para nosotros, hoy y aquí! ¡Cuántas veces, las dificultades y contrariedades de la vida nos achican y sentimos el deseo de “encerrarnos”, desaparecer. Aquí surge el testimonio de Pablo y de tantos otros que nos empujan hacia delante, a la tarea. Pero, todo parte del ENCUENTRO con el Señor Jesús; ahí está el secreto: mensaje que se nos ha recordado constantemente a lo largo de las celebraciones de Pascua. ¿Qué tal te sientes, hermano/a? ¿Te animas a la “lucha”, convencido/a de su presencia? ¿Sí...? ¡Él nos llama, nos sigue animando!

 Evangelio: Mateo 20, 20-28

“... No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? ... No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo...”

 CLAVES para la LECTURA
 - Jesús, de peregrinación a Jerusalén, sube a la ciudad santa perfectamente consciente del final de su camino humano y por tercera vez predice a sus discípulos la pasión. Y lo hace del modo más explícito y desconcertante para la mentalidad de los contemporáneos: no sólo se identifica con el Hijo del hombre, figura celeste y gloriosa esperada para inaugurar el Reino escatológico de Dios, sino que, con audacia y autoridad, funde este personaje con otra figura bíblica de signo aparentemente opuesto, la del Siervo doliente (vv. 18-19. 28).
- Los discípulos no estaban preparados para comprenderlo. Prefieren abrigar -para el Maestro y para sí mismos- perspectivas de éxito y poder (vv. 20-23). Y Jesús les explica el sentido de su misión y del seguimiento: ha venido a beber la copa (v. 22), término que en el lenguaje profético indica el castigo divino reservado a los pecadores.
- Quien desee los puestos más importantes en el Reino debe, con él, estar dispuesto a expiar el pecado del mundo. Éste es el único “privilegio” que él puede conceder. No le incumbe establecer quién debe sentarse a su derecha o a su izquierda (v. 23). Él es el Hijo de Dios, pero no ha venido a dominar, sino a servir, como Siervo de Yahvé, ofreciendo la vida como rescate (lytron), para que todos los hombres esclavos del pecado y sometidos a la muerte sean liberados.

 CLAVES para la VIDA
- Lo que los profetas anunciaron, ahora es asumido, con creces, por Jesús de Nazaret. Consciente de su camino, aceptando los planes de Dios y su deseo de solidaridad hasta el extremo, se dirige a la entrega de su propia vida. Y aunque no le entiendan para nada ni sus discípulos, ésa es la propuesta de Jesús para todo aquel que quiera seguirle: No he venido a ser servido, sino a dar la vida por los demás (v. 28). ¡Está claro, muy claro! Al menos, si se quiere entender.
- Y ésa es la oferta de Jesús para quienes acogen el don y el regalo del Reino. Es necesario cambiar de mentalidad y de criterios, y aceptar “ser servidor”. No hay más caminos, aunque parezca ridícula la oferta. No es de extrañar que le tacharan de no estar en sus cabales; no es de extrañar que su grupo se sienta ofendido porque algunos quieran coger los puestos de privilegio.
- ¡Vaya opción la que se me ofrece! Porque aquí me encuentro yo y ésta es su propuesta. ¡Vaya propuesta...! Pues nada, éste es el “privilegio” que Él me ofrece, diciéndome, además, que seré feliz y pleno aceptándolo y realizándolo en mi vida. Realmente, necesito estar enamorado de este Jesús y de lo que vive, para seguirle en estas condiciones. Ahí se plantea, HOY, mi conversión, la vital.

lunes, 23 de julio de 2012


MARTES, día 24

Mi 7,14-15.18-20: Arrojaré a lo hondo del mar todos nuestros delitos.

Pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad,
a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo.
Pastarán en Basán y Galaad como en tiempos antiguos;
como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios.
¿Qué Dios hay como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad?
No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia.
Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos.
Serás fiel a Jacob, compasivo con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.


Evangelio: Mateo 12, 46-50


“... Estaba Jesús hablando a la gente cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo. Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre...”

CLAVES para la LECTURA

- Jesús estaba hablando a la gente cuando llegan sus familiares a hablar con él. Y Jesús, al plantear la cuestión de quiénes son sus parientes, declara la condición de los nuevos vínculos de los que son engendrados de Dios, y no de la carne y de la sangre (Jn 1, 13): la escucha y la puesta en práctica de su Palabra.

- Los fariseos y los maestros de la Ley, que no creen en Él, quedan encerrados en la búsqueda de un signo y no se dan cuenta de que está presente la realidad misma, mucho mayor que cualquier signo (Mt 12, 38-42). Los discípulos, que escuchan su Palabra, se abren a la comunión más profunda posible con Él, según la experiencia humana: la que mantenemos con nuestra madre y nuestros consanguíneos.

- Jesús mismo es la Palabra: quien le recibe llega a ser en Él hijo del Padre. Hacer la voluntad del Padre es la condición que debe cumplir el hijo auténtico; como Él, que ha venido al mundo no para hacer su propia voluntad, sino la del Padre, que le ha enviado (Jn 6, 38). Al decir esto, pone Jesús de relieve la grandeza de su madre, María, que lo engendró según la carne precisamente haciéndose discípula, acogiendo la voluntad del Padre: «Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices» (Lc 1, 38).

CLAVES para la VIDA

- Este sencillo relato nos plantea, sin duda alguna, una de las claves de vida de Jesús: libre de toda atadura, incluso familiar (de significación especial en aquella cultura), Jesús se siente abierto completamente a la nueva realidad, no vinculada ya a la carne y sangre, sino surgida desde la oferta de Dios y realizada en la acogida abierta al proyecto del Padre. Ya no es la Ley, ni la pertenencia a un pueblo lo que prima, sino...  la apertura al don de Dios.

- La clave para entender la vida es: “cumplir la voluntad del Padre del cielo...” (v. 50). El mismo Jesús siente su vida en estrecha vinculación con el Padre y su proyecto; de ahí que es capaz de proponer esta clave como señal para su seguimiento y para pertenecer a la nueva condición, a la NUEVA FAMILIA. Aquí radica también la grandeza de María como la que ha asumido plenamente el querer de Dios (Lc 1, 38).

- Se me ofrece la posibilidad de participar de esta nueva realidad, de la nueva familia. Y...  ¿cuál es la condición? Acoger a Jesús como Palabra definitiva de Dios y de su voluntad, y caminar tras sus huellas. Así se pertenece a un nuevo status. María es todo un MODELO de esta nueva situación, también para mí. “Habla, Señor, que tu hijo escucha”, puede ser la hermosa plegaria.