sábado, 5 de enero de 2013


DOMINGO, día 6: EPIFANÍA DEL SEÑOR
       Solemnidad

Isaías 60, 1-6

“... ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz, la gloria del Señor amanece sobre ti!... Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos... Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor...”


CLAVES para la LECTURA

- La profecía, canto poético y glorioso, es una visión de universalismo y de unidad de todos los pueblos en camino hacia Jerusalén (Jr 12, 15-16; 16, 19-21; Miq 4, 1-3; Sof 3, 9-10; Zac 8, 20-23).

- El profeta ve una caravana que avanza hacia la ciudad santa en dos grupos bien diferenciados: uno formado por los hijos y las hijas de Israel que vuelven del exilio (v. 4), y el otro formado por las naciones extranjeras atraídas por la luz y la gloria de Dios, que ilumina la colina de Sión. Isaías, entonces, se dirige al pueblo que escucha diciendo: «Levántate, revístete de luz... alza los ojos en torno y mira» (vv. 1-4). Ha terminado el tiempo del cansancio y del lamento y ha comenzado el de la alegría y la esperanza. Es preciso que la humanidad salga del propio individualismo y pesimismo y entre en la certeza de una vida nueva, que se alcanza dejando las tinieblas y caminando hacia la ciudad luminosa, cuyo esplendor procede de Dios: «Sobre ti resplandece el Señor, su gloria aparece sobre ti. Caminarán los pueblos a tu luz» (vv. 2-3; Ap 21, 9-27).

- El plan de Dios concierne a todos los pueblos, llamados a ser envueltos por la luz de la Jerusalén celeste y por la transparencia de la presencia de Dios que habita en medio de su pueblo. Dios mismo será el faro que orienta y atrae los pasos de los pueblos, de las gentes y de los reyes hacia su Señor. Y en Jerusalén tendrá lugar la gran manifestación y será desvelado lo escondido. En el nacimiento de Jesús los evangelistas verán la revelación de Dios y el cumplimiento de la profecía.


CLAVES para la VIDA

- El profeta, aquel que ve y lee el corazón del mismo Dios, levanta la vista y anuncia para su pueblo, cansado y humillado en el destierro, un tiempo nuevo, una realidad llena de luz y de vida; es posible la esperanza, también ahora, aunque los presagios no sean nada buenos. Y es que Jerusalén volverá a ser la luz resplandeciente y la presencia consoladora del Dios que salva. La salvación definitiva está cerca y Dios la hará realidad porque lo ha prometido.

- En el origen y en la raíz de la nueva realidad está la PROMESA inamovible de Dios, que ha jurado cuidar de su pueblo y caminar con él a la tierra de promisión. Ahora se barrunta esa nueva situación. Incluso, los pueblos extranjeros se suman a la “alabanza al Señor” y es que la promesa de salvación no es exclusiva de nadie, sino ABIERTA a todas las gentes que buscan con sincero corazón. En esta visión del profeta se describe ese caminar hacia la nueva realidad, porque Dios se dispone a hacerlo realidad YA.

- Está bien que la liturgia nos siga ofreciendo estos anuncios que vienen desde antiguo. Si bien, nosotros disfrutamos ya de esa “realidad nueva” en toda su plenitud, que se nos da en Cristo, el Señor, y cuyo nacimiento estamos celebrando. ¡Es bueno descubrir aquí y en esta fiesta de la Epifanía (= Manifestación) esa APERTURA del don de Dios a TODOS los hombres y mujeres que BUSCAN a quien salva! Yo participo ya de ese don y, hoy, soy animado a ofrecer a TODOS ese don definitivo. No puedo quedarme “para mí” todo cuanto se me ha dado; es necesario ABRIRLO a los demás, a todos. ¿De acuerdo, hermano/a?


Efesios 3, 2-3a. 5-6

“... Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio...”


CLAVES para LECTURA

- Pablo reconoce que la misión que se le ha confiado es la de llevar el Evangelio a los gentiles, y explica que el designio salvífico de Dios, concerniente a la humanidad entera llamada a caminar a la luz del único Dios y Padre, ha llegado ya a su plenitud. Y este secreto del misterio de Dios es la llamada a la universalidad y a la unidad de los pueblos: «los pueblos comparten la misma herencia, son miembros de un mismo cuerpo» (v. 6). Y el Apóstol se siente impulsado, como colaborador de esta misión de Jesús, a trabajar por la difusión del Evangelio.

- El verdadero signo e instrumento de esta visión universal de la salvación querida por Dios es la Iglesia. Ésta tiene como tarea la unidad de los pueblos, sea llevando a todos a la fe en Jesús mediante el anuncio del Evangelio, sea tratando de crear vínculos de comunión y de fraternidad, a pesar de las apariencias y de las múltiples diversidades. Ante un mundo todavía dividido, pero deseoso de comunión, se proclama con alegría y con fe que Dios es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la distinción, que él llama a todos a participar en la comunión trinitaria.

- En efecto, mediante la comunión con Jesús, cabeza de la Iglesia, es posible la comunión auténtica entre los hombres. Esta unidad y paz universal, que siempre ha buscado el hombre de todos los tiempos, está ahora al alcance de todos por el nacimiento del Hijo de Dios. Es Él el que ha hecho realidad el misterio de Dios, esto es, reunir a todas las gentes. Porque a esto hemos sido llamados: a vivir en la paz como verdaderos hermanos y a permanecer unidos como hijos del mismo Padre.


CLAVES para la VIDA

- Pablo, ahora apóstol de Cristo, pero antes fariseo de derechas, “hebreo, hijo de hebreos, circuncidado a los ocho días...” (Fil 3, 5), es capaz de proclamar que la gracia o el don de Dios se ofrece a todos los hombres, también a los teóricamente excluidos por no pertenecer al pueblo de la promesa. Ya no existen monopolios de Dios a favor de ningún pueblo, de ninguna comunidad cultural, ni tradición histórica por venerable que sea. Definitivamente, se abre la puerta a TODOS. Misterio este y algo que estaba escondido, pero que ahoya es posible descubrirlo como gracia gratuita del mismo Dios.

- Él, Pablo, se siente impulsado a anunciar esta Buena Noticia, también a los gentiles, que son “coherederos... partícipes de la promesa en Jesucristo” (v. 6). Y es que el proyecto de Dios alcanza a todos, está abierto a todos los hombres. La “insondable riqueza de Cristo”, y como puro don, es una inmensa oferta gratuita de Dios a la humanidad entera. Las promesas antiguas han alcanzado una plenitud insospechada y para todos los que buscan con sincero corazón.

- Una vez más, Pablo, el inmenso apóstol de Cristo Jesús, reconoce su vocación y llamada personal por parte de su Señor, y, desde esa revelación, enviado a anunciar la Buena Nueva, incluso a los excluidos (a primera vista) y que ahora son partícipes, con pleno derecho, de ese don. ¡Qué sugerente resulta este hombre para hoy y para nuestra realidad personal y eclesial! Hoy que la tendencia es, en unos casos, a excluir, a anatematizar; en otros, a esconderse y encerrarse y que... “Dios reparta suerte” como actitud de vida y de apostolado... este hombre de Dios nos anima a EVANGELIZAR, a anunciar la novedad, la gracia, el don de Jesús. Ahí es nada: ¡todo un estilo y talante de seguidor! ¿Cómo te sientes, hermano/a, ante su propuesta?


Mateo 2, 1-12

“... Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino...”


CLAVES para la LECTURA

- La Epifanía es la manifestación pública de la salvación traída por Jesús, Rey universal. Mateo ilumina el relato bíblico con algunos elementos históricos y con referencias del Antiguo Testamento (Is 60, 1-6; Nm 23-24; 1 Re 10, 1-13; Miq 5, 1), y nos habla de una revelación extraordinaria que conduce a los Magos o sabios a descubrir al Rey de los Judíos, como Rey del universo.

- Respecto a los Magos, sólo en el siglo V fue fijado su número (en base a los dones ofrecidos) y en el siglo VIII les fueron dados los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. Pero para Mateo, los Magos son personajes ilustres, primicia de los paganos, que exaltan la dignidad de Jesús, protagonista del Evangelio: ellos lo buscan («¿Dónde está el rey de los Judíos, que acaba de nacer?»: v. 2), reconocen al Mesías («Postrándose en tierra lo adoraron»: v. 11) y apreciaron su sencillez y pobreza («Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro (al rey), incienso (a Dios) y mirra (al hombre)»: v. 11bc). Por el contrario, Herodes y Jerusalén se turban ante la noticia del nacimiento del Mesías (v. 3) y lo buscan para matarlo.

- El niño nacido en Belén es el portador de la buena nueva. Pero asume, sin embargo, el rostro de un prófugo, porque se ve obligado a huir a Egipto. Es el Mesías buscado y rechazado, porque su bandera será la cruz. Jesús es signo de contradicción: marginado por su pueblo y buscado con esperanza por los de lejos. Belén, entonces, será la nueva Sión, la ciudad universal de las naciones (vv. 5-6. 8), y Jerusalén será descartada. El nuevo pueblo de Dios, heredero de las antiguas promesas, es la continuación del antiguo, pero estará formado por todos aquellos que buscan y reconocen «la estrella de la mañana» (2 Pe 1, 19) con disponibilidad interior.


CLAVES para la VIDA

- Impresiona tomar conciencia de lo que el evangelista y su comunidad han descubierto: el Mesías esperado es aceptado por los “paganos”, que no se escandalizan de su pobreza y humildad; al contrario, los doctores de la Ley, los especialistas en el Escritura, no le reconocen. ¡Tremenda paradoja de Israel que ha esperado durante tanto tiempo el don de un Salvador y ahora no le reconoce! Esperaban y deseaban “otro estilo” de Salvador; sus propios esquemas le traicionan y le pueden.

- Una cosa está clara: ante Dios no hay acepción de personas; aquí caen las barreras del particularismo judío y se afirma el universalismo de la salvación que se ofrece a todos sin distinción. Dios, que ha ido preparando esta revelación a través de la historia, ahora sorprende a propios y extraños con el acontecimiento del Hijo amado, ofrecido a cuantos le “BUSCAN” con sincero corazón, porque “hemos visto salir su estrella y venimos...” (v. 2): ésta es la actitud que autentifica la postura de búsqueda que el corazón humano ha vivido a través de los tiempos.

- Es hermoso descubrir las dos dimensiones que este día nos destaca: Dios y su don abierto a TODOS, sin exclusión alguna; y lo encuentran los que le BUSCAN con sincero corazón. No es, pues, cuestión de “saber mucho” (los letrados sabían y no se encontraron con Él), sino esperar y buscar con corazón sincero y despierto. He aquí el secreto que hoy se me (nos) recuerda con fuerza, para no “quedarme fuera” y “perdido”. ¡Cuántos hombres y mujeres en esta cultura, cercana a nosotros, confunden el “saber algunas cosillas” acerca de Él, con la búsqueda sincera y despierta que lleva al “encuentro” con el Niño! Sólo ahí se hace plena la salvación. Hermano/a, ¿cómo sigue tu búsqueda? ¿Es sincera y con corazón despierto? ¡Felicidades a todos/as los BUSCADORES de Dios!