jueves, 31 de octubre de 2013


1 de Noviembre: TODOS LOS SANTOS
                                                                                                                
-Solemnidad-

 
Apocalipsis 7, 2-4. 9-14

 
“... Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios»... Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después, vi una muchedumbre inmensa... Y gritaban con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»... Y uno de los ancianos me dijo: «Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?». «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero»...”

 
CLAVES para la LECTURA

 

- Sólo «el retoño de David» (Ap 5, 5) puede deshacer los sellos que cierran el libro. El sexto sello se corresponde con la visión de un terrorífico trastorno cósmico, bruscamente impedido por un misterioso ángel que viene de oriente y anuncia la salvación «a los servidores de nuestro Dios» (v. 3). Los cuatro ángeles encargados de destruir la tierra tienen que detenerse y esperar a que marquen con el sello la frente de los elegidos: el «resto» de los hijos de Israel, doce mil por cada una de las doce tribus. La imagen evoca el Éxodo, cuando el ángel exterminador «pasó de largo» (Ex 12) por las casas de los judíos untadas con la sangre del cordero.

 - Concluido el listado de los marcados, habría que esperar la destrucción. En cambio, inesperadamente irrumpe en la escena una muchedumbre incalculable, que desborda los confines étnicos de Israel: la salvación alcanza a todos los pueblos y naciones, caracterizados por los blancos vestidos del bautismo y las palmas del martirio. Esta muchedumbre inmensa se une al «resto de Israel» y juntos alaban a Dios y al Cordero. Los ángeles, los ancianos y los cuatro vivientes están postrados delante del trono de Dios.

 - Uno de los ancianos se dirige al vidente preguntándole: «¿Quiénes son éstos?» y ofreciéndole, posteriormente, la respuesta: son los que vienen de la persecución y el martirio (vv. 13ss). Quizá se trate de la persecución de Domiciano, prototipo de todas las tribulaciones que en cualquier tiempo y lugar puedan afligir a los creyentes. Es el testimonio de la fe y, sobre todo, de la sangre redentora de Cristo.

 
CLAVES para la VIDA

 
- “Abrir los sellos” es lo mismo que revelar un sentido a la historia. Y aquí lo pretende. Se trata del Imperio romano, con apariencia de solidez y de duración casi perpetua. Resulta que las pequeñas comunidades cristianas se atreven a desafiar dicha solidez no insertándose en la mística imperial y de sometimiento. Al contrario, apoyado en la fe en el futuro, el profeta-poeta de Patmos alza la voz de la esperanza cristiana y comienza a describir poéticamente el mundo soñado por los creyentes: por encima de las pretensiones humanas es siempre posible la salvación de Dios.

 - En el marco de una gran liturgia celestial, se proclama la soberanía de Dios, y del Cordero y de sus seguidores; aquí se superan las fronteras y se elimina toda discriminación entre los pueblos y entre los hombres, ya que esa salvación está abierta a todos. Y todos a una alaban el triunfo del Cordero y de los que han optado por seguir sus huellas, aunque sea compartiendo hasta el martirio. Ésta es la esperanza que les mantiene en la fidelidad hasta el final.

 - Se me ofrece y posibilita descubrir el secreto y la fuerza de los testigos de Jesús, incluso llegando hasta el derramamiento de su sangre. La palabra clave es la FIDELIDAD ante las situaciones hostiles que se producen, entonces y ahora; entonces de un estilo, y hoy de estilo diferente, pero con consecuencias similares. La convicción de que la salvación de Dios tiene una fuerza superior a cualquier otra realidad, es el GRAN MOTIVO de esperanza. En momentos difíciles como los actuales, no está de más escuchar esta invitación a la esperanza y experimentar que las promesas se hacen realidad. ¿De acuerdo, hermano/a?

 
1 Juan 3, 1-3

 
“... Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es...”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Ya hemos oído anunciar, en el evangelio de san Juan, la posibilidad de que alguien renazca «del agua y del Espíritu» como condición para entrar en el Reino de Dios (Jn 3, 5). Estas palabras proceden de la misma experiencia que se refiere en el fragmento de la primera carta de Juan. Hablar de filiación divina equivale a reconocer que esta posibilidad es real en la vida de cada cristiano y de cada cristiana («y en verdad lo somos»: v. 1).

 - La justificación de esta conclusión procede, en el fragmento que nos presenta la liturgia, de la constatación de que «ser cristiano» coincide con «conocer a Dios». El conocimiento de Dios no afecta sólo a la esfera intelectual, ni siquiera únicamente al comportamiento moral, sino que se convierte en la realidad que sirve de soporte a la misma existencia, pues no es posible conocer a Dios y permanecer extraños a él. Más aún, el conocimiento de Dios tiene que ser vivido antes que nada como un don, puesto que el mundo «no lo ha conocido a él» (v. 1). No hay ninguna otra posibilidad de conocer a Dios, sino que él mismo se revele, que entre en comunión con nosotros.

 - Nuestro ser hijos e hijas de Dios por gracia constituye un camino progresivo, a cuyo término se nos dice que veremos a Dios «tal cual es» (v. 2). Como es evidente, no podemos precisar mejor el misterio de Dios ni comprender a qué se refiere exactamente esta expresión. Con todo, sí podemos comprender que nuestra mirada, en la visión, estará completamente penetrada y transformada por aquel a quien veremos, sin mediación de criatura alguna, sino totalmente penetrados por el amor que nos ha engendrado.

 
CLAVES para la VIDA

 
- En esta fiesta tan cargada de visión de futuro, se nos sigue ofreciendo la NUEVA PROPUESTA, la definitiva, porque quien acepta a Jesús vive un nuevo nacimiento y es llamado a ser como el Padre. Ésta es la nueva moral que se nos propone. Ha sido superado el antiguo planteamiento; éste es el nuevo camino para la vida.

 - Además, entramos a formar parte de una NUEVA familia: “somos ya hijos de Dios” (v. 2). Esta es la espiritualidad que alimenta la vida del creyente. ¡Cuántos hombres y mujeres, hoy, sin haber experimentado este regalo de Dios! Nosotros, quienes hemos tenido la suerte de conocerlo, descubrirlo y experimentarlo, tenemos una inmensa tarea: que los hermanos sepan y lo disfruten.

 - Es bueno que se nos recuerde, desde diversos ángulos y puntos de vista, la NUEVA REALIDAD que se nos da gratuitamente. Es necesario ser conscientes de ello: es gratis, sin ningún merecimiento de nuestra parte. ¡Inmenso...! Pero que conlleva un compromiso vital y existencial de comunicarlo a tantos otros hijos (y hermanos) que lo desconocen y, por eso mismo, no lo saborean ni disfrutan. ¡Queda tarea por realizar...!

 
Evangelio: Mateo 5, 1-12a

 
“... Subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos; y Él se puso a hablar enseñándolos: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán “los hijos de Dios”. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo…”

 
CLAVES para la LECTURA
 

- El evangelio según Mateo puede ser estructurado en torno a cinco grandes discursos que acompasan el discurrir de los capítulos. El primer gran discurso, que tiene su comienzo en este fragmento, amplifica y despliega el anuncio profético originario de Jesús: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 4, 7; 3, 2; 10, 7). Es como una gran incrustación en la que temas y palabras se reclaman formando un cuadro global de gran efecto.

 - En nuestro fragmento se puede subrayar, en primer lugar, la fórmula de las bienaventuranzas: todas están construidas siguiendo un modelo semejante. Se parte de la proclamación de la bienaventuranza, que se dirige siempre a categorías «débiles» en la historia, para anunciar que esta debilidad está puesta en las manos de Dios (éste es el sentido de la forma pasiva y del tiempo futuro de los verbos). En todas ellas, en efecto, la promesa contenida en la segunda parte corresponde a la expectativa de la primera. A los que lloran les corresponde el consuelo de Dios (v. 4); a los humildes, Dios les entregará la tierra (v. 5); a quienes tienen hambre y sed de hacer la voluntad de Dios (de justicia, según otras traducciones), Dios los saciará; con los que tienen un corazón misericordioso, Dios se mostrará misericordioso (v. 7); se mostrará plenamente transparente a los que tienen limpio el corazón (v. 8); tomará como hijos e hijas a quienes construyen la paz (v. 9).

 - De este esquema general se apartan, en cierto modo, la primera y la octava bienaventuranzas, que forman una gran inclusión, puesto que ambas prometen a «los pobres en el espíritu» (v. 3) y a «los perseguidos por hacer la voluntad de Dios» (la justicia, según otras traducciones) (v. 10) el Reino de los Cielos. Estas dos bienaventuranzas adquieren así una densidad especial, mientras que la última aplica este anuncio evangélico a la situación de persecución por la que pasa la comunidad cristiana (vv. 11ss). El «Reino de los Cielos» se convierte de este modo en el código que permite comprender las bienaventuranzas y, además, todo el Evangelio (a título de ejemplo, las parábolas que se encuentran en Mt 13).

 - Finalmente, podemos subrayar el hecho de que haya una última expresión ligada al Reino de los Cielos: se trata de la expresión «voluntad de Dios» («justicia», según otras traducciones) (5, 10; 6, 33). Su sentido no corresponde a ninguna actitud legalista, que, en 5, 20, está incluso condenada expresamente. Voluntad de Dios o justicia remiten, aquí y en otros lugares, al designio del Padre sobre la historia y a la transformación que Dios mismo provoca en la misma; de ahí que la exhortación final de esta primera parte del evangelio, a primera vista excesiva, sea en realidad anuncio de la verdad del cristiano como hijo de Dios: «Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (v. 48).

 
CLAVES para la VIDA

- Nos encontramos en el “Sermón de la montaña”, donde Jesús comienza su tarea de MAESTRO y, como “primera lección”, ofrece las exigencias éticas de todo su planteamiento, de su Buena Nueva y lo que supone su seguimiento. Jesús, pues, es presentado como el nuevo Moisés, fundador de un nuevo pueblo, a quien ofrece su proyecto. Por eso, el monte de las Bienaventuranzas es el eco del monte Sinaí. Aquí todo alcanza su plenitud.

 - El núcleo del mensaje es presentar la “LÓGICA” de Dios, ya que -aunque parezca extraña- éste es el modo de ver y de actuar de Dios. Por eso, aquí se nos ofrece la Carta Magna del Reino: Dios opta por los aparentemente débiles y marginados para este mundo. Dios se pone del lado de aquellos que son menospreciados y no valorados. Además, éste es el camino de la plena felicidad. Sólo el Mesías esperado puede proclamarlas con sentido y en toda su validez.

 - Efectivamente, aquí me encuentro con la Carta Magna para mi vida de participante activo del Reino. Muchos son los interrogantes que me propone la escucha y meditación de este proceder de Dios y que Jesús las vivió de forma intensa. En el fondo me surge la pregunta base: ¿está mi vida bien planteada para alcanzar la felicidad, la que me proponen las Bienaventuranzas? ¿Tú qué dices, hermano/a? ¡Ser signos de este Reino es la tarea, hoy y siempre!

sábado, 26 de octubre de 2013


DOMINGO, día 27 d Octubre
                                                                                 
 

Eclesiástico 35, 12-14. 16-18

 
“… El Señor es un Dios justo que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansa; no ceja hasta que Dios le atiende y el juez justo le hace justicia…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- El autor de este fragmento sapiencial -que se remonta al siglo II a. de C.- propone una enseñanza que tiene que ver, al mismo tiempo, con Dios y con el orante.

 - Presenta al Señor como juez sumamente justo que no hace acepción de personas y se inclina benévolo hacia los pobres, como atestigua de manera repetida el Antiguo Testamento en las llamadas leyes humanitarias. Dios mismo es vengador del huérfano y de la viuda (Ex 22, 21ss). Afirma también, por boca del profeta Isaías, que se inclina hacia quien teme su nombre y se confía a él con humildad: «El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. Yo me fijo en el humilde y abatido que tiembla ante mi palabra» (Is 66, 1. 2b).

 - Si Dios se pliega hacia el humilde, la Escritura muestra que la oración del pobre sube hasta él. Y así, a través de este movimiento de búsqueda recíproca entre Dios y el hombre, nos parece vislumbrar -entre el cielo y la tierra- la cruz en la que Jesús, el verdadero humilde y pequeño, se eleva, como oración perfecta, hacia el rostro del Padre, que espera hacer uso de su misericordia.

 
CLAVES para la VIDA

 
- El sabio recoge la experiencia de la espiritualidad de su pueblo a través de la historia. En primer lugar, que Dios es justo y no puede ser de otra forma. Y si en algún caso pudiera parecer que no es justo, es porque se pone a favor de los débiles y de los más pobres. Así es la justicia de Dios; así es el Dios de Israel. También los profetas profundizarán en esta dimensión especial y significativa y que marca toda la historia de Israel, y cómo no, toda su espiritualidad.

 - Y, en segundo lugar, “no desoye los gritos del huérfano o de la viuda…”; esto es, la súplica y la oración del pobre y desvalido siempre tienen una acogida plena y total por parte de Dios. Cuando esa oración va acompañada por la humildad y la perseverancia, entonces la acogida, por parte de Dios, está garantizada, según la experiencia del sabio. De ahí su invitación a mantenerse en esa doble actitud de humildad y perseverancia.

 - Sencilla reflexión la del Sabio, válida también para nosotros; pero profunda por cuanto conlleva. Es la invitación a la experiencia original (que supone un encuentro) y originante (en cuanto se convierte en fuente de otras experiencias). Cuando se unen las dos actitudes, la de la humildad y la perseverancia, todo es posible. Porque Dios, en su justicia, no puede menos de acoger la súplica incesante. Esta reflexión del Antiguo Testamento nos prepara para acoger el mensaje convencido de Jesús en el evangelio; Él que lo vivió tan intensamente y de forma tan singular. Hermano/a, a esto somos invitados.

 
2 Timoteo 4, 6-8. 16-18

 
“… Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día… El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su Reino del cielo…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Este fragmento de la segunda carta de Pablo a Timoteo se muestra rico y denso de inspiración. El apóstol expresa el presentimiento de su muerte inminente con dos imágenes. Una de ellas está tomada del culto; la otra, de la navegación. La primera es la «libación», es decir, el acto de verter aceite, vino o agua sobre la víctima antes de ser inmolada (Ex 29, 40; Nm 28, 7), a fin de conferirle un claro valor sacrificial. La segunda es el acto de «desplegar las velas»: la nave, por fin dispuesta para zarpar, se abandona al mar abierto. Las imágenes que vienen a continuación, tomadas de los usos deportivos y militares, acentúan la vida cristiana como lucha.

 - Pablo repasa en particular su propia experiencia apostólica como un combate «bueno» (literalmente, kalós, «bello»): noble, victorioso, desarrollado correctamente. «He concluido mi carrera, he guardado la fe», dice aún el texto, ofreciendo a través del paralelismo una asociación en la que vibra una nota de poesía en el texto griego. Por último, el Señor le dará a él, que ha guardado con fidelidad la «tradición» que le había sido confiada, la «corona de salvación» reservada «a todos los que han amado (así debe traducirse al pie de la letra egapekosi) con amor su venida gloriosa» (v. 8).

 - Por último, en los vv. 16-18 Pablo se refiere a la primera audiencia del proceso en el que, compareciendo como un «malhechor», fue abandonado por todos. El apóstol revive la experiencia de Jesús y, como él, perdona sin tener en cuenta el mal recibido. Sin embargo, el Señor no ha abandonado a su fiel ministro, pues todo ha concurrido al anuncio del Evangelio y al bien de los elegidos.

 
CLAVES para la VIDA

 
- El gran testigo, que es el apóstol Pablo, abre su corazón y muestra su experiencia de vida, la que ha llevado a cabo como un “buen combate”. Tras su encuentro con el Señor Jesús, él se ha puesto a su servicio con todas sus fuerzas y ha “corrido hasta la meta”. Está tan seguro de su Señor, que ahora mismo está convencido de recibir de Él la corona de gloria de los que han sido fieles. Ésta es la “lectura” que realiza de su propia vida.

 - “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje”: aquí están las dos claves de la vida del apóstol. Por un parte, ha sido el Señor el “motor” y la fuerza de Pablo en la tarea del anuncio; no han sido sus fuerzas, sino que tienen su origen en el mismo Señor Jesús. Y, en segundo lugar, el objetivo ha sido, no cualquier cosa, sino anunciar “íntegro el mensaje”, la Buena Noticia de la que se siente portador. Desde aquí se entiende plenamente la vida de este inmenso testigo.

 - Una vez más, este enorme testigo nos vuelve a recordar lo que es esencial, también en nuestra vida. Antes que nada, el ENCUENTRO con el Señor Jesús, que todo lo transforma desde la misma raíz, desde dentro. A partir de ahí, se entiende el combate hasta la extenuación y la entrega total. Eso sí, apoyado totalmente no en las propias fuerzas, sino en las que provienen del mismo Señor resucitado. Y, todo ello, con vistas a anunciar incansablemente la Buena Nueva. ¡Todo un PROGRAMA de VIDA, si quiero asumir cuanto se me propone! Hermano/a, ¿cómo andamos de EXPERIENCIA, la vital, la que mueve todas nuestras capacidades…? ¡Es la tarea!

 
Evangelio: Lucas 18, 9-14

 
“… Subieron al templo a orar: Un fariseo y un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano; ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Este fragmento del evangelio de Lucas es conocido como la parábola del fariseo y el publicano, aunque sería mejor hablar, en este caso, más que de «parábola» de un «relato ejemplar». En él se nos ofrece una enseñanza sobre las condiciones interiores de la oración.

 - El fariseo pertenece a la secta de los «separados», de los «puros», de aquellos que se habían arrogado la tarea de representar, con la observancia estricta de los mandamientos y la multiplicación de las obras, al verdadero Israel, a la comunidad del tiempo de la salvación. Todo lo que dice el fariseo de sí mismo es verdadero, pero precisamente esta «justicia» es lo que le vuelve impuro ante Dios, porque se considera autorizado a juzgar a los otros y a sentirse superior a ellos.

 - El publicano -el odiado recaudador de los impuestos para el Imperio romano- se encuentra verdaderamente en una situación de pecado. Lo manifiesta asimismo en su actitud exterior. No se atreve a avanzar en el templo ni a levantar los ojos al cielo. Se golpea, en cambio, el pecho en un gesto que manifiesta su conciencia del mal que se esconde en el corazón humano.

 - La oración de cada uno de los dos hombres expresa su vida: la autosuficiencia de una pretendida justicia que hace al que así reza superior a los otros y se expresa a través de un extenso elenco de méritos; el pecado que nos hace pequeños ante Dios y los hermanos y que no tiene más palabras que la invocación: «Piedad». Sabemos quién fue grato a Dios y quién es entrañable a su corazón...

 
CLAVES para la VIDA

 
- Con qué claridad nos presenta esta parábola los dos estilos de plantearse todo: la vida, la relación con Dios, la salvación, la relación con los demás... Dos estilos muy diversos y que conllevan dos planteamientos completamente diferentes: cumplidor intachable el uno, que además se erige en juez implacable de los demás; pecador y pobre el otro, que lo que hace es llamar a la puerta del Reino golpeándose humildemente el pecho. Y curiosamente se le abre la puerta. ¡Vamos...!

 - La gran diferencia está en que el primero, aunque cumple, no ama, está lleno de su propia bondad; no necesita de nada ni de nadie: tampoco de Dios. El otro, el pecador, se abre al perdón y a la salvación que le viene de fuera, de lo alto, del mismo Dios; se humilla, pero con confianza, sabe que lo mejor está por acontecer en su vida, y que “eso mejor” viene de Dios.

 - ¡Qué gran lección para hoy, para mí, para nosotros, para siempre! Dos formas de plantear la vida y cuanto en ella se nos ofrece: o dejarle actuar a Dios, para que la redima y la salve desde la raíz; o arrinconarle como “trasto inservible”, porque me basto a mí mismo. Y aunque suena fuerte, ese actuar no está tan ausente de nuestras vidas. ¿Seré capaz de examinar a fondo mi vida y dejar que Él cure mis males? ¡Buen ánimo, hermano/a!

 

sábado, 19 de octubre de 2013


DOMINGO, día 20 de Octubre     

 

Éxodo 17, 8-13

 

“… Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía bajada, vencía Amalec… Aarón y Jur le sostenían los brazos uno a cada lado. Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada…”

 
 CLAVES para la LECTURA

 
- Lances de guerra son también tema típico de la etapa de Israel por el desierto. Son una nota más de la dureza de ese camino, carente de todo bien natural, lleno de necesidades y peligros. Es el lugar de la prueba de Israel y también de la prueba de Dios. El encuentro con enemigos da lugar, en este contexto, a la proclamación de la guerra santa. En ella aparece Dios como guerrero que lucha por su pueblo. Los episodios bélicos en esta etapa de la historia se orientan ya hacia la siguiente, la etapa de la conquista. Según la versión que leemos, los amalecitas toman la iniciativa de atacar; Moisés ordena a Josué una acción de represalia, con un puñado de hombres de guerra, mientras él suplica desde lo alto de una colina, con el bastón taumatúrgico en la mano; la suerte de la batalla se ve depender de su gesto; mientras Aarón y Jur mantienen en alto el brazo de Moisés, Josué remata la victoria.

 - Josué es introducido por vez primera aquí, en su faceta de hombre valiente y guerrero. Se le verá aparecer de nuevo en otros episodios relacionados con intentos de entrada en la tierra, como la hazaña de los exploradores (Núm 13s). Son rasgos que anuncian al que ha de ser la gran figura de la conquista según el libro de su nombre. El que será sucesor de Moisés para la obra de la conquista aparece aquí como su servidor en acciones que preludian la conquista.

 - Moisés no es pintado con rasgos de guerrero, ni siquiera en estos episodios bélicos en que él está presente. No es un caudillo militar, sino un intercesor y un taumaturgo. Lleva en la mano el bastón de los prodigios, que tantas veces da la impresión de ser una vara mágica. Los historiadores no cayeron en la cuenta de que podrían ser malentendidos, al acudir a ese recurso para hablar de la acción salvadora de Dios. Pero una lectura mágica del gesto está fuera de lugar. La victoria no se atribuye ni a la vara, ni al gesto, ni siquiera al Moisés orante, sino a Dios, de cuya obra sólo se puede hablar por esos signos u otros semejantes. La actitud de Moisés orante no es la del mago que controla el poder divino, sino la del que súplica al Dios indisponible, que responde libremente a la súplica. Por la relación que se atribuye a la victoria con el gesto suplicante, la contienda tiene carácter de guerra santa.

 - El artífice de una victoria es, en el plano histórico, un caudillo militar. Aquí no se dice que sea Josué el autor de la victoria, aunque sea él quien empuña la espada. El resultado no es visto exactamente como una victoria militar, sino como un acontecimiento de salvación, pues es Dios quien da la victoria. Tiene más parte en ella el Moisés suplicante que el Josué guerrero. En el relato se lee una intención deliberada de afirmar la obra salvadora del éxodo; pone a Dios en el primer plano sin rodeos. Es un testimonio de la fe de Israel sobre Dios y sobre su autocompresión como pueblo de Dios.

 
CLAVES para la VIDA

- El autor sagrado sigue mostrándonos el caminar de Israel, con momentos de dificultad, pero, al mismo tiempo, sintiendo la presencia salvadora de Dios en los acontecimientos de la vida. Y destaca, de manera singular, el papel de intercesión de su gran animador que es Moisés, implicado hasta el fondo con la causa de Dios y con la causa de este pueblo. De ahí su inmenso papel de intercesor y de mediador en beneficio de dicha causa.

 - En este caminar de Israel, con todo, el gran artífice es Dios, aquel que ha escogido a este pueblo como su preferido, que le ha liberado de la esclavitud de Egipto y que ahora le acompaña en su marcha hasta la instalación en la tierra prometida. Por lo tanto, las victorias que se dan en ese caminar son obra de la voluntad salvífica de Dios. El mismo relato de hoy no es más que el testimonio de la fe de Israel acerca de Dios, que sirviéndose de las mediaciones humanas, le ayuda en esa misión, lenta y difícil, de la posesión y de la instalación en la tierra prometida.

 - Estos relatos nos recuerdan el caminar del pueblo de Israel y la percepción de esa historia como historia salvífica. Y esto nos viene bien a todos nosotros, que tenemos las raíces de nuestra fe en esa historia concreta. Descubrir ahí, una vez más, el proyecto salvador de Dios para con la humanidad y para con nosotros; gustar de la fuerza y del valor de la intercesión de Moisés y descubrir su significación también para nuestra vida… son las grandes “lecciones” que se nos sugieren y proponen en este día. Hermano/a, no podemos dejar de lado estas enseñanzas; son vitales para nosotros.

 

2 Timoteo 3, 14 – 4, 2

 
“… Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena. Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda comprensión y pedagogía…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- En las cartas dirigidas a Timoteo, la custodia y la transmisión del depósito de la fe -es decir, de la tradición recibida de los apóstoles- es una especie de contraseña. Ese testimonio de fe debe ser mantenido intacto para ser restituido y transmitido después a través de la predicación y la vida de la Iglesia.

 - El fundamento de esta tradición lo proporcionan las Sagradas Escrituras, de cuyo papel salvífíco y eficaz se habla en los vv. 14-16: afirmación fundamental, junto con 2 Pe 1, 19-21, sobre el carácter inspirado de la Escritura. «Toda Escritura, por el hecho de haber sido inspirada por Dios...», otra posible traducción del v. 16a, es sumamente útil para la vida del creyente, mientras que las charlatanerías de los «falsos doctores» son inútiles (Tit 3, 9); más aún, perjudiciales.

 - El capítulo 4 se abre con una exhortación acongojada e intensa («Ante Dios y ante Jesucristo, que manifestándose como rey ha de venir a juzgar a vivos y muertos, te ruego encarecidamente») que llega a convertirse en un auténtico testamento espiritual en los vv. 6-8, en los que Pablo se siente cercano al martirio. El apóstol invita a su amado Timoteo a anunciar la Palabra de manera incansable (la fórmula usada tiene sabor proverbial y equivale a «siempre»). De su escucha y de su obediencia, en efecto, procede la salvación (Rom 10, 17).

 
CLAVES para la VIDA

 
- El infatigable apóstol, a pesar de su situación límite de cautiverio y de prisión, con todo lo que ello supone, sigue animando a su fiel discípulo a mantener el “depósito de la fe” que ha recibido. Y es que las dificultades se van a presentar y los enemigos están al acecho. De ahí la necesidad de un empeño especial en estos momentos de dificultad. El testimonio recibido de los apóstoles es elemento esencial de esa transmisión de la fe.

 - “Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, exhorta…” (4, 2): éste es el programa de vida que le presenta a Timoteo. Empeñándose en esa tarea, será fiel a la misión que ha recibido. Y la misión requiere esfuerzo y constancia. La Escritura será la base de ese trabajo, porque ahí se encuentra el núcleo del mensaje ofrecido por Dios mismo a través de los tiempos y que es necesario conocerlo. Y esto, en todo momento, “a tiempo y destiempo”.

 - El cansado apóstol no desiste en su quehacer de animación y es que la tarea sigue siendo necesaria. Y en este su “testamento espiritual”, nos deja las claves para la instrucción a realizar. Proclamar la Palabra de manera incansable, “a tiempo y a destiempo”... forma parte de esa misión. Por lo tanto, el “deseo de instruir” es un elemento de la tarea recibida. Hermano/a, también para nosotros están dichas estas palabras; también nosotros somos animados a ser instruidos y a instruir, a tiempo y a destiempo; no es posible desistir en el empeño. ¿De acuerdo?

 
Evangelio: Lucas 18, 1-8

 
“… En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: Hazme justicia frente a mi adversario; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara. Y el Señor respondió… Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?, ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- El evangelista Lucas se muestra muy atento a subrayar en su evangelio los aspectos referentes a la oración, sus modalidades, sus características. Y lo hace mostrando antes que nada a Jesús como el gran orante, pero revelándonos también a aquel a quien se dirige la oración de Cristo. La parábola que nos propone revela, en efecto, las disposiciones del corazón de Dios hacia «sus elegidos, que claman a él día y noche». La enseñanza de Jesús -expresada por medio de una parábola- es una invitación a perseverar en la oración sin detenerse, advertencia recogida también por Pablo y propuesta por él repetidamente (Rom 12, 12; 2 Tes 1, 11; Col 1, 3).

 - Dos son los personajes del relato. Un juez que no respeta a nadie y una viuda pobre e indefensa, figura típica de los marginados e indigentes en el mundo bíblico. El que debería administrar justicia es un ser inicuo, y es posible que espere obtener, demorando el asunto, algún regalo de la mujer. Si al final cede es sólo para alejar a una importuna que se le vuelve insoportable. Paradójica enseñanza de Jesús: él, como los rabinos de su tiempo, usa adrede argumentos capaces de llamar la atención de sus oyentes. Esta vez se trata de un razonamiento a fortiori. Si este juez inicuo atiende la causa de la viuda, mucho más escuchará Dios las oraciones de los fieles que se encuentran en necesidad. ¿Acaso no dice de él la Escritura que «las lágrimas de la viuda caen por sus mejillas»? ¿No dice también que el Altísimo dará «satisfacción a los justos» restableciendo la equidad? (Eclo 35, 15. 8).

 - A diferencia del juez, que demora los asuntos, Dios interviene a buen seguro y de inmediato respecto a los que claman a él día y noche. Lo importante es que cada creyente esté preparado: nadie debe ser encontrado sin esa fe obstinada, que se convierte en oración e invocación incesante, cuando vuelva el Hijo del hombre.

 
CLAVES para la VIDA

 
- En ese “caminar hacia Jerusalén”, el evangelista vuelve a insistirnos en otra de las grandes enseñanzas de Jesús, tanto con su vida como con su palabra: la necesidad de “orar siempre” (v. 1). Y lo ilustra con una parábola gráfica y de la vida: la viuda (alguien que no cuenta en aquella sociedad y cultura) con su insistencia y perseverancia es capaz de lograr que se le escuche y se le haga justicia. Jesús la propone como modelo de oración: “para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse” (v. 1).

 - La convicción que el evangelista nos presenta es que, según Jesús, Dios siempre escucha nuestra oración. Él quiere nuestro bien y nuestra salvación más que nosotros mismos. De ahí que nuestra oración es una respuesta, no es la primera palabra; nuestra oración se encuentra con la voluntad de Dios, que deseaba lo mejor para nosotros. Desde esta convicción, tiene sentido el “orar siempre” para encontrarse con ese querer de Dios que quiere nuestro bien, y así vivir la comunión plena.

 - Hasta aquí nos ha traído la Palabra de Dios: ORAR incesantemente para encontrarme con su voluntad salvífica, que es firme y sin condiciones. Adecuar mi vida, dejarme iluminar, experimentar su fuerza en mí y en mi caminar, compartirla con otros hermanos/as, y… desde ahí, ser TESTIGOS de ese proyecto de vida y salvación en medio de nuestra humanidad es la MISIÓN, la TAREA que se me plantea. ¿Nos animaremos, hermano/a?
FELIZ FIESTA DE SAN PABLO DE LA CRUZ

sábado, 12 de octubre de 2013


DOMINGO, día 13 de Octubre                                   


 
2 Reyes 5, 14-17

 
“… Y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva al hombre de Dios y se le presentó diciendo: Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel. Y tú acepta un presente de tu servidor. Contestó Eliseo: Juro por Dios, a quien sirvo, que no aceptaré nada…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Naamán, jefe del ejército de Aram, enemigo de Israel, siguiendo las indicaciones de una joven hebrea, esclava suya, va a Samaría. Allí el profeta Eliseo le manda sumergirse siete veces en el río Jordán, si quiere curarse de la lepra. Aunque primero se muestra reticente, Naamán se pliega después a la reflexión de sus siervos y sigue la orden del hombre de Dios. De este modo, obtiene no sólo la desaparición de la enfermedad, sino que su piel queda como la de un niño.

 - Entonces vuelve donde Eliseo y le dice: «Reconozco que no hay otro Dios en toda la tierra, fuera del Dios de Israel» (v. 15). Es el punto culminante del relato. El milagro tenía como fin obtener esta confesión de fe. El orgulloso adversario del ejército enemigo se ve obligado a reconocer que hay un único Dios y es el de Eliseo.

 - El profeta no acepta ninguna recompensa, porque los dones de Dios son gratuitos y han de ser concedidos de manera gratuita. Sin embargo, da su consentimiento para que Naamán se lleve consigo un poco de tierra de Israel para continuar reconociendo, una vez que haya vuelto a su patria, al Dios de Israel como único Dios. En efecto, Naamán ya no quiere realizar holocaustos o sacrificios sobre una tierra en la que se practica un culto idolátrico: por eso se lleva con él tierra pura para honrar sobre ella al Dios verdadero, al que ha conocido en Israel y al que pretende ser fiel a partir de ahora.

 

CLAVES para la VIDA

- Una vez más, el autor sagrado es capaz de descubrir en un hecho histórico, acaecido a alguien ajeno y enemigo de Israel, la mano salvadora de su Dios. Y es que, por más que prevalece la preferencia de Dios por su pueblo, el don de la salvación y de la vida es algo universal, que no tiene fronteras. Y en esa acción salvífica, Dios se sirve de mediaciones pobres, pero que tienen una importancia significativa: la joven cautiva, el profeta Eliseo, los siervos...

 - La enfermedad de la lepra es considerada una maldición, ya que a pesar del poder y capacidades de Naamán, significa separación y marginación, impureza y castigo divino; esto es, una situación sin salida alguna y sin esperanza. Es aquí, en la situación límite de la vida, en la marginación, donde Dios se hace presente por medio de su profeta. ¡Está claro que para el proyecto salvador de Dios no hay barreras, ni de religión, ni sociales, ni culturales!

 - Esa salvación se desarrollará en plenitud en la presencia liberadora de Jesús de Nazaret, quien quebrará, de manera manifiesta y sorprendente, tantas barreras que imposibilitaban que el don de Dios abarcara a tantas personas, socialmente marginadas (por motivos diversos). Es cuestión de ACOGERLE como el don supremo de Dios y... ¡así alcanzar la plenitud en Él!

 
2 Timoteo 2, 8-13

 
“… Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor… Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanecerá fiel, porque no puede negarse a sí mismo…”

  

CLAVES para la LECTURA

 
- El apóstol Pablo se encuentra en Roma, «encadenado como malhechor» a causa del Evangelio. Escribe a su fiel discípulo Timoteo exhortándole a perseverar en la fe, sea cual sea el precio que deba pagar. Para llevarlo a cabo, debe ser más importante para Timoteo el recuerdo de Jesucristo, «del linaje de David», «resucitado de entre los muertos» (v. 8), que la comparación con el buen soldado, el atleta o el agricultor.

 - La referencia a la casa de David indica la pertenencia de Jesús al pueblo elegido, pero aún más su pertenencia al género humano, premisa de su kénosis, es decir, de su vaciamiento de sí mismo. Afirmar que ha resucitado significa expresar su condición gloriosa y la manifestación de su divinidad. Por el anuncio de este misterio de salvación, expresado aquí en una síntesis lapidaria, sufre Pablo, sin que por ello esté encadenada la Palabra.

 - Sigue una cita, tomada probablemente de un antiguo himno cristiano, en la que se confirma, a través de un uso eficaz del paralelismo semítico, que Jesús «permanece fiel» (v. 13). Nuestra infidelidad, nuestra traición, se estrellan contra la fidelidad y el amor de Cristo, que nunca se cansa de perdonar y de ir en busca del pecador (Lc 15, 4-6).

 

CLAVES para la VIDA

 
- El apóstol, que sufre cadenas a causa de Cristo, vuelve a ofrecer su testimonio de vida, y es que no puede hacer otra cosa. Encontrado por Él en el camino de Damasco, Pablo no puede dejar de anunciar que el centro y el culmen de todo está en Cristo, el Señor, que ahora sigue presente en la comunidad desde su nueva condición de resucitado. De ahí que las cadenas y las mazmorras no pueden acallar la voz del testigo encarcelado, ni mucho menos.

 - Participar de esa nueva realidad del resucitado es el objetivo final: “si morimos con él, viviremos con él”, y ésta es también la garantía, “él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo” (v. 13). Aquí radica la nueva situación. Y es que Cristo es la palabra definitiva de Dios para con la humanidad. Todas las promesas antiguas alcanzan ya la plenitud y de esta plenitud participa el seguidor de Jesús de Nazaret. Tener clara esta doctrina es necesario para Timoteo, manteniéndose en lo que el apóstol denomina “éste ha sido mi Evangelio” (v. 10).

 - Seguir escuchando atentamente al apóstol; aceptar su testimonio y el anuncia de la Buena Nueva; asumir la absoluta primacía de Cristo en la vida de todo seguidor que se tache como tal… ¡sigue siendo necesario, también hoy! Y, desde ahí, sacar las consecuencias para la vida… ¡es una necesidad! Sólo así podré ser consecuente, hermano/a, de cuanto proclamamos que es Buena Noticia. Por lo tanto, “hacer memoria” es mucho más que un mero recuerdo vago. Más bien, el Señor resucitado es el que lo plenifica todo y da sentido a nuestro caminar.

 

Evangelio: Lucas 17, 11-19      

 
“… Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano…Y los otros nueve, ¿dónde están?...”

  

CLAVES para la LECTURA

 
- Este episodio sólo lo recoge Lucas, y lo sitúa durante el viaje de Jesús hacia Jerusalén. Le salen al encuentro diez leprosos, que se mantienen a distancia, tal como prescribe la ley, que los consideraba impuros, desde el punto de vista ritual, y excluidos de la comunidad civil. Hasta de Dios estaban alejados, puesto que su enfermedad era considerada un castigo.

 - Los leprosos, condenados por Dios y por los hombres a la marginación, se dirigen a Jesús, cuyo nombre significa «Dios salva», gritándole: «Ten piedad de nosotros» (v. 13). Se trata de la oración que el israelita piadoso dirige a Yahvé para que se acuerde del pobre y del menesteroso. Su petición es audaz y está llena de confianza; al invocar al Maestro, invocan la vida. Apenas los ve Jesús, los envía al sacerdote, que, según la ley, una vez comprobada la desaparición de la enfermedad, puede iniciar los ritos de purificación que permiten su reingreso en el seno de la comunidad. Y he aquí que, yendo de camino, se curan. Por consiguiente, Jesús muestra que es el Mesías esperado, que habría de eliminar precisamente esta enfermedad. Pero sólo uno, un samaritano, «al verse curado, volvió alabando a Dios en alta voz» (v. 15) y le agradeció a Jesús la curación. El samaritano, el hereje, el no judío, reconoció el poder de Dios en el Maestro, y en Jesús al Mesías esperado, que habría de vencer también la lepra, la enfermedad impura por excelencia.

 - Aquí pone Lucas de relieve la decepción de Jesús, una decepción que se manifiesta en unas preguntas apremiantes que no tienen respuesta en el texto evangélico. Estas preguntas nos interpelan y, en consecuencia, piden nuestra respuesta. «¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Tan sólo ha vuelto a dar gracias a Dios este extranjero?» (vv. 17ss). Jesús está decepcionado, porque el único que se muestra agradecido no es un judío; los otros dan la impresión de «pretender» la curación por ser miembros del pueblo elegido y, por consiguiente, no se abren a recibir el don del Dios, que, en Jesús, se acerca a cada hombre a fin de hacerle plenamente «vivo» para gloria de Dios. «Levántate, vete; tu fe te ha salvado» (v. 19), dice Jesús al leproso curado. «¡Levántate, resucita!», dice Jesús a todo el que se acerca a él con fe, reconociéndole como el Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

 

CLAVES para la VIDA    


 
- De este relato evangélico, hay dos elementos que, sin duda alguna, el evangelista quiere destacar: uno es que Jesús “de camino hacia Jerusalén” (v. 11), con todo lo que significa de entrega, de cruz y de resurrección; en ese camino va instruyendo a los suyos, presentándoles las claves de la vida y de sufrimiento; ellos comparten el camino con Él, pero en tantas ocasiones, no entienden sus propuestas, su estilo, el que vive y el que les propone.

 - Pero hay, también, un segundo elemento que es significativo: una vez más, la acción misericordiosa y curativa de Jesús es a favor de unos marginados en aquella sociedad (y en tantas otras); un grupo de leprosos son “tocados” por la acción salvadora de Jesús. Pero, eso sí: sólo un extranjero, un “super-marginado” (samaritano para más señas), alcanza la salvación en plenitud y es capaz de reconocer en Jesús el don de la Vida. Él sí que es capaz de volver y reconocer en Jesús la presencia de Dios.

 - Sencilla y hermosa estampa evangélica, pero con preguntas serias para mí, para nosotros, hoy, seguidores de ese Jesús. “Caminando con Él”, con lo que ello supone... ¿qué tal me siento? ¿voy entendiendo su estilo, sus claves, sus propuestas? Es curioso cómo Él se acerca a los más marginados, a los más necesitados... Es su propuesta, hoy, para mí, para nosotros. ¿Dónde nos vamos encontrando tú y yo, hermano/a? ¿Estamos con los más necesitados?