sábado, 22 de febrero de 2014


DOMINGO, día 23 de Febrero


 
 
 
 
 
 
 
 


 

Levítico 19,1-2.17-18 :  Amarás a tu prójimo como a ti mismo

El Señor habló a Moisés: "Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tú hermano. Reprenderás a tu pariente, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor."

·              La "ley de santidad" sección central y la más compacta del Levítico (Lv 17-26), se trata de modelar el orden humano a partir de la santidad de Dios. Santidad es aquí un concepto que no habla tanto de Dios en sí, cuanto de Dios como fundamento del mundo. De ahí que sea una exigencia radical del mundo mismo para ser verdaderamente lo que es o está llamado a ser. La ley se dirige al pueblo de Dios en el mundo, para enseñarle el camino de acceso a la santidad de Dios o a la plena realización de sí mismo.

·              Según un pequeño código de preceptos que se inserta en el centro de la ley de santidad, el hombre no tiene que dar muchos rodeos para responder a la exigencia de ser santo. El camino es el hombre hermano, el prójimo. En este pequeño código, eco en su forma y en su contenido del decálogo mosaico, el prójimo se llama también pariente, conciudadano, hermano. Es el hombre de la comunidad humana, en la que todos tienen derechos y deberes. El cumplimiento de los deberes hace que el prójimo obtenga sus derechos; en la recta relación está la realización del uno y de todos. Y esto es lo que exige del mundo el Dios santo. (...).

·              Tal vez de lo más impresionante en este código de preceptos fundamentales de relación humana es su exigencia no sólo de obras, sino hasta de actitudes y sentimientos hacia el otro; de ellos son hijas las obras. Llama por su nombre a las actitudes que no pueden llegar a ningún compromiso con la santidad: el odio, el rencor, la venganza; y a las que son exigidas por ella: la corrección o reprensión justa, el amor. Los primeros son sentimientos que niegan al otro, lo destruyen; por supuesto, destruyen también al sujeto del que emanan. La corrección del culpable y la denuncia del mal son exigencias radicales en el que busca el bien, y son también justicia que el hombre le debe al que está en el error. Es la señal de que busca afirmarlo.

·              Pero la suprema afirmación del otro la hace el amor. El amor verdadero no es un superficial y caprichoso sentimiento, que puede encubrir un solapado amor propio. Se salvaguarda de cualquier malentendido en un criterio y en una medida que debe valer para acreditarlo: amor al otro como a sí mismo. Este es el reto más grande que se puede hacer a la relación del hombre con el hombre. El yo es llamado a desplazarse hacia el tú que está delante, a considerarlo como un yo y a comportarse con él como consigo mismo.

·              Este precepto compromete al hombre en sus obras y en sus sentimientos y nunca podrá decir que lo ha cumplido cabalmente; su incumplimiento le estará denunciando siempre. Jesús estimó este precepto del Lv como la esencia de toda la Ley y lo hizo centro de su mensaje, en su palabra y en su obra (Mc 12. 31 y par.). El hombre no está nunca tan cerca de la santidad de Dios como cuando ama a su prójimo.

 

Salmo responsorial: 102  El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, / y todo mi ser a su santo nombre. / Bendice, alma mía, al Señor, / y no olvides sus beneficios. R.

Él perdona todas tus culpas / y cura todas tus enfermedades; / él rescata tu vida de la fosa / y te colma de gracia y de ternura. R.

El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia; / no nos trata como merecen nuestros pecados / ni nos paga según nuestras culpas. R.

Como dista el oriente del ocaso, / así aleja de nosotros nuestros delitos. / Como un padre siente ternura por sus hijos, / siente el Señor ternura por sus fieles. R.

 

1Corintios 3,16-23 : Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios

Hermanos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros. Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: "Él caza a los sabios en su astucia." Y también: "El señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos." Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

·       El tema del amor de la primera y tercera lectura tiene su base en esta segunda, donde se expone la actitud humana de la que ha de brotar. En el proceso de esta carta, Pablo termina el tema de la sabiduría divina, recapitulando lo ya expuesto en perícopas anteriores. Pero con matices: uno de ellos es el mostrar cómo el abrirse a Cristo-sabiduría no es cuestión de pensamiento sólo, sino que implica la inhabitación del Espíritu en todo el hombre, lo que implica también un modo de vivir en consonancia con esa realidad.

·       Esta es la actitud básica de la que brotará el amor. Y además tiene otra consecuencia, a primera vista inesperada, que aparece en los últimos versículos: quien se encuentra de esa forma unido con Dios es libre y está por encima de todo.

·       Efectivamente, el final de las palabras que leemos son la mayor proclamación de libertad que puede soñarse. Toda la creación está a disposición del hombre; no debe preocuparse por pequeñeces o tonterías, ha de superarlas; no se dejará amilanar por las dificultades presentes o futuras ni le ensoberbecerán los éxitos.

·       «Todo es nuestro.» Notable la amplitud de expresiones del apóstol, usando términos del todo generales y abarcantes. Pero ello sólo es real teniendo en cuenta el final: "Vosotros de Cristo y Cristo de Dios". Unión con él, fuente de esa actitud y, como es obvio, unión de Cristo con el Padre, en el proceso recapitulador de la creación para que "Dios sea todo en todas las cosas" (1 Cor 15,28).

 

Mateo 5,38-48:  Amad a vuestros enemigos

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.

Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."

·     El ejemplo de la "ley del talión" (Ex 21, 23-25) nos dará una manera sorprendente de ser fiel al espíritu de una ley, a la vez que cambiará radicalmente su aplicación. La Ley era la siguiente: "... Si resultare daño, darás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal" (Ex 21, 23-25).

·     Habéis oído lo mandado: "ojo por ojo, diente por diente". Pues Yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. La "ley del talión", al imponer un castigo "igual" a la ofensa, quería limitar los excesos de la venganza: ¡no exijáis más de un ojo por ojo! Esto era ya querer atenuar el instinto natural: ¡dos ojos por ojo dañado! Prolongando el espíritu de esta ley, Jesús dice: "No os venguéis en absoluto".

·     Esta ley bíblica y estas fórmulas evangélicas, nos parecen, a primera vista, completamente superadas, hechas para otra época distinta de la nuestra, en verdad. Y, sin embargo... ¡cuántas ciudades bombardeadas por represalias, en nuestro tiempo... y cuántas luchas raciales, nacionales, sociales a las que se aplica el rigor de "la escalada!"... ¡AI más fuerte, al que devolverá los golpes! Se habla púdicamente de "correlación de fuerzas": pero es siempre el viejo adagio violento "ojo por ojo", apartado de su sentido bíblico. No transformemos la sal del evangelio en insipidez. Debemos atrevernos a recibir las palabras de Jesús de frente, sin reservas.

·     Si uno te abofetea en la mejilla derecha... vuélvele también la otra. Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también la capa. A quien te fuerza a caminar una milla, acompáñalo dos. Al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.

·     Jesús era un predicador concreto, en la vida: así era también su discurso. Nada hay más difícil de comentar que estas palabras. No parece que Jesús haya querido abolir toda justicia civil y todo "derecho": estos principios no pueden aplicarse a la sociedad civil de modo unilateral pues esto llevaría a la supresión del Derecho, y a la opresión de los débiles por los fuertes. Hay circunstancias en las que uno tiene el derecho de defenderse y de defender a los demás.

·     Recordemos, también, que el mismo Jesús no tendió la otra mejilla cuando recibió la bofetada del servidor del Gran Sacerdote; se enderezó noble y dignamente: "¿por qué me pegas?" De otra parte, tampoco sería honrado aplicar estas fórmulas a los demás, ni en particular a los que tienen algún derecho sobre nosotros exigiéndoles en nombre del evangelio que cedan en su postura, que no se resistan... Ciertamente Jesús no ha querido consagrar un estado anormal de opresión pidiendo a los débiles que sean resignados. Pero, puestos estos matices, es necesario dejarnos interrogar por estas fórmulas que recomiendan la no-violencia "no hacer frente al que nos agravia". No tenemos derecho de endulzar el pensamiento de Jesús. Las actitudes propuestas aquí de ningún modo no son actitudes de debilidad, sino de una gran fuerza interior.

·     ¡Debemos vencer en nosotros el espíritu de venganza! No se domina el mal cuando se le responde con la misma dureza. El mal recibido, queda siempre, en el fondo, exterior a nosotros... pero cuando lo hace uno mismo, al devolverlo, el mal gana una victoria suplementaria: entra en nosotros. Jesús abre otro camino a la humanidad: vencer el mal con el bien, responder al odio con el amor. ¡Que sean muchos los hombres con tal osadía!

sábado, 15 de febrero de 2014



Domingo, Día  16 de Febrero 








Sirácida 15,16-21: No mandó pecar al hombre

Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.


Salmo responsorial: 118 :  Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable, / camina en la voluntad del Señor; / dichoso el que, guardando sus preceptos, / lo busca de todo corazón. R.

Tú promulgas tus decretos / para que se observen exactamente. / Ojalá esté firme mi camino, / para cumplir tus consignas. R.

Haz bien a tu siervo: viviré / y cumpliré tus palabras; / ábreme los ojos, y contemplaré / las maravillas de tu voluntad. R.

Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, / y lo seguiré puntualmente; / enséñame a cumplir tu voluntad / y a guardarla de todo corazón. R.


1Corintios 2,6-10 : Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria

Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman." Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.


Mateo 5,17-37 : Se dijo a los antiguos, pero yo os digo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud… Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado…

Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto… A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno."

~   Jesús se presenta en el mundo predicando la conversión. Pero, ¿en qué consiste la conversión que anuncia? ¿Desea únicamente que la vieja ley de Moisés se cumpla mejor? ¿Trata de retocarla o adaptarla en detalle? ¿O propone, más bien, la liberación de la ley, creando algo radicalmente distinto?
La respuesta a estas preguntas no es tan simple como suele creerse y decirse. Porque la libertad evangélica no puede interpretarse como puro subjetivismo, no puede someterse al capricho personal de cada uno.

~   Para entenderlo tenemos que ver un momento el sentido y espíritu de la ley judía. La ley de Moisés reflejaba el sentir de Dios y expresaba sus designios divinos. Por eso se inspiraba en la obediencia a Yahvé. Y esa actitud de obediencia sumisa era para el pueblo fuente de luz y bienestar.

 ~  Pero resulta que ya desde el comienzo se registraron dos graves desviaciones de este espíritu:

· La primera con relación al concepto de Dios: esa obediencia se debía, para los judíos, a un Dios-terror, a un Dios siempre amenazante, extremadamente justiciero.

· La segunda desviación fue el desmesurado culto a la norma, que llevó a la pura aceptación externa de las normas legales, sin encuentro interior con Dios.

 ~     Los profetas intentaron mitigar estos dos peligros insistiendo en la obediencia del corazón. Pero en la época de Jesús dominaba la religión del terror y el culto al formalismo legal. A eso se agregaba el incumplimiento de la ley en gran parte del pueblo, decepcionado de una religión que le ataba, más que acercarle a su Dios.

 ~     En esta situación, ¿cual es la postura de Jesús ante la ley? ¿Es un conservador, un liberal, un radical? No es ninguna de las tres cosas, y es las tres cosas a la vez.

· Parece ser un conservador en su conducta y en su doctrina, cumple fielmente con los preceptos y ritos de la ley.

· Pero, junto a esto, vemos a Jesús a veces ante la ley como un liberal: está transgrediendo con mucha libertad sus preceptos (p.ej. del sábado, o de las purificaciones rituales antes de las comidas).

· Y Jesús es, al mismo tiempo, un radical. No viene a abolir la ley. Viene a darle plenitud, viene a darle su verdadero sentido, su madurez. La ley del Sinaí es para Él sagrada: es el alimento de su vida. Pero le quita todo la inhumano y todo lo que no es de Dios en ella. Rescata todo la positivo y puro y le da un nuevo espíritu. Y en eso consiste su radicalismo: porque cambiar el espíritu con que se vive una ley es mucho más revolucionaria que cambiar una ley por otra.

 ~     ¿Y como hace esto? Cambiando, ante todo, el concepto de Dios.
Pasando del Dios - terror al Dios - AMOR y manifestando que el eje central de toda ley tiene que ser ese amor. Porque al amor de Dios ya no se puede responder con el simple cumplimiento, sino con otro amor, con una fe hecha vida.

~     Así Jesús, en la ley, introduce 3 cambios fundamentales: la personaliza, la relativiza, la radicaliza.

·     La personaliza. Se pone Él en lugar de la ley. El cumplimiento de la ley es Cristo, dice San Pablo en la carta a los Romanos (10,4). Cumplir la ley ya no será cumplir gestos, sino amarle, participar de su vida. Cristo es la ley del cristiano, como el amado es la ley del amante. Cuando dos se amen, entre ellos no hay ley, el amor sustituye a toda ley.

·      Jesús, en segundo lugar, relativiza la ley. Esta se vuelve esclavizadora cuando se la convierte en absoluto. Y Jesús somete la ley al "relativismo" del amor. La ley es confirmada o suspendida según sirva a la maduración o al encadenamiento del hombre. Para Jesús, la ley no es algo absoluto. Absoluto es sólo Dios.

·     Además, Jesús la radicaliza. Es necesario subrayar esto, porque hay quienes piensan que relativizar la ley es implantar el libertinaje. Pero esto sólo sucede cuando, en lugar de la ley, se coloca el capricho. Sin embargo, cuando la ley es sustituida por la fe y la caridad, todo se hace más arduo, más radical. La fe va mucho más allá que la obediencia legal; la caridad es mucho más exigente que el simple cumplimiento. Porque la ley indica de dónde no se puede pasar, y el evangelio hasta dónde hay que llegar: hasta ser perfectos, hasta lo imposible.


~      De este modo, Jesús ni recorta ni suaviza la ley, sino la lleva hasta sus límites, hasta la locura, hasta la entrega total. Pide algo que el hombre nunca podrá alcanzar por si solo y para lo que necesitará inevitablemente la ayuda y gracia de Dios.


~     En el Sinaí, Dios había pedido a los hombres que llegaran hasta donde pudieran. Pero Jesús, en el monte de las bienaventuranzas, lanzó una consigna más radical, más difícil, más cristiana: llega hasta donde no puedas. Es decir: aquí estoy yo, con mi gracia, para que juntos lleguemos hasta lo humanamente imposible e insoñable. Es así como Jesús da plenitud a la ley judía. Es así como Jesús nos trae una ley mejor, una ley más alta. Trae el evangelio, trae su amor y su redención.

~     Queridos hermanos, aprovechemos este tiempo de conversión, para ir perfeccionándonos e ir creciendo en amor, entrega y santidad. Y pidámosle a la Virgen María que nos ayude regalándonos la gracia de la transformación interior. Así podremos avanzar un poco más en nuestro largo caminar hacia la meta: ser perfectos como es perfecto nuestro Padre Celestial.

sábado, 8 de febrero de 2014


DOMINGO, día 9 de Febrero

 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
Isaías 58, 7-10

 

“... Así dice el Señor: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, y no te cierres a tu propia carne... Cuando destierres de ti la opresión, en gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía...”

 

CLAVES para la LECTURA

- El autor de los cc. 56-66 de Isaías, un profeta anónimo del siglo VI-V a. de C., dirigién-dose al pueblo que ha vuelto del exilio, profiere una serie de oráculos condenatorios y liberadores. El regreso a la tierra de Judá, después del entusiasmo inicial, alimentado por las expectativas de una inminente y definitiva liberación, ha conducido a Israel a un progresivo desaliento, causado, en buena medida, por una repatriación difícil y desilusionante.

 - Como mensaje central del Tercer Isaías brota un renovado anuncio de salvación (cc. 60-62), enmarcado en un cuadro temático -al que pertenece también este texto- del que emergen tonos de denuncia áspera ante un culto falso e hipócrita. Como en un pleito apasionado, Dios acusa a Israel de practicar un ayuno exterior, desprovisto de autenticidad (ayuno/ayunar, en el c. 58, son palabras claves y aparecen siete veces). El pueblo está convencido de que basta con ayunar para ganarse la benevolencia divina y, frente a la aparente lejanía de Dios (58, 3), en lugar de poner en tela de juicio su ambigua actitud, le reprocha a Dios que no ve ni considera los sacrificios realizados. En este tipo de ayuno no tiene espacio lo auténticamente necesario: las obras de justicia y misericordia.

 - En la relación de gestos requeridos (vv. 7.10) para reemplazar una práctica formal con una adhesión coherente del corazón. Dios apunta hacia un «denominador común»: la compasión. Sólo quien sabe asumir el sufrimiento y las limitaciones del otro, quien sabe comprometerse luchando contra cualquier tipo de injusticia, sin hacer distinción de personas, descubrirá la verdadera luz de Dios y se convertirá en un manantial perenne. Las obras de misericordia que el creyente está llamado a practicar implican dos opciones fundamentales: tienen que alcanzar a las víctimas de las injusticias, sin distinguir entre paisanos y extranjeros (es la perspectiva universal de la obra del Tercer Isaías, y señalada aquí en el v. 7b), y tienen que comportar un empeño personal -compartir el pan (vv. 7 y 10)- con quienes ayunan no por elección, sino porque están hambrientos debido a las vejaciones de los ricos.

 
CLAVES para la VIDA

 
- Como en tantas ocasiones, el profeta alza la voz para denunciar, de parte de Dios, ese culto externo, pero vacío de una actitud interna y que conlleva un estilo de ser y de vivir. Inmensa la tentación la que siente y en la que tantas veces tropieza Israel: la apariencia como forma de vida y de culto. Pero Dios y su profeta le ponen mirando a su corazón para que descubra la falta de autenticidad en ese comportamiento, a pesar de que la pomposidad del culto sea deslumbrante, hasta el punto crear la admiración de otros pueblos.

- Y es que la “nota” que debe caracterizar a Israel, como destaca en Dios mismo, es la COMPASIÓN; esto es, las obras de justicia y la misericordia. Sólo así podrá descubrir Israel el verdadero ROSTRO de Dios, que se  caracteriza por estas cualidades. Entonces sí que “brillará tu luz como la aurora, y tus heridas sanarán en seguida” (v. 8): es la promesa de Dios porque Él mismo cuidará del pueblo y mantendrá firmemente la Alianza sellada y pactada.

 - Está claro que “lo esencial” se va abriendo paso a lo largo de la Historia de la Salvación, y Dios -con pedagogía paciente, pero firme-, va educando a su pueblo hacia la verdad, la que autentifica e ilumina los rincones de la vida. Y esto que se propone es inmensamente suge-rente también para mí, seguidor de Jesús de Nazaret, quien llevó a una plenitud radical esa propuesta del profeta: Jesús me (nos) enseña a mirar y a vivir desde el corazón y no desde la apariencia y el exterior. ¡Enorme desafío para mí (para nosotros), en cada momento y situación de mi vida! ¡No puedo eludir su planteamiento y su exigencia. ¿Qué te parece, hermano/a?

 
1 Corintios 2, 1-5

 
“... Me presenté a vosotros débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios...”

 
CLAVES para la LECTURA

 - Frente a una comunidad que amenaza con profanar la pureza de la fe cristiana con algunos principios de la mentalidad grecopagana, Pablo siente el deber de tener que llamar la atención de todos sobre el acontecimiento central del cristianismo: el misterio pascual de Cristo, el Señor.

 - En sustancia, son tres los pensamientos que remacha: «Solo Jesucristo, y éste crucificado» (v. 2) constituye el acontecimiento histórico que hemos de creer para llegar a la salvación. La mediación histórica que hemos de acoger consiste en la predicación, y ésta se caracteriza por su debilidad humana («Me presenté ante vosotros débil, asustado y temblando de miedo»: v. 3) y no por la prepotente demagogia de ciertos predicadores de otros caminos de salvación. Por último, es la fe, como acogida de la Palabra de la cruz, la que revela el poder del Dios que salva. La vida cristiana no conoce otras características, y el apóstol interviene con todo el peso de su autoridad para reconducir a los cristianos de Corinto al camino recto, aunque esto entrañe fatiga a causa del deber de abandonar determinadas prácticas que son contrarias al carácter específico de la fe en Cristo.

 - Estos tres acontecimientos -Cristo crucificado, la predicación apostólica y la fe- mantienen entre sí un orden jerárquico: Pablo es muy consciente de ello, y lo experimentó personal-mente en el camino de Damasco el día de su conversión. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, el mensaje de Cristo crucificado llega a los potenciales creyentes por medio de la predicación apostólica, que se concentra y se agota en la proposición del mensaje pascual de Cristo muerto y resucitado. Es precisamente en este momento providencial cuando, según Pablo, se manifiesta y se vuelve eficaz la «demostración del poder del Espíritu» (v. 4), que invade tanto al que evangeliza como a los que son evangelizados.

 CLAVES para la VIDA

 - Continúa la reflexión del apóstol en torno a la “sabiduría humana” (tan querida por los griegos) comparándola con la cristiana que emana de Cristo Jesús. Y aquí su convicción es profunda: aunque parezca la mayor de las paradojas, la fuerza de Dios y su poder se mani-fiestan en ese Cristo Jesús crucificado. Y ésa es la lógica de este Dios y del que el apóstol es testigo desde el día en que se encontró con él en la experiencia de Damasco.

 - El apóstol se presenta “débil y temeroso” (v. 3): y es que lo que predica nos es fácil (Cristo crucificado); pero la palabra que anuncia tiene una fuerza intrínseca capaz de hacer fructificar y transformar la realidad. Para Dios, la fuerza verdadera está en lo sencillo y lo débil, en la “fragilidad” de la Cruz, siguiendo la mejor línea evangélica. Es la clave para entender la lógica de Dios.

 - ¡Impresiona mirar y escuchar a este testigo que es Pablo! Él que se ha formado en otros planteamientos tan diferentes, ahora siente y anuncia la NOVEDAD que ha descubierto. ¡Enorme invitación para mí (para nosotros), hoy y siempre! Y es que tampoco nuestro mundo y nuestra cultura acepta fácilmente la “lógica” de Dios, su “sabiduría”, que arranca en el amor hacia todo lo humano. ¡Tengo tantas cosas que aprender y experimentar a la “sombra” de este Crucificado...! Y tú, hermano/a, ¿te animas a acompañarme?


Evangelio: Mateo 5, 13-16


 
“... Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué salará? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo...”

 
CLAVES para la LECTURA

 - Esta perícopa evangélica se puede interpretar como comentario y ejemplificación -en la que el mismo Jesús se compromete- de los nueve aforismos introdu­cidos por el adjetivo sustantivado «bienaventurados» (los llamados macarismos). La primera concretización de la bienaventuranza evangélica es la conciencia que deben tener los discípulos de ser «sal de la tierra» y «luz del mundo». El «vosotros», con el que comienzan los dos períodos, interpela precisamente a los discípulos, interlo­cutores próximos a Jesús y distanciados del anonimato de la muchedumbre.

 - El «sermón del monte», a diferencia de otros contex­tos, es el único sitio en el que Jesús adopta la alegoría para representar la identidad de su discípulo. Y es tam­bién el único contexto en el que emplea el vocablo «sal». La imagen de la «luz», en cambio, se repite en la ense­ñanza de Jesús y en el vocabulario del Nuevo Testamento, señaladamente en la pers-pectiva cristológica, en la que resultan esenciales al menos un par de citas: la autobiográfica de Jesús «yo soy la luz del mundo» (Jn 8, 12;  12, 35. 46), y aquella otra de la fe eclesial convencida de que «la Palabra era la luz verdadera, que con su venida al mundo ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9), o sea, el Verbo de la vida, luz que brilla en las tinieblas.

 - Así pues, la alegoría de la sal parece tener una identi­dad autónoma. Forma parte de la responsabilidad autó­noma del discípulo ser sal de la tierra, es decir, transfe­rir al orden de las acciones humanas y evangélicas las características de la sal: dar sabor, conservar, purificar o preservar. Ahora bien, es una responsabilidad autó­noma con riesgo: la sal puede perder su propia cuali­dad (si seguimos el aviso de Jesús, en verdad un tanto forzado, puesto que, de por sí, la composición química de la sal permanece íntegra si no es manipulada) y, al perder también su propia utilidad, se vuelve inservible. La alegoría de la luz infunde en el discípulo la seguri­dad de ser reflejo de una luz que no se extingue ni traiciona la propia naturaleza luminosa y la finalidad del iluminar: el discípulo es reflejo de la luz verda­dera que es Cristo.

 - Salar e iluminar son un servicio que Jesús confía a los discípulos. Esa confianza se transforma en certeza de bienaventuranza para los discípulos: «Bienaventurados vosotros, que sois sal de la tierra y luz del mundo».

 CLAVES para la VIDA

 
- Tras la proclamación de las Bienaventuranzas, Jesús empieza a desarrollar el estilo de vida que quiere de sus discípulos. Hoy emplea tres comparaciones para hacerles entender qué papel les toca jugar en medio de la sociedad. SAL que condimenta y da gusto, que evita la corrupción de los alimentos e incluso es símbolo de sabiduría; LUZ, que alumbre el camino, que responde a las preguntas y dudas, que disipe la oscuridad; CIUDAD puesta en lo alto, que guíe a los que andan buscando camino, que ofrezca puntos de referencia para la noche y cobijo para los viajeros.

- Y es que el mismo Jesús se presenta con esas notas y las vive intensamente en nombre del mismo Padre: ilumina el caminar de cuantos se encuentran con Él; da sentido a sus vidas, especialmente a quienes parece que no tienen nada, a los marginados y olvidados de la sociedad; Él mismo se convierte en punto de referencia imprescindible para cuantos buscan el camino para su vida.

 - Aquí nos encontramos nosotros, contemplando cuanto en ´´El se nos ofrece y, también, enviados a ser eso mismo para los demás, para los hermanos. Y es que nuestro mundo está muy necesitado de hombres y mujeres que den “luz” a los demás, “gusto” a la vida, y sean “referencia” que oriente. Y... ¿tú? Y... ¿nosotros... ? ¿Qué tal te sientes? ¿Qué tal nos encontramos?