sábado, 29 de marzo de 2014


DOMINGO, día 30 de Marzo
 
 
 
 
 
 
 
 
1 Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a
           
“... Preguntó entonces Samuel a Jesé: ¿No quedan ya más muchachos? Él respondió: Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño. Dijo entonces Samuel a Jesé: Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido. Mandó, pues, que lo trajeran... Dijo el Señor: Levántate y úngelo, porque éste es...”
 
CLAVES para la LECTURA
 
- Samuel, afligido por el fin de Saúl, representa al hombre desalentado que añora el pasado y se deja dominar por el abatimiento. Dios le anima y emprende con él una nueva historia. El profeta, de manera semejante a Abrahán, debe partir sin saber a dónde va, mostrándose disponible a las indicaciones de la voluntad de Dios que se le manifiesten. Dios actúa con absoluta libertad, suscitando la sorpresa. Sólo Él conoce el corazón de los hombres y los valora con verdad. Y no sólo esto: también puede actuar a través de personas pobres, por motivos diversos.
 - La Biblia recoge tres versiones acerca del acceso de David a la vida pública. Según 1 Sam 16, 14-23, como buen músico que era, David habría entrado en la corte de Saúl para alegrar la vida del rey, que se encontraba triste y abatido, dominado por el mal espíritu. La segunda versión presenta a David como un joven pastor, desconocido de Saúl, que viene al frente por encargo de su padre a traer provisiones a sus tres hermanos mayores, que estaban en el ejército de Saúl. La llegada de David coincide justamente con el momento en que Goliat, el campeón filisteo, desafía a los israelitas. El pastor de Belén le hace frente y logra una resonante victoria. Saúl se interesa por el joven héroe y lo pone a su servicio (1 Sam 17, 12-30; 17, 55 - 18, 2). Finalmente, la tercera versión, sin duda la más reciente, es la que recoge nuestro texto (1 Sam 16, 1-13).
 - La unción de David en Belén por mano de Samuel se ajusta a un esquema muy uniforme, que se repite en casi todos los relatos de elección. Empezando por el propio pueblo de Israel, éste no ha sido elegido por ser el más numeroso ni por ser el mejor, siendo así que es el más pequeño y de dura cerviz, sino por puro amor (Dt 7, 7-8). Esta gratuidad divina se pone, luego, de manifiesto en las distintas elecciones de los dirigentes del pueblo. Gedeón, por ejemplo, al sentirse llamado, pronuncia estas palabras: «Perdón, Señor mío, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último en la casa de mi padre» (Jue 6, 15). Saúl mismo se expresa en estos términos: «¿No soy yo de Benjamín, la menor de las tribus de Israel? ¿No es mi familia la más pequeña de todas las de la tribu de Benjamín?» (1 Sam 9, 21). A la vista de la comunidad cristiana de Corinto, san Pablo hacía esta reflexión: «¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada a lo que es» (1 Cor 1, 26-28).
CLAVES para la VIDA
- Sin duda alguna, son llamativas estas escenas “cargadas” de sorpresas. La historia de David está llena de estas “bromas” de Dios. Aquí se nos presenta a este hombre y a este personaje significativo del Antiguo Testamento: DAVID, que junto con Abrahán y Moisés han marcado la historia de este pueblo y toda su trayectoria en los diversos aspectos: unidad nacional, social, religiosa...
 - Y la “elección” vuelve a ser muy especial: Dios no se deja llevar por las apariencias, sino que mira dentro, al corazón. Es el caso de David. Ésta es una de las claves de toda la historia de Israel y de las personas más significativas de su caminar como pueblo escogido. Éste es un caso modélico. David se convertirá en el “rey ideal” y carismático por excelencia y admirado a través de los tiempos.
 - Es necesario aprender la “lógica” de Dios, que tantas veces nos sorprende y nos sobrepasa. ¡Cuántas veces la descubrimos a través de estos relatos! Y... ¡cuán difícil es aceptarle así... con su estilo de mirar y de ver! Pero se me vuelve a repetir con insistencia: Él mira mi corazón y no se deja engañar con las apariencias. ¿Cuál es mi/tu actitud ante este Dios SORPRENDENTE? ¿Te sientes cómodo/a ante su mirada?
 
Efesios 5, 8-14
 
“... En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz buscando lo que agrada al Señor... Por eso dice: Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz...”
 
CLAVES para la LECTURA
 
- El término clave de este fragmento es la palabra luz, en una clara alusión al bautismo, sacramento de la iluminación. Por medio del bautismo, los cristianos se convierten en “hijos de la luz”, es decir, en miembros de Cristo, “luz del mundo”. Por esta real transformación se consigue, correspondiendo a la gracia, una vida distinta, de modo que las obras de los cristianos sean fruto de la unción recibida, la fragancia de Cristo, el perfume de su nombre, que se difunde para llenar toda la tierra (vv. 8b-10).
 - De la luz se deriva todo lo que es justo, verdadero, bueno. Éstos son los tres frutos principales que menciona el apóstol por su referencia particular a la vida comunitaria: el amor de benevolencia, el respeto al derecho del otro, la sinceridad en las palabras y las acciones.
 - Una conducta auténticamente cristiana es un rayo de luz que no sólo juzga las tinieblas, sino que las penetra para transformarlas. El discípulo de Cristo es misionero con su vida: despierto del sueño de la muerte -así es la vida bautismal-, despierta a su vez las conciencias, para que su esterilidad se convierta en fecundidad de bien.
 
CLAVES para la VIDA
 
- Y es que la situación se ha transformado de forma radical: “En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor...” (y. 8). Ésta es la conclusión que el apóstol descubre en su propia historia personal (recordemos su experiencia de Damasco), y ésta es la nueva situación de quien ha entrado en la órbita de Cristo Jesús. Esto se expresa y manifiesta en la Bautismo, pero tiene una enorme repercusión en la vida y en el estilo de comportamiento y en las actitudes del seguidor de este Señor.
 - “Buscando lo que agrada al Señor”(v. 10): es el objetivo final y lo que ilumina toda la vida del seguidor, como ha iluminado la vida del mismo Jesús, siempre buscando el querer del Padre y su voluntad. Así, el seguidor se convierte en luz, aún en medio de las tinieblas que rodean, porque... “Cristo será tu luz” (v. 14); desde Él, todo cambia y es diferente en su discípulo, quien participa plenamente de esta nueva realidad, significado en el Bautismo.
 - ¡Todo un repaso para mí, para nosotros, sus seguidores, hoy y aquí! ¿Cuántas de las celebraciones del Bautismo se parecen a esto que describe el apóstol? Todo un examen de conciencia si deseamos tomarle un poco en serio. Y es que, también hoy, -y de tantas formas-, las tinieblas rodean nuestra vida. Ser luz en esa situación, no es fácil y, sobre todo, requiere una gran dosis de coherencia para que produzca frutos de “justicia, bondad y ver-dad”, como nos propone el apóstol. ¡Ahí es nada! ¡Seguro que nos queda tarea, hermano/a! ¿No te parece...?
 
Evangelio: Juan 9, 1-41
 
“... Ve a lavarte a la piscina de Siloé. Él fue, se lavó, y volvió con vista...  ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? Él contestó: ¿Y quién es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo: Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es. Él dijo: Creo, Señor. Y se postró ante él...”
 
CLAVES para la LECTURA
 
- La narración del milagro del ciego de nacimiento cobra todo su alcance teológico (kerigmático, pascual y bautismal a la vez) en el contexto en que aparece: la fiesta de las Tiendas (Jn 7-10), durante la cual Jesús se revela como “luz del mundo” (8, 12), suscitando la consecuente polémica con los judíos.
- El milagro acontece en las inmediaciones del templo por obra del mismo Jesús. El enfermo no pide nada. Es Jesús quien le mira. Sólo de un modo secundario los discípulos toman la palabra, mientras que el ciego no dice nada todavía. Y el discurso aborda un tema fundamental: el significado del sufrimiento, que, según la mentalidad de aquel tiempo, estaba vinculado al pecado. Jesús afirma claramente: “No ha sido ni un pecado suyo ni de sus padres”. La ceguera (sufrimiento) indica más bien la situación natural del hombre. Todos somos ciegos de nacimiento. Todos estamos “enfermos”, y enfermos de una enfermedad tan grave que no nos quedan fuerzas para acudir al único que puede curar.
 - Es el Médico quien toma la iniciativa. Sus acciones están calcadas de las de la primera creación (el barro aplicado a los ojos: v. 6). Para que el hombre pueda ver la luz, se precisa una nueva creación. Luego Jesús da un mandato al ciego, quien -a diferencia del primer Adán- obedece. Él no conoce a Jesús, pero su obediencia es el acto de una gran fe, del total abandono. De él brota una sabiduría que viene de lo alto: sabe dar verdadera gloria a Dios con las palabras y con la adoración.
 
CLAVES para la VIDA
 
- Jesús libera a los que se ENCUENTRAN con Él: libera de las ataduras, ya sean físicas (la ceguera), religiosas (vinculación de la enfermedad con el pecado), como las sociales y culturales. Quien se abre a Él, encuentra una nueva realidad y situación; quien se cierra a Él (los fariseos y la demás jerga)  se obcecan en su ceguera y aunque digan creer, no ven nada. ¡Enorme paradoja del caminar humano! Y una historia profundamente llena de contradicciones la que vivió el pueblo de Israel, especialmente sus dirigentes, respecto de Jesús.
 - El ciego se encuentra con Jesús y vive un proceso de sintonía y de comunión, hasta confesar su fe en Él como Salvador. Ahora es cuando este Jesús se convierte para él en auténtica LUZ; no sólo recupera la visión de sus ojos, sino que toda su vida queda iluminada de forma plena y total. Y éste es el gran regalo que se produce en ese encuentro, donde -por cierto- la iniciativa es del mismo Jesús, y es que Él es el portador de la salvación del Padre y la ofrece sin condiciones a quien se abre a su don.
 - Está claro: el secreto está en posibilitar ese ENCUENTRO con Jesús, de forma que también mi vida quede transformada desde la misma raíz, quedando iluminada y... ¡para siempre! Todo un PROGRAMA para esta segunda parte de la Cuaresma, y éste sí que es un proyecto “sano” y que merece la pena. Claro que a lo mejor me quiero seguir engañando con otros sucedáneos (ayunos, vigilias, penitencias no demasiado exigentes...) aunque no lleven muy allá que se diga... ¡Despertemos de una vez, hermano/a!
 

sábado, 22 de marzo de 2014


DOMINGO, día 23 de Marzo


 
 
 
 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Éxodo 17, 3-7


 
“... ¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? Clamó Moisés al Señor... Respondió el Señor a Moisés: Preséntate al pueblo... lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo...”

 
CLAVES para la LECTURA

 - En su camino hacia la tierra prometida, el pueblo sufre repetidamente hambre y sed. Hambre y sed son dos constantes del camino por el desierto, tierra de prueba y purificación, donde sólo se puede avanzar por medio de la fe. El episodio de Masá y Meribá es emblemá-tico. En primer lugar los nombres tienen un significado elocuente: Masá (tentación, prueba) y Meribá (murmuración, protesta).

 - Después del primer trecho de camino, el pueblo ya se encuentra extenuado por la sed. ¿Cuál fue su actitud? Notemos los verbos: “protesta”, “murmura”, “pone a prueba”. Desconfía de Dios y duda de que Moisés sea el hombre enviado para salvarle; de ahí la pregunta que manifiesta su escepticismo: “¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?” (v. 7).

 - Se abre así la segunda parte de la narración: Moisés, como intercesor, invoca la ayuda del Señor, que responde en seguida ordenándole golpear la roca con el mismo bastón con el que había golpeado las aguas del Nilo. Y esto evidencia, al pueblo incrédulo, la presencia conti-nua de Dios, que, en la plenitud de los tiempos, se manifestará precisamente como el Emmanuel, el Dios-con-no-sotros. Moisés obedeció y brotó una fuente de agua. El episodio parece concluido. Sin embargo, este acontecimiento, como otros, por insignificantes que parezcan, tendrá una gran resonancia tanto en el pueblo elegido (Sal 77, 15s; 94, 8; 104, 41; Sab 11, 4) como en la vida de Moisés, que llevará el peso de la falta de fe del pueblo y, solidario, deberá morir sin entrar en la tierra prometida, contemplándola sólo de lejos (Dt 34), y convirtiéndose así en figura de Cristo, que cargó con el pecado de la humanidad.

 
CLAVES para la VIDA

 - El camino de la libertad no le resulta fácil a Israel, al pueblo elegido, y eso a pesar de las manifestaciones y prodigios por parte de Dios. De ahí que las “tentaciones” y las murmura-ciones forman parte de ese caminar. ¡Es fácil recordar “los ajos y las cebollas” de Egipto, aunque fuera en un estado de esclavitud! El caminar del pueblo elegido se convierte, una vez más, en algo simbólico para nosotros.

 - Pero la voluntad de Dios y su proyecto de salvación y de vida no tiene límites, de ahí que tome la iniciativa y se hace presente: lógicamente, salvando. Éste es el proceder de Dios, aunque a Israel le cueste tanto entenderlo y asumirlo. También aquí se nos ofrece la otra actitud, la de Moisés, intercediendo en favor de su pueblo, a quien lleva en su corazón, a pesar del rechazo de este pueblo, que en tantos momentos, muestra contra su persona, poniendo en tela de juicio su liderazgo para la misión recibida. Y es que Moisés lo ha aprendido del mismo Dios. ¡Ahí está el secreto!

 - ¡Es bueno mirarnos en estas páginas de la historia bíblica! Seguro que siempre podemos aprender y... ¡aprender mucho! De la actitud del pueblo y de sus desconfianzas (que reflejan nuestras mismas actitudes); de Dios, siempre fiel y salvando a su pueblo (y que hará mucho más todavía con nosotros); y, cómo no, también de Moisés, en su tarea de intercesión en favor de su pueblo, a quien ama con ternura entrañable (a destacar la significación de la intercesión a favor de los demás en nuestro caminar peregrino). Aquí nos encontramos, pues, contemplando nuestra misma historia. ¡Buen ánimo, hermano/a!

 
Romanos 5, 1-2. 5-8

 
“... Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo... Mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros...”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Resumiendo en un solo versículo (5, 1) la exposición de los cc. 1-4 de la carta a los Romanos, Pablo describe la condición del cristiano en el tiempo presente: es restituido conforme al proyecto de Dios gracias a la confianza en el contenido del “anuncio de salvación” (kerygma). Lo cual le concede experimentar la paz con Dios, porque está seguro del amor de Cristo. Sólo él, que con su muerte es mediador de nuestra salvación-reconciliación (v. 10), puede concedernos desde ahora acceder a la gracia, a la comunión de vida con Dios (v. 2a). Esta realidad suscita una alegría nueva, prenda de la gloria futura (v. 2b).

 - Las tribulaciones contribuirán a arraigar con mayor profundidad nuestra esperanza (vv. 3s). Pues la esperanza no defrauda, porque el Espíritu de Dios ha sido derramado en nuestros corazones como poder divino de vida nueva (v. 5) y arras generosas de nuestra herencia (Ef 1, 14).

 - El Espíritu da testimonio a nuestro espíritu del loco amor de Dios por nosotros en Cristo: él nos ha conseguido la salvación que nos hace justos viniendo a nuestro encuentro cuando estábamos en la remota lejanía del pecado y la enemistad (vv. 8-10). ¿Quién podrá separarnos, en el tiempo y en la eternidad, de su amor (Rom 8, 38s)?

 
CLAVES para la VIDA

 
- Lo que se nos presentaba en la historia del caminar del pueblo elegido como un proyecto de salvación y de vida por parte de Dios, ahora se ha hecho realidad en el don pleno que se nos ofrece en Cristo Jesús, en quien Dios nos regala la vida nueva, algo insospechado y ni siquiera soñado por el corazón humano. Es la fe en Jesús la que hace posible esta nueva situación y condición y es que... “el amor de Dios ha sido derramado en nosotros con el Espíritu que se nos ha dado” (v. 5).

 - La nueva presencia de Dios en nuestra vida se produce por medio del ESPÍRITU. Ése que ha sido derramado en abundancia en nuestros corazones y que viene en ayuda nuestra. Ese Espíritu es el que testimonia constantemente en nosotros cómo es el “amor loco” de Dios; ese mismo Espíritu es quien hace realidad y presente la nueva condición de comunión con Dios, haciendo posible una alegría nueva y perenne. Y todo ello conseguido y alcanzado en Cristo Jesús; de su muerte y resurrección participamos YA.

 - Reflexionar y acoger todo este mensaje, tan cargado de contenido y, además, liberador, es una necesidad, hoy y aquí, en mi vida de creyente, de peregrino caminante. Y es que nada ni nadie me puede apartar de ese amor de Dios. ¡Hermoso mensaje donde los haya! De ahí que el evangelio de hoy nos pueda decir con toda su fuerza: “si conocieras el don de Dios...” (Jn 4, 10). ¡Hermano/a, estamos llamados a vivir ese regalo de Dios en Cristo Jesús! ¡No podemos desaprovechar esta oportunidad...!

 
Evangelio: Juan 4, 5-42

 
“... Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial... Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: Dame de beber. La samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? Jesús le contestó: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva... El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna... La mujer le dice: Sé que va a venir el Mesías el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo. Jesús le dice: Yo soy: el que habla contigo...”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- El evangelista lee la revelación del misterio profundo de la persona de Jesús en las vicisitudes cotidianas. Es mediodía y junto al pozo de Sicar (v. 5; Gn 48, 22) tiene lugar el encuentro y el diálogo insólito (v. 8) entre una mujer samaritana y un judío (v. 9), un “profeta” (v. 19) mayor que Jacob (v. 12), “el Cristo” (v. 29). Sucesivamente van llegando los discípulos (vv. 27-38), finalmente otros samaritanos paisanos de la mujer (vv. 40-42): los estrechos horizontes tradicionales se abren a la universalidad.

 - ¿Quién es, pues, aquel rabbí que se atreve a conversar con una mujer (v. 27), y encima samaritana, es decir, considerada herética, idólatra (vv. 17-24; 2 Re 17, 29-32) y pecadora (v. 18)? Las personas que salieron a su encuentro lo declaran “Salvador del mundo” (v. 42): estamos en la cumbre de la narración y de su contenido teológico. Y, sin embargo, Jesús se presentó como un sencillo caminante que no duda en pedir un poco de agua. Incluso este dato no carece de significado: su sed -sed de salvar a la humanidad- remite a numerosos pasajes del Antiguo Testamento. Junto a la zarza ardiente, Moisés, destinado a ser guía del pueblo elegido en el Éxodo, había pedido a Dios revelarle su nombre; finalmente aquella pregunta encuentra ahora respuesta: “Yo soy, el que habla contigo” (v. 26; Ex 3, 14). Sobre la sombra del pecado, el Mesías proyecta la luz de la esperanza: la conversión abre el camino para adorar al Padre “en espíritu y en verdad” (v. 23; Os 1, 2; 4, 1).

 - Ahora va a cumplirse una larga historia de deseo y fatiga, de fe y de incredulidad. La plenitud está en el encuentro con Cristo, cuyas palabras son hechos: en el Calvario brotará la fuente de agua viva, en la pasión se saciará totalmente su hambre y su sed de hacer la voluntad del Padre (v. 28; Jn 19, 28). De su muerte nace la vida para todos -ahora cualquier hombre puede considerarse "elegido", amado-; de su fatiga en el sembrar (vv. 6. 36-38) se abre para los discípulos el gozo de la siega (v. 38) y del testimonio, como la mujer samaritana deja entrever en su ímpetu de auténtica misionera (v. 28).

 
CLAVES para la VIDA

 - ¡Hermosa escena, cargada de insinuaciones y de sugerencias! Aquí se “rompen las barreras” de todo tipo (condición, religión, culto...) y se abre una nueva realidad, absoluta-mente distinta: éste es el caso de la pobre “samaritana”, que no ha encontrado paz y sosiego en su vida, pero que ahora se encuentra -porque lo desea y se abre-, con el don de Cristo Jesús, fuente de agua viva, que sacia la sed de cuantos se encuentran con Él, aunque sea una mujer y samaritana, y con todo lo que esto supone en aquella cultura.

 - Y es que, ahora, para encontrarse en plenitud con Dios, el CAMINO ya no son los “tem-plos”; el lugar de encuentro es Jesús mismo, y en Él se puede ofrecer al Padre ese culto en “espíritu y verdad”, el auténtico culto. Este Jesús, que se hace caminante, profundamente humano y que, al mismo tiempo, es el Ungido, “el que habla contigo” (v. 26), además de ser portador de agua viva, es una fuente de vida, de la vida y comunión con el Dios salvador. Toda la historia de la salvación ha alcanzado su plenitud y... ¡para siempre!

 - ¡Ya está todo dicho! Ahora es cuestión de abrirse, como la misma samaritana, al encuentro con este Jesús, caminante y cansado, pero portador del DON  (con mayúsculas) de Dios. En Él podré encontrar, SIEMPRE, cuanto el corazón de Dios ha soñado para la humanidad; y mucho más que lo que el pobre corazón humano ha deseado y soñado. ¡Es cuestión de abrirse al encuentro con Cristo Jesús! Hermano/a, ¿cómo te sientes tú? ¿Se ha realizado en tu vida ese encuentro que todo lo ilumina y transforma desde dentro? ¡Es nuestro desafío!

sábado, 15 de marzo de 2014


DOMINGO, día 16 de Marzo


 
 
 
 
 
 
 
 
Génesis 12, 1-4a

“... El Señor dijo a Abrahán: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo...”

 

CLAVES para la LECTURA

- Al mandato de Dios (“Sal de tu tierra...”) sigue una promesa de bendición sobreabundan-te: en dos versículos aparece cinco veces, y tal repetición indica los tres ámbitos de la acción de Dios en favor de Abrahán.

- El primero es la promesa de una posteridad humanamente imposible (Gn 11, 30), acompa-ñada de un gran nombre impuesto por Dios (como contraposición a Gn 11, 4). El segundo ámbito, manifestado en el v. 3a, amplía el horizonte a todos los que reconozcan y acojan la historia de salvación que Dios inaugura a partir de Abrahán: se convertirán en hijos de la promesa. Por el contrario, quien pretenda obstaculizarla, no logrará su intento (Nm 22-24). En el v. 3b el horizonte se universaliza: el tercer ámbito de la acción benéfica de Dios con Abrahán es la inclusión de todas las razas de la tierra en la historia de salvación. En Cristo, la promesa de Dios se ha dilatado a todas las gentes (Gal 3, 15-18) hasta el cumplimiento escatológico.

- Al mandamiento de Dios sigue la obediencia de Abrahán, dejando que Dios disponga de sí y de su destino. Fiándose de él marchó como le había dicho el Señor. En esta marcha, no sólo Israel, sino todos los “hijos de la promesa” reconocen el prototipo de las sucesivas “salidas” que el Señor pedirá a los suyos: el Éxodo, la vuelta de Babilonia, el seguimiento de los discípulos, el compromiso de vivir como extranjeros y peregrinos en este mundo. La fe obediente de Abrahán quedará para todos como paradigma de la respuesta a la propia vocación.

- Después de la alianza establecida con Noé, con la que Dios juró fidelidad a lo creado (Gn 9), los hombres siguen inclinándose al mal (Gn 11). Pero Dios continúa buscando la comunión con los hombres: a la dispersión de Babel sigue la vocación de Abrahán, llamado significativamente a romper todo vínculo social y de clan para poder seguir incondicional-mente los caminos del Señor (Gn 12, 1).

 

CLAVES para la VIDA


- La vocación de Abrahán nos muestra la decisión del mismo Dios de formar un pueblo según su corazón, con una visión monoteísta y que atraiga las mismas bendiciones divinas para la humanidad. Y como no podía ser de otra forma, en el inicio de este camino, un hombre bueno, abierto a Dios, del que se fía hasta extremos increíbles; un hombre abierto al futuro y no apegado al pasado. De ahí que Abrahán se convierte en el prototipo de creyente para tantas personas a lo largo de los tiempos.

- Eso sí, esa vocación le lleva a Abrahán a liberarse de todo tipo de vínculos y de ataduras, por muy sagradas que parecieran. Solo así, poniendo su corazón y, como consecuencia, su vida al servicio de los planes de Dios, se convertirá en bendición para la humanidad. Aquí nace un nuevo pueblo, llamado a vivir en fidelidad de Alianza con Dios.

- “Contemplar” -desde dentro- a esta figura y símbolo de la fe más atrevida, es una buena actitud para caminar en esta Cuaresma. Así, podré descubrir la inmensidad del amor de este Dios “loco” por la humanidad, y la respuesta significativa de personas como Abrahán. Y es que la llamada de Dios, hoy, me alcanza a mí, llega a mi vida y me propone planteamientos similares... ¿Cuál será mi actitud? ¿Y la tuya, hermano/a?

 

 

2 Timoteo 1, 8b-10

“... Toma parte en los duros trabajos del Evangelio... Él nos salvó y nos llamó a una vida santa no por nuestros méritos, sino porque antes de la creación, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo...”

 

CLAVES para la LECTURA

- Desde Roma Pablo, en la cárcel como un delincuente vulgar (2, 9), envía a su querido discípulo Timoteo, obispo de Éfeso, una desgarradora llamada con tono de último mensaje. A la prisión, se añade el sufrimiento moral (1, 12), pero no debe ser motivo de vergüenza o desaliento para el hijo espiritual (1, 8). Es, más bien, el momento oportuno para reavivar el carisma recibido mediante la imposición de las manos de los presbíteros y obtener el espíritu de fortaleza, amor y sabiduría que permite afrontar victoriosamente la hora de la prueba (v. 6s). Es inevitable que los discípulos de Cristo deban sufrir a causa de su fe (2, 3), pero no están solos en la persecución: la gracia de Dios sostiene en el momento de dar testimonio (v. 8b) y hace que incluso la debilidad humana concurra a la salvación (2, 10-12a).

- En el breve v. 10 aparece el núcleo del kerygma: la encarnación, la muerte y la resurrección del Salvador. Él nos ha abierto un acceso a la luz, venciendo la muerte; siguiendo sus huellas y las huellas de todos los santos que han seguido fielmente a Jesús, también Timoteo (y, como él, cualquier cristiano) podrá afrontar con fe y amor los sufrimientos por el Evangelio (v. 13).

- La nostalgia de la separación (v. 4), la timidez humana (v. 7) de Timoteo, la “escandalosa” situación en la que Pablo se encuentra, las reiteradas alusiones a la cárcel y a la defección de los cristianos (v. 15), podrían arrojar una oscura sombra en la vida del discípulo, por eso el apóstol -con un vocabulario que evoca la luminosidad (v. 10)- alienta: Cristo sacó a la luz la vida inmortal.

 

CLAVES para la VIDA


- Inmenso testimonio y lleno de energía el de este gran apóstol, que abandonado de todos y a las puertas ya del sacrificio supremo de su vida, no desaprovecha -a pesar del cansancio- la oportunidad de anunciar lo que él siente como lo primordial y esencial: “la promesa de vida que está en Jesucristo” (v. 10). Es la profunda convicción de este testigo cualificado.

- Desde lo que él ha vivido y siente, invita a su discípulo querido, a que “avive el fuego de la gracia” (v. 6) para que no se acobarde ante las situaciones que le van a tocar vivir. “Toma parte en los duros trabajos del Evangelio” (v. 8): toda una actitud a vivir, como el mismo Pablo ha vivido, incluso en esta situación de prisión y de limitación. “Sé de quién me he fiado” será la conclusión de este inmenso apóstol y luchador hasta el final.

- ¡Todo un cuadro y un espejo donde poderme mirar el de este apóstol, grande donde los haya...! A lo largo de su vida, ha entregado todo y ahora, en el momento cumbre, también. ¡Vaya lección...! Ante esas actitudes de abandono, productos del cansancio y de la dificultad... ahí está el apóstol “provocándome” a lo mejor, hasta la entrega final. ¡Casi nada...! ¿Qué te sugiere a ti, hermano/a?

 

 

Evangelio:  Mateo 17, 1-9

 

“... Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan... Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol... Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro dijo a Jesús: Señor, ¡qué hermoso es estar aquí!... Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: Éste es mi Hijo el amado, mi predilecto. Escuchadle...”

 

CLAVES para la LECTURA

- En el texto de Mateo, la narración de la transfiguración comienza con una indicación cronológica -“Seis días después”- que lo vincula con lo precedente, es decir, con la profesión de fe de Pedro, con el primer anuncio claro por parte de Jesús de su pasión y con la declaración de que para ser discípulos es necesario seguirle por el camino de la cruz. “Seis días después” el Maestro lleva a tres de sus discípulos a una montaña alta para concederles la experiencia anticipada de la gloria prometida después de padecer.

- En aquella elevada soledad Jesús les muestra su aspecto divino “cambiando de aspecto” (v. 2). Mateo insiste particularmente en la luz y el fulgor que emanan de él, evocando la figura del Hijo del hombre de Dn 10 y la narración de la manifestación de Yahvé en la cumbre del Sinaí (Ex 34, 29-33). Las continuas alusiones a las teofanías del Antiguo Testamento (Ex 19, 16; 24, 3; 1 Re 19, 11) indican que está pasando algo extremadamente importante: en Jesús la antigua alianza va a transformarse en “nueva y eterna alianza”. La aparición de Moisés y Elías testimonia que Jesús es el cumplimiento de la Ley y los Profetas, el que guiará al pueblo a la verdadera tierra prometida y lo restablecerá en la integridad de la fe en Dios.

- La intervención de Pedro (v. 4) indica el contexto litúrgico de la fiesta de los Tabernáculos, la más alegre y respladeciente de luces, que conmemoraba el tiempo del Éxodo, cuando Dios bajaba en medio de su pueblo morando también él en una tienda, la tienda del encuentro. La Nube de la Presencia (shekhînah), que ahora desciende y envuelve a los presentes, actualiza y lleva a la plenitud la liturgia: como declara la voz que se oye desde el cielo, Jesús es el profeta “más grande” preanunciado por el mismo Moisés (Dt 18, 15), y lo es por ser el Hijo predilecto de Dios.

- Ante esta manifestación extraordinaria de gloria, un gran temor se apodera de los discípulos. Jesús los reanima con su gesto y su palabra (v. 7) como el Hijo del hombre de la visión de Daniel. Se vuelve más desconcertante e incomprensible a los discípulos lo que Jesús, ya sólo, les dice: el Hijo del hombre -la figura gloriosa esperada como conclusión de la historia- deberá afrontar la muerte y resucitar.

 

CLAVES para la VIDA


- Se nos vuelve a insistir: en el nacimiento de la Nueva Alianza, hay también una experiencia y un testimonio directo y personal: los tres amigos de Jesús han podido “contemplar” (“templar-con”) su vida desde la nueva luz de Jesús. Si en el bautismo es el mismo Jesús quien era afirmado y confirmado en su Misión, ahora son sus amigos quienes reciben ese don y regalo y contemplan su gloria. 

- Toda la historia del pueblo elegido es recogida, como síntesis, en este relato: la “voz”, la “nube”, los “personajes” históricos y... el “nuevo pueblo” representado por los tres amigos. Antes era Dios el compañero de camino de ese pueblo; ahora, el Nuevo Pueblo tiene una presencia (si cabe) más cercana y tangible: Jesús se hace compañero de camino para siempre, aunque para ello tenga que experimentar el amargor de la entrega y de la muerte (algo, por ahora, incomprensible para su “nuevo Pueblo”).

- Y aquí estamos nosotros, compartiendo con aquellos testigos la experiencia de su presencia nueva y cercana para siempre. Porque ésta es la conclusión a la que remite el pasaje evangélico: “escuchadlo” es la sugerencia, propuesta y que aquí suena a “mandato”. ¿Quieres escucharle, hermano/a? ¿Siempre...?

sábado, 8 de marzo de 2014


DOMINGO, día 9 de Marzo                       I- Domingo de Cuaresma


 
 
 
 
 
 


 

 
 

Génesis 2, 7-9; 3, 1-7

“... El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo... El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles... La mujer tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos...”

 

CLAVES para la LECTURA

- El plan de Dios y el problema del mal constituyen, en síntesis, los temas propuestos por la liturgia en este fragmento. De la tierra ('adamah), de la materia, Dios plasma al hombre ('adam), pero insufla en él su misma respiración; lo rodea de bien y de belleza (v. 9), le coloca en un ambiente preparado con esmero y le confía una tarea, una misión (v. 15); le da amplia libertad para determinar y transformar la realidad que le rodea mediante el trabajo y la autoridad personal (vv. 9s).

- Pero el hombre no debe establecer su norma del bien y el mal: esta norma la impone Dios; no debe conocer por experiencia el mal, so pena de llevarle a la ruina (vv. 16s). “Conocimiento” es para los semitas un hecho de experiencia más, antes que algo intelectual o moral. Dios da, pues, su mandamiento para la vida y la felicidad. Al hombre se le propone la elección de una libre obediencia, reconociendo la relación particular que el Creador le ofrece de vivir con él.

- Allí está el árbol, en medio del jardín, guardado únicamente por la advertencia de Dios. En este punto se insinúa la presencia del mal: el texto bíblico nos dice que el mal no es primariamente una opción errónea, sino más bien una entidad creatural que induce a esa opción astutamente. El término para indicar la serpiente significa también “adivinación”, dejando entrever los cultos idolátricos, en los que el símbolo de la serpiente tenía mucho que ver y que no dejaban de atraer a Israel. En efecto, la serpiente trata de que parezca una mentira el mandato de Dios por una especie de falso oráculo (vv. 4s). La narración de la transgresión es una obra maestra de psicología, una secuencia de sensaciones perfectamente estudiadas (v. 6) en un deseo creciente; pero el éxito del pecado consiste en comprobar la propia desnudez -es decir, nuestra fragilidad, el estar inermes, derrotados-, que lleva a avergonzarse de sí mismo y a no poder soportar la mirada de Dios.

 

CLAVES para la VIDA


- El autor sagrado, con mano maestra y como profundo conocedor de la sicología humana, nos ofrece su visión de la vida y de la historia. Y descubre dos aspectos importantes: por un lado, que el proyecto original fue de bien, de bondad, de relación amistosa entre Dios y la criatura. El segundo aspecto es que la libertad del hombre le lleva a una opción errónea (del tipo que fuere) y ahí algo se “rompe” en esa estrecha relación con Dios. Así es la “explicación” del autor sagrado respecto de la existencia del mal en la vida de la criatura.

- Desde la primera página de la historia se nos presenta cómo el proyecto de Dios es BUENO, de relación y de armonía; si bien, “algo” ha roto esa situación y el “conocimiento” se torna ruptura y división. Pero, a través de los tiempos y vericuetos de la historia, Dios mantendrá su deseo de BONDAD para con el hombre y nace la Historia de la salvación. Es, según el autor sagrado, la gran lección que es necesario sacar y mantener. La vida y la felicidad es la propuesta de Dios; el hombre elegirá el camino a seguir.

- Así iniciamos el camino de la Historia de la salvación. ¡Lástima que tantas veces nos “perdamos” en lecturas pobres o interesadas para no llegar a las conclusiones adecuadas! Aquí se nos ofrece la experiencia más original, la de la bondad, la del proyecto de vida y felicidad de Dios. Pero... ¡hay cosas que nos cuesta demasiado entenderlas y aceptarlas! ¡Cuántas lecturas literales de este pasaje nos han llevado a conclusiones sin salida...! El inicio de la Cuaresma me (nos) invita a volver a “lo original”, al sentido auténtico y al mensaje, aunque sea abandonando tantas adherencias y añadidos. Hermano/a... ¡ojalá descu-bramos las “raíces” válidas de nuestra fe!

 

Romanos 5, 12-19   

“... Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron...  Por tanto, si el pecado de uno trajo la condena a todos, también la justicia de uno traerá la salvación y la vida... Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia...”

 

CLAVES para la LECTURA


- La página que estamos leyendo es un texto clásico de la teología sobre el pecado original. Tras haber afirmado que todos, judíos y griegos, son culpables e inexcusables, Pablo recuerda el acontecimiento original que, a su modo de ver, determina y justifica esta universal fragilidad, esta debilidad común, esta pobreza radical de toda persona frente a Dios y a las exigencias de su voluntad.

- Con el pecado -razona Pablo- también ha entrado en el mundo la muerte: la muerte total (v. 12). Y así como cada persona humana se reconoce débil frente a la muerte física, tampoco puede dejar de reconocerse impotente frente a la muerte total. También aquí saca a la luz el apóstol una doble solidaridad que une a toda la humanidad: la solidaridad en el mal, que amenaza con dejar reinar la muerte en el mundo, y la solidaridad en el bien, que está garantizada por la presencia de Jesús (vv. 17ss).

- Existe una clave de lectura muy sencilla y muy eficaz para esta página paulina: consiste en la contraposición entre la figura de Adán, a causa del cual «entró el pecado en el mundo» (v. 12), y la persona de Jesús, merced al cual ha llegado a nosotros la gracia de Dios. Este concepto, desarrollado siempre en una tensión histórico-salvífica, se repite más veces en estas pocas líneas (vv. 15b. l7ss). De este modo, Pablo nos ayuda a volver, con un estupor siempre mayor y con un deseo de comprender siempre creciente, sobre el gran aconteci-miento de la muerte y la resurrección de Jesús, que ha cambiado el rostro a la historia de toda la humanidad, que ha renovado el corazón de todo hombre, hijo de Adán, que ha hecho reinar definitivamente en el mundo la gracia de Dios.

 

CLAVES para la VIDA


- El pecado “entró en el mundo”: ésta es una constatación, y a Pablo le lleva a establecer la célebre comparación entre Adán, el primer hombre, y Jesús, el nuevo y definitivo Adán. El poder del mal se extiende a toda la humanidad, pero ahora ha sucedido algo mucho más importante todavía: “gracias a Jesucristo vivirán y reinarán todos los que  han recibido un derroche de gracia y el don de la salvación” (v. 17c). La vida de Dios, pues, es comunicada por un hombre a toda la humanidad. 

- Por lo tanto, si hay solidaridad en el mal y que amenaza a toda la humanidad, también hay una solidaridad en el bien y está garantizada por la presencia de Jesús y es que por su mediación llega a nosotros la vida, la gracia de Dios; esto es, se hace realidad -y en plenitud- la promesa de la salvación. Éste es el núcleo de toda la verdad de la historia de la salvación.

- No puedo perder la confianza, porque aunque en mi historia exista el pecado y la debilidad, en esta misma historia sobreabunda la gracia y el amor de Dios. Por muchos fracasos que tengamos que contar, son más los signos de que Dios nos ama. La solidaridad que Dios nos ofrece en su Hijo no tiene límites. Aceptarlo y volverlo a aceptar, y así cada día de mi vida, es un estilo de vivir y de ser creyente; es la gran invitación de este texto; es una NECESIDAD. ¡También para ti, hermano/a!

 

Evangelio:  Mateo 4, 1-11

“... Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes... Si eres Hijo de Dios, tírate abajo... Jesús le dijo: No tentarás al Señor, tu Dios... Todo esto te daré, si te postras y me adoras... Vete, Satanás, al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto...”

 

CLAVES para la LECTURA

- Jesús, proclamado por el Padre Hijo de sus complacencias, inmediatamente después del bautismo es conducido al desierto “por el Espíritu” para ser “tentado por el diablo”: por consiguiente, esta prueba es querida por Dios. Jesús, que vino para recapitular toda la humanidad dando al Padre esa total adhesión que debía haber ofrecido Israel, es sometido a las mismas tentaciones del pueblo del Éxodo, como indican las citas del Deuteronomio con las que responde a Satanás (Dt 8, 3; 6, 16; 6, 13). Pero donde Israel falló, Jesús vence.

- La insidia diabólica comienza presentando a Jesús las esperanzas mesiánicas y pidiéndole que demuestre si es verdad que, como había afirmado la voz del cielo, es Hijo de Dios. A la propuesta de un mesianismo que satisfaga con facilidad las necesidades materiales del hombre, Jesús responde contraponiendo al alimento material el alimento espiritual de la Palabra vivificante de Dios (vv. 3s). A la imagen de una misión milagrera y espectacular que le propone el diablo, Jesús opone una sumisión incondicional a los designios de Dios (vv. 5-7). A la tentación del éxito sigue finalmente la del dominio -convertirse en señor de la tierra, ceder a la idolatría del poder-, pero el camino mesiánico que Cristo intuyó en el desierto es muy distinto. Con la autoridad que le viene de su dedicación plena a Dios, él, el perfecto adorador del Padre, expulsa al demonio (vv. 8-11).

- Mateo nos presenta a Jesús no sólo como el verdadero Israel, sino también como el nuevo Moisés, al citar el ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, y la mención del “monte altísimo” desde donde el diablo le muestra todos los reinos de la tierra, aludiendo a Dt 34, 1-4. Estos cuarenta días en el desierto preparan a Jesús para que asuma la guía del nuevo pueblo de Dios, a quien ofrece la Ley nueva.

 

CLAVES para la VIDA


- Hasta este punto llega la encarnación del Hijo amado del Padre: experimentando en su propia carne la duda y la tentación. Así nos lo muestra el texto evangélico de este día. Tomar el camino más fácil; ir a su “aire”, al margen del proyecto y del querer de Dios-Padre, “deslumbrando a las masas” con actos espectaculares... fueron las pruebas que sintió, según el entender del evangelista y de forma viva e intensa, este Jesús a quien nos aprestamos a seguirle.

- Y al “si te postras y me adoras...” (v. 9), sigue la sentencia del Hijo amado: “al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo le darás culto” (10): aquí está la clave de la vida del Hijo; por eso es “el amado”, porque ha hecho de Dios-Padre y de su designio el centro, el único centro de su vida. Y aquí se superan todas las pruebas y tentaciones. Cuando Jesús apuesta radicalmente por el proyecto de Dios, entonces TODO se hace NUEVO y DEFINITIVO: todo queda iluminado desde esa opción, que en él es la definitiva y la que marca toda su vida. ¡Casi nada!

- Me encuentro, pues, con algo, con mucho más que un “relato para niños”, como algunos pueden calificar este texto evangélico. Aquí se me ofrecen las claves de la vida de Jesús, sus opciones, y, ésas, definitivas: dedicará su vida entera a lo que el Padre decida; él es su hijo y servidor; todo lo demás queda en segundo plano. Y ésta es su ESCUELA, de la que yo (nosotros) formo parte, porque he tenido la suerte (o la “tentación”) de encontrarle. Pero la “lección” de hoy también es complicada. La síntesis es sencilla: “Lo primero es lo primero; lo segundo siempre es después”: es el resumen de Jesús, el Hijo amado. Hermano/a, ¿qué sientes y como te encuentras?