SEMANA SANTA
1-6 de Abril de 2012
DOMINGO
DE RAMOS, día 1
Isaías 50, 4-7
“... Ofrecí la espalda a los que me
golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a
insultos y salivazos... Mirad, el Señor me ayuda, por eso no sentía los
ultrajes... sabiendo que no quedaría defraudado...
CLAVES para la LECTURA
- En este “tercer poema del Siervo de Yahvé”, se
acentúa el tema del fracaso, que ya estaba presente en Is 49, 1-6: el profeta
encuentra hostilidad y persecución, incluso violencia. Su vocación, con rasgos
sapienciales, lo califica como un discípulo que, por don y misión del Señor
Dios, transmite la Palabra
a los descorazonados e indecisos. Sólo si el profeta se manifiesta cada día
como un discípulo pronto a escuchar, podrá llegar a ser verdadero maestro: no
dispone de la Palabra
a su gusto.
- Consciente desde el principio de las exigencias
de su vocación, el Siervo no opone resistencia a Dios; y su pleno
consentimiento le hace fuerte y manso de cara a los perseguidores: no se sustrajo
a la Palabra ,
ni se echó atrás ante las injurias y la violencia de los que quisieran
acallarla, reduciéndola al silencio (vv. 5s). No le rinde el sufrimiento, ni le
desorienta.
- El profeta confía en la ayuda de Dios; él lo
justificará ante los adversarios: ninguno podrá demostrar la culpabilidad de su
Siervo, testigo fiel y veraz de la
Palabra.
CLAVES
para la VIDA
- Hoy se nos ofrece el tercer canto del Siervo (y
es que ya estamos en la
Semana Santa , donde volveremos a escuchar los diversos
cánticos del Siervo). Sigue la descripción poética de la misión del Siervo, pero con una
carga más fuerte de oposición, incluso de violencia: “ofrecí la espalda... mesaban mi barba”
(v. 6). Desde el comienzo el Siervo es consciente de ello, pero ni así
acallarán su voz, porque -también en este canto- la confianza en la ayuda de
Dios triunfa sobre todas las dificultades y adversidades: “el Señor me ayuda...” (v. 7).
- Proclamar “una palabra de aliento a los abatidos” (v. 4) es
parte de la misión del Siervo. Pero antes “cada mañana me espabila el oído” (v. 4): he ahí
el secreto del Siervo, escuchar al mismo Dios, ser su discípulo para luego
poder anunciar su mensaje. Ésta es la gran propuesta que creo que se nos ofrece
en cada Semana Santa; de ahí que proclamemos estar en su “ESCUELA” y... ¡es que
hay tantas lecciones que aprender!...
- Hemos llegado al final de este camino de
preparación; estamos a las puertas y tenemos la posibilidad de gustar,
aprender, hacer vida todo aquello que es nuclear en nuestra fe y vivencia
cristiana. El
Siervo es quien camina delante y nos invita: “quien quiera seguirme, tome su cruz y me siga”.
¡Ahí es nada! ¡Ojalá tengamos el valor de aceptar su propuesta! Muy
posiblemente no nos arrepentiremos. ¡Cuestión de decisión, hermano/a!
Filipenses 2, 6-11
“... Cristo, a pesar de su condición
divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su
rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así,
actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la
muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió
el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se
doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo
es Señor, para gloria de Dios Padre...”
CLAVES para la LECTURA
- La liturgia nos presenta hoy una de las páginas
más intensas y más bellas de todo el Nuevo Testamento. Con bastante probabilidad, Pablo
se hace testigo de una tradición anterior a él que había acuñado un himno
cristológico de importancia fundamental.
- El himno está introducido por una exhortación
apostólica que nos invita a hacer nuestros «los sentimientos que corresponden a quienes están unidos a
Cristo Jesús» (v. 5). No se trata de una vaga recomendación, sino de una indicación
autorizada para caminar siguiendo el ejemplo de Jesús, es decir, para vivir
como él vivió. A continuación viene el himno cristológico, que la liturgia pone
de relieve con mucha frecuencia. El carácter ejemplar de Cristo se fundamenta
aquí en «su misterio», y éste, a su
vez, ilumina la vida de cada cristiano.
- El himno se subdivide en dos partes. Los vv. 6-8 describen la katabasi, o sea, el abajamiento de
Jesús, que de Dios se hizo hombre, «tomó la condición de esclavo» y se humilló «hasta la muerte,
y una muerte de cruz». Los vv. 9-11 describen, en cambio, la anábasi, o sea, la elevación de Jesús
por obra de Dios Padre, que lo resucitó y «le dio el nombre que está por encima de todo nombre»,
adorable en el cielo y en la tierra, un nombre que debe ser proclamado a todo
el mundo: «Jesucristo
es Señor» (v. 11a). El misterio de Cristo está sintetizado de una
manera lineal y completa: la fe de cada cristiano encuentra aquí su centro y su
síntesis gracias a la mediación de Pablo, que se hizo no sólo evangelizador,
sino también -e incluso antes- discípulo y testigo de este misterio.
CLAVES para la VIDA
- Como tantas veces, también en ésta, el gran apóstol nos ofrece toda
una síntesis de su pensamiento y de su vivencia, donde Cristo Jesús es el
CENTRO de todo; pero lo es despojándose de todo tipo de poderío. Ahí radica
la fuerza del Mediador, que recibe de Dios Padre, la nueva condición de “Nombre-sobre-todo-nombre”.
- Es el contrasentido: es SEÑOR haciéndose esclavo y servidor de todos.
Es ahí donde recupera para nosotros la nueva realidad, perdida por el
“no” de viejo Adán. Desde ahí, en Jesús, todo se hace nuevo para cuantos le
acogen y le aceptan como el Señor de sus vidas. Ésta es la lógica que
gustosamente acepta el Dios de la
Vida.
- ¡Vaya desafío para nosotros, tantas veces empeñados en otra “lógica”
tan diferente! Así es Dios y es agradable a su corazón esa forma
de entender la vida y vivirla. ¡Nos queda camino por recorrer! Acercarnos a esa
lógica y “entender” ese hermoso misterio del proyecto de amor de Dios es el
objetivo. Es necesario seguir esas “huellas” y gustarlo. ¿Qué tal te sientes,
hermano/a, ante esta propuesta tan especial?
Relato de la PASIÓN : Marcos 14, 1 – 15, 47
“… Faltaban dos
días para la fiesta de la pascua y los panes sin levadura. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley andaban buscando el modo
de prender a Jesús con engaño y darle muerte, pero decían: Durante la fiesta,
no, no sea que el pueblo se alborote…
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito,
expiró… La cortina del templo se rasgó en dos de arriba abajo. Y el centurión
que estaba frente a Jesús, al ver que había expirado de aquella manera, dijo:
Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios… Algunas mujeres contemplaban la
escena desde lejos… Lo puso en un sepulcro excavado en roca e hizo rodar una
piedra sobre la entrada del sepulcro… María Magdalena y María la madre de José
observaban dónde lo ponían…”
CLAVES para la LECTURA
- Precisamente en la narración de la pasión
encuentra respuesta la pregunta fundamental -¿Quién es Jesús?- que constituye
el eje del evangelio de Marcos. En la pasión se revela el misterio: Jesús es verdadero hombre y
verdadero Dios. La afirmación del centurión -un pagano- que lo ve morir “así”
(15, 39) es el símbolo del camino de la incredulidad a la confesión de fe que
cada uno está llamado a hacer contemplando al Crucificado.
- La narración es sobria, condensada, incisiva: los
acontecimientos hablan por sí mismos, el Protagonista calla. La irrisión que golpea los
aspectos de su misión (14, 65; 15, 29. 31s) no encuentra respuesta. Verdadero
hombre, en Getsemaní (14, 33-35) cae a tierra orando, en un gesto de súplica y
abandono. Verdadero Hijo de Dios, puede invocar a Dios, el Altísimo, con el
apelativo de Abba, papá...
- Tras la repetida oración tiene lugar la dolorosa
entrega a la voluntad del Padre (14, 36). Jesús está ya dispuesto a
entregarse en manos de los hombres. Ante éstos no tiene más palabras que las
que declaran su identidad, causando su condena como blasfemo (14, 61-64) y
subversivo (15, 2). En el clamor de las muchas voces que acusan, se burlan,
reniegan y gritan “¡Crucifícale!”, es más impresionante el silencio
de Jesús, que en el momento supremo se convierte en un fuerte grito, oración
acongojada al Padre (15, 34), entrega total (15, 37). El Hijo de Dios atraviesa
los umbrales de la muerte.
CLAVES
para la VIDA
- A lo largo de su testimonio
evangélico, Marcos ha “jugado” un poco con el llamado “secreto mesiánico”; esto
es, en torno al misterio que lleva encerrada la persona de Jesús. Ahora es el
momento de conocer a fondo lo que aporta Jesús y lo que supone su Misión. El
evangelista Marcos nos ofrece este testimonio claro y rotundo sobre su
comprensión de Jesús: en Él se concentran la profunda humanidad y la presencia
NUEVA y DEFINITIVA de Dios.
- Jesús hablará poco; la
narración y los hechos ya “hablan” con suficiente nitidez y claridad. Jesús es
quien abriéndose plenamente al plan del Padre, acepta sus “misteriosos”
designios y asume cuanto conlleva el “hágase”, aunque sea en profunda soledad, pero en
entrega total y sin condiciones. Ahora sí se descubre en plenitud el misterio
encerrado en su persona y vivido en el transcurrir de su vida.
- Hemos llegado a la cumbre y
sólo cabe la
CONTEMPLACIÓN como la actitud válida y coherente. Leer,
meditar, “templar-con” su estilo de ser y de vivir mi vida entera… ¡es la tarea
primera y necesaria! Sin este primer paso, el resto será un imposible. Y al
comienzo de estos días sagrados es la invitación profunda que se me/nos propone
a los seguidores de Jesús. Claro que esto es mucho más que “ir” a las
celebraciones, o a los “pasos” de Semana Santa. ¡Mucho más! Es el momento de
“parar”, “ver”, “contemplar” y… decidirme. ¿Qué te parece a ti, hermano/a?
LUNES SANTO,
día 2
Isaías 42, 1-7
“... Yo, el Señor, te he llamado con
justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un
pueblo, luz de las naciones...”
CLAVES para la LECTURA
- En estos días santos, se yergue ante nosotros la
figura del Siervo de Yahvé silenciosa y majestuosa, para introducirnos en el
misterio pascual: su elección, misión y sufrimiento son profecía de la suerte
de Cristo. Dios
mismo presenta a su Siervo. Él lo ha elegido para una misión difícil y de
capital importancia, por ello le sostiene. Consagrado con el espíritu
profético, el Siervo llevará el “derecho” a todas las gentes, es decir, el
conocimiento práctico de los juicios de Dios (v. 1).
- Este carácter “judiciario” se ilustra con la
imagen de los vv. 2s, donde la misión del Siervo se describe teniendo en cuenta
la figura del “heraldo del gran Rey”. Según las costumbres de Babilonia, el heraldo
estaba encargado de proclamar en las plazas de la ciudad los decretos de
condena a muerte. Si al concluir el pregón no surgía ningún testimonio en
defensa del condenado, rompía la caña y apagaba la lámpara que llevaba, para
indicar que la condena era ya irrevocable.
- Ahora bien, el siervo del único verdadero Rey,
Dios, no quiebra la caña cascada. Mensajero de su juicio, no viene a condenar, sino a
salvar. Con la fuerza de la mansedumbre y la firmeza de la verdad, perseverará
en su tarea; las regiones más remotas, los que están lejanos de Dios, atenderán
a la torah, la enseñanza que nos
trae (v. 4). En Cristo, la figura se convierte en realidad. Cristo es a la vez
verdadero Siervo doliente y verdadero libertador de la humanidad de la cárcel
del pecado, elegido y enviado para la salvación. Él es la luz que ha venido al
mundo a iluminar a todas las gentes. Él es el mediador de una nueva y eterna
alianza (vv. 6s), ratificada con su cuerpo entregado y con su sangre derramada.
CLAVES
para la VIDA
- Insertos ya de lleno en esta Semana grande e
impresionante, las lecturas nos ofrecen y describen la figura del Siervo de
Yahvé, alcanzando el culmen en la celebración del Viernes Santo, con el cuarto
canto acerca de este Siervo. Este Siervo que ha sido elegido por el mismo Dios, lleno de su mismo
Espíritu y enviado, no para “quebrar” y “apagar”, sino para liberar, dar vida y
salvar. Así se anuncia su presencia y su misión.
- Es en Cristo Jesús donde esa figura del Siervo se
convierte en realidad, y además en el sentido más pleno. Tampoco él viene a condenar y
juzgar, sino que su misión es salvar e iluminar, es ser mediador de la nueva y
eterna alianza. Pero lo será al estilo anunciado por el profeta, entregando su
propia vida. Así se convierte en Buena Noticia para nuestro mundo.
- Nosotros nos hemos preparado para vivir y
acompañar intensamente a este Siervo de Yahvé en su trayecto final, en el que
va a llevar a cabo el proyecto asumido por el mismo Dios, como solidaridad con
los más marginados de nuestra humanidad. Siervo, esto es, servidor,
esclavo a favor de sus hermanos: ésta es la trayectoria que va a vivir y nos va
a dejar como programa a todos sus seguidores: “quien quiera seguirme, tome su cruz...”.
Evangelio: Juan 12, 1- 11
“... Seis días antes de la Pascua , fue Jesús a
Betania, donde vivía Lázaro... allí le ofrecieron una cena... María tomó una
libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se
los enjugó con su cabellera... ¿Por qué no se ha vendido este perfume por
trescientos denarios para dárselos a los pobres?... Entonces Jesús dijo:
Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los
tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis...”
CLAVES para la LECTURA
- “Seis días antes de la fiesta judía”: la habitual
precisión de Juan nos permite hoy revivir puntualmente, en la liturgia, la
gracia de los últimos acontecimientos que preparan la pascua de Jesús. La cena de Betania es preludio de
la última cena. Según la mentalidad de aquel tiempo, la comida, particularmente
la consumida juntos, reviste un carácter sagrado, pues indica comunión de vida
y acción de gracias por la misma vida. Este aspecto, en esta cena, se
profundiza ulteriormente con la presencia de Lázaro, “resucitado de entre los muertos”,
del que se dice que era uno de los que “estaban recostados” con Jesús (según la costumbre
de comer recostados): gran proximidad de vida y muerte, presagio de comunidad,
de destino...
-
Pero es la figura de María la que aparece en primer plano con su silencioso
gesto de amor, de adoración, sin cálculo ni medida. El perfume que derrama a
los pies de Jesús es sumamente caro: trescientos denarios corresponden al
salario de diez meses de trabajo de un obrero. Y toda la casa -nota el
evangelista aludiendo al Cantar de los Cantares (1, 12)- se llenó de la
fragancia. Es un detalle que nos muestra en María la imagen de la Iglesia-Esposa
unida amorosamente al sacrificio de Cristo-Esposo. A la donación total sin
límites se contrapone la tacañería de Judas Iscariote (vv. 4-6).
- Sin medias tintas, Juan nos presenta dos tipos en
el seguimiento del Señor, María y Judas: el amor dilató el corazón de una; la
mezquindad cerró de par en par el corazón del otro.
CLAVES
para la VIDA
- El “discípulo amado” nos ayuda a vivir los
acontecimientos finales del camino de Jesús con una intensidad singular,
ofreciéndonos detalles que consiguen “meternos dentro” de lo acontecido: la
cena en Betania, la unción de María, Lázaro... Pero sin duda alguna es la figura
de María, cargada de un inmenso amor hacia Jesús, la que nos quiere destacar el
evangelista. El gesto “despilfarrador” de María se convierte en todo un símbolo
de un estilo de seguimiento de Jesús, muestra de una capacidad de donación sin
límites. En contra, la tacañería y la mezquindad de Judas (el símbolo
contrapuesto).
- Betania es una invitación hermosa para nosotros:
vivir la amistad y la cercanía a Jesús como María, Lázaro y Marta; o disfrutar
de ese camino de amor y de adoración que nos muestra María, aquella que
escuchaba embelesada las palabras de Jesús (como nos recuerdan los evangelios);
acogerle a Él y lo que Él nos ofrece en ese clima de despedida; o realizar
algún “derroche”, como María, en honor del mismo Jesús, como muestra de nuestra
admiración por cuanto él vive.
- Tenemos una gran oportunidad, en estos días, para
poder vivir esas actitudes en las que mostrarle también nuestra vivencia junto
a Él; reconocerle abiertamente nuestra admiración por Él y por el estilo que
vive; agradecerle tantas cosas como nos ha enseñado... Y todo ello en ese clima de
amistad y de intimidad.
MARTES SANTO,
día 3
Isaías 49, 1-6
“... Escuchadme, islas; atended, pueblos
lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó en las entrañas maternas,
y pronunció mi nombre...”
CLAVES para la LECTURA
- El Siervo de Yahvé alza la voz pidiendo que se le
escuche atentamente, incluso los más lejanos (v. 1a): su misión deberá llegar
hasta el confín de la tierra (v. 6b). Nos cuenta su historia, sintetizándola en ciertos
momentos capitales: la vocación en los orígenes de su vida, poniendo de
manifiesto el designio de Dios (es él quien forma a su elegido como instrumento
adecuado, al que le reserva un encargo concreto: proclamar con eficacia la
palabra (vv 1s); a continuación, el oráculo con el que el Señor le confirma en
su identidad (v. 3a) y su misión (v. 3b).
- En un primer momento, la misión acaba en un fracaso,
y la inutilidad de la fatiga pesa en el corazón del Siervo. Formado desde el seno materno
para reunir y convertir su pueblo al Señor (v. 5), experimenta el cansancio
pero sabe reconocer que Dios lleva su causa, estima y recompensa a su obrero
(v. 4). La estima que el Señor le manifiesta es la fuerza que le infunde (v.
5b), fortaleciendo al Siervo, que acoge y pronuncia un nuevo oráculo de Dios:
la hora de la prueba y el fracaso no acaba con su actividad profética, sino que
es instrumento para dilatar sin límites la irradiación de su mensaje.
- La misión del Siervo será universal: por medio de
él, convertido en luz de las naciones, Dios quiere llegar con el don de su
salvación a los últimos confines de la tierra (v. 6)
CLAVES
para la VIDA
- Nos encontramos en el segundo “canto del Siervo”
del libro de Isaías. Aquí se nos describe la historia personal que vive el profeta: él se
siente llamado y escogido por Dios, y convertido por él en instrumento adecuado
para realizar y llevar a cabo la misión; la misión consiste en ser luz de las
naciones y llevar la salvación de Dios hasta los confines. Ésta es su garantía:
que el mismo Dios le ha enviado y él será su recompensa.
- Pero esta misión no va a ser nada fácil: en este
segundo canto ya aparece el contrapunto de la oposición (que en el primero no
aparecía). El
Siervo, pues, no tendrá éxitos fáciles, sino que tendrá cansancios y desánimos.
Sólo la confianza en Dios lo salvará: “Mi salario lo tenía mi Dios”.
- Con esta “presentación”, no nos resulta difícil
acercarnos a la figura de Jesús y a cuanto vivió de cerca y en su propia vida. Los cantos del Siervo nos
anuncian, en tono profético, cuanto va a vivir. Nosotros, hoy y aquí, estamos
invitados a compartir esa experiencia: estar CERCA, sintonizar y empatizar con
todo lo que va viendo y sintiendo, acompañarle en todo momento... ¡es nuestra
enorme tarea y nuestra oportunidad! ¿Lo sabré aprovechar? ¿Lo sabré vivir?
¿Cómo prepararme para poderlo experimentar? ¿Qué tal tú, hermano/a?
Evangelio: Juan 13, 21- 33. 36-38
“... Jesús, profundamente conmovido,
dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar... Señor, ¿quién es? Le
contestó Jesús: Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el
pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote...”
CLAVES para la LECTURA
- Jesús después del lavatorio de los pies y las
primeras alusiones a la traición (vv. 10-11. 18), declara abiertamente,
profundamente conmovido: “Uno de vosotros me va a traicionar”. El anuncio y
su misma turbación dejan perplejos y desconcertados a los apóstoles, que tratan
de identificar al traidor... En estas circunstancias aparecen algunos rasgos de
la vida de la comunidad de los Doce con Jesús: la iniciativa de Pedro,
evidenciando su autoridad; la relación de particular sintonía de un discípulo
con el Señor; la infinita delicadeza de Jesús, que, mientras señala a Judas el
traidor, le ofrece un bocado de pan untado, signo de honor y deferencia, última
provocación del amor. Pero como Judas rechaza definitivamente responder al amor
de Jesús, la suerte del Nazareno está echada, y no tolera demora (v. 27b). Por
lo demás, una vez tomado el bocado de la amistad y rechazando al Amigo, Judas
no puede estar en el círculo de los amigos: “Salió inmediatamente. Era de noche”.
La noche de la mentira, del odio que relega en la soledad, en el reino de
Satanás.
- Jesús explica el sentido de cuanto está
acaeciendo. Precisamente
ahora que Judas ha salido a ejecutar su plan de traicionar a su Maestro, el
Hijo del hombre es glorificado. Y Dios es glorificado en él porque, en la
entrega del Hijo a la cruz, manifiesta su amor sin límites a la humanidad. La
hora de la muerte y la de la resurrección constituyen, juntas, la hora única de
la gloria, de la espléndida manifestación de Dios, que es amor.
-
Con el v. 33 comienza el discurso de despedida de Jesús a los suyos. Sabe que
dejará un vacío imposible de llenar (v. 33a), aunque necesario (v. 33b) y no
definitivo, como aparece en la respuesta a Pedro. Pero en su generosidad
intempestiva, el apóstol no soporta esperar y dice estar dispuesto a dar la
vida con tal de seguir al Señor. Precisamente aquí se revela la necesidad de la
separación de Jesús: sin la fuerza que brota de su pasión y resurrección, sin
la presencia del Espíritu, nadie está en disposición de seguir a Cristo (“Antes de que el
gallo cante...”: v. 38b).
CLAVES para la VIDA
- La tensión y el drama se palpan en estos textos
evangélicos. También
en éste de hoy. Desconcierto y perplejidad del grupo y la conmoción del mismo
Jesús y su último esfuerzo de amistad y de deferencia con Judas en un intento
de hacerle caer en la cuenta de su error. Lo anunciado por el profeta en su
canto del Siervo se hace realidad, ya que no sólo los dirigentes -cegados
ellos-, sino que su mismo grupo se dispersará, e incluso uno de ellos le
entregará. Todos los datos apuntan hacia el drama vivido.
- Es la “HORA” de Jesús, y a pesar de estar “conmovido”,
asume el camino que el Padre ha trazado, y es tal la conmoción en Él, que Jesús
no dudará: “lo
que has de hacer, hazlo cuanto antes” (v. 27): Él está ya listo y
preparado. No
ha hecho más que empezar la causa del Reino (no le han dado más tiempo); son
sus discípulos los que tendrán que seguir, con la fuerza que brota de la Pasión y Resurrección y el
don del Espíritu. ¡Todo está listo!
- Hoy, somos nosotros sus seguidores; somos
nosotros lo que tenemos que asumir la causa y llevarla adelante. Y es necesario que aprendamos de
la debilidad de su grupo, de la cobardía de Pedro, de... Y, sobre todo,
abrirnos a la fuerza de su resurrección y de su Espíritu para LLENARNOS de Él.
¿De acuerdo, hermano/a?
MIÉRCOLES
SANTO, día 4
Isaías 50, 4-9a
“... Ofrecí la espalda a los que
golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a
insultos y salivazos... Mirad, el Señor me ayuda; ¿quién me condenará...?”
CLAVES para la LECTURA
- En este “tercer poema del Siervo de Yahvé“, se
acentúa el tema del fracaso, que ya estaba presente en Is 49, 1-6: el profeta
encuentra hostilidad y persecución, incluso violencia. Su vocación, con rasgos
sapienciales, lo califica como un discípulo que, por don y misión del Señor
Dios, transmite la Palabra
a los descorazonados e indecisos. Sólo si el profeta se manifiesta cada día
como un discípulo pronto a escuchar, podrá llegar a ser verdadero maestro: no
dispone de la Palabra
a su gusto.
- Consciente desde el principio de las exigencias
de su vocación, el Siervo no opone resistencia a Dios; y su pleno
consentimiento le hace fuerte y manso de cara a los perseguidores: no se
sustrajo a la Palabra ,
ni se echó atrás ante las injurias y la violencia de los que quisieran
acallarla, reduciéndola al silencio (vv. 5s). No le rinde el sufrimiento, ni le
desorienta.
- El profeta confía en la ayuda de Dios; él lo
justificará ante los adversarios: ninguno podrá demostrar la culpabilidad de su
Siervo, testigo fiel y veraz de la
Palabra (vv. 7-9).
CLAVES para la VIDA
- Hoy se nos ofrece el tercer canto del Siervo (el
último y más dramático, lo escucharemos el Viernes Santo). Sigue la descripción poética de
la misión del Siervo, pero con una carga más fuerte de oposición, incluso de
violencia: “ofrecí
la espalda... mesaban mi barba” (v. 6). Desde el comienzo el Siervo
es consciente de ello, pero ni así acallarán su voz, porque -también en este
canto- la confianza en la ayuda de Dios triunfa sobre todas las dificultades y
adversidades: “mi
defensor está cerca...” (v. 8).
- Proclamar “una palabra de aliento a los abatidos” (v. 4) es
parte de la misión del Siervo. Pero antes “cada mañana me espabila el oído” (v. 4): he ahí
el secreto del Siervo, escuchar al mismo Dios, ser su discípulo para luego
poder anunciar su mensaje. Ésta es la gran propuesta que creo que se nos ofrece
en cada Semana Santa; de ahí que proclamemos estar en su “ESCUELA” y... ¡es que
hay tantas lecciones que aprender...!
- Hemos llegado al final del camino de preparación;
estamos a las puertas y tenemos la posibilidad de gustar, aprender, hacer vida
todo aquello que es nuclear en nuestra fe y vivencia cristiana. El Siervo es quien camina delante
y nos invita: “quien
quiera seguirme, tome su cruz y me siga”. ¡Ahí es nada! ¡Ojalá
tengamos el valor de aceptar su propuesta! Muy posiblemente no nos
arrepentiremos. ¡Cuestión de decisión, hermano/a!
Evangelio: Mateo 26, 14-25
“... Judas Iscariote, visitó a los sumos
sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo... Mientras comían dijo: Os aseguro que uno de
vosotros me va a entregar... ¡Ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más
le valdría no haber nacido...”
CLAVES para la LECTURA
- La escucha de la presente perícopa siempre es
inquietante: “Uno
de los doce”, uno de los amigos más íntimos, de los compañeros cotidianos,
de los discípulos a los que enseñó con mimo particular, “fue...” por iniciativa propia, por
libre opción, a proponer la entrega de Jesús a los sumos sacerdotes, que no
deseaban otra cosa (vv. 3-5). Y desde entonces, como fiera al acecho, Judas vive al lado de Jesús
buscando “la
ocasión propicia” (vv. 16s). Aun siendo capaz de una iniquidad que
supera los límites humanos (es obra de Satanás: Lc 22, 3 y Jn 13, 2), la
libertad del hombre entra en el plan de Dios: es lo que Mateo deja entender en
el v. 15, citando a Zac 11, 12 sobre el precio pactado con Judas. Todavía más
significativo es el uso teológico, común en todas las narraciones de la pasión
y de sus predicciones, del verbo paradídomi,
“entregar”.
Este verbo expresa, por un lado, la entrega-traición por parte de los hombres
y, por otro, la entrega-don que el Padre hace del Hijo y Jesús hace de sí
mismo, hasta la suprema entrega del Espíritu en la cruz (Jn 19, 30).
- El esmero con que tradicionalmente se prepara el
rito pascual asume un significado más profundo (vv. 17-19): Jesús sabe que se
acerca su kairós (v. 16), su “hora”,
el tiempo del acontecimiento escatológico establecido por Dios. Y ordena disposiciones muy
precisas, porque “ardientemente he deseado comer esta pascua”: en
este rito, sustituirá el nuevo memorial al antiguo, dejándonos su cuerpo y su
sangre como comida y bebida.
- Esta entrega de sí mismo con el mayor amor
acontece en una atmósfera cargada por el anuncio de la traición (“entrega”).
Cada uno,
herido en su interior, desconfía de sí mismo y también de sus propios
compañeros. Surge un coro de preguntas, pero mientras los otros apóstoles se
dirigen a Jesús con el apelativo de “kyrios”,
“Señor”,
Judas le llama simplemente “rabbí”. Este Maestro es realmente el Señor, que
conoce a su traidor, por el cual se cumple la Escritura.
CLAVES para la VIDA
- Todo está preparado; se ha llegado al final del
proceso. Y
Jesús quiere celebrar la Pascua
con su grupo, como signo entrañable de amistad y comunión. Y es en ese marco
donde se nos ofrecen los “datos” de la actitud y de la decisión de Judas, sin
duda alguna, dándole un tono de dramatismo aún mayor a cuanto está sucediendo.
Pero es que ha llegado la “hora”, el “Kairós”
de Jesús y Él quiere celebrar la
Pascua nueva y definitiva con los suyos, sustituyendo el rito
antiguo.
- La verdad es que en estos momentos no nos podemos
conformar con “echar las culpas a Judas”; porque resulta que la actitud y la
situación de los demás tampoco es nada clara. Sólo la entrega y el don de Jesús
al Padre, la entrega de sí mismo, es lo que ilumina este cuadro, bastante
bochornoso. “¿Soy
yo, Señor?”, y es que nadie se fía de los demás ni de sí mismo.
- Nuestro recorrido nos ha traído hasta esta cena
de Pascua. Aquí
nos ha convocado el Señor Jesús: quiere lavarnos los pies; mostrarnos todo el
amor que nos tiene, quiere que descubramos la primacía del servicio y del valor
infinito de la entrega voluntaria; y quiere convencernos de que confiar en el
Padre es la mejor decisión que podemos tomar. Aquí estamos, dispuestos a vivir
intensamente esta nueva oportunidad.
JUEVES SANTO, día 5: ‘La Cena del Señor’
Éxodo 12, 1-8. 11-14
“… Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los
primogénitos del país… Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis
la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones…”
CLAVES para
la LECTURA
- El presente texto tiene un carácter prescriptivo:
el acontecimiento histórico de la última cena de los hebreos en Egipto, en
espera del paso del Señor que libera de la esclavitud, aparece aquí en clave
litúrgica para convertirse en “un rito
perpetuo”. La memoria se hace memorial (zikkarón, v. 14), y, en él, la eficacia
salvífica de cuanto Yahvé ha ejecutado de una vez por todas se actualiza para
cada generación en y mediante la liturgia; de ahí la preocupación por dar
normas concretas y detalladas para la celebración (vv. 3-8. 11).
- El rito hebraico funde elementos originariamente
distintos y los historifica. El sacrificio anual del cordero, con la aspersión de la sangre -la
pascua (pesaj, fiesta primaveral de los pastores nómadas)-, se convierte para los
israelitas en signo de la protección del Señor (vv. 7. 12s). La ofrenda de las
primicias -los ázimos (fiesta agrícola vinculada al ciclo de las estaciones)-,
puesta en referencia con la liberación de Egipto, recuerda ahora, de generación
en generación, la rápida huida de aquel país de esclavitud.
- En un momento preciso de la historia de un pueblo
oprimido, Dios interviene con su poder: aquel momento no pertenece sólo al
fluir de los tiempos, sino a la dimensión de Dios. Por eso es un “hoy” ofrecido
siempre al que quiera entrar en aquella historia de salvación mediante la
celebración del memorial.
CLAVES para la VIDA
- Las promesas de vida, -fijadas en la relación y
en el pacto de Dios con Abrahán y sus descendientes-, alcanzan, en el
acontecimiento de la liberación de la esclavitud de Egipto, uno de los momentos
más significativos y, sin duda, es una de las claves de esa historia de vida y
de salvación. Así
lo entendió Israel; así lo recordarán los profetas en tantos momentos de
oscuridad y de deserción: Dios actúa SIEMPRE en favor de su pueblo, a quien ama
profunda y entrañablemente.
- El hecho de celebrarlo es una manera de tener una
MEMORIA VIVA, pues no es un mero recuerdo del pasado, llevado a cabo en favor
de los antepasados, sino algo que Dios realiza hoy y aquí. De ahí su valor y su enorme
fuerza significativa: cada israelita se siente viviéndolo y celebrándolo a
pesar de que hayan transcurrido muchos años. Mantener esa conciencia viva,
-ayudado por las celebraciones-, es necesario, y elemento esencial.
- Aquí nos encontramos, hoy, nosotros. Volverlo a escuchar, celebrarlo
expresándolo con signos similares, conlleva revivir su contenido y significado.
Despertar, de forma viva, esa conciencia de la presencia salvadora y liberadora
de Dios, también en mi vida… ¡es una URGENCIA y una NECESIDAD! No me puedo
quedar en el mero recuerdo; menos en una especie de “admiración sentimental”;
el objetivo es entrar y penetrar en el “corazón” mismo del acontecimiento y
gustar cuanto en él se me ofrece y se me invita. ¿Vale? ¡Buena suerte,
hermano/a!
1 Corintios 11, 23-26
“… El Señor Jesús,
en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de
gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros… Éste
cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que
bebáis, en memoria mía…”
CLAVES para
la LECTURA
- En la última cena en esta tierra de destierro,
Jesús sustituye el memorial de la liberación de la esclavitud de Egipto por su
memorial. Cumplimiento
de la Ley y los
profetas, lleva a plenitud el antiguo rito con su sacrificio de amor. Éste es
el testimonio de Pablo, y -sin duda- se trata de una tradición anterior a él y
que le ha sido transmitida por los primeros cristianos, quizás testigos
presenciales de la Cena
pascual con Jesús.
- “Por nosotros” se dejó entregar a la muerte (en el v. 23,
el término “entregar”
hace alusión a todo el misterio pascual, no sólo a la entrega). “Nueva”: así es la alianza con Dios,
sancionada con la sangre del verdadero Cordero, que con su inmolación nos
libera de la esclavitud del mal y, consumada en la comunión del Pan de la
ofrenda que, roto en la muerte, nos da la vida.
- También debería ser nueva la conducta del
cristiano: cada vez que come de este pan y bebe de este cáliz, graba en su
propia existencia la extraordinaria riqueza de la pascua de Cristo,
testimoniándolo en el tiempo hasta el día de la venida gloriosa del Señor (v.
26).
CLAVES para la VIDA
- La novedad que supone la presencia de Jesús y
cuanto anuncia con sus palabras y signos de vida, ahora, en el momento de la
“hora” definitiva, lo visualiza en el signo eucarístico, y es la NUEVA ALIANZA que Dios sella
con su pueblo para siempre. Es el meollo de cuanto el apóstol nos quiere ofrecer y brindar en esta
tradición que tiene sus raíces en los mismos orígenes de la nueva Comunidad de
los seguidores de Jesús. Tenerlo claro y revivirlo es una exigencia y una
necesidad.
- Por lo tanto, tampoco, en este caso, es un mero
recuerdo sino una actualización y una vivencia que revive el significado que el
mismo Maestro le quiso dar. De ahí que cada vez que alguien comulga, proclama su vinculación con el
Muerto y Resucitado, se une a Él, acepta y se suma a lo que tal muerte
significa. He aquí la hondura y profundidad que la EUCARISTÍA ofrece y
propone a toda la Comunidad Cristiana :
ahí está su fuerza y validez.
- Dentro de la dinámica de estos días santos, está
bien que este SIGNO, el de la Nueva Alianza ,
nos recuerde su significado vital. A eso soy convidado, y desde ahí soy enviado a ser
como el mismo Señor Jesús: vida que se entrega en favor de los hermanos.
Siempre que eso no se produzca, habrá que pensar que se está produciendo una
nueva traición, aunque sea “envuelto” en otros ropajes. ¡Es el desafío, hoy,
aquí, para nosotros, hermano/a!
Evangelio: Juan 13, 1-15
“… Antes de la fiesta de la Pascua,
sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo…”
CLAVES para la
LECTURA
- “Llevó su amor hasta el fin”: también Juan, como
los sinópticos, quiere evidenciar en la narración de la última cena la total
entrega del amor por parte de Jesús, que anticipa para “los suyos” el
sacrificio de la cruz; pero en vez de describir la institución de la Eucaristía , ya presente
en los otros evangelios y en la tradición oral (1 Cor 11, 23), Juan expresa el
significado del acontecimiento por medio del episodio del lavatorio de los
pies.
- El fragmento pone en evidencia el lúcido
conocimiento de Jesús (vv.1-3: “sabía”). Se abraza libremente con el
designio de Dios, reconociendo como inminente esa “hora” hacia la cual se dirigían
todos sus días terrenos: la hora del verdadero paso (Ex 12, 12s), de la nueva
pascua, del amor que llega a su plenitud definitiva (v. 1).
- Esta cumbre del amor se manifiesta concretamente
en el más profundo abatimiento: si el v. 3b alude a la encarnación, primer paso
decisivo de la kénosis del Hijo eterno, los versículos siguientes muestran
hasta qué punto ha asumido la condición de siervo (Flp 2, 7s), ya que la tarea
de lavar los pies se reservaba a los esclavos e incluso un rabbí no podía
exigírselo a un esclavo hebreo. Y Jesús nos pide a nosotros esta misma humildad, este espíritu de
servicio recíproco que sólo puede inspirar el amor (vv.12-15). Acoger el
escándalo de la humillación del Hijo de Dios y dejarnos purificar por su
caridad (v. 8) nos implica en el dinamismo de la oblación divina, nos impone
seguir el ejemplo de Cristo: ésta es la condición indispensable para participar
en su memorial, para celebrar la pascua con él.
CLAVES para la VIDA
- ¡Impresionante la “visión” del discípulo amado
acerca de este momento del caminar, de la “Hora” de Jesús! Este “que ama” (por eso es el
“discípulo amado”), ha entendido en toda su profundidad el contenido y el
significado de la vida, esto es, de la Eucaristía de Jesús: toda su vida es una
Eucaristía, una entrega, y ahí es donde se afianza la NUEVA y ETERNA Alianza que
Dios sella con al humanidad.
- Se hace raro que el discípulo amado, en este
relato de la última Cena de despedida de Jesús con los suyos, no ofrezca la
institución de la
Eucaristía y, en cambio, proponga el lavatorio de los pies como
la expresión máxima de amor y el estilo asumido y vivido por Jesús y que exige
a sus seguidores. Es
la ESCUELA
donde se aprende desde el contacto directo, donde se contagia lo que se vive.
- En este Jueves Santo, el mensaje es directo,
personal y exigente; no hay alternativas ni escapatorias que valgan. ¡He aquí la “grandeza” de su
mensaje y de su propuesta! Claro que lo que ahí se me dice (y “hablando” bien
fuerte) es que no es cuestión de ritos ni cosas por el estilo; ni siquiera
puede valerme ni para engañarme a mí mismo, si -al menos- abro un poco los ojos
y termino por ver cuanto ahí se me está presentando. “Lavar los pies”, esto es,
SERVIR hasta entregar la vida… ¡es el CAMINO del Maestro, ¿Alguien da más?
VIERNES
SANTO, día 6: ‘La
Pasión del Señor’
Isaías 52, 13 – 53, 12
“… Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía
hombre, ni tenía aspecto humano… Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y
evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a
sufrimientos…”
CLAVES para la
LECTURA
-
Del Siervo doliente nos hablan los oráculos de Yahvé que abren y concluyen este
fragmento (52, 13-15; 53, 11s) mostrando el éxito glorioso de su padecer
humilde, que se convierte en fuente de salvación para las multitudes. De él nos
habla la comunidad de la que el profeta es portavoz (“nosotros”, v. 4), confesando la total
incomprensión en la que se consumó el dolor del Siervo: incomprensión que pasó
de la indiferencia al desprecio, del juicio al abuso legitimado (vv. 3-4.8a). Pero
él calla.
- No atrae precisamente por el esplendor de su
aspecto (signo de bendición divina), ni por su doctrina brillante: “Familiarizado con el sufrimiento”, pero no es
ésta materia de enseñanza. Callado en la humillación, en la opresión, en la condena a muerte (v.
7) hasta la sepultura infame (v. 9), sólo cuando su sacrificio de expiación se
consuma, la comunidad -purificada por él- comprende el inconcebible designio de
Dios.
- El castigo, como sufrimiento purificador,
presupone una culpa; pero aquí, por primera vez, aparece abiertamente algo
distinto: el misterioso sufrimiento vicario. El pecado es nuestro -nos
reconocemos fácilmente en el “nosotros” del texto-, pero quien sufre
para expiarlo no somos nosotros, sino el Siervo inocente.
- Ésta es la voluntad de Dios que se cumple en el
Siervo. Es
la justicia divina que se llama “misericordia”. Es la promesa -que brilla como
un relámpago en el Antiguo Testamento- de la luz y la glorificación tras las
tinieblas y la humillación.
CLAVES para la VIDA
- Es la paradoja: el Siervo de Yahvé carga con todo
lo que tradicionalmente provoca la ira divina contra el impío y, “aunque no había
cometido crímenes ni hubo engaño en su boca” (v. 9), aparece como la
víctima expiatoria. El
resultado es muy fructífero ya que rompe con el esquema tradicional de la
justicia divina: hasta entonces el que lo hacía lo pagaba, pero el profeta
revela el hecho novedoso del sufrimiento con valor curativo: el sufrimiento no
sólo es castigo, sino que puede ser salvación; y, lo más inaudito, salvación
para los demás, incluso para el impío. Pero, para que esto sea posible, es el
justo el que tiene que sufrir, ya que el impío, al sufrir, paga, mientras que
el justo, al sufrir, salva a los demás.
- Por eso “mi Siervo traerá a muchos la salvación” (v. 11),
porque ésa es la tarea que ha asumido y, además, su actitud es aceptada
plenamente por Dios. Cuantos le miran y acogen en él el don de la vida, recibirán la
“misericordia” divina que hace nuevas todas las cosas en razón de su ofrenda
que, ahora sí, es vicarial en favor
nuestro.
- Todo está a nuestro favor: Dios asume la inmensa
ofrenda del Siervo, la de su propio Hijo, y en Él hace nuevas todas las cosas. El anuncio del profeta hace que
todo recupere de nuevo un resplandor que había perdido a causa de la
infidelidad persistente de los hombres. Ahora, para nosotros, es posible una
nueva vida en el Hijo; su ofrenda -y con creces- ha servido para poner
nuevamente las cosas en su sitio y quedar restablecida una Alianza estrecha de
amor y que nada ni nadie romperá. ¡Es necesario asumirlo y vivirlo, hermano/a!
Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9
“… Cristo, en
los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y
súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo aprendió, sufriendo, a obedecer…”
CLAVES para la LECTURA
- La perícopa, de una importancia central en la
carta a los Hebreos, nos invita a considerar el valor definitivo del sacrificio
de Cristo, que cumple como sumo sacerdote y le hace ser, como verdadera
víctima, puro y santo. La figura de Cristo sobresale así en toda su majestad. Pero esta
realidad no le aleja o le lleva a un mundo inaccesible.
- Más bien, como ha compartido todas nuestras
pruebas (4, 15), sabe compadecerse de nuestra debilidad. Se ha acercado a nosotros para
que nosotros pudiéramos acercarnos con total confianza al Padre, Dios de
misericordia y gracia que nos concede la ayuda necesaria en todas nuestras
tribulaciones (4, 16) para que cualquier prueba se convierta en una situación
en la que brille en todo su esplendor su providencia admirable.
- La sufrida adhesión de Cristo al designio del
Padre obtiene una acogida que supera infinitamente nuestros horizontes: su
obediencia filial, que le llevó a “entregarse a sí
mismo a la muerte” (Is 53, 12), le ha convertido en “causa de salvación eterna” para todos
los que obedecen su Palabra (5, 7-9) y se convierten de esta forma en esa
descendencia inmensa prometida al Siervo de Yahvé: la nueva prole de los hijos
de Dios, renacidos de la sangre de Cristo.
CLAVES para la VIDA
- El autor de la carta a los Hebreos nos invita a
fijar nuestra mirada y corazón en Jesús: Él es el sumo Sacerdote que,
verdaderamente, puede sentir justa compasión por nosotros, dado que pagó “con grandes
gritos y lágrimas” su solidaridad con nosotros y “aprendió a
obedecer a través del sufrimiento”. Ahora permanece en presencia del
Padre como memorial santo y agradable. Así, se nos ha abierto, por fin, el
camino para acceder al corazón del Padre, con la certeza de que seremos
escuchados más allá de nuestro deseo.
- Pero no sólo eso; además de representarnos ante
Dios, es también presencia viva de Dios en medio de los hombres, es el Esposo
que nos hace sentir a cada uno de nosotros en el banquete de alegría y de
fiesta, donde no está permitido ayunar, porque ahora está con nosotros para
siempre, hasta el final de los días.
- Estamos, por tanto, ante una palabra que nos
afecta profundamente y constituye un verdadero “evangelio”, la Buena Noticia que
esperábamos. Nuestra
ignorancia y nuestro error (nuestro extravío) han encontrado al final a alguien
que está en condiciones de darle un nombre y cambiarlos, con la certeza de que
nada de cuanto es nuestro carece de valor. Dios nos ama, Dios me ama: ésta es
la gran revelación de Jesús; sus palabras y sus acciones, su forma de estar y
mirar, su... todo, hablan de esta nueva realidad. Es el SACERDOTE en favor de
sus hermanos. ¡Casi nada!
Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo: Juan 18, 1 – 19, 42
“… Cuando terminó de hablar, Jesús y sus discípulos salieron de allí. Atravesaron el torrente Cedrón y
entraron en un huerto que había cerca, Este lugar era conocido por Judas, el
traidor, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos…
Y se la
acercaron a la boca. Jesús gustó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”. E,
inclinando la cabeza, entregó el espíritu… Cerca del lugar donde fue
crucificado Jesús había un huerto y, en el huerto, un sepulcro nuevo en el que
nadie había sido enterrado. Allí, pues, depositaron a Jesús, dado que el
sepulcro estaba cerca y era la víspera de la fiesta de la pascua…”
CLAVES para la LECTURA
- La
Iglesia celebra la pasión del Señor con la seguridad de que
la cruz de Cristo no es la victoria de las tinieblas, sino la muerte de la
muerte. Esta
visión de fe aparece manifiestamente subrayada en la narración de Juan, donde
se presenta a Jesús como rey que conoce la situación, la domina y, por así
decir, se señorea de ella aun en sus mínimos detalles. La hora de Jesús -que ha
llegado- se describe a través de los hechos como hora de sufrimiento y de
gloria: el odio del mundo condena a muerte de cruz a Jesús, pero desde lo alto
de la cruz Dios manifiesta su amor infinito. En esta espléndida revelación, en
esta total entrega divina, consiste la gloria.
- La narración de la pasión comienza y termina en
un huerto -recuerdo del Edén- queriendo indicar que Cristo ha asumido y
redimido el pecado del primer Adán y el hombre recobra ahora su belleza
original. La
narración no se detiene en el sufrimiento de Jesús; Juan sólo hace alusión a la
agonía de Getsemaní (18, 11; 12, 27s), mientras que subraya insistentemente la
identidad divina de Cristo, el “Yo soy” que aterra a los guardias (18, 5s). Del
mismo modo, menciona como de pasada los escarnios y golpes, mientras evidencia
-sobre todo ante Pilato y en la crucifixión- la realeza de Jesús. El término
rey aparece doce veces (dieciséis en todo el cuarto evangelio). En los
interrogatorios, la palabra de Cristo, el acusado, domina sobre la de los acusadores.
En el momento en que Jesús es juzgado se cumple más bien el juicio sobre el
mundo.
- Cuando es elevado en la cruz, se cumple no un
acto humano, sino la
Escritura (19, 28. 30), y se revela la gloria de Dios. Precisamente en
el momento de la muerte, nace el nuevo pueblo elegido, confiado a la Virgen Madre (19,
25-28). Del agua y la sangre que manan del costado traspasado nace la Iglesia , que regenerada en
el bautismo y alimentada con la
Eucaristía celebrará a lo largo del tiempo la pascua del
verdadero Cordero (19, 33; Ex 12, 16), hasta que también se cumpla el tiempo (cosummatum) en la eternidad (19, 30).
CLAVES para la VIDA
- Todo el evangelio del discípulo amado ha sido un
testimonio de la vivencia y experiencia, vivida junto a Jesús, aprendiendo de
Él, haciendo con Él el camino que le lleva a su “Hora”. Pues, ahora, en el relato de la Pasión , sigue ofreciendo
toda esa visión profunda y grande acerca de su Maestro y Señor. Así le ve este
discípulo a Jesús: como aquel que fiado totalmente del Padre y de sus
designios, se entrega conscientemente cual Cordero pascual para dar vida a sus
hermanos.
- El “todo está cumplido” es la mejor síntesis de
cuanto quiere ofrecernos como testimonio. Así le siente a Jesús, como el
que lo da absolutamente todo y por eso es el “camino”, el “pan de la vida”, el “buen pastor”,
la “puerta”,
el “Maestro”,
el “agua viva”,
la “resurrección
y la vida”… Lo es todo para el discípulo amado. De ahí que proponga
a todos asumir dicho testimonio y hacer que sea verdad cuanto él ha descubierto
caminando junto al Maestro. Es su propuesta; porque, según Juan, es lo mejor
que le puede ocurrir a un seguidor y que le marcará para siempre: “Serían las cuatro de la tarde” (Jn 1,
39) nos recordará.
- Aquí nos encontramos nosotros, ante este testimonio
que puede transformar nuestra propia vida, a condición de que aceptemos a Jesús
como el Maestro de nuestro caminar. Y precisamente este Viernes Santo es una ocasión
inmejorable para “con-templar” (“templar-con”) a ése capaz de amar hasta el
extremo, sin condiciones y sin límites, y que lo manifiesta en la Cruz , cumpliendo plenamente
los deseos del Padre. ¡Que tengas una INMENSA contemplación, hermano/a, y así
puedas descubrir toda la hondura que se nos ofrece!