MARTES, día 11
1 Corintios 6, 1-11
“... No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros,
afeminados, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o
estafadores no heredarán el Reino de Dios...”
CLAVES para la LECTURA
- De este fragmento se desprende otra situación de la vida comunitaria:
algunos cristianos de Corinto, en su deseo de dirimir algunos litigios, apelan
a tribunales paganos en vez de resolverlos entre ellos. El apóstol interviene,
como siempre, con gran claridad y autoridad. Pongamos de manifiesto los tonos
típicos de su intervención.
- El discurso de Pablo es, en primer lugar, provocador (vv. 1, 1-3):
emplea un tono bastante fuerte para suscitar una sacudida en la conciencia de
sus interlocutores sobre la gravedad y el carácter delicado de algunas de sus
actitudes, pero lo hace, sobre todo, para recordarles que el juicio entre
hermanos de la misma fe debería obedecer a criterios que esa misma fe sugiere y
es capaz de formular. En caso contrario, debería deducirse que la fe cristiana
de esa comunidad es absolutamente incapaz de orientar la vida de los creyentes
y de iluminar sus decisiones.
- A continuación, el discurso de Pablo se vuelve irónico (vv. 4-10):
pretende nada menos que suscitar en los corintios un sentido de vergüenza por
el simple hecho de que entre ellos no se encuentre ninguna persona entendida
que pueda hacer de árbitro entre hermano y hermano. Se trata de una ironía
mezclada de tristeza y tal vez también de rabia, actitudes que ya conocemos
bien, porque Pablo las ha manifestado también en otros lugares de sus cartas.
- Al final, el discurso se vuelve teológico (v. 11): en efecto, Pablo
vuelve aquí al centro de su enseñanza y, refiriéndose al gran acontecimiento
del bautismo, les recuerda a todos los cristianos de Corinto la novedad del don
recibido: «Habéis
sido purificados, consagrados y salvados en nombre de Jesucristo, el Señor, y
en el Espíritu de nuestro Dios» (v. 11). De la novedad del don
depende, como es obvio, la novedad de la vida.
CLAVES para la VIDA
- El apóstol -una vez más, con claridad y
contundencia, asume su tarea de corregir la conducta de su comunidad, de la que
se siente responsable. Utilizando argumentos diferentes (de tipo provocación, o
en tono irónico, o argumentos desde la fe y teológicos) intenta “despertar” lo
más profundo de los corintios con el fin de que asuman la nueva situación de la
que participan, aunque sus “estilos de vida”, en ocasiones, den a entender otra
cosa.
- Y es que... “habéis sido purificados, consagrados y salvados en nombre
de Jesucristo...” (v. 11): aquí se encuentra la clave de la
nueva situación. El don del que son portadores, les exige vivir la novedad de
vida de la que participan plenamente. A esta nueva situación le corresponden,
pues, unos criterios de vida y acción nuevos, también en lo que respecta al
comportamiento con los otros hermanos de comunidad.
- ¡Interesantes los modos de actuación que propone
el apóstol Pablo a su comunidad de Corinto! Vivir desde unos criterios, donde
prevalezcan los planteamientos evangélicos más que otras formas de acción...
¡todo un estilo, aunque no sea fácil! Vivir el don recibido como algo que
“marca” toda la vida del creyente... ¡todo un talante para el seguidor de
Jesús! También para mí. ¿Y para ti, hermano/a?
Evangelio: Lucas 6, 12-19
“... Por
entonces, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los
nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano,
Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, apodado el
Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote...”
CLAVES para la LECTURA
- Siguiendo una indicación que le resulta entrañable, refiere Lucas que
Jesús se retira a la montaña para orar y se pasa allí toda la noche (v. 12).
Aunque la relación entre la oración de Jesús y la elección de los Doce no
aparece de manera explícita, a la luz de la fe es más que legítimo establecer
una relación íntima entre la seriedad de la acción que Jesús va a realizar y su
actitud orante frente al Padre. La elección de los Doce está emparejada a una
llamada: «Llamó
de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles» (v.
13). La vocación y la misión son inseparables entre sí: en caso contrario, la
misión, en vez de equivaler al ministerio, se reduce a ser un oficio. Por otra
parte, la vocación, sin el atraque en la misión, sería una acción incompleta.
- «A
quienes dio el nombre de apóstoles» (v. 13b): da la impresión de que Lucas cae aquí en un anacronismo,
puesto que, a lo que parece, apóstol es un término típicamente pascual. Pero
conocemos muchos de estos flash-back
llevados a cabo no sólo por Lucas, sino también por Juan. Esto no supone ningún
problema para nosotros; es más, nos alegra ver la luz pascual proyectada sobre
el tiempo del ministerio público de Jesús, como para decir que esa misma luz se
proyecta de hecho en nuestra vida y en nuestra historia.
- Por último, la relación de Jesús con la muchedumbre se caracteriza, una
vez más, de un doble modo: la gente viene para escuchar a Jesús y para ser
curada de sus enfermedades (v. 18). En ambos casos se trata, para Lucas, de una
«fuerza» que da autoridad a su enseñanza y eficacia a sus acciones
taumatúrgicas.
CLAVES para la VIDA
- Lo primero que destaca del relato evangélico es la actitud ORANTE de
Jesús: “... pasó la noche orando a Dios”
(v. 12). Ante esta opción de escoger a los colaboradores de la obra del Reino
apenas iniciada, Jesús acude al encuentro con el Padre para poder acercarse a
su querer y a sus deseos. Así escoge a “doce”, para ser “enviados”: palabras
cargadas de simbolismo y con profundas raíces en el Antiguo Testamento. Y es
que así, Jesús manifiesta que el nuevo Israel, la Iglesia , viene a sustituir
y cumplir lo que se había empezado en el antiguo Israel.
- La lista de los doce aparece varias veces en los evangelios con ligeras
diferencias de orden. Los doce no son grandes personalidades; incluso le van a
defraudar en más de una ocasión; pero éste es el estilo de Dios, y el estilo
que Jesús asume. A partir de este momento, estos doce van a acompañar muy de
cerca a Jesús y van a colaborar con él en el anuncio evangelizador del Reino,
realizando signos de curación y liberando del mal. Pero también es verdad que
tendrán que madurar mucho para llegar a ser esos colaboradores que Jesús
necesita para llevar adelante el plan de salvación.
- Rasgos significativos los que se me ofrecen en este pasaje evangélico y
que hoy se repiten para mí (nosotros): Jesús necesita del encuentro con el
Padre; él es quien llama e invita; él es quien forma a sus colaboradores, les
hace capaces,... y los envía, compartiendo la MISIÓN con él mismo. Elementos que no puedo
descuidar ni olvidar, sino cuidarlos y asumirlos. Es mi condición de
“DISCÍPULO” lo que está en juego y no puedo renunciar a esa condición. ¡Eterno
discípulo, pero corresponsable con él en la tarea del Reino, que es el proyecto
del Padre!