jueves, 7 de junio de 2012


VIERNES, día 8


 2 Timoteo 3, 10-17
“... Desde niño conoces la Sagrada Escritura: Ella puede darte la sabiduría que por la fe en Cristo Jesús conduce a la salvación. Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena...”

            CLAVES para la LECTURA
- En los primeros versículos del capítulo 3, Pablo recuerda a Timoteo los dolorosos acontecimientos de su primer viaje misionero (Hch 13, 50; 14, 5-6. 19; 2 Cor 11, 23-33), de los que el mismo Timoteo (oriundo de Listra) fue testigo, y, probablemente, un testigo fuertemente impresionado. Pablo quiere recordar que el discípulo de Cristo debe saber ya desde el principio que, a ejemplo y según las palabras de su Maestro, tiene que sufrir persecuciones (v. 12), pero intenta sobre todo reconocer la fidelidad del Señor, que lo ha liberado de todas las adversidades. Por eso no debe temer Timoteo, sino permanecer «fiel» a lo que ha aprendido y le ha sido transmitido.
- Pablo subraya aquí, en realidad, dos dimensiones vitales de la fe, a saber: el hecho de que la fe es antes que nada recibida o bien acogida de las Escrituras (del Antiguo Testamento), que introducen a la fe en Jesucristo, y, a continuación, del testimonio de otros creyentes, como nuestros mismos familiares (su madre y su abuela, en el caso de Timoteo) y otros «testigos» (Pablo sobre todo), para ser sometida, después, a un proceso de aprendizaje que lleva a la convicción personal (v. 14), esto es, a la fe como sabiduría cristiana, síntesis de conocimiento orante y de praxis coherente, que, de todos modos, pasa a través de la prueba: es la dimensión de la fe probada y vivida.
- En esta lógica, la Escritura desempeña un papel decisivo para «enseñar, para persuadir, para reprender, para educar en la rectitud» al «hombre de Dios» (v. 16), creyente y maestro de la fe: ésta, en efecto, «ha sido inspirada por Dios» o bien tiene su origen en Aquel que, sirviéndose de la inteligencia humana, se ha revelado al hombre y continúa comunicándosele, a través de la misma Palabra (Dei Verbum, 11), y sosteniéndole en la prueba de la vida.
             CLAVES para la VIDA
- El apóstol Pablo recomienda a Timoteo que siga adelante en su trabajo, apoyado siempre en la fuerza de la Palabra y en la luz de la Escritura, que es la verdadera sabiduría para la vida. ¡Todo un estilo de vivir y de caminar el que le sigue proponiendo a su fiel discípulo! Ahí está la fuente para enseñar, persuadir, reprender, para educar en rectitud. A Timoteo se le recuerda lo esencial, lo que es necesario tener muy presente.
- Y es que los trabajos de evangelización conllevan penalidades (que ambos han compartido), pero que están impregnados de esperanza: de todos me libró el Señor (v. 11). Aquí está el “secreto” para la vida del apóstol: todos los que piensan llevar una vida digna de Jesucristo sufrirán persecuciones (v. 12). A partir de este punto, solo Él puede librarle de las dificultades. Timoteo no lo debe olvidar.
- Nosotros (yo) tampoco debemos olvidarlo: hacer vida el anuncio salvador, el Evangelio, conlleva dificultades y rechazo; en ocasiones, persecuciones. Hoy, sin duda alguna, de “otro tipo”: marginación, indiferencia... Sólo Él podrá mantenernos en fidelidad. Apoyado en la Palabra e iluminado por su luz, soy invitado a caminar, porque así estaré equipado para toda obra buena (v. 16). Eso sí: fiado en Él. ¿Es también “tu” estilo, hermano/a? ¡A lo mejor necesito corregir “mi estilo”!

Evangelio: Marcos 12, 35-37
“... Jesús preguntó; ¿Cómo dicen los letrados que el Mesías es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice: Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies. Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo...”

            CLAVES para la LECTURA
- En el debate de hoy es Jesús el primero en pasar al ataque. Ya no son los otros quienes le interrogan, sino él quien plantea la pregunta. Se trata de una pregunta decisiva, una pregunta que no se pierde en aspectos secundarios, sino que va al centro de la fe cristiana: ¿quién es Jesús? Esta pregunta ya había sido planteada en 8, 27ss, pero allí sólo a los discípulos; ahora la hace a todos, especialmente a los maestros de la Ley y a los fariseos. Y la plantea Jesús en el templo, en el corazón del judaísmo.
- Seguimos estando en el terreno de las Escrituras. El Mesías no puede ser simplemente hijo de David, dado que el mismo David le llama «mi Señor» en el Sal 110. La argumentación es apretada. Pero ¿qué es lo que hay detrás de este debate? ¿Por qué es tan importante? Porque la expresión «hijo de David» era un título mesiánico que no sólo evocaba el origen (el origen del Mesías, de la estirpe de David), sino también un proyecto mesiánico (una restauración religiosa y política que habría llevado de nuevo a Israel al esplendor de los tiempos de David). Lo que está en juego, por tanto, no es sólo si Jesús es Mesías e Hijo, sino qué Mesías y qué Hijo.
- Pero, Jesús no rechaza en absoluto la ascendencia davídica del Mesías, sino que provoca a sus oyentes para que superen la lógica limitada de la continuidad histórica dinástica, puesto que la promesa de Dios va más allá de los criterios de la sucesión hereditaria; invita a no encerrarse en una interpretación literal del dato bíblico, porque el don del Padre en el Hijo va mucho más allá de lo que nuestra mente pueda comprender, y será siempre un don sorprendente e inédito. Por eso, la multitud lo escuchaba con agrado (v. 37).
             CLAVES para la VIDA
- No es posible quedarse en “lo exterior”, como pretenden los escribas, que se perdían en un laberinto de sutilezas para demostrar la ascendencia davídica del futuro Mesías, ese Mesías que les liberase milagrosamente de la ocupación romana. Jesús plantea, por el contrario, el carácter más profundo y universal del Mesías; esto es, qué Mesías y cómo va a realizar esa misión, que tanto les cuesta entender y aceptar a los jefes religioso-políticos.
- Pero es curioso anotar que la gente lo escuchaba a gusto (v. 37): Jesús sintoniza con la “gente” del pueblo, con los sencillos y humildes. Así, llegará a alabar a la viuda que echa su ofrenda en el cepillo del templo, aunque sea de forma pobre y anónima. Los “intelectuales” (los escribas) no entienden ni aceptan que las personas menos relevantes, entiendan y se alegren de la Buena Nueva.
- “Lecciones” a aprender de estos pasajes evangélicos, sin dejarme enredar en intelectualismos o evasiones. ¿Quién es, en realidad, Jesús para mí? Interrogante que exige una respuesta: puede ser como la de los “intelectuales”, o la de la gente sencilla, con capacidad de sorpresa y de acogida. ¿Cuál es tu actitud, hermano/a?


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