miércoles, 25 de julio de 2012


JUEVES, día 26

Jeremías 2, 1-3. 7-8. 12-13

“… Israel era sagrada para el Señor, primicia de su cosecha: quien se atrevía a comer de ella lo pagaba, la desgracia caía sobre él -oráculo del Señor-. Yo os conduje a un país de huertos, para que comieseis sus buenos frutos; pero entrasteis y profanasteis mi tierra, hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no preguntaban: ¿Dónde está el Señor?, los doctores de la ley no me reconocían…”

CLAVES para la LECTURA
- Estamos ante el primer oráculo de Jeremías, su primera intervención como profeta en la vida pública de su pueblo. Sus palabras son una voluntariosa colaboración a la reforma deuteronomista iniciada por Josías. Sus imágenes y estilo están en línea con los profetas anteriores a él, especialmente Oseas. Es un valiente desde el principio. Sus palabras no debieron resultar tan extrañas como el joven que se las proponía.
- La palabra que el Señor confía a Jeremías para que la transmita tiene aquí la forma de una requisitoria severa y apasionada, en la que Yahvé pone a Israel frente a sus propias responsabilidades y le pide cuentas de su infidelidad a la alianza. Dios tiene presente en el corazón y en la mente el tiempo del Éxodo y de la estancia en el desierto, un tiempo idílico de comunión, en el que el pueblo respondía con docilidad y obediencia a su amor absoluto (v. 2). Por su parte, Dios ha tutelado de todos los modos posibles a Israel, su propiedad (v. 3), y, fiel a la promesa, lo guió a la rica y fértil tierra de Canaán (v. 7a).
- El cambio de actitud del pueblo motiva la acusación: una vez en sitio seguro, Israel abandonó a su Dios; su pecado ha profanado la tierra que habita y que es santa por ser de Dios (v. 7b). Es extraordinariamente grave que los guías del pueblo (sacerdotes, reyes, profetas) hayan sido los primeros en traicionar la alianza volviéndose a los ídolos. Toda la creación está llamada a ser testigo de un hecho tan absurdo: aunque el pueblo ha experimentado la plenitud de vida en la comunión con el Dios vivo, lo abandona ahora prefiriendo a los ídolos. Es el mismo estúpido dramatismo de quien, sediento, en vez de dirigirse a la fuente de agua viva, prefiere ponerse a excavar aljibes que, al agrietarse, acaban por perder el agua que retenían (vv. 12ss).

CLAVES para la VIDA
- Una vez más, el profeta realiza su “fotografía” de la historia de Israel como pueblo. Y es que a pesar de todos los cuidados y mimos por parte de Dios, el caminar del pueblo escogido ha sido una historia plagada de infidelidades que rompían el pacto y la mutua Alianza. De ahí que el profeta lo denuncie de forma clara y rotunda. Especialmente los dirigentes han sido los causantes de esta situación.
- Eso sí: la experiencia primera, la vivida en el desierto, es recordada como la ORIGINAL, a la que merece la pena volver. Porque Dios quiere y anhela rehacer la mejor de las relaciones, y es que ama profundamente a ese pueblo, y lo seguirá amando. Y eso, a pesar de que me abandonaron a mi, fuente de agua viva (v. 13): he ahí la enorme abominación de este pueblo, despreciando desde dentro a este Dios que se ha desvivido por él. Es la denuncia profética ante esta situación caótica.
- Esta reflexión y denuncia profética es como un punzón para nuestro caminar creyente, hoy y aquí. ¡Cuántas veces nuestro mismo caminar asume “notas” similares! De ahí que la queja de Dios a través del profeta, hoy se dirige a nosotros, a cada uno, a nuestras comunidades cristianas. ¡Cuántas veces la fidelidad de otros tiempos y momentos ha sido sustituida por la mediocridad del presente!.. De ahí que la denuncia tiene validez. ¿Qué te dice a ti, hermano/a? ¿Tiene validez en tu vida y caminar?

Evangelio: Mateo 13, 10-17

“... A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran, sin ver y escuchan sin oír ni entender... Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron...”

CLAVES para la LECTURA
- La predicación de Jesús se caracteriza por las parábolas (unas setenta en total), algunas de las cuales constituyen una cima de pedagogía religiosa, verdaderas obras maestras de psicología y de actitudes humanas (como las del buen samaritano, el buen pastor, el hijo pródigo...). Las parábolas suponen un primer estadio de comprensión, al que sigue otro más profundo. En este segundo estadio se encuentran los discípulos de Jesús, que le siguen, le escuchan siempre y reciben explicaciones más detalladas de su doctrina. El pueblo, en cambio, se encuentra aún en un estadio de iniciación y tiene necesidad de una catequesis más esmerada.
- El mismo Jesús prueba esta realidad con una cita de Isaías que ha constituido desde siempre una seria dificultad en su verdadera interpretación, porque -tal como suena- parece querer decir que Dios endurece el corazón del pueblo, cierra sus ojos y obtura sus oídos para que no se salve... El verdadero sentido de esta cita es, simplemente, el resultado de la predicación del profeta, que tuvo que hacer frente a la dureza del corazón de Israel, que no le escuchaba. El mismo Jesús y, más tarde, los apóstoles y san Pablo tuvieron una experiencia semejante en su misión.
- Lo que el Evangelio quiere decirnos es que la Palabra de Dios debe encontrar unos corazones bien dispuestos para acogerla, ojos y oídos abiertos para recibir y asimilar todo lo que dice. La Palabra no suprime la libertad humana, y por eso el hombre tiene la capacidad de oponerse o de dejarla infructuosa. Ahora bien, cuando el que la recibe tiene un corazón abierto, entonces el fruto es abundante y se perciben los primeros signos del triunfo del Reino, como la santificación, la novedad de vida, la verdadera fe y la adoración a Dios.

CLAVES para la VIDA
- Aparte del carácter un tanto enigmático de ese relato, el mensaje es claro: ante la Palabra, (y palabra viva es Jesús y su propuesta), se pueden adoptar posturas muy diferentes: receptividad y actitud de búsqueda sincera, o rechazo frontal (como es el caso de los fariseos y Maestros, los dirigentes religiosos de Israel). Es en este contexto donde conviene encuadrar esta reflexión evangélica y leer desde ahí esta cita del profeta que se encontró en una realidad similar.
- Lo que sí parece claro es que los ojos y el corazón de los sencillos entienden y acogen con gozo esa novedad del Reino, que es un proyecto de vida y de salvación. Por eso, ellos son dichosos, según palabras de Jesús, puesto que el corazón creyente ha esperado largo tiempo esa Buena Noticia y... ¡ahora es posible escucharla y moldearse a su estilo y según su voluntad!
- Para mí, para nosotros, sigue siendo un auténtico desafío estar en esa disposición y actitud de apertura y de acogida. Cada día, cada situación sigue siendo una posibilidad hermosa. ¡Depende de la actitud del corazón! Y aquí, mi examen tiene que ser nítido, honesto, trabajando mi coherencia cristiana. ¡Me queda camino!.. ¿Y a ti, hermano/a?

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