JUEVES,
día 26
Jeremías 2, 1-3. 7-8. 12-13
“… Israel era sagrada para el
Señor, primicia de su cosecha: quien se atrevía a comer de ella lo pagaba, la
desgracia caía sobre él -oráculo del Señor-. Yo os conduje a un país de
huertos, para que comieseis sus buenos frutos; pero entrasteis y profanasteis
mi tierra, hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no preguntaban:
¿Dónde está el Señor?, los doctores de la ley no me reconocían…”
CLAVES para la LECTURA
- Estamos ante el primer oráculo de Jeremías,
su primera intervención como profeta en la vida pública de su pueblo. Sus
palabras son una voluntariosa colaboración a la reforma deuteronomista iniciada
por Josías. Sus imágenes y estilo están en línea con los profetas anteriores a
él, especialmente Oseas. Es un valiente desde el principio. Sus palabras no
debieron resultar tan extrañas como el joven que se las proponía.
- La palabra que el Señor confía a Jeremías
para que la transmita tiene aquí la forma de una requisitoria severa y
apasionada, en la que Yahvé pone a Israel frente a sus propias
responsabilidades y le pide cuentas de su infidelidad a la alianza. Dios tiene
presente en el corazón y en la mente el tiempo del Éxodo y de la estancia en el
desierto, un tiempo idílico de comunión, en el que el pueblo respondía con
docilidad y obediencia a su amor absoluto (v. 2). Por su parte, Dios ha
tutelado de todos los modos posibles a Israel, su propiedad (v. 3), y, fiel a
la promesa, lo guió a la rica y fértil tierra de Canaán (v. 7a).
- El cambio de actitud del pueblo motiva la
acusación: una vez en sitio seguro, Israel abandonó a su Dios; su pecado ha
profanado la tierra que habita y que es santa por ser de Dios (v. 7b). Es
extraordinariamente grave que los guías del pueblo (sacerdotes, reyes,
profetas) hayan sido los primeros en traicionar la alianza volviéndose a los
ídolos. Toda la creación está llamada a ser testigo de un hecho tan absurdo:
aunque el pueblo ha experimentado la plenitud de vida en la comunión con el
Dios vivo, lo abandona ahora prefiriendo a los ídolos. Es el mismo estúpido
dramatismo de quien, sediento, en vez de dirigirse a la fuente de agua viva,
prefiere ponerse a excavar aljibes que, al agrietarse, acaban por perder el
agua que retenían (vv. 12ss).
CLAVES para la VIDA
- Una vez más, el profeta realiza su “fotografía” de la historia de
Israel como pueblo. Y es que a pesar de todos los cuidados y mimos por parte de
Dios, el caminar del pueblo escogido ha sido una historia plagada de
infidelidades que rompían el pacto y la mutua Alianza. De ahí que el profeta lo
denuncie de forma clara y rotunda. Especialmente los dirigentes han sido los
causantes de esta situación.
- Eso sí: la experiencia primera, la vivida en el desierto, es recordada
como la ORIGINAL ,
a la que merece la pena volver. Porque Dios quiere y anhela rehacer la mejor de
las relaciones, y es que ama profundamente a ese pueblo, y lo seguirá amando. Y
eso, a pesar de que “me abandonaron a mi, fuente de agua viva” (v.
13): he ahí la enorme abominación de este pueblo, despreciando desde dentro a
este Dios que se ha desvivido por él. Es la denuncia profética ante esta
situación caótica.
- Esta reflexión y denuncia profética es como un punzón para nuestro
caminar creyente, hoy y aquí. ¡Cuántas veces nuestro mismo caminar asume
“notas” similares! De ahí que la queja de Dios a través del profeta, hoy se
dirige a nosotros, a cada uno, a nuestras comunidades cristianas. ¡Cuántas
veces la fidelidad de otros tiempos y momentos ha sido sustituida por la
mediocridad del presente!.. De ahí que la denuncia tiene validez. ¿Qué te dice
a ti, hermano/a? ¿Tiene validez en tu vida y caminar?
Evangelio: Mateo 13, 10-17
“... A vosotros se os ha
concedido conocer los secretos del Reino de los cielos y a ellos no. Porque al
que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta
lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran, sin ver y escuchan
sin oír ni entender... Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos
porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis
vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron...”
CLAVES para la LECTURA
- La predicación de Jesús se caracteriza por las parábolas (unas setenta
en total), algunas de las cuales constituyen una cima de pedagogía religiosa,
verdaderas obras maestras de psicología y de actitudes humanas (como las del
buen samaritano, el buen pastor, el hijo pródigo...). Las parábolas suponen un
primer estadio de comprensión, al que sigue otro más profundo. En este segundo
estadio se encuentran los discípulos de Jesús, que le siguen, le escuchan
siempre y reciben explicaciones más detalladas de su doctrina. El pueblo, en
cambio, se encuentra aún en un estadio de iniciación y tiene necesidad de una
catequesis más esmerada.
- El mismo Jesús prueba esta realidad con una cita de Isaías que ha
constituido desde siempre una seria dificultad en su verdadera interpretación,
porque -tal como suena- parece querer decir que Dios endurece el corazón del
pueblo, cierra sus ojos y obtura sus oídos para que no se salve... El verdadero
sentido de esta cita es, simplemente, el resultado de la predicación del
profeta, que tuvo que hacer frente a la dureza del corazón de Israel, que no le
escuchaba. El mismo Jesús y, más tarde, los apóstoles y san Pablo tuvieron una
experiencia semejante en su misión.
- Lo que el Evangelio quiere decirnos es que la Palabra de Dios debe encontrar
unos corazones bien dispuestos para acogerla, ojos y oídos abiertos para
recibir y asimilar todo lo que dice. La Palabra no suprime la libertad humana, y por eso
el hombre tiene la capacidad de oponerse o de dejarla infructuosa. Ahora bien,
cuando el que la recibe tiene un corazón abierto, entonces el fruto es
abundante y se perciben los primeros signos del triunfo del Reino, como la
santificación, la novedad de vida, la verdadera fe y la adoración a Dios.
CLAVES para la VIDA
- Aparte del carácter un tanto enigmático de ese
relato, el mensaje es claro: ante la
Palabra , (y palabra viva es Jesús y su propuesta), se pueden
adoptar posturas muy diferentes: receptividad y actitud de búsqueda sincera, o
rechazo frontal (como es el caso de los fariseos y Maestros, los dirigentes
religiosos de Israel). Es en este contexto donde conviene encuadrar esta
reflexión evangélica y leer desde ahí esta cita del profeta que se encontró en
una realidad similar.
- Lo que sí parece claro es que los ojos y el
corazón de los sencillos entienden y acogen con gozo esa novedad del Reino, que
es un proyecto de vida y de salvación. Por eso, ellos son dichosos, según
palabras de Jesús, puesto que el corazón creyente ha esperado largo tiempo esa
Buena Noticia y... ¡ahora es posible escucharla y moldearse a su estilo y según
su voluntad!
- Para mí, para nosotros, sigue siendo un auténtico
desafío estar en esa disposición y actitud de apertura y de acogida. Cada día,
cada situación sigue siendo una posibilidad hermosa. ¡Depende de la actitud del
corazón! Y aquí, mi examen tiene que ser nítido, honesto, trabajando mi
coherencia cristiana. ¡Me queda camino!.. ¿Y a ti, hermano/a?
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