DOMINGO, día 27 d Octubre
Eclesiástico 35, 12-14.
16-18
“… El Señor es un Dios justo que no puede ser parcial; no es
parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los
gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen
su favor y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las
nubes y hasta alcanzar a Dios no descansa; no ceja hasta que Dios le atiende y
el juez justo le hace justicia…”
CLAVES para la LECTURA
- El autor de este fragmento sapiencial -que
se remonta al siglo II a. de C.- propone una enseñanza que tiene que ver, al
mismo tiempo, con Dios y con el orante.
- Presenta al Señor como juez sumamente justo
que no hace acepción de personas y se inclina benévolo hacia los pobres, como
atestigua de manera repetida el Antiguo Testamento en las llamadas leyes
humanitarias. Dios mismo es vengador del huérfano y de la viuda (Ex 22, 21ss).
Afirma también, por boca del profeta Isaías, que se inclina hacia quien teme su
nombre y se confía a él con humildad: «El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies.
Yo me fijo en el humilde y abatido que tiembla ante mi palabra»
(Is 66, 1. 2b).
- Si Dios se pliega hacia el humilde, la Escritura muestra que la
oración del pobre sube hasta él. Y así, a través de este movimiento de búsqueda
recíproca entre Dios y el hombre, nos parece vislumbrar -entre el cielo y la
tierra- la cruz en la que Jesús, el verdadero humilde y pequeño, se eleva, como
oración perfecta, hacia el rostro del Padre, que espera hacer uso de su
misericordia.
CLAVES para la VIDA
- El sabio recoge la experiencia de la espiritualidad de su pueblo a
través de la historia. En primer lugar, que Dios es justo y no puede ser de
otra forma. Y si en algún caso pudiera parecer que no es justo, es porque se
pone a favor de los débiles y de los más pobres. Así es la justicia de Dios;
así es el Dios de Israel. También los profetas profundizarán en esta dimensión
especial y significativa y que marca toda la historia de Israel, y cómo no,
toda su espiritualidad.
- Y, en segundo lugar, “no desoye los gritos del huérfano o de la viuda…”; esto es, la súplica y la oración
del pobre y desvalido siempre tienen una acogida plena y total por parte de
Dios. Cuando esa oración va acompañada por la humildad y la perseverancia,
entonces la acogida, por parte de Dios, está garantizada, según la experiencia
del sabio. De ahí su invitación a mantenerse en esa doble actitud de humildad y
perseverancia.
- Sencilla reflexión la del Sabio, válida también para nosotros; pero
profunda por cuanto conlleva. Es la invitación a la experiencia original (que
supone un encuentro) y originante (en cuanto se convierte en fuente de otras
experiencias). Cuando se unen las dos actitudes, la de la humildad y la
perseverancia, todo es posible. Porque Dios, en su justicia, no puede menos de
acoger la súplica incesante. Esta reflexión del Antiguo Testamento nos prepara
para acoger el mensaje convencido de Jesús en el evangelio; Él que lo vivió tan
intensamente y de forma tan singular. Hermano/a, a esto somos invitados.
2 Timoteo 4, 6-8. 16-18
“… Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida
es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he
mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez
justo, me premiará en aquel día… El Señor seguirá librándome de todo mal, me
salvará y me llevará a su Reino del cielo…”
CLAVES para la LECTURA
- Este fragmento de la segunda carta de Pablo
a Timoteo se muestra rico y denso de inspiración. El apóstol expresa el
presentimiento de su muerte inminente con dos imágenes. Una de ellas está
tomada del culto; la otra, de la navegación. La primera es la «libación»,
es decir, el acto de verter aceite, vino o agua sobre la víctima antes de ser
inmolada (Ex 29, 40; Nm 28, 7), a fin de conferirle un claro valor sacrificial.
La segunda es el acto de «desplegar las velas»: la nave, por fin
dispuesta para zarpar, se abandona al mar abierto. Las imágenes que vienen a
continuación, tomadas de los usos deportivos y militares, acentúan la vida
cristiana como lucha.
- Pablo repasa en particular su propia
experiencia apostólica como un combate «bueno» (literalmente, kalós, «bello»): noble, victorioso,
desarrollado correctamente. «He concluido mi carrera, he guardado la fe», dice aún el texto, ofreciendo a
través del paralelismo una asociación en la que vibra una nota de poesía en el
texto griego. Por último, el Señor le dará a él, que ha guardado con fidelidad
la «tradición»
que le había sido confiada, la «corona de salvación» reservada «a todos los que
han amado (así debe traducirse al pie de la letra egapekosi) con amor su venida gloriosa»
(v. 8).
- Por último, en los vv. 16-18 Pablo se refiere
a la primera audiencia del proceso en el que, compareciendo como un «malhechor»,
fue abandonado por todos. El apóstol revive la experiencia de Jesús y, como él,
perdona sin tener en cuenta el mal recibido. Sin embargo, el Señor no ha
abandonado a su fiel ministro, pues todo ha concurrido al anuncio del Evangelio
y al bien de los elegidos.
CLAVES para la VIDA
- El gran testigo, que es el apóstol Pablo, abre su corazón y muestra
su experiencia de vida, la que ha llevado a cabo como un “buen combate”.
Tras su encuentro con el Señor Jesús, él se ha puesto a su servicio con todas
sus fuerzas y ha “corrido hasta la meta”. Está tan seguro de
su Señor, que ahora mismo está convencido de recibir de Él la corona de gloria
de los que han sido fieles. Ésta es la “lectura” que realiza de su propia vida.
- “El
Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje”:
aquí están las dos claves de la vida del apóstol. Por un parte, ha sido el
Señor el “motor” y la fuerza de Pablo en la tarea del anuncio; no han sido sus
fuerzas, sino que tienen su origen en el mismo Señor Jesús. Y, en segundo
lugar, el objetivo ha sido, no cualquier cosa, sino anunciar “íntegro el
mensaje”, la
Buena Noticia de la que se siente portador. Desde aquí se
entiende plenamente la vida de este inmenso testigo.
- Una vez más, este enorme testigo nos vuelve a recordar lo que es
esencial, también en nuestra vida. Antes que nada, el ENCUENTRO con el Señor
Jesús, que todo lo transforma desde la misma raíz, desde dentro. A partir de
ahí, se entiende el combate hasta la extenuación y la entrega total. Eso sí,
apoyado totalmente no en las propias fuerzas, sino en las que provienen del
mismo Señor resucitado. Y, todo ello, con vistas a anunciar incansablemente la Buena Nueva. ¡Todo un
PROGRAMA de VIDA, si quiero asumir cuanto se me propone! Hermano/a, ¿cómo
andamos de EXPERIENCIA, la vital, la que mueve todas nuestras capacidades…? ¡Es
la tarea!
Evangelio: Lucas 18,
9-14
“… Subieron al templo a orar: Un fariseo y un publicano. El
fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias, porque
no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano;
ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano,
en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo
se golpeaba el pecho diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os
digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se
enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido…”
CLAVES para la LECTURA
- Este fragmento del evangelio de Lucas es
conocido como la parábola del fariseo y el publicano, aunque sería mejor
hablar, en este caso, más que de «parábola» de un «relato ejemplar». En él se
nos ofrece una enseñanza sobre las condiciones interiores de la oración.
- El fariseo pertenece a la secta de los
«separados», de los «puros», de aquellos que se habían arrogado la tarea de
representar, con la observancia estricta de los mandamientos y la
multiplicación de las obras, al verdadero Israel, a la comunidad del tiempo de
la salvación. Todo lo que dice el fariseo de sí mismo es verdadero, pero
precisamente esta «justicia» es lo que le vuelve impuro ante Dios, porque se
considera autorizado a juzgar a los otros y a sentirse superior a ellos.
- El publicano -el odiado recaudador de los
impuestos para el Imperio romano- se encuentra verdaderamente en una situación
de pecado. Lo manifiesta asimismo en su actitud exterior. No se atreve a
avanzar en el templo ni a levantar los ojos al cielo. Se golpea, en cambio, el
pecho en un gesto que manifiesta su conciencia del mal que se esconde en el
corazón humano.
- La oración de cada uno de los dos hombres
expresa su vida: la autosuficiencia de una pretendida justicia que hace al que
así reza superior a los otros y se expresa a través de un extenso elenco de
méritos; el pecado que nos hace pequeños ante Dios y los hermanos y que no
tiene más palabras que la invocación: «Piedad». Sabemos quién fue grato a Dios y
quién es entrañable a su corazón...
CLAVES para la VIDA
- Con qué claridad nos presenta esta parábola los
dos estilos de plantearse todo: la vida, la relación con Dios, la salvación, la
relación con los demás... Dos estilos muy diversos y que conllevan dos
planteamientos completamente diferentes: cumplidor intachable el uno, que
además se erige en juez implacable de los demás; pecador y pobre el otro, que
lo que hace es llamar a la puerta del Reino golpeándose humildemente el pecho.
Y curiosamente se le abre la puerta. ¡Vamos...!
- La gran diferencia está en que el primero, aunque
cumple, no ama, está lleno de su propia bondad; no necesita de nada ni de
nadie: tampoco de Dios. El otro, el pecador, se abre al perdón y a la salvación
que le viene de fuera, de lo alto, del mismo Dios; se humilla, pero con
confianza, sabe que lo mejor está por acontecer en su vida, y que “eso mejor”
viene de Dios.
- ¡Qué gran lección para hoy, para mí, para
nosotros, para siempre! Dos formas de plantear la vida y cuanto en ella se nos
ofrece: o dejarle actuar a Dios, para que la redima y la salve desde la raíz; o
arrinconarle como “trasto inservible”, porque me basto a mí mismo. Y aunque
suena fuerte, ese actuar no está tan ausente de nuestras vidas. ¿Seré capaz de
examinar a fondo mi vida y dejar que Él cure mis males? ¡Buen ánimo, hermano/a!
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años