LUNES, día 23 abril
Hechos de los Apóstoles 6, 8-15
“...
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios
y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga... se pusieron a
discutir con Esteban, pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al
espíritu con que hablaba. Indujeron a unos que asegurasen: Le hemos oído
palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios... Los miembros del Sanedrín
miraron a Esteban, y su rostro les pareció el de un ángel...”
CLAVES para la
LECTURA
- Entra Esteban en escena. Se le presenta con las mismas características
que a los apóstoles: “Lleno de gracia y de poder,
hacía grandes signos y prodigios”. Las palabras de Esteban están unidas a la
“sabiduría” y al “Espíritu”: Esteban, como los apóstoles, está completamente
inmerso en el plan de Dios, lo conoce, recibe la fuerza del Espíritu para atestiguarlo
y anunciarlo. Posee una personalidad humana de gran relieve y de espesor
“espiritual”.
- Su predicación provoca de inmediato un
conflicto y, paradójicamente, con los judíos más abiertos. Lucas alude a la sinagoga llamada “de los libertos”,
es decir, los descendientes de aquellos que, llevados a Roma como esclavos por
Pompeyo (63 a. C.), habían sido liberados y se habían instalado en un barrio de
la ciudad. En torno a ellos se reunían, probablemente, judíos de diferente
procedencia. Pues bien, también para ellos era la predicación de Esteban
demasiado radical: Esteban ataca al templo y las tradiciones mosaicas. En
consecuencia, las acusaciones que se le dirigen no carecen de fundamento por
completo.
- Los ojos que se fijan en él con
hostilidad están obligados a vislumbrar en ellos, no obstante, un esplendor
particular, el de un ángel que expresa la presencia de Dios, algo semejante al
rostro de Moisés cuando bajó, resplandeciente, del Sinaí tras haber encontrado
a Dios. Lucas presenta otro rasgo de Esteban: es un testigo escogido por Dios para
dar a conocer su voluntad.
CLAVES para la
VIDA
- El camino de la primera Comunidad
Cristiana fue abriéndose a nuevos “frentes” y así surgen, también, nuevas
respuestas. El caso del diácono Esteban es un caso típico. También él, dando
testimonio, con la misma valentía y lucidez que Pedro y los demás apóstoles, es
uno de los protagonistas de esa historia. También él va a ser acusado de atacar
los pilares de la fe judía, la Ley y el Templo; también él, anuncia que la salvación sólo
descansa en Cristo resucitado.
- Está claro: el anuncio de Jesús a sus
discípulos de que serían llevados a los tribunales, de que serían perseguidos,
se hace realidad ya, y de forma “pura y dura”. Los discípulos van a continuar el mismo camino que sufrió el Maestro;
también ellos son rechazados, especialmente por las autoridades “oficiales” de
su pueblo, e incluso por personas del propio grupo y comunidad, los “libertos”.
- En esa historia de la primera comunidad,
se nos están ofreciendo modelos a seguir a los creyentes y seguidores de hoy. El testimonio de vida siempre conlleva dificultades, y
más, si ese testimonio es del talante del Maestro y del Señor Jesús. La figura
de Esteban es un buen “toque” para nosotros, hoy y aquí. Sin dramatismos, pero
es necesario preguntarnos: ¿cómo es mi testimonio de vida?
Evangelio: Juan 6, 22-29
“...
Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron
caminando sobre el lago... Al encontrarlo en la otra orilla del lago le
preguntaron: Maestro ¿cuándo has venido aquí? Jesús les contestó: Os lo
aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos sino porque comisteis pan
hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que
perdura, el que os dará el Hijo del Hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre
Dios... La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado...”
CLAVES para la LECTURA
- Tras la multiplicación de los panes,
alude el evangelista a la búsqueda de Jesús por parte de la muchedumbre. Lo encuentran en Cafarnaún y le dirigen al Maestro una
pregunta sólo para satisfacer su propia curiosidad: “Maestro,
¿cuándo has llegado aquí?” (v. 25). Jesús no responde a la pregunta, sino que revela más bien a la
muchedumbre las verdaderas intenciones que la han impulsado a buscarlo, y con
ello desenmascara la mentalidad demasiado material de las personas (v. 26). En
realidad, toda esa gente sigue a Jesús por el pan material, sin comprender el
signo realizado por el Profeta. Buscan más las ventajas materiales y pasajeras
que las ocasiones de responder y de amar.
- Ante esta ceguera espiritual, Jesús
proclama la diferencia entre el pan material y corruptible y “el
permanente, el que da la vida eterna” (v. 27). Jesús invita a la gente a superar el estrecho horizonte en el que vive y a
pasar al de la fe y al del Espíritu, al que sólo su persona (la de Jesús) les
puede introducir. Él posee el sello de Dios, que es el Espíritu y el dinamismo
divino del amor.
- Los interlocutores de Jesús le preguntan
ahora: “¿Qué debemos hacer para
actuar como Dios quiere?” (v. 28). Una nueva equivocación. La muchedumbre piensa que Dios exige la
observación de nuevos preceptos y de otras obras. Pero lo que Jesús exige de
ellos es una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, a saber: “Que
creáis en aquel que él ha enviado” (v. 29). Sólo tienen que cumplir una sola cosa: dejarse implicar por Dios y
adherirse con la fe a la persona de Jesús. Es la apertura a la fe lo que ofrece
un pan inagotable y lo que da la vida para siempre al hombre que acepta ser
liberado de las tinieblas.
CLAVES para la VIDA
- Es verdad: a Jesús se le puede buscar
con motivaciones pobres, de forma superficial. El pasaje evangélico desenmascara esta situación: es Jesús mismo quien lo
denuncia ante aquellas personas que quieren de él algo mágico, una “solución
rápida” (eterna tentación del corazón humano). Y con todo, también se destaca
la pedagogía y la paciencia de Jesús en ese camino de búsqueda hacia la fe
verdadera, hasta que lleguen al encuentro con Él, con su persona y su misión.
- Y es que lo que da identidad a Jesús -a
su vida y a su misión-, es realizar el proyecto del Padre (que lo llamará de
formas diversas). He ahí el núcleo y lo que da sentido a todos sus actos. Por eso, “creer
en aquel que él ha enviado” (se entiende, Dios, el Padre) es la tarea de sus seguidores, porque así se
identificarán también con el proyecto de Dios. Esa búsqueda es la que “sacia”
el hambre del corazón humano.
- La propuesta de Jesús va mucho más allá
de lo puramente externo; afecta al interior, a lo íntimo. Y para Él lo vital y lo fundamental es conocer y vivir
el Proyecto de vida de Dios; ésa es la clave de todo. Y a eso nos invita,
también hoy: a pasar de lo superficial a lo nuclear, a lo que realmente merece
la pena. Este tiempo pascual es un buen momento para decidirme, decidirnos. ¿De
acuerdo, hermano/a?
No hay comentarios:
Publicar un comentario