lunes, 23 de abril de 2012

Alimento que perdura


LUNES, día 23 abril

Hechos de los Apóstoles 6, 8-15
“... En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga... se pusieron a discutir con Esteban, pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Indujeron a unos que asegurasen: Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios... Los miembros del Sanedrín miraron a Esteban, y su rostro les pareció el de un ángel...”
  
CLAVES para la LECTURA
- Entra Esteban en escena. Se le presenta con las mismas características que a los apóstoles: Lleno de gracia y de poder, hacía grandes signos y prodigios. Las palabras de Esteban están unidas a la “sabiduría” y al “Espíritu”: Esteban, como los apóstoles, está completamente inmerso en el plan de Dios, lo conoce, recibe la fuerza del Espíritu para atestiguarlo y anunciarlo. Posee una personalidad humana de gran relieve y de espesor “espiritual”.
- Su predicación provoca de inmediato un conflicto y, paradójicamente, con los judíos más abiertos. Lucas alude a la sinagoga llamada “de los libertos”, es decir, los descendientes de aquellos que, llevados a Roma como esclavos por Pompeyo (63 a. C.), habían sido liberados y se habían instalado en un barrio de la ciudad. En torno a ellos se reunían, probablemente, judíos de diferente procedencia. Pues bien, también para ellos era la predicación de Esteban demasiado radical: Esteban ataca al templo y las tradiciones mosaicas. En consecuencia, las acusaciones que se le dirigen no carecen de fundamento por completo.
- Los ojos que se fijan en él con hostilidad están obligados a vislumbrar en ellos, no obstante, un esplendor particular, el de un ángel que expresa la presencia de Dios, algo semejante al rostro de Moisés cuando bajó, resplandeciente, del Sinaí tras haber encontrado a Dios. Lucas presenta otro rasgo de Esteban: es un testigo escogido por Dios para dar a conocer su voluntad.

CLAVES para la VIDA
- El camino de la primera Comunidad Cristiana fue abriéndose a nuevos “frentes” y así surgen, también, nuevas respuestas. El caso del diácono Esteban es un caso típico. También él, dando testimonio, con la misma valentía y lucidez que Pedro y los demás apóstoles, es uno de los protagonistas de esa historia. También él va a ser acusado de atacar los pilares de la fe judía, la Ley y el Templo; también él, anuncia que la salvación sólo descansa en Cristo resucitado.
- Está claro: el anuncio de Jesús a sus discípulos de que serían llevados a los tribunales, de que serían perseguidos, se hace realidad ya, y de forma “pura y dura”. Los discípulos van a continuar el mismo camino que sufrió el Maestro; también ellos son rechazados, especialmente por las autoridades “oficiales” de su pueblo, e incluso por personas del propio grupo y comunidad, los “libertos”.
- En esa historia de la primera comunidad, se nos están ofreciendo modelos a seguir a los creyentes y seguidores de hoy. El testimonio de vida siempre conlleva dificultades, y más, si ese testimonio es del talante del Maestro y del Señor Jesús. La figura de Esteban es un buen “toque” para nosotros, hoy y aquí. Sin dramatismos, pero es necesario preguntarnos: ¿cómo es mi testimonio de vida?

 Evangelio: Juan 6, 22-29
“... Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago... Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron: Maestro ¿cuándo has venido aquí? Jesús les contestó: Os lo aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que perdura, el que os dará el Hijo del Hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre Dios... La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado...”
  
CLAVES para la LECTURA
- Tras la multiplicación de los panes, alude el evangelista a la búsqueda de Jesús por parte de la muchedumbre. Lo encuentran en Cafarnaún y le dirigen al Maestro una pregunta sólo para satisfacer su propia curiosidad: Maestro, ¿cuándo has llegado aquí? (v. 25). Jesús no responde a la pregunta, sino que revela más bien a la muchedumbre las verdaderas intenciones que la han impulsado a buscarlo, y con ello desenmascara la mentalidad demasiado material de las personas (v. 26). En realidad, toda esa gente sigue a Jesús por el pan material, sin comprender el signo realizado por el Profeta. Buscan más las ventajas materiales y pasajeras que las ocasiones de responder y de amar.
- Ante esta ceguera espiritual, Jesús proclama la diferencia entre el pan material y corruptible y el permanente, el que da la vida eterna (v. 27). Jesús invita a la gente a superar el estrecho horizonte en el que vive y a pasar al de la fe y al del Espíritu, al que sólo su persona (la de Jesús) les puede introducir. Él posee el sello de Dios, que es el Espíritu y el dinamismo divino del amor.
- Los interlocutores de Jesús le preguntan ahora: ¿Qué debemos hacer para actuar como Dios quiere? (v. 28). Una nueva equivocación. La muchedumbre piensa que Dios exige la observación de nuevos preceptos y de otras obras. Pero lo que Jesús exige de ellos es una sola cosa: la adhesión al plan de Dios, a saber: Que creáis en aquel que él ha enviado (v. 29). Sólo tienen que cumplir una sola cosa: dejarse implicar por Dios y adherirse con la fe a la persona de Jesús. Es la apertura a la fe lo que ofrece un pan inagotable y lo que da la vida para siempre al hombre que acepta ser liberado de las tinieblas.

CLAVES para la VIDA
- Es verdad: a Jesús se le puede buscar con motivaciones pobres, de forma superficial. El pasaje evangélico desenmascara esta situación: es Jesús mismo quien lo denuncia ante aquellas personas que quieren de él algo mágico, una “solución rápida” (eterna tentación del corazón humano). Y con todo, también se destaca la pedagogía y la paciencia de Jesús en ese camino de búsqueda hacia la fe verdadera, hasta que lleguen al encuentro con Él, con su persona y su misión.
- Y es que lo que da identidad a Jesús -a su vida y a su misión-, es realizar el proyecto del Padre (que lo llamará de formas diversas). He ahí el núcleo y lo que da sentido a todos sus actos. Por eso, creer en aquel que él ha enviado (se entiende, Dios, el Padre) es la tarea de sus seguidores, porque así se identificarán también con el proyecto de Dios. Esa búsqueda es la que “sacia” el hambre del corazón humano.
- La propuesta de Jesús va mucho más allá de lo puramente externo; afecta al interior, a lo íntimo. Y para Él lo vital y lo fundamental es conocer y vivir el Proyecto de vida de Dios; ésa es la clave de todo. Y a eso nos invita, también hoy: a pasar de lo superficial a lo nuclear, a lo que realmente merece la pena. Este tiempo pascual es un buen momento para decidirme, decidirnos. ¿De acuerdo, hermano/a?

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