DOMINGO, día 5 de Enero
Eclesiástico
24, 1-2. 8-12
“... La sabiduría hace su propio
elogio, se gloría en medio de su pueblo. Abre la boca en la asamblea del
Altísimo y se gloría delante de sus Potestades... Entonces el Creador del
Universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: habita en Jacob, sea
Israel tu heredad...”
CLAVES para la LECTURA
- El texto del Eclesiástico es una de las muestras más bellas de la
literatura sapiencial y narra un gran elogio a la Sabiduría divina, fuente viva
que renueva toda cosa en la vida que Dios comparte con los hombres. La
sabiduría en persona canta sus propias alabanzas en la presencia del Dios
altísimo.
- Se presenta unida a Dios, pero, al mismo tiempo, distinta de él. Se
identifica como persona con la Palabra de Dios (con la Torá) y como símbolo con
la niebla que cubre la tierra, seme-jante al Espíritu de Dios que se cernía
sobre el caos primordial de la creación (vv. 2-3; Gn 1, 2). Preexistía junto a
Dios, teniendo su morada junto a su trono, y es eterna (vv. 4-9). Recorrió el
mundo y recibió la orden de establecerse en Israel: «Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel» (v. 8),
ejerce su ministerio en Sión, tomando a Jerusalén, la ciudad santa, por morada,
y haciendo de Israel un pueblo glorioso, porción del Señor, su heredad (vv.
10-11).
- En el Nuevo Testamento tal sabiduría es Jesús. El evangelista Juan,
cuando nos habla del “Verbo”, tiene como trasfondo este texto y lo utiliza
refiriéndose a la teología de la Palabra y de la Sabiduría, en el sentido de
fuerza que crea, revelación que ilumina, persona que vivifica. Juan, además, lo
aplica a Cristo en su relación con el Padre (Prov 8; Sab 6-9). Jesús, en
efecto, es la Palabra última y definitiva de Dios, la auténtica Sabiduría hecha
visible, la persona enviada por Dios como Hijo unigénito del Padre.
CLAVES para la VIDA
- El autor sagrado recoge, en este bello fragmento, cuanto la reflexión y
la espiritualidad ha vivido y experimentado, a través de los tiempos, del don
de la Sabiduría divina, presente en medio de su pueblo, y que ha iluminado y
guiado su caminar. Sabiduría que tiene su origen y su fuente en Dios mismo,
porque junto a Él ha surgido y crecido. Dios, pues, ha estado presente en la
vida de los hombres a través de los tiempos por medio de su sabiduría.
- Y es que -y ésta es la gran lección-, Dios ha estado SIEMPRE cerca de
los hombres, sea con su Espíritu, con su Palabra, sea en los acontecimientos
liberadores... Dios ha estado con su pueblo: ha sellado una Alianza de amor y
de fidelidad y la ha mantenido, a pesar de los abandonos por parte del pueblo.
Y es que Israel es el pueblo escogido, es heredad del mismo Dios, que ha puesto
su mirada y su amor en la insignificancia de este pueblo, convirtiéndolo en un
pueblo glorioso y por medio del cual Dios se hace presente en medio de la
humanidad y de su historia.
- Toda esa vivencia ha culminado en la persona de Jesús de Nazaret, la
PRESENCIA DEFI-NITIVA de Dios en medio de los hombres. De este Jesús, de su
don, participo y disfruto, hoy y aquí, y Él ilumina, de forma plena y total, el
camino a recorrer hasta el encuentro con el Dios Creador y Padre. Estos días de
Navidad lo estamos “contemplando” de forma especial y significativa.
“Contemplación” y “adoración” son las actitudes adecuadas que llevan a la
ACOGIDA incondicional de su don. Aquí me (nos) encuentro. ¿Qué tal va,
hermano/a, esta experiencia contemplativa y de acogida en estos días tan
singulares? ¡Buen ánimo!
Efesios 1, 3-6. 15-18
“... Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda
clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de
Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante
él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura
iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan
generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya...”
CLAVES para la LECTURA
- Esta lectura consta de dos partes distintas. La primera (vv. 3-6)
contiene los primeros versículos del himno cristológico: el tema hace
referencia a la historia de la salvación, cuyos protagonistas son el Padre,
Cristo y el Espíritu, y cuya ley es el amor gratuito de Dios.
- El Padre es la fuente, el iniciador y el término de toda cosa. El
Espíritu Santo es la garantía y la prenda de la heredad ofrecida al hombre. El
Hijo, único mediador de la obra divina, es el que todo lo cumple y lleva a cabo
con la entrega de sí hasta el don de la vida. El Padre, pues, que tiene la
iniciativa de regalar la salvación, fruto de su obra, se sirve de «su Hijo querido» (v. 6) para actuarla.
Así, la actividad de las tres personas divinas aspira a llevar la salvación al
hombre, que está en el centro del designio de Dios, aunque el objetivo último
de la historia de la salvación no sea el hombre, sino la gloria misma de Dios.
- Es para alegrarse y para permanecer sin aliento ante este designio que
ocupaba en la mente de Dios un puesto anterior a la creación misma: estamos
insertos en el amor que Dios siente por su Hijo querido. También nosotros
estamos en el circuito trinitario de un amor desbor-dante y sin fin, envueltos
por el abrazo de Dios. Y todo esto a través de la Iglesia en la que «en Cristo» llegamos a ser hijos
adoptivos de Dios (Rom 9, 4; Gal 3, 1-7). Todo es don gratuito emanado del
corazón de Dios que ama a la humanidad apasionadamente.
- La segunda parte (vv. 15-18) refleja los sentimientos de gratitud de
Pablo hacia Dios por sus hermanos en la fe, sobre quienes invoca la sabiduría
divina y los dones de la santidad plena y del amor verdadero.
CLAVES para la VIDA
- ¡Toda una confesión de fe la que nos ofrece el himno del apóstol! Y si
algo destaca es el proyecto salvador, desde siempre y para siempre, de este
Dios que ama apasionadamente a la humanidad. Éste es su proyecto y lo lleva a
cabo por los medios más inverosímiles; no renuncia nunca a ese proyecto, a
pesar de los rechazos por parte del ser humano, cuando Él ha cuidado con mimo
ese amor. Si algo destaca en toda esta historia de salvación es la GRATUIDAD
por parte de Dios; por eso, la INICIATIVA siempre es de Él.
- Pero el culmen de toda esa historia se alcanza en CRISTO JESÚS, en
quien “nos ha bendecido... con toda clase
de bendiciones” (v. 3); el corazón de Dios ha sido un derroche, primero
dándonos a su “Hijo querido” y, luego, haciendo realidad, por medio de Él, algo
impensable: la vida en plenitud y el ser hijos adoptivos con todos los derechos
y con todo lo que supone y significa. Hasta ahí ha llegado el amor de este Dios
“por pura iniciativa suya...” y sin
que medie ningún mérito por parte del hombre que posibilitara tal derroche. Y
todo ello redunda en alabanza suya; esto es, hace feliz a Dios, le glorifica.
- ¡Hermosa, muy hermosa esta declaración y estas convicciones que nos ha
ofrecido el apóstol! Realmente, impresiona el proceder de Dios, hasta dónde es
capaz de llegar para realizar plenamente su iniciativa de amor. Y... ¡yo
(nosotros) participando, sin mérito alguno de mi parte, de todo este regalo!
Como para quedarse ofuscado y maravillado, si lo acogiera de forma
incondicional. Sólo desde la “lógica del amor”, más puro y desinteresado, es
posible “entender” todo lo que se me ofrece y se me da. La Navidad es una oportunidad
única para “aproximarme” a este misterio de amor. Hermano/a, es necesario
felicitarnos y... como respuesta, pobre pero también amorosa, ofrecerla a otros
hermanos/as, que no lo saben ni lo conocen. ¡Es nuestro COMPROMISO!
Evangelio: Juan 1, 1-18
“...
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios. La palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de
la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho y por
él todos vinieran a la fe... La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a
todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de
ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios... Y la
Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos visto su
gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de
verdad...”
CLAVES para la LECTURA
- El prólogo de Juan es una síntesis meditativa de todo el misterio de
Navidad, porque el Niño de Belén es la revelación de Dios, la verdad de Dios y
del hombre, y reflexionando sobre este evento nos ponemos en tesitura de
comprender quién es el que ha nacido y quiénes somos nosotros.
- El núcleo del prólogo está en el v 14: «Y la Palabra se hizo carne», que contiene el hecho de la
encarnación y, por tanto, de Navidad: el Hijo de Dios se ha hecho hombre con la
fragilidad e impotencia de toda criatura. Para comprenderlo Juan se remonta al
misterio trinitario y luego vuelve a descender hasta el hombre.
- El inicio, pues, es la afirmación que nos sitúa fuera del tiempo en el
misterio de Dios: «En el principio era la
Palabra» (v. 1a) y nos habla de una existencia sin comienzo ni devenir. Después
en la frase: «La Palabra estaba junto al
Padre» (v. 1b), el evangelista precisa la situación del Logos
(= la Palabra), que existe desde siempre, en parangón con Dios: el Verbo, en su
ser más profundo, está en actitud de escucha y obediencia, completamente vuelto
hacia el Padre.
- Jesús, la Palabra encarnada, hace a Dios visible y cercano al hombre,
siendo su reflejo. Así pues, toda la historia y la realidad humana tienen vida
por la Palabra: «En ella estaba la vida y
la vida era la luz de los hombres» (v. 4), porque en Jesús todo encuentra
consistencia, significado, fin y especialmente la salvación de todo hombre.
Todas estas afirmaciones de Juan son importantes para comprender el papel de
Jesús como revelador y testigo veraz de Dios. Por esto «de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia» (v. 16),
es decir, de su vida filial todos podemos recibir abundantemente.
CLAVES para la VIDA
- Es realmente interesante
iniciar un nuevo camino, como supone un nuevo año, con esta profunda confesión de
nuestra fe, porque este texto evangélico lo es en forma hermosa y poética. Y es
que la Navidad es luz y gracia para quienes como don, puro don, hemos aceptado
y acogido este inmenso regalo de Dios, que es su Hijo encarnado, hecho cercano
y caminando en mi propia historia.
- La gran oferta que siento y
descubro en el “discípulo amado” y en esta profesión de cuanto él mismo ha
descubierto y experimentado, es que toda la historia y el camino entero queda
iluminado por la luz de la PALABRA, del Verbo del Padre. Y que cuantos le
acogen están llamados a vivir y participar de la luz de Dios, y jamás estarán
dominados por la oscuridad.
- Una oportunidad especial para
pararme y contemplar su “tienda” plantada junto a la mía; y Él, con un interés
especial por cuanto me afecta y me “puede”; Él que me ofrece su gloria y la
posibilidad de compartir la condición de ser de la familia misma de Dios. ¡Todo
es nuevo! ¡Todo es ADMIRABLE! Así lo siente el “discípulo amado”, así me lo
ofrece, para que también yo lo pueda seguir ofreciendo. ¡Feliz caminar,
hermano/a!