viernes, 27 de abril de 2012

Levantate


SÁBADO, día 28

Hechos de los Apóstoles 9, 31-42
“... Pedro recorría el país. Encontró un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla. Pedro le dijo: Eneas, Jesucristo te da la salud: levántate. Se levantó inmediatamente... Al llegar a Jafa, lo llevaron a la sala de arriba... Pedro mandó salir fuera a todos. Se arrodilló, se puso a rezar y dirigiéndose a la muerta dijo: Tabita, levántate. Ella abrió los ojos y al ver a Pedro se incorporó. Él la cogió de la mano, la levantó y llamando a los fieles, se la presentó viva...”

CLAVES para la LECTURA
- El fragmento empieza con una consideración sintética de la situación interna de la Iglesia. La comunidad cristiana “gozaba de paz”, se mantenía en el santo temor de Dios y se extendía con el impulso del Espíritu Santo. Saulo ha sido llevado a Tarso, probablemente porque su presencia -discutida- creaba problemas a causa de su temperamento combativo, semejante al de Esteban.
- A continuación, se presenta a Pedro no tanto como evangelizador, sino como jefe religioso que -durante sus visitas pastorales- sostiene, ayuda y anima a los discípulos: visita algunas comunidades ya evangelizadas (probablemente por Felipe) y, a su paso, se reproduce el clima primaveral, sorprendente, milagroso, del paso de Jesús.
- Pedro contribuye con dos prodigios a la difusión del Evangelio. El apóstol se ha convertido ahora en el pastor taumaturgo que representa en la joven Iglesia no sólo la Palabra, sino el poder de curación de Jesús. Lucas no pierde la ocasión de recordar que Jesús vive y continúa obrando en la Iglesia apostólica como cuando estaba vivo en medio de los suyos.

CLAVES para la VIDA
- ¡Hermosa página de la historia de la primera Comunidad! Ahora, en una época de paz, se nos ofrece esa imagen donde la fuerza curativa de Jesús se ha comunicado a su Iglesia, concretamente a Pedro. Jesús, su Espíritu y la comunidad misma, con sus ministros, son los protagonistas de esta historia que Lucas describe en tono profundamente optimista: la comunidad se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo (v. 31): toda una síntesis para nuestra fe creyente.
- La joven Iglesia, en este caso por medio de Pedro, sigue obrando los mismos signos de Jesús. Así, la palabra (el anuncio) va avalada por las acciones de vida que se siguen produciendo. Y es que, según Lucas, es el mismo Jesús el que vive y continúa obrando en medio de los suyos como cuando estaba entre ellos; es su nueva presencia, tan real y efectiva como la primera.
- Aquí nos encontramos NOSOTROS, seguidores de Jesús, con su causa en nuestras manos y con tarea pendiente. Sanar y dar vida es el objetivo final; anunciar y hacer realidad su Buena Noticia es el quehacer y el empeño de su comunidad, hoy y aquí. Pero sólo cuando estemos llenos de su Espíritu y de su fuerza, la podremos ofrecer y transmitir a los demás. Es fruto de la Pascua LLENARNOS de Él, para así poderlo ANUNCIAR vivamente. ¿Lo intentamos, hermano/a?
  
Evangelio: Juan 6, 60-69
“... Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen... Y dijo: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede... Entonces Jesús les dijo a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes Palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios...”

CLAVES para la LECTURA
- Tras la extensa revelación de Jesús sobre el pan de vida en la sinagoga de Cafarnaún, sus discípulos le comunican su malestar por las afirmaciones que resultan difíciles de aceptar desde el punto de vista humano. Frente al escándalo y la murmuración de los discípulos, Jesús precisa que no se debe creer en él sólo después de la visión de una subida de él al cielo, como en Elías y Henoc, porque eso significaría la no aceptación de su origen divino. Es algo que no tendría sentido, dado que él, el “Preexistente”, viene precisamente del cielo (Jn 3, 13-15).
- La incredulidad de los discípulos con respecto a Jesús, sin embargo, se pone de manifiesto por el hecho de que el Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida (v. 63). Juan afirma que tan real como la carne de Jesús es la verdad eucarística. Ambas son un don con el mismo efecto: dar la vida al hombre. Con todo, muchos discípulos no quisieron creer y no dieron un paso adelante hacia una confianza en el Espíritu, con lo que no consiguieron liberarse de la esclavitud de la carne.
- A Jesús no le coge por sorpresa esta actitud de abandono por parte de los que le siguen. Conoce a cada hombre y sus opciones secretas. Adherirse a su persona y a su mensaje en la fe es un don que nadie puede darse a sí mismo. Sólo el Padre lo da. El hombre, que tiene en sus manos su propio destino, es siempre libre de rechazar el don de Dios y la comunión de vida con Jesús. Sólo quien ha nacido y ha sido vivificado por el Espíritu, y no obra según la carne, comprende la revelación de Jesús y es introducido en la vida de Dios. A través de la fe es como el discípulo debe acoger al Espíritu y al mismo Jesús, pan eucarístico, sacramento que comunica el Espíritu y transforma la carne.

CLAVES para la VIDA
- Toda esta reflexión-catequesis termina con una serie de reacciones ante la propuesta de Jesús. Para algunos es “duro”, imposible de admitir; no se sabe qué les escandaliza más, el que Jesús, -en definitiva, para ellos, un obrero del pueblo de al lado, aunque haya mostrado ser buen predicador y haga milagros-, afirme con decisión que él es el enviado de Dios y que hay que creer en él para tener vida; o bien que hay que comer su carne y beber su sangre, en clara alusión a la Eucaristía y que ellos no entienden. De hecho, constata el evangelista que desde entonces muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él (v. 66).
- Y es que aceptar a Jesús y admitirlo en la propia vida, con todo lo que comporta, no es fácil. Acoge, da vida y consuelo, pero su estilo también supone exigencia que, -en más de una ocasión-, entrará en conflicto y contradicción con los gustos que llegan desde el entorno. Y es que adherirse a su persona y a sus propuestas es un DON que viene del mismo Padre, si bien, el hombre puede rechazar ese don y la comunión de vida con Jesús, o aceptarlo y ser vivificado por su espíritu.
- En este tiempo Pascual, aquí nos encontramos sus seguidores, invitados a creer en Él, a acogerle, a adherirnos a su visión de Dios, de la vida, de la historia, de los acontecimientos. Esto es “entrar en comunión” con Él, expresado en la Eucaristía y celebrado. ¿Cómo va mi CAMINO Pascual? ¿Qué pasos he dado y asumido?

jueves, 26 de abril de 2012

Saulo, Saulo


VIERNES, día 27
Hechos de los Apóstoles 9, 1-20
“... Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor... En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, un relámpago lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Preguntó él: ¿Quién eres, Señor? Respondió la voz: Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que tienes que hacer... Se levantó y lo bautizaron. Comió y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas afirmando que Jesús es el Hijo de Dios...”
CLAVES para la LECTURA
- Para Saulo era una secta la que se estaba difundiendo peligrosamente más allá de los confines de Judea y Samaría, hasta Siria. Saulo quiere extirpar la herejía que está cosechando tanto éxito y obtiene para ello un mandato especial. Sin embargo, en el camino hacia Damasco, le envolvió un resplandor que lo cegó, y oyó una voz que le preguntaba. Estamos ante un relato típico de vocación, con la aparición de un fenómeno extraordinario y una voz que interpela. La voz aquí es nada menos que la del perseguido. Saulo se queda ciego y permanece en ayunas durante tres días, es decir, debe morir a su ceguera interior para resurgir a la nueva comprensión de la realidad.
- Al reacio Ananías, un discípulo que no debemos confundir con el desdichado protagonista de Hch 5, le ha sido revelado el “misterio” de Saulo, el alcance único de su misión universal, su futuro de misionero discutido, controvertido y perseguido. El destino de Saulo está ligado ahora al “nombre” de Jesús, nombre que deberá llevar y atestiguar ante los paganos y ante sus gobernantes, así como ante los hijos de Israel.
- No se podía expresar mejor el contenido de la misión y de la “pasión” de Saulo. Pasan sólo algunos días y vemos ya a Saulo manifestando su carácter de una pieza, pasando a la acción más sorprendente que quepa imaginar: proclamar Hijo de Dios al Jesús que, pocos días antes, le llenaba de indignación y rabia, hasta el punto de perseguir a sus seguidores.
CLAVES para la VIDA
- La conversión de Pablo debió de ser un acontecimiento importante para la primitiva comunidad, porque Lucas la menta nada menos que tres veces en el libro de los Hechos (capítulos 9, 22 y 26), y el mismo Pablo hace varias alusiones en sus cartas. En este relato de hoy, no es fácil destacar qué es lo más llamativo: si el plan sorprendente de Dios, la respuesta de Pablo o la actitud acogedora de la Comunidad de Damasco, a pesar de las reticencias que hubiere, porque lo lógico es que se dieran reticencias en torno a este personaje.
- En este acontecimiento, la iniciativa es de Cristo Jesús. Con ello, nos sorprende a todos, porque no es fácil imaginarse que llamara para apóstol a uno como Pablo, perseguidor de la comunidad. Por eso, llama la atención y se explican las reticencias de Ananías y de la comunidad de Damasco, si bien se superan. Y... cómo no: impresiona la respuesta decidida de Pablo, transformado de arriba abajo por el encuentro con el Resucitado; desde ahora se dedicará a la NUEVA CAUSA, a pesar de todas las dificultades.
- Mirar y contemplar a Pablo SIEMPRE impresiona y es muy sugerente: descubrir su capacidad de acogida del nuevo proyecto que se le presenta; su capacidad de entrega y de generosidad en el anuncio, a pesar de las enormes dificultades; su enamoramiento de Jesús y de su causa... ¡Muy sugerente su figura para este tiempo Pascual! ¿Te animas, hermano/a?

Evangelio: Juan 6, 52-59
“... El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él...”

CLAVES para la LECTURA
- Este fragmento, que sirve de conclusión al “Discurso del pan de vida”, va unido a lo que el evangelista nos ha dicho antes. Sin embargo, el mensaje se vuelve aquí más profundo y se hace más sacrificial y eucarístico. Se trata de hacer sitio a la persona de Jesús en su dimensión eucarística. Él es el pan de vida, no sólo por lo que hace, sino especialmente en el sacramento de la Eucaristía, lugar de unión del creyente con Cristo. Jesús-Pan se identifica con su humanidad, la misma que será sacrificada en la cruz para la salvación de los hombres. Jesús es el pan -como Palabra de Dios y como víctima sacrificial- que se hace don por amor al hombre. La ulterior murmuración de los judíos: ¿Cómo puede éste darnos de comer su carne? (v. 52), denuncia la mentalidad incrédula de los que no se dejan regenerar por el Espíritu y no tienen intención de adherirse a Jesús.
- Éste insiste con vigor, exhortando a consumir el pan eucarístico para participar de su vida: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros (v. 53). Más aún, anuncia los frutos extraordinarios que recibirán los que participen en el banquete eucarístico: el que permanece en Cristo y toma parte en su misterio pascual permanece en él con una unión íntima y duradera. El discípulo de Jesús recibe como don la vida en Cristo, una vida que supera toda expectativa humana porque es resurrección e inmortalidad (vv. 39. 54. 58).
- Ésta es la enseñanza profunda y autorizada de Jesús en Cafarnaún, cuyas características esenciales versan, más que sobre el sacramento en sí, sobre la revelación gradual de todo el misterio de la persona y de la vida de Jesús.

CLAVES para la VIDA
- Este final del “Discurso del Pan de Vida” en Cafarnaún, toma claramente un tono “eucarístico”, esto es, de comer y beber la carne y sangre de Jesús que va a entregar su vida para reconciliar al mundo: en la Eucaristía, se celebrará ese memorial de la cruz. Y el fruto del comer y del beber es el mismo que el de creer en Él: participar de su vida: el que come de este pan vivirá para siempre (v. 58). Es la culminación del discurso.
- Pero, además, se nos ofrecen dos versículos que describen de modo admirable las consecuencias que la Eucaristía va a tener en nosotros, según el pensamiento de Cristo Jesús: el que come mi carne y bebe mi sangre permanece (habita) en mí y yo en él (v. 56): la intercomunicación entre el Resucitado y sus fieles en la Eucaristía. Y, además, añade una comparación impresionante: el Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí (v. 57). La unión de Cristo con su Padre es misteriosa, vital y profunda; pues así quiere que sea la de los que reciben y le comen vivirá por mí; más tarde hablará de los sarmientos que permanecen unidos a la vid.
- Toda esta reflexión-catequesis lleva a proponernos una relación única, personal y vital con el Señor Jesús. La Eucaristía: un camino para expresar y vivir esta nueva relación. Ahí radica la VIDA del creyente y seguidor de este Maestro. ¡Cuán lejos están de esta propuesta esas celebraciones “enfermizas” de cumplimiento o algo parecido! ¿Cómo es mi relación con este Señor Jesús? ¿MARCA mi vida y la define?

miércoles, 25 de abril de 2012

Pan vivo


JUEVES, día 26
 Hechos de los Apóstoles 8, 26-40

“... El ángel del Señor le dijo a Felipe: Ponte en camino hacia el sur... Se puso en camino y de pronto vio venir a un etíope; era un eunuco... sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías... Felipe se acercó, le oyó leer al profeta Isaías, y le preguntó: ¿Entiendes lo que estás leyendo? Contestó: ¿Y cómo voy a entenderlo, si nadie me guía? Invitó a Felipe a subir y a sentarse con él... ¿Qué dificultad hay en que me bautice? Felipe le contestó: Si crees de todo corazón, se puede. Respondió el eunuco: Creo que Jesús es el Hijo de Dios...”
  
CLAVES para la LECTURA
 - Lucas prosigue su esmerada presentación de la difusión del Evangelio a grupos cada vez más alejados del judaísmo oficial. Tras los samaritanos nos encontramos con un representante de la diáspora, probablemente alguien que no era judío desde el punto de vista étnico y que, sin embargo, formaba parte de la comunidad judía en calidad de “prosélito”. Se trata de un etíope; por consiguiente, viene de lejos y llevará lejos el Evangelio. Es un eunuco, alguien que, para el Deuteronomio, no puede ser admitido en la comunidad del Señor, aunque para Isaías ya no será excluido. Es un personaje influyente y rico, puesto que dispone de medios para realizar un largo viaje con todo su equipamiento y cuenta con la posibilidad de disponer de un costoso rollo manuscrito de la Biblia.

- Dios, a través de su ángel, le envía a este personaje a Felipe, y por medio del Espíritu le guía hacia la obra que debe llevar a cabo. La ocasión se la brinda la Sagrada Escritura, mientras que la mediación es apostólica. A partir de la profecía de Isaías sobre el Siervo de Yahvé lleva a cabo Felipe su misión salvífica de predicador del Evangelio, abriendo los ojos a la inteligencia plena de la Escritura.

- El eunuco plantea con claridad la gran pregunta de siempre desde los orígenes: Te ruego que me digas de quién dice esto el profeta, ¿de sí mismo o de algún otro?. Con la mediación eclesial y la gracia de Dios es posible disipar la duda de quien, pensativa aunque sinceramente, va buscando la verdad. Al don de la fe le sigue el bautismo, y de ambos brota la salvación.
  
CLAVES para la VIDA
 - Muy probablemente nos encontramos ante una catequesis de iniciación cristiana: el anuncio de Jesús, la fe, la celebración sacramental y la vida cristiana; esto es, evangelización, conversión, Sacramento, vida. Ahí está descrito el proceso, que en este caso lo lleva a cabo el diácono Felipe: partiendo de un texto del Antiguo Testamento en torno al Siervo de Jahvé, le da a conocer a Jesús como el Mesías, el Siervo y Salvador. El eunuco recibe el bautismo y sigue su camino.

- Sin duda, es una buena muestra del proceso evangelizador que se llevaba a cabo y que, también hoy, puede tener validez: desde una simple curiosidad (en el personaje del relato), ayudarle a que se encuentre en plenitud con Cristo Jesús y a que le acepte en su vida. Eso es lo que hace que cambie profundamente todo en él, y continuó alegre su camino (v. 39): ésa es la consecuencia.

- Este relato de la primera comunidad cristiana nos interroga sobre el talante evangelizador, hoy, desde mi vida, desde mi estilo, desde mis actitudes. ¿Cómo ayudar a las personas a ese “encuentro” con el Señor Jesús, aunque el punto de partida sea simplemente una “curiosidad”? O... ¿simplemente vivo “a la defensiva”, encerrado en mis “trincheras”?
  
Evangelio: Juan 6, 44-51
 “... Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día... Os lo aseguro: el que cree, tiene vida eterna... Yo soy el pan de la vida... Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para vida del mundo...”
  
CLAVES para la LECTURA
 - Las anteriores revelaciones de Jesús sobre su origen divino -Yo soy el pan de vida (v. 35) y Yo he bajado del cielo (v. 38)- habían provocado el disentimiento y la protesta entre la muchedumbre, que murmura y se vuelve hostil. Resulta demasiado duro superar el obstáculo del origen humano en Cristo y reconocerlo como Dios (v. 42). Jesús evita entonces una inútil discusión con los judíos y les ayuda a reflexionar sobre la dureza de su corazón, enunciando las condiciones necesarias para creer en él.
 - La primera es ser atraídos por el Padre (v. 44), don y manifestación del amor de Dios por la humanidad. Nadie puede ir a Jesús si no es atraído por el Padre. La segunda condición es la docilidad a Dios (v. 45a). Los hombres deben darse cuenta de la acción salvífica de Dios respecto al mundo. La tercera condición es escuchar al Padre (v. 45b). De la enseñanza interior del Padre y de la vida de Jesús es de donde brota la fe obediente del creyente en la Palabra del Padre y del Hijo.

- Escuchar a Jesús significa ser enseñados por el Padre mismo. Con la venida de Jesús queda abierta la salvación a todo el mundo; ahora bien, la condición esencial que se requiere es dejarse atraer por él, escuchando con docilidad la Palabra de vida. Aquí es donde el evangelista precisa la relación entre la fe y la vida eterna, principio que resume toda regla para acceder a Jesús. Sólo el hombre que vive en comunión con Jesús se realiza y se abre a una vida duradera y feliz. Sólo “quien come” de Jesús-pan no muere. Jesús, pan de vida, dará la inmortalidad a quien se alimenta de él, a quien, en la fe, interioriza su Palabra y asimila su vida.
  
CLAVES para la VIDA
 - Este discurso en la sinagoga de Cafarnaún continúa progresando hacia su plenitud: la fe en Jesús es como condición para la vida: os lo aseguro, el que cree tiene vida eterna (v. 47). Pero hoy se le añade un nuevo elemento que tiene una importancia singular: nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no le atrae (v. 44). Por lo tanto, el amor de Dios como don en favor de la humanidad está presente: una vez más se pone de manifiesto cuál es el proyecto de Dios; no entenderlo, es no aceptar la “clave de entrada” al misterio de la salvación.

- La respuesta, por parte del hombre, a ese don de Dios es la docilidad, desde la decisión personal y desde la libertad. De aquí nace el deseo de “escuchar” al Padre como la forma de modelar la propia vida a sus planes y proyectos, que siempre son de vida y, además, en plenitud. Todo esto se nos da en Jesús.

- De nuevo, el desear ser atraídos por él y escuchar con docilidad su palabra, es el camino para alcanzar la comunión plena con Jesús y con ello la felicidad duradera. El que se alimenta de Jesús-pan, tiene vida y la tiene en abundancia. Es la gran propuesta que sigo recibiendo en este tiempo pascual. Desear, escuchar, y así entrar en comunión. ¡No lo olvidemos, por favor!

San Isidoro


MIÉRCOLES, día 26: Fiesta de SAN ISIDORO

1 Corintios 2, 1-10

“... Me presenté a vosotros débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios...”
  
CLAVES para la LECTURA
- Frente a una comunidad que amenaza con profanar la pureza de la fe cristiana con algunos principios de la mentalidad grecopagana, Pablo siente el deber de llamar la atención de todos sobre el acontecimiento central del cristianismo: el misterio pascual de Cristo, el Señor.
- En sustancia, son tres los pensamientos que remacha: «Sólo Jesucristo, y éste crucificado» (v. 2) constituye el acontecimiento histórico que hemos de creer para llegar a la salvación. La mediación histórica que hemos de acoger consiste en la predicación, y ésta se caracteriza por su debilidad humana («Me presenté ante vosotros débil, asustado y temblando de miedo»: v. 3) y no por la prepotente demagogia de ciertos predicadores de otros caminos de salvación. Por último, es la fe, como acogida de la Palabra de la cruz, la que revela el poder del Dios que salva. La vida cristiana no conoce otras características, y el apóstol interviene con todo el peso de su autoridad para reconducir a los cristianos de Corinto al camino recto, aunque esto entrañe fatiga a causa del deber de abandonar determinadas prácticas que son contrarias al carácter específico de la fe en Cristo.
- Estos tres acontecimientos -Cristo crucificado, la predicación apostólica y la fe- mantienen entre sí un orden jerárquico: Pablo es muy consciente de ello, y lo experimentó personalmente en el camino de Damasco el día de su conversión. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, el mensaje de Cristo crucificado llega a los potenciales creyentes por medio de la predicación apostólica, que se concentra y se agota en la proposición del mensaje pascual de Cristo muerto y resucitado. Es precisamente en este momento providencial cuando, según Pablo, se manifiesta y se vuelve eficaz la «demostración del poder del Espíritu» (v. 4), que invade tanto al que evangeliza como a los que son evangelizados.
  
CLAVES para la VIDA
- Una vez más, el gran apóstol Pablo nos “ofusca” con cuanto vive y por el cómo lo vive: aquel Señor Jesús, con quien se ha encontrado de manera tan singular, le ha transformado totalmente; ahora es otra persona. De eso da testimonio, y de forma incansable: la Cruz de Cristo es la única luz capaz de iluminar los caminos de la historia, porque manifiesta la fuerza del amor de Dios.
- Si bien, la predicación del apóstol está condicionada por la propia debilidad: me presenté a vosotros débil... temblando de miedo (v. 3): Pablo sabe de su historia pasada, sabe de sus limitaciones actuales y, además, es consciente de la suma “fragilidad” de su mensaje dentro del mundo cultural griego, poco dado a aceptar a un “salvador” desde la Cruz. Aquí es donde recibe el poder del Espíritu (v. 4) que hace posible el don de la fe y, su consecuencia, el anuncio salvador.
- Pablo siempre es un estímulo, también para los seguidores de hoy en día: su experiencia singular y transformante es una llamada, hoy, para mí, para nosotros. Descubrir la fuerza que contiene la Cruz; dejar que esa fuerza “cure” tus males, y convertirte en anuncio permanente de esa “locura” de Dios... es la Misión que vive el apóstol y nos invita... nuevamente en esta fiesta de un pastor como San Isidoro.

Evangelio: Mateo 5, 13-16
“... Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué salará? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo...”
  
CLAVES para la LECTURA
- Esta perícopa evangélica se puede interpretar como comentario y ejemplificación -en la que el mismo Jesús se compromete- de los nueve aforismos introducidos por el adjetivo sustantivado «bienaventurados» (los llamados macarismos). La primera concretización de la bienaventuranza evangélica es la conciencia que deben tener los discípulos de ser «sal de la tierra» y «luz del mundo». El «vosotros» con el que comienzan los dos períodos interpela precisamente a los discípulos, interlocutores próximos a Jesús y distanciados del anonimato de la muchedumbre.
- El «sermón del monte», a diferencia de otros contextos, es el único sitio en el que Jesús adopta la alegoría para representar la identidad de su discípulo. Y es también el único contexto en el que emplea el vocablo «sal». La imagen de la «luz», en cambio, se repite en la enseñanza de Jesús y en el vocabulario del Nuevo Testamento, señaladamente en la perspectiva cristológica, en la que resultan esenciales al menos un par de citas: la autobiográfica de Jesús «yo soy la luz del mundo» (Jn 8, 12; 12, 35. 46), y aquella otra de la fe eclesial convencida de que «la Palabra era la luz verdadera, que con su venida al mundo ilumina a todo hombre» (Jn 1, 9), o sea, el Verbo de la vida, luz que brilla en las tinieblas.
- Así pues, la alegoría de la sal parece tener una identidad autónoma. Forma parte de la responsabilidad autónoma del discípulo ser sal de la tierra, es decir, transferir al orden de las acciones humanas y evangélicas las características de la sal: dar sabor, conservar, purificar o preservar. Ahora bien, es una responsabilidad autónoma con riesgo: la sal puede perder su propia cualidad (si seguimos el aviso de Jesús, en verdad un tanto forzado, puesto que, de por sí, la composición química de la sal permanece íntegra si no es manipulada) y, al perder también su propia utilidad, se vuelve inservible. La alegoría de la luz infunde en el discípulo la seguridad de ser reflejo de una luz que no se extingue ni traiciona la propia naturaleza luminosa y la finalidad del iluminar: el discípulo es reflejo de la luz verdadera que es Cristo.
- Salar e iluminar son un servicio que Jesús confía a los discípulos. Esa confianza se transforma en certeza de bienaventuranza para los discípulos: «Bienaventurados vosotros, que sois sal de la tierra y luz del mundo».
  
CLAVES para la VIDA
- Tras la proclamación de las Bienaventuranzas, Jesús empieza a desarrollar el estilo de vida que quiere de sus discípulos. Hoy emplea tres comparaciones para hacerles entender qué papel les toca jugar en medio de la sociedad. SAL que condimenta y da gusto, que evita la corrupción de los alimentos e incluso es símbolo de sabiduría; LUZ, que alumbre el camino, que responde a las preguntas y dudas, que disipe la oscuridad; CIUDAD puesta en lo alto, que guíe a los que andan buscando camino, que ofrezca puntos de referencia para la noche y cobijo para los viajeros.
- Y es que el mismo Jesús se presenta con esas notas y las vive intensamente en nombre del mismo Padre: ilumina el caminar de cuantos se encuentran con él; da sentido a sus vidas, especialmente a quienes parece que no tienen nada, a los marginados y olvidados de la sociedad; él mismo se convierte en punto de referencia imprescindible para cuantos buscan el camino para su vida.
- Aquí nos encontramos nosotros, contemplando cuanto en él se nos ofrece y, también, enviados a ser eso mismo para los demás, para los hermanos. Y es que nuestro mundo está muy necesitado de hombres y mujeres que den “luz” a los demás, “gusto” a la vida, y sean “referencia” que oriente. Y... ¿tú? Y... ¿nosotros? ¿Qué tal te sientes? ¿Qué tal nos encontramos?

martes, 24 de abril de 2012

San Marcos


MIÉRCOLES, día 25:  San Marcos, Evangelista

1 Pedro 5, 5b-14
“... Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Inclinaos, pues, bajo la mano poderosa de Dios... Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe... Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá... Os he escrito esta breve carta por mano de Silvano... Os saluda la comunidad de Babilonia, y también Marcos, mi hijo. Saludaos entre vosotros con el beso del amor fraterno. Paz a todos vosotros, los cristianos...”

CLAVES para la LECTURA

- El apóstol Pedro llama a Marcos en este fragmento «mi hijo» (v. 13): a partir de esta preciosa noticia, la tradición ha considerado que Marcos había recogido en su evangelio la predicación del primero de los apóstoles, cuyas exhortaciones están dirigidas a los que ejercen responsabilidades de guías y maestros en la Iglesia.

- Un auténtico pastor, en primer lugar, debe estar revestido de humildad, consciente de que no posee nada como propio, sino que todo lo ha recibido de Dios. Humildad es verdad: esto vale para todo auténtico creyente y, con mayor razón, para quien está revestido de autoridad. Quien haya sabido vivir en la humildad, recibirá a su tiempo el reconocimiento por parte de ese Dios que «resiste a los soberbios, pero concede su favor a los humildes» (v. 5; Prov 3, 34).

- Además de humildes, los pastores deben ser también sobrios y estar alerta. Se repiten aquí las recomendaciones que Jesús había dirigido a sus discípulos en el discurso escatológico (Mc 13, 1ss). La sobriedad y la vigilancia son buenas hermanas: ambas, juntas, pueden oponer una firme y segura resistencia -la resistencia de la fe- al enemigo número uno: el diablo, representado aquí con el aspecto de un león rugiente y devorador. A los pastores humildes y fieles, sobrios y vigilantes, el apóstol Pedro les dirige la promesa: el Dios que les ha llamado a la vida nueva en Cristo, tras un breve sufrimiento, les confirmará en la gracia y les coronará de gloria (v. 10).
  
CLAVES para la VIDA

- En la fiesta del evangelista Marcos, la Palabra nos propone -a través del apóstol- el vivir con los mismos sentimientos y actitudes de Cristo Jesús, y es que Él se ha convertido en referente, pleno y constante, para todos cuantos se han encontrado con el don de la salvación. Y si es verdad que la reflexión es dirigida a los responsables de la comunidad, su propuesta es válida para cuantos le acogen. “Vivir en humildad” es todo un desafío; pero lo cierto es que el mismo Jesús lo asumió como estilo de vida.

- Y es que... el Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo...” (v. 10): ésta es la clave de todo seguimiento, tanto para los pastores como para el resto de la comunidad. Sólo así, desde esta llamada, que produce una estrecha vinculación con Él, será posible escapar del enemigo, del león rugiente, que constantemente amenaza, intentando separar de Cristo, el Señor. De ahí que el “vivir en humildad” es necesario, y como estilo de vida, para no dejarse engañar. La sobriedad y la vigilancia son las “notas” que ayudan en ese caminar.

- Lo que el apóstol sugería a los pastores y a la comunidad de su tiempo, sigue teniendo plena validez para nosotros, a pesar del tiempo transcurrido. Vivir y experimentar la LLAMADA en Cristo, es la fuente de la nueva vida; sólo desde ahí podré (podremos) vivir como el mismo Señor desea y propone. Porque también hoy, el enemigo (el “león rugiente”) acecha nuestras vidas, aunque presente otras características y se “disfrace” con otros ropajes. De ahí que el “vivir en humildad”, también hoy, es necesario. Y no podemos olvidar nunca... Dios resiste a los soberbios (v. 5b): su opción y preferencia siguen siendo los sencillos y los humildes. ¿Estaré en onda y en sintonía con este Dios?

Evangelio: Marcos 16, 15-20
“... Se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará... A los que crean, les acompañarán estos signos... Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban...”
  
CLAVES para la LECTURA

- En la fiesta de san Marcos, la Iglesia nos propone para nuestra reflexión la última página del evangelio de Marcos, el llamado «final canónico» del segundo evangelio: no es auténtico, en el sentido de que no pertenece al evangelio originario, pero es inspirado, porque ha sido recibido por la Iglesia desde la antigüedad.

- Encontramos, en primer lugar, el mandato misionero: Jesús envía a sus discípulos a llevar el Evangelio a todas las criaturas (vv. 15ss). El misionero del Padre tiene necesidad de otros misioneros; aquel que es la Palabra tiene necesidad de otros portavoces que divulguen su conocimiento; aquel que es el Evangelio hecho persona confía ahora el Evangelio a sus apóstoles: «Id... Proclamad».

- El segundo elemento que encontramos en esta página evangélica describe, también en términos telegráficos, el hecho prodigioso de la ascensión de Jesús al cielo: «Y se sentó a la diestra de Dios» (v. 19). Una vez subido al cielo, Jesús entra en plena posesión de sus poderes de Mesías, Salvador, Dios.

- He aquí, por último, la respuesta de los apóstoles a los mandatos que les ha dado Jesús: «Ellos salieron a predicar por todas partes» (v. 20). Se trata de una reacción no verbal, sino práctica; no abstracta, sino concreta, que se traduce en una decisión tan fuerte que da la vuelta por completo a la vida de los apóstoles e implica a muchas de las personas que les escuchan.
  
CLAVES para la VIDA
- Ha concluido la tarea de Jesús y ahora es el tiempo de su comunidad. De ahí que se le presente a esa su comunidad el mandato de Id al mundo entero...”: es la tarea misionera que formará parte del ser de los seguidores del mismo Señor Jesús. Así como el Padre ha echado mano de Jesús, quien se ha puesto a plena disposición de su proyecto, así Jesús pide a sus amigos que sigan anunciando la Buena Nueva y la ofrezcan a todos los hombres. Es una oferta gratuita y universal.

- Y ellos... salieron a predicar por todas partes (v. 20): así han asumido y comparten con el mismo Señor Jesús la tarea y la misión, quien por cierto los acompaña con esa nueva presencia, no visible pero profundamente real y cercana. Los signos que los acompañan serán la muestra clara y patente de que participan plenamente de la fuerza y el poder del mismo Señor Jesús. No estarán, pues, solos, sino que todos ellos se empeñarán en la causa del Reino, de modo que llegue hasta los confines de la tierra.

- También nosotros participamos de ese mandato misionero, al mismo tiempo que somos fruto del quehacer de aquellos primeros enviados por el mismo Jesús. Pero... ¡todavía queda tarea! Tantos hombres y mujeres no han tenido la suerte de poder gustar, en plenitud, el gozo de la Buena Noticia. El Evangelio no produce en ellos y ellas ningún estímulo especial. De ahí que necesitamos volver a experimentar el envío de Jesús en cada una de nuestras vidas y en cada una de nuestras comunidades. ¿Estaremos, también hoy, dispuestos a aceptar su envío y sentir su nueva presencia como compañera de camino? ¡Ojala!