domingo, 22 de abril de 2012

Paz a vosotros

III DOMINGO de PASCUA, día 22 ABRIL
Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19
“… Pedro dijo a la gente: El Dios de Abrahán, de Jsaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús al que vosotros entregasteis ante Pilato cuando había decidido soltarlo…”
CLAVES para la LECTURA
- Pedro y Juan acaban de curar a un mendigo tullido de nacimiento -y, por eso, excluido del templo- con el poder del «nombre de Jesús»El episodio suscita un gran estupor entre la gente. En esas circunstancias, el primero de los apóstoles toma la palabra y explica con autoridad el significado del acontecimiento.
- En la curación del tullido «el Dios de nuestros antepasados ha manifestado la gloria de su siervo Jesús»El apóstol Pedro, a la luz de las antiguas profecías (v. 18), en particular las del cuarto poema del Siervo de Yahvé (Is 53), ayuda a la muchedumbre a reconocer en Jesús al Mesías no reconocido por su pueblo, rechazado y condenado a una muerte injusta. Cuando se desconoce el designio de Dios, se subvierten también los valores humanos: se indulta a un asesino y se condena a muerte al «Jefe de la vida» (vv. 14-15, al pie de la letra).
- Sin embargo, la muerte no es más fuerte que la vida; no son los hombres quienes conducen la historia, sino Dios, que con su poder ha resucitado de entre los muertos a su Siervo fiel. Los apóstoles -y, en consecuencia, todos los creyentes- son testigos de este hecho y participan de la vida divina que les ha comunicado el Resucitado. Pero nada de esto obedece a un poder que tengan por sí mismos; sólo en nombre de Jesús pueden realizar prodigios y, sobre todo, exhortar con autoridad al arrepentimiento y a la conversión para que sean borrados sus pecados.
CLAVES para la VIDA
- ¡Es curioso lo que ha ocurrido con Pedro, porque ahora resulta que todo lo ve diferente! En este discurso-predicación lo vemos: ahora es capaz de ver toda la historia de la Salvación con una clave acertada; todo culmina en Cristo y en él se constituye la comunidad mesiánica. Ese Cristo a quien Israel ha rechazado (también Pedro y su grupo) y con ello ha asesinado al autor de la vida. Pero ahora Pedro, que ya ha madurado claramente en su fe, ahora sí entiende lo que nunca había entendido: que el Mesías tenía que pasar por la muerte y la cruz; antes no lo había entendido; tampoco Israel. Pero “ahora” ya no es posible escudarse en la “ignorancia”, ya no valen las excusas.
- Ha cambiado totalmente el panorama que nos siguen ofreciendo las primeras comunidades cristianas: desde el acontecimiento de la Resurrección de Jesús, la visión de todo es completamente diferente y es que Cristo Jesús se ha convertido en el Salvador de todos y, por lo tanto, es necesario convertirnos a él, acogerle y aceptarle como el que ilumina nuestra vida.
- También hoy, para ti, para mí, la oferta es la misma: en Cristo Resucitado alcanzamos la plenitud. Hacer de este acontecimiento el núcleo y la razón de ser de nuestra vida, es el objetivo de la Pascua. Mensaje reiterativo, testimonios directos de quienes así lo han experimentado es lo que se nos sigue ofreciendo como invitación sugerente. ¿Nos animaremos, tú y yo, hermano/a?
1 Juan 2, 1-5
“… Os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo el Justo. Él es víctima de propiciación… por los pecados del mundo entero…”

CLAVES para la LECTURA
- Tras haber expresado, con el simbolismo de la luz y de las tinieblas, el contraste entre la justicia de Dios y de Cristo (1, 5. 9; 2, 1), por una parte, y el pecado del hombre, por otra, Juan invita a los creyentes a considerar con detenimiento, la orientación que deben dar a su propia vida. El apóstol, que ha visto con sus ojos y tocado con sus manos al Verbo de la vida, nos escribe a nosotros (2, 1) con autoridad. Sus palabras son una exhortación a evitar el pecado y a reconocer la justicia divina, que es, ante todo, amor y misericordia.
- Si es verdad, en efecto, que no hay nadie que no tenga culpa -verdad enunciada ya en el Antiguo Testamento (Prov 20, 9; 28, 13; Eclo 7, 20)-, también lo es -y en esto consiste la Buena Noticia del Nuevo Testamento- que Dios, fiel y justo, nos ofrece el perdón y la purificación por medio de la sangre de su Hijo (1, 7. 3).
- El hombre, herido por el pecado, es «justificado» por medio del sacrificio de Jesucristo, el cual permanece para siempre como nuestro intercesor junto al Padre. En él se ha abierto de nuevo el camino del retorno a Dios y de la plena comunión con él. Ahora bien, no podemos hacernos la ilusión de amar a Dios -conocer en el lenguaje bíblico equivale precisamente a amar- si no guardamos sus mandamientos y no cumplimos su voluntad en las situaciones concretas de la vida. Humildad y obediencia son, por consiguiente, dos rasgos que deben caracterizar al cristiano. Ambas le hacen capaz de dar acogida al «amor perfecto» -o sea, al mismo Espíritu Santo-, que lo configura con Cristo, en total oblación y gratuidad (vv. 3-5).
CLAVES para la VIDA
- El apóstol sigue ofreciendo su síntesis, aquello que ha descubierto y experimentado: quien se ha unido a Cristo por el bautismo, lógicamente no puede/debe pecar, sino que debe vivir una nueva vida. Con todo, no detalla los pecados, porque para el autor no es lo más importante, ni la última palabra; la última palabra es el perdón que nos trae Jesús. Aceptar o rechazar a ese Jesús es la clave de la vida.
- Por eso, los “mandamientos de Dios” no son una especie de capricho divino, sino aquello que nos ayuda a vivir en la verdad, a ser lo que somos: personas e hijos de Dios. De ahí que “cumplir los mandatos” es tener un estilo de vida basado en la verdad de lo que somos, siguiendo el estilo de ser y de vivir del mismo Señor Jesús, en quien todo se hace nuevo para sus seguidores. En esto conocemos que estamos con él (v. 5a): así alcanza su seguidor la plenitud del ser.
- Como tantas veces, el apóstol sigue invitándonos a todos los seguidores a hacer de Jesús y de su estilo de ser y de vivir la clave de la vida y del comportamiento. Y esto, dentro del clima pascual, es de una fuerza enorme, porque es en la entrega total y en el servicio más humilde donde Él realiza y vive en plenitud su condición de Hijo, abierto y disponible a los proyectos del Padre, a los proyectos de salvación. Es ahí donde se autentifica también el seguidor del Maestro. ¿Dónde te encuentras tú, hermano/a? ¿Vamos haciendo nuestros SU estilo y SUS planteamientos? ¡Ojala sea así!
Evangelio: Lucas 24, 35-48
“... Contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino... Se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver a un fantasma. Él les dijo: ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona... ¿Tenéis ahí algo que comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos...”
CLAVES para la LECTURA
- El tema del fragmento evangélico, que completa el relato de la aparición a los dos discípulos de Emaús, subraya las pruebas sobre la realidad de la resurrección de Jesús. También la primera comunidad cristiana pasó por dificultades para penetrar en el misterio del Señor resucitado, y las superó empleando una doble prueba. La prueba real y material del contacto físico de los discípulos con Jesús, poniendo de relieve la corporalidad del Cristo pascual: Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos (v. 39), así como la iniciativa del Señor de comer algo ante los suyos: ¿Tenéis algo de comer? (v. 41). La otra prueba es la espiritual, basada en la comprensión de la Palabra en las Escrituras: Estaba escrito (vv. 46s).
- Lucas precisa que la historia de Israel adquiere su sentido y se comprende sólo si culmina en el acontecimiento histórico de Jesús de Nazaret muerto y resucitado. Y, por otra parte, nos enseña que sólo cuando los hombres se abren a la conversión y experimentan el perdón de Dios pueden comprender del todo el triunfo de la pascua del Señor.
- La salvación está abierta a todos, y la Iglesia tiene la tarea de anunciar la realidad física de la pascua del Señor y su valor como nuevo inicio de la historia humana, a través de la acogida del perdón de Dios. La resurrección de Jesús es el dato cierto sobre el que se asienta la fe de los creyentes y la historia de los hombres.
CLAVES para la VIDA
- Los discípulos de Emaús van contando su experiencia de encuentro con el Resucitado y cómo le habían reconocido al partir el pan; lo están narrando al resto del grupo, de la comunidad, y en ese mismo momento se aparece de nuevo Jesús, saludándoles y ofreciéndoles la PAZ. Las dudas y los miedos de antes desaparecen, y Él les abrió el entendimiento (v. 45) y empiezan a entender las Escrituras y cuanto en ellas afirmaban acerca de Él. Y así, poco a poco, el Espíritu de Jesús Resucitado va iluminando las mentes y los corazones de sus amigos y convirtiéndolos -como a Pedro- en testigos audaces de la Buena Nueva.
- Y es que en Jesús la historia adquiere toda su plenitud, queda iluminada; se da un nuevo inicio de la historia humana; la misma muerte queda rota y superada. Éste es el mensaje, repetido incansablemente por los testigos. Testigos que son portadores de la misma PAZ que el Resucitado -como regalo y don suyo- les ofrece, y así, ahora, viven con las mismas claves que ha vivido el Maestro y Señor.
- Hoy, nosotros, estamos llamados a esta misma experiencia. Las Escrituras, la Eucaristía, los hermanos reunidos, la Comunidad, son los medios para ayudarnos en esa tarea. Y todo con el objetivo de abrirnos el entendimiento que nos posibilita un encuentro personal y que transforma. Sólo desde ahí podremos sentirnos ENVIADOS. ¡Buen ánimo!

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