DOMINGO, día
12 de Enero: EL BAUTISMO DE JESÚS
Isaías 42, 1-4. 6-7
“... Así dice el Señor: Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga
el derecho a las naciones... Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he
tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las
naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la
prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas...”
CLAVES
para la LECTURA
-
El primero de los cuatro cánticos del “Siervo doliente” (Is 42, 1-7; 49, 1-6;
50, 4-9a; 52, 13 – 53, 12) es obra de un discípulo del Segundo Isaías, cuya
descripción nos reporta a los tiempos del exilio o inmediatamente después. Se
nos presenta, en efecto, un personaje misterioso, el Ungido del Señor, que por
sus rasgos encarna al pueblo elegido, o bien a algunos personajes históricos de
Israel. El Nuevo Testamento verá en las características de este personaje la
historia y los acontecimientos trágicos de Jesús de Nazaret.
-
Aquí el Siervo es presentado en el acto de cumplir su misión, esto es, de
restaurar la alianza con Dios y de reportar al pueblo del exilio a su patria.
Por esto tal personaje ha sido formado desde el vientre materno, elegido por
Dios y lleno del Espíritu, para llevar a todas las gentes la Palabra y la
novedad de Dios (v. 1). Se presentará con una actitud llena de humildad y de
benevolencia sin apagar ninguna tentativa de bien; tendrá coraje en las pruebas
y en los sufrimientos que no le faltarán, y sus armas serán las de la paz (vv.
2-4). Sus prerrogativas son las de rey, sacerdote y profeta. Como rey está
llamado a proclamar «el derecho con firmeza» y a
establecer la «justicia», es decir, a
realizar la salvación que viene de Dios (v. 6a). Como sacerdote cumplirá su
misión haciéndose «alianza del pueblo», y como
profeta comunicará la voluntad de Dios y será «luz de
las naciones» (v. 6b; Lc 1, 79; 2, 29-32; Jn 8, 12).
-
Su misión, animada por el Espíritu, tendrá ante todo el objetivo de librar de
todo mal al hombre en su ser más íntimo. Los ciegos que viven en las tinieblas,
entonces, recuperarán la vista para reemprender el justo camino hacia la
verdadera vida. Los prisioneros recobrarán su libertad, la de hijos de Dios
redimidos y amados (v. 7).
CLAVES para la VIDA
-
Una vez más, en los anuncios proféticos, se nos ofrece la figura del Siervo,
con un objetivo claro: renovar la Alianza hecha con Israel. Y es que el pueblo
ha abandonado tantas veces a su Dios... Pero Dios se mantiene fiel e, incluso,
quiere renovarla desde la raíz misma. Por eso, la repatriación de los
desterrados será un signo claro de esta voluntad salvífica de Dios, y el
restablecimiento de una religión verdadera será la consecuencia de esta nueva
situación.
- “Yo te he formado... te he tomado de la mano...”,
y es que Dios es quien establece la Misión del Siervo; Dios mismo será quien
sostenga con su misma fuerza y espíritu a éste, su elegido. Porque el objetivo
es realizar en plenitud un proyecto de vida: ofrecer la luz a los que caminan
en las tinieblas; la libertad a los que se encuentran esclavizados por tantas
realidades. Esto es, liberar al hombre desde su misma raíz y hacer nueva la
estrecha amistad entre Dios y la humanidad.
-
Realmente sugerente la visión del profeta con vistas a realizar el plan
salvífico de Dios a favor nuestro, de todos los hombres. Yo (nosotros)
participo plenamente de esta nueva realidad, que alcanza su culmen y plenitud
en Jesús de Nazaret. Soy (somos) invitado(s) a vivir una alianza estrecha con
el Dios de la vida; se me ofrece la luz que ilumina mis ojos “ciegos” en tantos
momentos; se me brinda la inmensa posibilidad de participar de la condición de
los “hijos”, libre de las ataduras y esclavitudes... Todo esto y más sugiere
esta visión profética en esta fiesta del Bautismo de Jesús... ¡Buen ánimo,
hermano/a y ten el coraje de asumir este don y regalo!
Hechos de los Apóstoles 10, 34-38
“... Pedro tomó la palabra y dijo: Está claro que Dios no
hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la
nación que sea. Envió sus palabras a los israelitas anunciando la paz que
traería Jesucristo, Señor de todos... Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por
Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a
los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él...”
CLAVES
para la LECTURA
-
Es la introducción del discurso de Pedro en Cesárea, en casa de Cornelio, que
prepara el bautismo del Centurión, ejemplo del universalismo del Evangelio.
Pedro ha sido enviado por el Espíritu a Cesárea para dar inicio a la conversión
de los paganos, comenzando por el hombre romano, piadoso y temeroso de Dios.
-
La palabra de Pedro es introducida por una idea clara: «Dios no
hace acepción de personas» (v. 34); ante Dios no existen
preferencias de razas ni de posición social: todos son igualmente hijos amados
e iguales en la dignidad, sean judíos que paganos, porque Jesús los ha
unificado a todos en un solo pueblo de Dios, sin exclusión alguna (Hch 15, 7-9;
Dt 10, 7; Rom 2, 11). Cristo ha traído la paz a la tierra por medio de su
“alegre nueva”. A cuantos se adhieren a su Palabra y lo reconocen Hijo de Dios
les son perdonados sus pecados.
- Su predicación, en efecto, desde el bautismo recibido en
el Jordán y confirmado por la Palabra del Padre que lo ha reconocido «Hijo predilecto» (Lc 3, 22), hasta el
momento de su retorno al Padre con su muerte y resurrección, ha sido un anuncio
de salvación para la humanidad entera. Toda la vida de Jesús, marcada por la
unción del Espíritu de Dios, ha sido un paso entre los hombres para
comunicarles el amor del Padre, hasta el don de su vida, para el perdón de los
pecados y para la salvación de todos, incluidos los paganos, sobre los que se
manifiesta el Espíritu con poder, como en la casa del centurión Cornelio.
CLAVES
para la VIDA
-
Anuncio realmente gozoso el que -desde los primeros momentos- en la Comunidad
de Jesús se ofrece: Dios no hace acepción de personas y su don de vida no
depende, ni siquiera, de la pertenencia al pueblo escogido. Y si es verdad que
por medio de este pueblo ha ido llevando adelante y realizando su plan de
salvación, ahora, al llegar a la plenitud de los tiempos, la oferta es
universal y abierta a cuantos se abren a su don con corazón sincero.
-
Y es que en el “Hijo predilecto”, Dios ofrece
la filiación a cuantos se abren a Él: éste es el gran don-regalo que en Jesús
de Nazaret se realiza definitivamente y PARA SIEMPRE. Este “Hijo predilecto”
del Padre, que “pasó haciendo el bien y curando...”
(v. 38) es el que ha triunfado sobre las fuerzas del mal que arrastran a la
humanidad lejos del proyecto de Dios, quebrando la Alianza deseada y
pretendida, de forma insistente, por este Dios. Ahora en Jesús se restablece
esa Alianza y PARA SIEMPRE.
-
Recordemos lo esencial del don que Dios-Padre me (nos) realiza en Jesús, a
cuantos le buscan con sincero corazón. Revivir el Bautismo (en esta fiesta del
Bautismo de Jesús) es algo que afecta a la raíz de mi condición de hijo,
también amado y predilecto, y con posibilidad de caminar por la vida con esta
convicción. ¿La consecuencia de esta experiencia...? Como Jesús, el Hijo
predilecto, pasar “haciendo el bien”: inmensa
definición y descripción de una vida plena. Hermano/a: a esto somos invitados.
¿Ya...?
Evangelio: Marcos 1, 7-11
“… Detrás de mí viene
el que es más fuerte que yo. Yo no soy digno ni… desatar la correa de sus
sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo… Por
aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en
el Jordán. En cuanto salió del agua vio rasgarse los cielos y al Espíritu
descender sobre él como una paloma. Se oyó entonces una voz desde los cielos:
Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco…”
CLAVES
para la LECTURA
-
La figura del Bautista es presentada en este pasaje con algunos de los rasgos
típicos del verdadero profeta: hombre pobre y austero, que proclama la Palabra
de Dios, pero también independiente de la mentalidad que lo rodea y del mundo.
Jesús se presenta al Bautista, mezclado entre las filas de sus penitentes, pero
el profeta lo reconoce y lo presenta como superior a sí mismo: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo. Yo no soy
digno ni de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias»
(v. 7).
-
Jesús, como un hombre cualquiera, se presenta al bautismo de conversión y
comparte con humildad la condición del pecador, e incluso «se hace
pecado» (2 Cor 5, 21). Pero la voz del Padre, dirigiéndose
directamente al Hijo, lo proclama inocente y pone de relieve su naturaleza divina:
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco»
(v. 11).
-
La humanidad y la divinidad de Jesús se armonizan en una síntesis ideal: el
Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Por esto el bautismo de Juan se
diferencia del practicado por Jesús. El del Precursor es realizado «con agua», mientras que el del Cristo lo es «con Espíritu Santo» (v. 8). Y Jesús recibe
el bautismo de Juan, pero, mientras sale del agua, el Espíritu Santo lo inviste
con su poder y su fuerza, con vistas a la misión que le espera. Él es el
“Siervo” poseído en su intimidad por el Espíritu de Dios (Is 42, 1) que sale,
no como Moisés de las aguas del Nilo, sino como nuevo Moisés del agua del
Jordán (Is 63, 11). Él guiará a su pueblo hacia pastos fecundos de paz, de
salvación y de justicia (Is 63, 14).
CLAVES
para la VIDA
-
Además del testimonio de Juan y su declaración de que no es el Mesías esperado
(cortando de raíz toda especulación sobre su persona, pues muchos pensaban que
él era el Mesías), el Bautista no presenta al Esperado, que llega al Jordán
como un judío más. Pero, al mismo tiempo, con esa fuerza especial que anuncia
la llegada de los tiempos nuevos, la etapa final de la historia de la
salvación. Y es que Dios mismo se hace presente en Jesús de Nazaret.
-
De hecho, la proclamación del Padre (“la voz celeste”) es clara y contundente: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto” (V.
11). ¡He aquí la clave de todo! Antes, han sido los sencillos (María, José,
Simeón, Ana…), o los marginados (los pastores), o los “buscadores” de Dios
(unos Magos de Oriente) quienes se han encontrado y han dado testimonio de éste
que es el Esperado. Pero ahora es DIOS MISMO quien presenta a Jesús y lo
anuncia para que todos lo tengan en cuenta. Ahora es el tiempo de la plenitud y
las promesas se han hecho realidad. Ahora ya se sabe dónde mirar para
encontrarse con lo mejor de Dios.
-
¡Qué consecuencias más claras y directas para mi (para nosotros) ofrece este
acontecimiento y esta proclamación de Dios mismo en el Jordán! ¡Ahora sé dónde
puedo encontrar definitivamente a Dios y cuanto me ofrece! Tengo que MIRAR a
Jesús y descubrir en Él el ROSTRO y el CORAZÓN de Dios. Ahora sé cuáles son
(por si hubiere alguna duda) los proyectos de Dios: Jesús se presenta curando y
salvando a la humanidad. ¡Éste es el plan de Dios! Hermano/a, aquí nos
encontramos tú y yo, y somos invitados a participar de esta misma MISIÓN de
Jesús, desde el momento mismo que participamos de su Bautismo...
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