PASCUA – 2ª semana
15 – 21 de Abril de 2012
II DOMINGO de
PASCUA, día 15
Hechos de los Apóstoles 4,
32-35
“...
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo
en común y nadie llamaba suyo propio, nada de lo que tenía. Los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor...”
CLAVES para la LECTURA
- Éste es el segundo «compendio», o cuadro recopilador,
donde Lucas presenta el nuevo estilo de vida de la Iglesia , fruto del
Espíritu. Se subraya aquí la comunión de bienes, descrita
de un modo más bien detallado.
- Aparecen dos prácticas de comunión: la primera
consiste en poner en común los propios bienes o comunión de uso. Cada uno es propietario de sus bienes, pero se considera sólo
administrador de los mismos, poniendo el fruto de los mismos a disposición de
todos. La segunda práctica consiste en la venta de los bienes, seguida de la
distribución de lo recaudado. Esta distribución la hacen los apóstoles después
de que se deposita a sus pies el importe de la venta. Estas dos prácticas de
comunión no son las únicas: los Hechos de los Apóstoles presentan otras. Pablo
habla del trabajo de sus propias manos para proveer a las necesidades de los
suyos y de «los débiles» (20, 34s).
- Lo que le importa a Lucas, sobre todo, es mostrar que
las distintas prácticas de comunión de bienes están arraigadas en una profunda
comunión de espíritus y de corazones. Del conjunto se
desprende que estamos en presencia de la comunidad mesiánica, heredera de las
promesas hechas a los padres: «No habrá ningún
pobre entre los tuyos, porque Yahvé te bendecirá abundantemente en la tierra
que Yahvé tu Dios te da en herencia para que la poseas, pero sólo si escuchas
de verdad la voz de Yahvé tu Dios» (Dt 15, 4s).
CLAVES para la VIDA
- ¡Está claro que la acción que el Espíritu está
llevando a cabo en aquella primera Comunidad es fulminante y transformante! De hecho,
aquellas personas quedan renovadas desde dentro y lo expresan en la vida de una
manera espectacular: su comunión de espíritus y de corazones, tiene clara
manifestación en las diversas formas de comunión de bienes. Así se realizan los
“sueños” de la comunidad mesiánica, la definitiva.
- La imagen de Comunidad y de Iglesia que aquí se nos
propone es, posiblemente, la ideal, porque está “apuntándonos hacia algo...”, y que tantas veces anhelamos. Iglesia-comunidad que es fruto del mismo Espíritu de Jesús, y que, en más
de una ocasión, quedará “atada” por otras acciones diferentes a las del
Espíritu. ¡Lo vemos en su historia y lo sufrimos también hoy en día!
- Esto mismo se nos propone también a los seguidores de
Jesús, reunidos en torno a Él, para ser y constituir su Comunidad; y el “ideal”
sigue siendo el mismo. ¡Cuántas veces nuestras
obras, nuestros estilos de vida, están traicionando ese ideal. ¿Será suficiente
escuchar “con nostalgia” estos relatos bíblicos y quedarnos como antes...? Tú,
¿qué dices, hermano/a?
1 Juan 5, 1-6
“… Todo el que cree que Jesús es el
Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Aquel que da el ser, ama también
al que ha nacido de Él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si
amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos… Pues en esto consiste el amor a
Dios; en que guardemos sus mandamientos…”
CLAVES para la
LECTURA
- Fe y caridad, amor a Dios y al prójimo son los
elementos esenciales que caracterizan la vida del cristiano (3, 23; 4, 11-20). Juan no se
cansa de repetir esta sencilla verdad, ahondando en ella de un modo siempre
nuevo. En la conclusión de su primera carta recuerda el renacimiento bautismal
y sus implicaciones (v. 1): «Todo el que cree
que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios».
- La misma fe que nos hace hijos de Dios nos hace
también hermanos entre nosotros: todos somos hijos del mismo Padre, y estamos
unidos por el vínculo del amor. No se trata de «sentimiento», sino de adhesión a
su voluntad, de cumplir sus mandamientos, que no son pesados, porque son «peso»
de amor, sugerido por los delicados matices de la caridad hacia los hermanos
(vv. 2s). La vida filial-bautismal «vence al mundo» -en 2, 13s había
dicho Juan: «Habéis vencido al maligno»-
cuando es vivida de manera consciente día tras día, puesto que participa de la
victoria única y definitiva llevada a cabo por Cristo con su muerte y
resurrección, a la que nos unimos en la fe (vv. 4s).
- En efecto, Jesús no vino sólo con el agua del
bautismo que lo manifestó a Israel en el Jordán, sino también con la sangre de
la cruz, por medio de la cual atestiguó de modo cabal su amor al Padre y a la
humanidad, llevando a cabo nuestra redención (v. 6). Y no ha dejado a su
Iglesia sólo el agua bautismal, sino también el sacramento de su cuerpo
inmolado y de su sangre derramada, para que, acercándonos a la gracia del
bautismo y de la eucaristía, podamos crecer en la comunión con Dios y con los
hermanos, mediante el don del Espíritu, que, tras descender sobre los
apóstoles, guía a la Iglesia hacia la verdad completa (Jn 16, 13-15), dando
testimonio de las inconmensurables dimensiones de la salvación.
CLAVES para la VIDA
- El “discípulo amado” es claro y reiterativo en
su mensaje, como presintiendo que no iba resultar fácil el asumirlo y vivirlo:
el que se ha encontrado con Jesús, ha nacido nuevamente y es necesario que viva
un nuevo estilo de vida, siguiendo los pasos del mismo Maestro y Señor. Y desde esa
nueva situación, es necesario sacar las conclusiones adecuadas: “nacer de Dios”
es la inmensa novedad que se sella en la participación de la vida del
Resucitado.
- Pero la segunda conclusión de este
acontecimiento es inmediata: el ser hijos de Dios nos convierte en hermanos
entre nosotros y estamos unidos por el vínculo del amor. Aquí los
espiritualismos vacíos no tienen cabida alguna si no se quiere tergiversar su
contenido; el peligro parece que existió en aquel tiempo (así, los gnósticos),
como a lo largo de la historia, y también en nuestros días: “vaciar de
contenido” el amor a Dios no es nada complicado; lo podemos hacer siempre que
rechazamos su conexión con el amor a los hermanos. Ahí está la prueba, la
auténtica.
- Y no podemos olvidar algo que resulta obvio al
apóstol: el amor a Dios es posible porque el origen lo tiene en el mismo Dios, “Él nos ha amado primero” y, desde ahí, puedo
vivir una espiritualidad filial y fraternal. Es absolutamente
gratuito. Desde este punto de partida, todo espíritu farisaico está fuera de
lugar. Sólo desde la gratuidad y el amor es posible una respuesta adecuada. Es
pues, un nuevo estilo de ser y de vivir. ¿De acuerdo, hermano/a?
Evangelio: Juan 20, 19-31
“... Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo: Paz a vosotros... Y los discípulos se llenaron de alegría al
ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así
también os envío yo... Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan
retenidos... Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu
mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo... Dichosos los que crean sin
haber visto...”
CLAVES para la LECTURA
- Estos dos episodios, próximos y relacionados con un
mismo tema -el de la fe- son, el eco fiel de cuanto ha sucedido en los
corazones de los apóstoles tras la muerte de Jesús.
- En el primero de ellos (vv. 19-22), el Resucitado se
aparece a los once, que, a pesar del anuncio de María Magdalena (v. 18), están
encerrados todavía en el cenáculo por miedo a los judíos. Jesús supera las barreras que se le interponen: pasa a través de las
puertas, manifestando que su condición es completamente nueva, aunque no ha
desaparecido nada de los sufrimientos que padeció en la carne. La insistente
referencia al costado traspasado de Jesús es propia de Juan, que, de este modo,
quiere indicar el cumplimiento de las profecías en Jesús (Ez 47, 1; Zac 12, 10.
14). El tradicional saludo de paz asume también en sus labios un sentido nuevo:
de augurio -«la paz esté con vosotros»- se
convierte en presencia -«la paz está con
vosotros». La paz, don mesiánico por excelencia, que incluye
todo bien, es, por tanto, una persona: es el Señor crucificado y resucitado en
medio de los suyos («se presentó»: vv. 19b. 26b y,
antes, v. 14). Al verlo, los discípulos quedan colmados de alegría y
confirmados en la fe. El Espíritu que Jesús sopla sobre ellos, principio de una
creación nueva (Gn 2, 7), confiere a los apóstoles una misión que prolonga la
suya en el tiempo y en el espacio y les concede el poder divino de liberar del
pecado.
- El segundo cuadro (vv. 24-29) personaliza en Tomás las
dudas y el escepticismo que atribuyen los sinópticos, de manera genérica, a «algunos»
de los Doce, y que pueden surgir en cualquiera. Tomás
ha visto la agonía de su Maestro y se niega a creer ahora en una realidad que
no sea concreta, tangible, en cuanto al sufrimiento del que ha sido testigo (v.
25). Jesús condesciende a la obstinada pretensión del discípulo (v. 27), pues
es necesario que el grupo de los apóstoles se muestre firme y fuerte en la fe
para poder anunciar la resurrección al mundo. Precisamente a Tomás se le
atribuye la confesión de fe más elevada y completa: «¡Señor
mío y Dios mío!» (v. 28). Aplica al Resucitado los nombres
bíblicos de Dios, Yahvé y Elohím, y el posesivo «mío»
indica su plena adhesión de amor, más que de fe, a Jesús. La visión conduce a
Tomás a la fe, pero el Señor declara, de manera abierta, para todos los
tiempos: bienaventurados aquellos que crean por la palabra de los testigos, sin
pretender ver. Éstos experimentarán la gracia de una fe pura y desnuda que, sin
embargo, es confirmada por el corazón y lo hace exultar con una alegría
inefable y radiante (1 Pe 1, 8).
- Los vv. 30s constituyen la primera conclusión del
evangelio de Juan: se trata de un testimonio escrito que no pretende ser
exhaustivo, sino sólo suscitar y corroborar la fe en que «Jesús
es el Cristo, el Hijo de Dios» (Mc 1, 1).
CLAVES para la VIDA
- El proceso de fe de los
primeros seguidores de Jesús tampoco fue nada fácil; todas las evidencias
hablaban de “otra cosa”. De ahí que ese estar “en una
casa con las puertas bien cerradas” (v. 19) es toda una muestra
de cuanto estaban viviendo y experimentando en su interior. Sólo la NUEVA presencia del
Resucitado y el don de la PAZ
es capaz de iluminar y transformar aquella situación confusa, hasta el punto de
“llenarse de alegría” por el encuentro, nuevo
y diferente, con el Señor resucitado. Sólo así es posible el cambio, la nueva
visión.
- Ahí tendrá que llegar, en
su proceso de búsqueda, Tomás y cuantos en él se encuentren simbolizados. El sufrimiento
vivido por los amigos de Jesús, les ha embotado los ojos y el corazón, y son
incapaces de descubrir la
NOVEDAD que tienen delante. Sólo el don mesiánico de la paz
es capaz de recrear el corazón de aquel grupo, hasta el punto de convertirlos
en testigos del mismo Señor, prolongando su misma misión de liberar a los
hombres de todo tipo de esclavitud y de pecado, causa de todos los males. “Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros”
(v. 21): ésa es la TAREA
y la MISIÓN.
- Se me invita a vivir el
proceso de búsqueda y de encuentro con el Resucitado, y de ese modo recibir el
encargo-misión que Él ha iniciado y que desea compartir con todos sus
seguidores. El encuentro y la fe lleva al compromiso compartido; no es suficiente
quedarse en el “tocar” sus heridas y señales. El “Señor
mío y Dios mío” es la transformación más radical de todas las raíces
de la vida de una persona. Asumir, pues, esta misión y compartirla con el mismo
Señor resucitado es la consecuencia de la Pascua. ¡Estamos EN CAMINO, hermano/a! ¡Ojalá lo
deseemos, lo obtengamos y nos sintamos transformados!
LUNES, día 16
Hechos de los Apóstoles
4, 23-31
“... Puestos en libertad, Pedro y Juan
volvieron al grupo de los suyos y les contaron lo que les habían dicho los
sumos sacerdotes y los senadores. Al oírlo, todos juntos invocaron a Dios en
voz alta: Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que
contienen... Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan y da a tus siervos valentía
para anunciar tu Palabra... Al terminar la oración tembló el lugar donde
estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía
la Palabra de
Dios...”
CLAVES para la LECTURA
- La pequeña comunidad donde se refugiaron Pedro
y Juan no reaccionó a la primera persecución de la que fue objeto preparando
estrategias humanas, sino con la oración. Esa oración -la más
detallada del Nuevo Testamento- tiene una clara impronta veterotestamentaria.
Como en muchas oraciones de los profetas, aparece, primero, la invocación a
Dios creador; a continuación, el recuerdo de las maravillas y de los
beneficios, y por último, la petición.
- Interesa señalar, en primer lugar, que lo que
se pide es poder anunciar la
Palabra con toda libertad, es decir, sin estar condicionados
por las amenazas. No es que les falte valor -no tienen miedo a la persecución-; lo que
piden es poder difundir la
Palabra sin impedimentos. Hemos de señalar también, en
segundo lugar, que la oración gira en torno al Sal 2, donde se habla de la
conspiración de los poderosos de la tierra -paganos, como es natural- contra el
rey ungido. Una persecución que tuvo lugar, en principio, contra Cristo, el
Mesías; Dios se ríe de estas persecuciones con su trepidante victoria en la
resurrección. Los perseguidores son los poderosos, y entre ellos hay “gente
de Israel” que se ha vuelto aliada de los paganos.
- La oración agrada a Dios, que la acoge con un
signo visible, con un envío renovado del Espíritu y con la audacia del anuncio.
CLAVES para la VIDA
- ¡Es realmente hermoso descubrir cómo reacciona
aquella primera y pequeña comunidad ante las situaciones complicadas! No les coge el
miedo, no; al contrario, se abren plenamente al Dios de la vida y desean y
quieren tener la “libertad para anunciar la
Palabra ”, la que han descubierto que es portadora de
vida desde que han acogido a Jesús. Una vez más, es necesario que constatemos
que “algo” impresionante ha ocurrido en aquellos primeros tiempos de la
comunidad cristiana que los ha transformado y... ¡cómo!
- Seguir profundizando, descubriendo “lo que
ocurrió”: debe ser una tarea para cada Comunidad cristiana de todos los
tiempos, porque está claro que ahí está el secreto de algo que realmente merece
la pena. Sólo desde esa misma experiencia, será posible seguir anunciando la Buena Noticia del
Evangelio, aquella que nos aporta Cristo Jesús, el “Ungido”. Y que, hoy, sigue
siendo el quehacer de su Iglesia.
- Para mí, para nosotros, ésa misma es la
propuesta que se nos hace en la
Pascua : desear vivir y poner de nuestra parte para que el
ENCUENTRO con el Señor Resucitado sea posible; es algo NECESARIO; es VITAL. Desde ahí,
seré invadido del gozo, a pesar de las “persecuciones”, de las dificultades.
Sólo así podré ser el Evangelizador que nuestro mundo, nuestra cultura
necesita; acaso hoy más que nunca. Y... ¡es urgente!
Evangelio: Juan 3, 1-8
“... Te lo aseguro, el que no nazca de
nuevo no puede ver el Reino de Dios. Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer un
hombre siendo viejo?... Jesús le contestó: Te lo aseguro, el que no nazca de
agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios...”
CLAVES para la LECTURA
- El encuentro de Jesús con Nicodemo contiene el
primer discurso del ministerio público de Jesús y tiene una gran importancia en
Juan. El tema fundamental es el camino de la fe. El evangelista lo presenta
a través de un personaje, representante del judaísmo, que, en realidad, por ser
un verdadero israelita, cree sólo en los signos-milagros y, en virtud de esta
débil fe, le resulta difícil elevarse para acoger la revelación del amor que
propone Jesús (v. 11). Estamos frente a la doctrina de Jesús sobre el misterio
del “nuevo nacimiento”, sobre la fe en el Hijo
unigénito de Dios y sobre la salvación o la condena del hombre que recibe o
rechaza la Palabra
de Jesús.
- La composición del fragmento se fija primero en
la ambientación del coloquio (vv. 1s) y, a continuación, presenta el diálogo
sobre el misterio de “nuevo nacimiento”
(vv 3-8). El itinerario de fe de Nicodemo empieza en su disponibilidad, que
llega incluso a captar algunas consecuencias a partir de los signos realizados
por Jesús. Con todo, anda todavía muy lejos de captar su significado interior y
el misterio de la persona de Cristo.
- Jesús, con una primera y una segunda
revelación, desbarata la lógica humana del fariseo y lo introduce en el
misterio del Reino de Dios, que está presente y obra en su persona: “El que no nazca de lo alto... si no nace del agua y del
Espíritu...” (vv. 3. 5). Se trata de un nacimiento del
Espíritu que sólo Dios puede poner en marcha en el corazón del hombre con la fe
en la persona de Jesús (Jn 1, 12; Ez 36, 25-27; Is 32, 15; Jl 3, 1s). Para
entrar en el Reino hacen falta dos cosas: el agua, esto es, el bautismo, y el
Espíritu que permite hacer brotar la fe en el creyente. Nicodemo, para pasar de
la fe endeble a la fe adulta, debe aprender antes a ser humilde ante el
misterio, a hacerse pequeño ante el único Maestro, que es Jesús.
CLAVES para la VIDA
- Nos encontramos ante una hermosa catequesis que
el “discípulo amado” realiza partiendo de un hecho ocurrido. Y a partir del
malentendido de Nicodemo del “nacer de nuevo”,
el evangelista nos ofrece toda la reflexión posterior. Nos encontramos, pues,
con que un doctor de la ley, que sabe del tema, es invitado a vivir un proceso
de fe; ya no es cuestión de ser un versado en leyes, sino en la fe que pasa por
aceptar la persona de Jesús. Ni siquiera basta con “admirar” sus signos
milagrosos, es necesario llegar a la
PERSONA en todo lo que nos ofrece y nos sugiere. ¡Todo un
desafío para un judío de bien, anclado en su fe en otros fundamentos!...
- “Nacer de nuevo”
es recibir la vida de Dios; no es, pues, un cambiar de vestido o lavarse la
cara. Afecta a todo el ser, con su forma de ver y mirar, entender y orientar
la vida entera. Nicodemo (y, en él, todos nosotros) es invitado a fundamentar
su vida y su fe, no en el Dios de la ley y del Sinaí; ahora es necesario
fundamentar toda la existencia en Jesús de Nazaret, en su planteamiento, en su
estilo. Por eso, es tarea del mismo Espíritu de Jesús.
- Aquí nos encontramos, hoy, nosotros. Hemos renovado
nuestro Bautismo en la noche de Pascua; esto es, hemos vuelto a OPTAR por la
vida de Dios en nosotros, que se nos da “por Jesús”. ¿Estoy intentando que esa
vida se fortalezca y tome fuerza en mí? ¿Estoy abriéndome para que el Espíritu
de Jesús me pueda seguir trabajando hasta llevar a plenitud su obra?
MARTES, día 17
Hechos de los Apóstoles 4, 32-37
“...
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo
en común y nadie llamaba suyo propio, nada de lo que tenía. Los apóstoles daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor...”
CLAVES para la LECTURA
- Éste es el segundo «compendio», o cuadro recopilador,
donde Lucas presenta el nuevo estilo de vida de la Iglesia, fruto del Espíritu.
Se subraya aquí la comunión de bienes, descrita de un
modo más bien detallado.
- Aparecen dos prácticas de comunión: la primera
consiste en poner en común los propios bienes o comunión de uso. Cada uno es propietario de sus bienes, pero se considera sólo
administrador de los mismos, poniendo el fruto de los mismos a disposición de
todos. La segunda práctica consiste en la venta de los bienes, seguida de la
distribución de lo recaudado. Esta distribución la hacen los apóstoles después
de que se deposita a sus pies el importe de la venta. Estas dos
prácticas de comunión no son las únicas: los Hechos de los Apóstoles presentan
otras. Pablo habla del trabajo de sus propias manos para proveer a las
necesidades de los suyos y de «los débiles»
(20, 34s).
- Lo que le importa a Lucas, sobre todo, es mostrar que
las distintas prácticas de comunión de bienes están arraigadas en una profunda
comunión de espíritus y de corazones. Del conjunto se
desprende que estamos en presencia de la comunidad mesiánica, heredera de las
promesas hechas a los padres: «No habrá ningún
pobre entre los tuyos, porque Yahvé te bendecirá abundantemente en la tierra
que Yahvé tu Dios te da en herencia para que la poseas, pero sólo si escuchas
de verdad la voz de Yahvé tu Dios» (Dt 15, 4s).
CLAVES para la VIDA
- ¡Está claro que la acción que el Espíritu está
llevando a cabo en aquella primera Comunidad es fulminante y transformante! De hecho,
aquellas personas quedan renovadas desde dentro y lo expresan en la vida de una
manera espectacular: su comunión de espíritus y de corazones, tiene clara
manifestación en las diversas formas de comunión de bienes. Así se realizan los
“sueños” de la comunidad mesiánica, la definitiva.
- La imagen de Comunidad y de Iglesia que aquí se nos
propone es, posiblemente, la ideal, porque está “apuntándonos hacia algo...”, y que tantas veces anhelamos. Iglesia-comunidad que es fruto del mismo Espíritu de Jesús, y que, en más
de una ocasión, quedará “atada” por otras acciones diferentes a las del
Espíritu. ¡Lo vemos en su historia y lo sufrimos también hoy en día!
- Esto mismo se nos propone también a los seguidores de
Jesús, reunidos en torno a Él, para ser y constituir su Comunidad; y el “ideal”
sigue siendo el mismo. ¡Cuántas veces nuestras
obras, nuestros estilos de vida están traicionando ese ideal. ¿Será suficiente
escuchar “con nostalgia” estos relatos bíblicos y quedarnos como antes...? Tú,
¿qué dices, hermano/a?
Evangelio:
Juan 3, 5a. 7b-15
“...
Dijo Jesús a Nicodemo: Te lo aseguro, tenéis que nacer de nuevo; el viento
sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Así es todo el que ha nacido del Espíritu. Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede
suceder eso? Le contestó Jesús: Y tú, el maestro de Israel ¿no lo
entiendes?...”
CLAVES para la LECTURA
- El diálogo de Jesús con Nicodemo se transforma aquí en
un monólogo ininterrumpido que el evangelista pone en los labios de Jesús. Nos encontramos frente a palabras auténticas de Jesús y a testimonios
pospascuales fundidos por el autor en un solo discurso. Se trata de una
profesión de fe usada en el interior de la vida litúrgica de la Iglesia joanea.
En ella se contiene, en síntesis, la historia de la salvación.
- El tema desarrolla lo que vimos en el fragmento de
ayer, centrado en el testimonio de Cristo, Hijo del hombre bajado del cielo, el
único que está en condiciones de revelar el amor de Dios por los hombres a
través de su propia muerte y resurrección (vv. 11-15). El
evange-lista insiste ahora en la importancia de la fe. Si ésta no crece con la
revelación hecha por Jesús sobre su destino, ¿cómo podrá ser acogida la gran
revelación relacionada con su éxodo pascual? Los hombres deben dar crédito a
Cristo, aunque ninguno de ellos haya subido al cielo para captar los misterios
celestiales, ya que sólo él, que ha bajado del cielo (v. 13), está en
condiciones de anunciar la realidad del Espíritu, y es el verdadero puente
entre el hombre y Dios. Sólo Jesús es el lugar ideal de la presencia de Dios. Y
esta revelación tendrá su cumplimiento en la cruz, cuando Jesús sea ensalzado a
la gloria, para que «todo el que crea en
él tenga la vida eterna» (v. 15).
- La humanidad podrá comprender el escandaloso y
desconcertante acontecimiento de la salvación por medio de la cruz y curar de
su mal, como los judíos curaron en el desierto de las picaduras de las
serpientes mirando la serpiente de bronce (Nm 21, 4-9). El simbolismo de la serpiente de Moisés afirma la verdad de que la
salvación consiste en someternos a Dios y dirigir nuestra mirada al
Crucificado, verdadero acto de fe que comunica la vida eterna (Jn 19, 37).
CLAVES para la VIDA
- Aquel que ha entendido de manera tan singular
el meollo del mensaje de Jesús, el “discípulo amado”, sigue ofreciéndonos
diversos matices de ese “nacer de nuevo”, de esa vida de
Dios que desde sus mismas raíces, cambia todo en nosotros, y fundamenta la vida
y la fe de cada uno de nosotros en la persona de Jesús; ni en la Ley, ni en el
Sinaí. Es la nueva clave de interpretación.
- Por eso, el “maestro de Israel” no le entiende,
porque su clave de lectura y de vida es diferente: está todavía anclado en la
Ley y en el Sinaí. Nicodemo tendrá que descubrir en la Cruz de Jesús el nuevo estandarte
de la salvación. Ahí
nacerá la nueva fe y la vida eterna, la que ofrece el que es “elevado”, y el
que, desde ahí, “atrae”. ¡Algo totalmente nuevo y, por eso mismo,
desconcertante para el maestro de Israel!
- Sin duda, la figura de Nicodemo es todo un
símbolo, también para mí, para nosotros. Abrirme a esta nueva
realidad que es Jesús y su oferta; dejarme transformar por su luz y por su
fuerza; vivir desde la VIDA que Él me ofrece... ¡una inmensa e ininterrumpida
tarea para todo seguidor y creyente! En este tiempo pascual... ¡una constante
invitación!
MIÉRCOLES,
día 18
Hechos
de los Apóstoles 5, 17-26
“... El
sumo sacerdote y los de su partido -la secta de los saduceos- llenos de coraje,
mandaron prender a los apóstoles y meterlos en la cárcel común. Pero por la
noche el ángel del Señor les abrió las puertas y los sacó fuera, diciéndoles:
Id al templo y explicadle allí al pueblo este modo de vida...”
CLAVES para la LECTURA
- La Palabra de Dios no
puede estar aprisionada (2 Tim 2, 9): este episodio constituye una demostración
de la verdad de esta afirmación. La casta sacerdotal anda preocupada: no sólo está
el furor teológico que produce a los saduceos ver anunciada la resurrección, en
la que no creen, sino que a esto se añade también la envidia que sienten, es
decir, el temor a perder la influencia sobre el pueblo.
- Los apóstoles,
encarcelados, experimentan que “el ángel del Señor acampa en torno a los que le temen y los salva” (Sal 34, 8). Los salva para
que puedan ir al templo y ponerse a predicar “todo lo referente a este estilo de vida”.
- Dios protege a los
anunciadores del Evangelio. Cuando Dios quiere una cosa, toda oposición
humana resulta inútil y ridícula. En efecto, el resto del relato está repleto
de humor. Dios se ríe de sus adversarios, según el Sal 2, citado en la plegaria
comunitaria de los creyentes. El gran despliegue de autoridad, dado que el
Sanedrín está presente esta vez al completo, sólo sirve para verificar la mofa
divina: los apóstoles no están en la cárcel, aunque en la cárcel todo se
encuentra en orden. Sin embargo, llega alguien a decir que están de nuevo
enseñando al pueblo. La mofa es completa, y el engorro crece de manera
desmesu-rada. En efecto, ¿quién puede resistir a Dios?
CLAVES
para la VIDA
- Está claro que la obra de
Dios sigue adelante y, en ocasiones, se sirve de medios extraordinarios para
ello. Esto es lo que refleja el relato de hoy acerca de la primera Comunidad
cristiana y su andadura. Y lo que llevan adelante no es algo propio suyo, sino
“ese modo de vida” (como le llama el
ángel); esto es, es la causa de Dios que se ha hecho realidad en Jesús de
Nazaret. Ellos dan testimonio con su palabra y su vida, y están poseídos de tal
fuerza, que obran auténticas maravillas.
- Merece la pena detenernos,
en nuestra reflexión, en esa expresión: “todo
lo referente a ese estilo de vida”, porque aquí hay alguna CLAVE que a
primera vista se puede escapar, pero que puede ser el secreto de todo. Está claro que
no se trata de un “conocimiento” sobre algo externo, aunque sea grande y
espectacular. Más bien, es algo vital, un “estilo de vida” que se diferencia de
otros planteamientos y otros estilos. Siento que es el ENCUENTRO con el
Resucitado lo que hace que todo sea diferente y ahí “nace” ese “estilo de
vida”.
- Siento que a aquella
comunidad le resultó difícil decir con palabras lo que le había ocurrido, pero
es su forma de ser y de vivir, su estilo, lo que mejor refleja y lo que
“apunta” hacia dónde es necesario mirar para ver. Encontrarse personalmente
con el Señor es la condición indispensable; sin eso, no hay nada que hacer. Los
testimonios de los demás y sus experiencias pueden ayudar, pero es cada uno el
que necesita ENCONTRARSE. ¡Ya...!
Evangelio:
Juan 3, 16-21
“... Tanto amó Dios al mundo, que
entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él,
sino que tengan vida eterna... La luz vino al mundo, y los hombres prefirieron
la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas... En cambio, el que realiza
la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según
Dios...”
CLAVES para la LECTURA
- La revelación puesta en
marcha antes continúa subiendo en este fragmento y llega hasta la fuente de la
vida: es el amor del Padre el que entrega al Hijo para destruir el pecado y la muerte. Entrevemos aquí concadenadas dos categorías
joáneas clásicas: el amor y el juicio. Los vv. 16s expresan una idea muy
entrañable para Juan: el carácter universal de la obra salvífica de Cristo, que
tiene su origen en la iniciativa misteriosa del amor de Dios por los hombres.
El envío y la misión del Hijo, fruto del amor del Padre por el mundo, son la
manifestación más elevada de un Dios que “es
amor” (1 Jn 4, 8-10). Ésta es la elección fundamental del hombre: aceptar o
rechazar el amor de un Padre que se ha revelado en Cristo. Sin embargo, este
amor no juzga al mundo; es más, lo ilumina (v. 17).
- Con todo, el amor que se
revela entre los hombres, los juzga. Los hombres, situados frente a la propuesta
de salvación, deben tomar posición manifestando sus libres opciones. Quien cree
en la persona de Jesús no es condenado, pero quien lo rechaza y no cree en el
nombre del Hijo de Dios hecho hombre ya está condenado (v. 18). Y la causa de
la condena es una sola, a saber: la incredulidad, mantener el corazón cerrado y
sordo a la Palabra de Jesús.
- Al final de esta
revelación, a la que Jesús
ha llevado a Nicodemo -y, con él, a todos los hombres-, al discípulo no le
queda otra cosa que hacer suya la invitación a la conversión y al cambio
radical de vida. La luz de Jesús es tan penetrante que derriba toda seguridad humana y
todo orgullo, hasta el más escondido. Quien acepta a la persona de Jesús y deja
sitio a un amor que lo trasciende, encuentra lo que nadie puede conseguir por
sí mismo: poseer la verdadera vida.
CLAVES para la VIDA
- Con esta reflexión del
evangelista, llegamos al núcleo de la fe cristiana y de la revelación: la
iniciativa es de Dios mismo y es una acción de salvación. Dios, pues,
según el “discípulo amado” siempre actúa para bien, y nunca para condenar. Y,
de hecho, la gran novedad de Jesús es ésta: realizar las obras que son
portadoras de vida para así llevar a cabo el proyecto de Dios: Jesús cuando
acoge, perdona, busca,... Dios mismo está actuando en Él. ¡Hermoso, muy hermoso
el mensaje que se nos ofrece!
- Pero este proyecto de
Dios, puede ser aceptado o puede ser rechazado: he aquí el dilema donde se
encuentra todo ser humano. Según el evangelista, aceptarlo es aceptar la
persona de Jesús; esto es, dejarse iluminar por su luz, y esto tiene
consecuencias muy claras en la vida, porque ése que acoge la luz, obrará según
Jesús. El que la rechaza, opta por la oscuridad; su vida será un camino en las
tinieblas.
- De nuevo, es necesario recordarnos
que todo esto no es cuestión de ideas o principios, sino algo mucho más vital:
soy yo el que ha sido y sigue siendo amado por Dios; soy yo al que se me
ofrecen los frutos de la entrega y de la resurrección de Jesús, el Señor. Personalizar
mi fe, hacerla más vital, algo que afecta directamente a mi caminar de cada
día, es el objetivo último de este tiempo Pascual.
JUEVES, día 19
Hechos de los Apóstoles
5, 27-33
“... ¿No os habíamos prohibido
formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con
vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.
Pedro y los apóstoles replicaron: Hay que obedecer a Dios antes que a los
hombres. Esta respuesta los exasperó y decidieron acabar con ellos...”
CLAVES para la LECTURA
- Es el cuarto discurso de Pedro, también delante
del Sanedrín. En él responde a la doble acusación de haber desobedecido la
prohibición terminante de “enseñar en nombre
de ése” y haber hecho a los notables del pueblo responsables de
la muerte de Jesús. Es preciso señalar la alergia que sienten los miembros del
Sanedrín hacia “el nombre ese”, nombre en
torno al cual se está llevando a cabo el giro decisivo.
- Las características de este breve discurso
pueden ser resumidas de este modo: en primer lugar, Pedro reafirma el deber de
someterse a Dios antes que a los hombres, porque, sólo a quien se somete a
Dios, se le concede el Espíritu Santo (v. 32). En segundo lugar, a Jesús
se le vuelve a llamar, una vez más, “Príncipe”
(o autor o iniciador) y “Salvador”.
Jesús es el nuevo Moisés que guía al pueblo hacia la liberación y la salvación.
En tercer lugar, la obra propia y originaria de este Príncipe y Salvador
consiste en “dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de
alcanzar el perdón de los pecados”. Se trata de una alusión a
Jeremías: “Pondré mi Ley en su interior y sobre sus
corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”
(31, 33). Gracias a Jesús, Príncipe y Salvador, han llegado los tiempos de este
don sublime. Por último, el Espíritu Santo es el garante de autenticidad del
testimonio tanto a favor de la vida nueva como de la certeza y el valor que
infunde y de los prodigios que realiza.
- La reacción, de rabia, es preocupante: tras la
eliminación física del Nazareno, se piensa también en la de los apóstoles.
CLAVES para la VIDA
- El autor sagrado (en este caso Lucas) nos sigue
ofreciendo las peripecias de la primera Comunidad cristiana, centrada, de
manera específica, en los Apóstoles y más concretamente en Pedro, que se ha convertido
en portavoz del grupo. Y, desde luego, impresiona la valentía de este
Pedro, tan cobarde en otros momentos de su andadura en el seguimiento de Jesús.
Pedro y el grupo se sienten forzados a obedecer a Dios antes que a los hombres,
aunque sea el Sanedrín, y es que se sienten portadores de una Buena Noticia, la
buena Noticia que parte de “en nombre de ése”,
como le llaman sus enemigos despectivamente.
- Y es que Jesús ha dado un giro decisivo a toda
la historia y, por supuesto, a toda la fe, a la comprensión de Dios, a la
salvación. De hecho, en el testimonio de Pedro se le denomina Salvador, también
para Israel, llamado a aceptar esta nueva situación. Pero que desde luego el
Sanedrín, -representante de ese pueblo-, no está en actitud de acogida, ni mucho
menos, de la aportación que se obra en Jesús.
- Y en esta labor de anuncio salvador, aquel
grupo de Jesús se siente animado y empujado por el Espíritu que les hace ser
testigos. ¡Inmejorable la síntesis que nos ofrece el apóstol! Aquí nos
encontramos también los seguidores de Jesús: en ocasiones, como acomplejados o
acomodados; en otras, encerrados en nuestras “trincheras”, con excesivas dosis
de miedo para anunciar esa Buena Noticia, en medio de nuestra cultura y
entorno, también hoy “hostiles” e indiferentes a este mensaje. ¿Cómo te
encuentras tú, hermano/a?
Evangelio: Juan 3, 31-36
“... El que viene de lo alto está por
encima de todos. El que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra.
El que viene del cielo está por encima de todos... El Padre ama al Hijo y todo
lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna...”
CLAVES para la LECTURA
- La perícopa con que concluye Jn 3 recoge en una
síntesis la reflexión del evangelista, expresada con una sucesión de dichos de
Jesús muy estimados por la
Iglesia joanea. El tema central sigue siendo la figura de
Jesús, único revelador del Padre y dador de vida eterna a través del Espíritu.
El discípulo está invitado por la
Palabra de Dios a comprobar su propia relación con Jesús. Esto
se lleva a cabo a la luz del ejemplo del Bautista, que renunció a sí mismo y se
abrió con alegría a Cristo. Cristo es “el que viene de lo
alto” (v. 31a): pertenece al mundo divino y es superior a todos
los hombres. El hombre, sin embargo, aun cuando sea un gran profeta como el
Bautista, “es terreno” (v. 31b) y sigue
siendo un ser terreno y limitado. En consecuencia, sólo Jesús puede hablar de
Dios al hombre por experiencia directa. Ahora bien, incluso ante estas palabras
de vida eterna que revela Jesús, se niegan los hombres a creer.
- Con todo, existe un “resto” que vive la fe: son
los creyentes que confiesan “que Dios dice la verdad” (v. 33). Su fe es la que confirma
que el obrar de Jesús forma unidad con el del Padre. Ahora bien, Cristo no es
sólo la revelación de la
Palabra de Dios: es la Palabra misma, es “Espíritu
y vida” (Jn 6, 63). Esta realidad profunda del ser de Jesús hace
que no sólo sea el que recibe todo del Padre, sino también el que transmite a
su vez cuanto posee. Es el canal a través del cual se da el Espíritu.
- ¿Cómo comunica Jesús este don? A través de su
Palabra, cuando se deja que ella penetre en el interior del hombre, es como se
da el Espíritu de Dios de una manera sobreabundante. Las palabras de Jesús y el
Espíritu de Dios están en perfecta correspondencia.
CLAVES para la VIDA
- Estas palabras, con las que concluye el diálogo
de Jesús con Nicodemo, son el resumen de todo el evangelio de Juan, “el
discípulo amado”: Jesús ha venido del cielo; es el enviado de Dios; nos trae
sus palabras, que son verdadera sabiduría y las que dan sentido a la vida; son
la mejor prueba del amor que Dios tiene a su Hijo y a nosotros. Y por otro
lado, el que acoge a Jesús y su palabra es el que acierta: tendrá la vida
eterna que Dios le está ofreciendo a través de su Hijo; el que no la quiera
aceptar, él mismo se excluye de la vida.
- Y es que aceptar a Jesús es aceptar a Dios:
inmensa confesión del evangelista y de la Comunidad joánea. Aquí radica toda la
novedad y el culmen de toda la revelación que se ha ido dando a través de los
tiempos; pero ahora se ha dado en plenitud total. De ahí, que acudir a la ESCUELA de JESÚS, dejarse
iluminar por sus criterios (esto es, los del mismo Dios), hacer nuestra su
escala de valores, mirar a las personas e interpretar los hechos de la historia
desde su óptica y visión... ¡he ahí lo que significa “aceptar a Jesús”!
- Y ésta es la tarea que se nos propone en la Pascua a nosotros, sus
seguidores. De ahí que es una inmensa tarea y que supone en nosotros un deseo y
una actitud de renovación, de abandonar las actitudes anquilosadas de
“Nicodemo” o del Sanedrín. Es la novedad de Jesús la que nos reclama
constantemente a crecer, a superarnos, a acogerle a Él. ¡Ahí está el secreto,
hermano/a!
VIERNES, día 20
Hechos de los Apóstoles
5, 34-42
“... No os metáis con esos hombres;
soltadlos... Si es cosa de Dios no lograréis dispersarlos y os expondríais a
luchar contra Dios. Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles, los
azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los
apóstoles salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de
Jesús...”
CLAVES para la LECTURA
- Lucas presenta siempre a los fariseos bajo una
luz favorable. De Gamaliel dice que es fariseo, es decir, uno de los que, además de
llevar una vida observante, creen en la resurrección. La intervención del
doctor de la Ley
se muestra prudente y resulta decisiva. A partir de dos ejemplos de rebeliones,
citados asimismo por el historiador Flavio Josefo, que acabaron al poco de empezar,
enuncia un principio de no intervención, en nombre de la constante intervención
de Dios a favor de su pueblo. No se puede ir contra el obrar divino mediante
una intervención humana.
- Los apóstoles quedan en libertad después de
-como Jesús- haber sido azotados. Es digna de señalar la alegría que sienten
por haber merecido ese ultraje por amor al Nombre. Aparece aquí un eco de la
realización de la bienaventuranza de los perseguidos: “Bienaventurados
seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y
proscriban vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre”
(Lc 6, 22). Pero hemos de señalar también que aquí se habla del Nombre en
absoluto para indicar a Jesús. En el judaísmo se empleaba la expresión “el
Nombre” para decir “Dios”. Los Hechos de los Apóstoles llevan a cabo está
atrevidísima sustitución para expresar que Dios obra en Jesús, que Dios se
identifica con Él.
- Más aún: el hecho de que los apóstoles enseñen
en el templo significa que, a pesar de las incomprensiones y los abusos de
poder de las autoridades, la
Iglesia de Jerusalén se consideraba aún en el ámbito del
judaísmo. Ahora diríamos: era aún una “corriente”, una “secta” del judaísmo.
Éste, en aquel período, se mostraba, teniendo en cuenta todos los elementos,
más bien tolerante. Hasta que llegó el ciclón Esteban, que obligó a dar un
decisivo y doloroso giro, aunque vital.
CLAVES para la VIDA
- Conocer esa primera historia, nos puede ayudar
a entender que las cosas no fueron nada mágicas o... “por arte de” no se sabe
quién. En medio de la histeria del Sanedrín, hay quienes, en su honradez,
buscan un equilibrio y una visión más sosegada de la vida y de cuanto acontece.
El relato de hoy es una buena muestra de ello y es que no se puede ir contra
Dios, el Dios que siempre actúa a favor de su pueblo: éste es el argumento de
Gamaliel, quien muestra una sensatez y un equilibrio extraño en medio de aquel
barullo.
- Por otro lado, están los apóstoles con un
talante valiente y que sorprende, impertérritos en su propósito de seguir
anunciando a Cristo Jesús, a pesar de todas las prohibiciones, amenazas, y
castigos que les propinen. Los que al pie de la Cruz huyeron, ahora siguen el
ejemplo del Maestro, y saben que van a ser perseguidos e, incluso, ahora
entienden la bienaventuranza que en otros momentos les pareció extraña: “bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan...
alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será...” (Mat 5,
11-12).
- Buscar, desear, trabajar esa EXPERIENCIA de
ENCUENTRO que transforma toda la realidad... es la tarea que hoy tenemos
delante y que necesitamos. Ésa es la experiencia Pascual. Suplicarla y
escrutarla en los diversos signos de presencia del Resucitado es toda una
necesidad y urgencia para nosotros, los nuevos testigos, y que nuestro mundo
los necesita.
Evangelio: Juan 6, 1-15
“... Jesús entonces levantó los ojos y
al ver que acudía mucha gente dice a Felipe: ¿Con qué compraremos panes para
que coman éstos?... Uno de sus discípulos, Andrés, le dice: Aquí hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces. Jesús dijo: Decid a
la gente que se siente... Se sentaron: sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes dijo la acción de gracias y los repartió...”
CLAVES para la LECTURA
- El milagro de la multiplicación de los panes
introduce, de manera simbólica, en el magno “discurso del pan de vida” y está
situado en el centro de la actividad pública de Jesús. Se trata de un signo
querido por el Maestro para revelarse a sí mismo. Sin embargo, Juan presenta el
signo como el nuevo milagro del maná (Ex 16), hecho por Jesús, nuevo Moisés, en
un nuevo Éxodo, y como símbolo de la Eucaristía , cuya institución durante la última
cena, a diferencia de los sinópticos, no cuenta el cuarto evangelio.
- El fragmento manifiesta un significado
cristológico y sacramental preciso. Este sentido no es tanto saciar el hambre
de la muchedumbre, como revelar la gloria de Dios en Jesús, Palabra hecha
carne. El texto está dividido de este modo: a) introducción histórica (vv.
1-4); b) diálogo entre Jesús y los discípulos (vv. 5-10); c) descripción del
signo-milagro (vv. 11-13); d) incomprensión de la muchedumbre y soledad de
Jesús, que se retira a rezar en el monte (vv. 14s).
- Para Juan, Jesús es aquel en quien se cumple el
pasado y se realizan todas las esperanzas de Israel. En efecto, el pan que el
Maestro va a dar al pueblo, perfecciona (superándola) la pascua judía y pone el
gran milagro bajo el signo del banquete eucarístico cristiano. Jesús habla, en
primer lugar, a la gente que le sigue de la nueva alianza con Dios y de la vida
eterna (a la que está destinada la humanidad). A continuación, toma la
iniciativa y llama la atención del apóstol Felipe sobre la dificultad del
momento. La solución humana no basta para saciar las necesidades del hombre (v.
7). Es Jesús quien va a satisfacer en plenitud todas las necesidades. El
alimento se multiplica en sus manos. Todos quedan alimentados hasta tal punto
que, por indicaciones de Jesús, se recoge lo que ha sobrado en doce cestos “para que no se pierda nada” (vv. 12s). Con el
signo del pan, Jesús se presenta como el Mesías esperado que sacia el hambre de
su pueblo, en base al proyecto que el Padre ha trazado.
CLAVES para la VIDA
- Con este relato de hoy, el de la multiplicación de los panes, la liturgia,
y durante ocho días, nos va a ofrecer todo el capítulo 6 de Juan; es el
discurso sobre el Pan de la Vida ,
algo que el “discípulo amado” destaca de manera muy singular y que pone en el
centro mismo de toda actividad o ministerio de Jesús. No es, pues, casual ni el
lugar ni la forma (la extensa catequesis) que nos hará y nos va a ofrecer, y es
que para Juan este relato es importante para entender la persona de Jesús y, en
concreto, el lugar que el binomio Fe y Eucaristía ocupan en la Comunidad cristiana.
- Y es que para Juan, Jesús es el que sacia el
hambre más vital. Este signo no sólo es el nuevo milagro del maná que alimenta a su
pueblo, perfeccionando la pascua judía, sino quien satisface en plenitud las
necesidades de las personas. Y todo ello queda significado y recogido en la Eucaristía. Así se
cumplen y se realizan todas las esperanzas de Israel. Dios, pues, en Jesús nos
ofrece la respuesta definitiva.
- En este marco Pascual se nos invita a
reflexionar y profundizar sobre la EUCARISTÍA , su significado más vital y
experiencial, que presenta en Juan y en su comunidad. Y a partir de ahí, tomar
conciencia y revisar nuestras actitudes y formas sobre este hecho de
importancia central en nuestra vida cristiana y de seguidores de este Jesús.
¡Nos preparamos a vivirlo así!
SABADO, día 21
Hechos de los Apóstoles 6,
1-7
“... No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios para
ocuparnos de la administración... Eligieron a Esteban hombre lleno de fe y de
Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Simón, Parmenas y Nicolás,
prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les
impusieron las manos orando...”
CLAVES para la LECTURA
- Los problemas cotidianos
de la joven comunidad obligan a tomar nuevas decisiones. Se trata de una murmuración,
de un descontento: los apóstoles se lo toman en serio y lo resuelven; se
sienten con capacidad para ello y, animados como se encuentran con el mismo
Espíritu de Jesús, siguen abriendo NUEVOS caminos.
- Hay, en primer lugar, un
problema económico: probablemente son las viudas de los hombres de la diáspora,
que han venido a pasar los últimos años de su vida a Jerusalén y se han quedado
ahora sin apoyo familiar. Se trata de una necesidad real, y tiene que ser
afrontada con sano realismo. Pero debía de haber también un problema cultural:
los helenistas hablan griego, leen la
Biblia en la traducción griega de los Setenta, tienen una
sensibilidad diferente. Es preciso disponer una estructura completa para ellos,
dotada de asistencia espiritual y material.
- El pasaje tiene en cuenta
estos dos aspectos: los «Siete», en realidad, son destinados tanto al servicio
de la Palabra
como al de las mesas. Aparecen como una organización eclesiástica «sectorial»,
como una especie de «clero indígena» para aquellos que tienen una lengua, una
cultura y una situación económica diferentes de los judeocristianos de
Palestina.
CLAVES para la
VIDA
- Es realmente sugerente
descubrir cómo la joven Iglesia se plantea los temas de conflicto y los
resuelve desde las necesidades reales que están viviendo sus diversos miembros.
Y es que la presencia del Espíritu del Señor resucitado sigue animando la vida
de aquel grupo, y lo anima en todos los sentidos de la vida. Por eso, responder
a una necesidad económica y cultural de un grupo más “débil” y marginado, lo
siente como un deber, lo plantea y ofrece una solución.
- Y es a partir de ahí de
donde afirma... “la
Palabra de Dios iba cundiendo... e iba en aumento el número
de los discípulos” (v. 7): animados, pues, por el Espíritu, se
resitúan los diversos aspectos de la vida y sigue un proceso de crecimiento el
anuncio de la Buena
Noticia , inaugurada en Cristo Jesús. Los testigos más
directos, los apóstoles, seguirán en la tarea del “ministerio de la Palabra ”.
- Enormes “lecciones” las
que nos sigue brindando aquella joven Comunidad. Por un lado, abierta y
sensible a las necesidades concretas de sus miembros; y, por otra, con audacia
para abrir nuevos caminos, COMPARTIENDO tareas y ministerios, que no son
exclusiva, ni siquiera de los Doce. Es bueno que también hoy se nos recuerden
estas cosas para que no nos dejemos vencer por la tentación del “exclusivismo”,
o cosas parecidas.
Evangelio: Juan 6, 16-21
“... Era ya noche cerrada y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba
un viento fuerte y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis
kilómetros cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca caminando sobre el
lago y se asustaron. Pero él les dijo: Soy yo no temáis...”
CLAVES para la LECTURA
- Si el milagro de los panes
tiene la finalidad de revelar a Jesús como Mesías y profeta escatológico, el
signo del Señor caminando sobre las aguas, destinado sólo a los discípulos,
tiene como finalidad hacerles comprender la divinidad de Jesús, prevenirles
ante el escándalo de la muchedumbre e impedir su defección.
- Los discípulos están en la barca, ya es de
noche. Han remado fatigosamente y luchado contra las dificultades del momento,
cuando ven a Jesús caminando sobre el lago, y les entra mucho miedo (v. 19). La
confrontación con el Maestro constituye para ellos un examen de conciencia y
una llamada a superar sus cortas miras y a confiar en el misterio del
hombre-Jesús. Con las palabras «Soy yo. No tengáis
miedo» (v. 20), Jesús los tranquiliza y se hace reconocer
revelándose como el Señor en quien reside la presencia poderosa y salvífica de
Dios; es decir, se autorrevela a sus discípulos no sólo como Mesías que sacia
su hambre, sino como persona divina que, una vez más, va a su encuentro con
amor.
- A continuación, en el momento en el que los
discípulos acogen a Jesús y aceptan reconocer su identidad en un ámbito
superior, llegan de inmediato a la orilla a la que se dirigían (v. 21). Jesús
es el lugar de la presencia de Dios entre los hombres. Bajo el rostro humano de
Jesús se ocultan su misterio y su identidad. Quien sabe leer en la persona del
Nazareno la manifestación misma de un Dios que ama, se convierte en su
discípulo y permanece unido al Profeta de Galilea, a pesar del halo inaccesible
que envuelve a su persona.
CLAVES para la
VIDA
- Una vez más se nos destaca ese proceso de
descubrimiento, por parte del grupo, de la persona de Jesús y de cuanto él
aporta. No fue un proceso fácil, sino intenso hasta el punto de provocar miedo
en aquellos hombres, que “en el lago” se sentían seguros y “expertos en la
materia”; no así respecto de Jesús que, sin duda alguna, les desborda. Ahí
estamos.
- Es el mismo Jesús quien va a su encuentro, y no
precisamente para “reñirles”, sino para ofrecerles su paz: “soy yo,
no temáis” (v. 20). Y aquí todo cambia: con Jesús todo es
diferente, hasta el punto de que sentir su presencia y su palabra, supone
“alcanzar la orilla” a la que se dirigían. Ésta es la experiencia que vivieron
aquellos primeros seguidores. Jesús les sobrepasa, pero con su presencia, todo
cambia y es diferente.
- ¡Impresionante ser consciente de esta
“experiencia” de aquellos primeros amigos de Jesús! Más allá de signos
“mágicos” o milagrosos, lo que nos brindan es el camino que recorrieron y el
descubrimiento de que “con Jesús”
todo es diferente. Alcanzar, pues, esta experiencia en mi vida... es una
NECESIDAD y la única manera de afrontar, con ciertas garantías, el trayecto a
recorrer. ¡Casi nada...! ¡Que haya suerte y... ganas!
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