SÁBADO, día 12
Hechos de los Apóstoles 16, 1-10
“...
Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo que se llamaba
Timoteo, hijo de un griego y de una judía cristiana... Aquella noche Pablo tuvo
una visión: un macedonio le rogaba: Ven a Macedonia y ayúdanos. Apenas tuvo la
visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios
nos llamaba a predicarles el Evangelio...”
CLAVES
para la LECTURA
- Lucas pasa ahora a narrar los acontecimientos
misioneros de Pablo: él será el protagonista de la tercera parte de los Hechos
de los Apóstoles. El fragmento de hoy presenta el segundo viaje
misionero, ya avanzado. Entre tanto ha tenido lugar la separación de Bernabé, a
causa -según Lucas- de una diferente valoración de la persona de Juan Marcos.
Pablo elige como nuevo compañero a un discípulo suyo al que siempre le unirá un
gran cariño: Timoteo. Haciendo gala de una gran elasticidad pastoral,
especialmente en vistas a la acción entre los judíos, Pablo lo hizo
circuncidar, aunque no viera para ello ninguna necesidad doctrinal. Pablo se
hace en verdad “todo para todos” por el Evangelio.
- Es significativo el hecho
de que el Espíritu hace prácticamente las veces de guía, corrigiendo la ruta de
los misioneros. Lucas quiere subrayar que el protagonista y el director de la
evangelización es el Espíritu Santo, que tiene sus planes, a menudo diferentes
a los de los hombres. Es el Espíritu quien impulsa a Pablo a pasar a Europa, en
vez de adentrarse en las regiones de Asia menor.
- Hay un misterio en la
llamada a los pueblos y las naciones que escapa por completo a la mirada
humana. Baste con una sencilla reflexión: el programador de la evangelización
es con toda claridad el Espíritu Santo; no se trata de una acción organizada
por los hombres, aunque estén llenos de fe y de celo. En la acción de Pablo no
había demasiada organización, sino una gran disponibilidad a la acción del
Espíritu. ¿No hace esto hoy actual y digno de atención este dicho, que podría
parecer sólo un eslogan: «Menos organización y más Espíritu»?
CLAVES
para la VIDA
- ¡Qué elasticidad la de
Pablo, incluso “cediendo” a criterios pastorales y haciendo circuncidar a
Timoteo! ¡Qué disponibilidad a la fuerza y a las llamadas del Espíritu la que
viven estos apóstoles y evangelizadores! El autor de los Hechos insiste en la
presencia significativa del Espíritu en toda esta acción evangelizadora de las
primeras Comunidades, más allá de las visiones y previsiones humanas.
Posiblemente estamos ante el hecho, real y vivido, de “menos organización y más
Espíritu”.
- Aquí se nos ofrece cómo el
Espíritu de Jesús es un misterioso pero eficaz agente de vida eclesial, quien
inspira a la comunidad cuáles son los lugares y caminos de la evangelización en
cada momento. Todo ello vivido en un clima de comunidad y de búsqueda. ¡Ahí es nada!
- La historia de las
primeras comunidades nos sigue ofreciendo pautas de acción y de actuación
válidas, hoy y aquí: el saber discernir “los signos de los tiempos”; las
“llamadas del Espíritu” a asumir acciones y nuevos desafíos; la disponibilidad
a afrontar los retos y a hacerlo desde esa conciencia de envío que viven... Todo esto y más
se nos sigue ofreciendo, sugiriendo, invitando... ¿Bien? ¡Buen ánimo!
Evangelio: Juan 15, 18-21
“... Si el mundo os odia, sabed que me
ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría
como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido
sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: No es
el siervo más que su amo...”
CLAVES
para la LECTURA
- La perícopa contiene una advertencia de Jesús dirigida
a sus discípulos sobre el odio y el rechazo del mundo que tendrán enfrente. Si la nota distintiva de la comunidad cristiana es el amor, ahora el
Maestro presenta a los suyos lo que caracteriza al mundo que les rechaza: el
odio (v. 18). El Señor advierte y explica ese odio del mundo y emite un juicio
sobre el mismo.
- El odio del mundo hacia la comunidad cristiana es
consecuencia lógica de una opción de vida: los seguidores del Evangelio no
pertenecen al mundo, y éste no puede aceptar a quien se opone a sus principios
y opciones. Los creyentes, en virtud de su opción de vida a
favor de Cristo, son considerados como extraños y enemigos. Su vida es una
continua acusación contra las obras perversas del mundo y un reproche elocuente
contra los malvados. Por eso es odiado y rechazado el hombre de fe.
- Pero ¿cómo se manifiesta el odio del mundo contra los
discípulos? Mediante las persecuciones que han de padecer los
creyentes por el nombre de Cristo. No son en verdad estas pruebas las que deben
desanimar a los discípulos ni en su camino de fe ni en su misión de
evangelización. También su Señor experimentó la incomprensión y el rechazo
hasta la muerte (v. 20). Es más, la persecución y el sufrimiento son una de las
condiciones de la gloria que toda la comunidad cristiana debe compartir con su
Salvador. La suerte de los discípulos es idéntica a la de Cristo: si éste ha
sido perseguido, también lo serán sus discípulos; si éste fue escuchado,
también lo serán los suyos (vv. 20s).
CLAVES
para la VIDA
- Dentro de este contexto de
comunicación vital de Jesús con los suyos, donde predomina el amor, ahora se
nos introduce otra palabra, el “odio”,
y Jesús así les advierte a los suyos, como parte de la historia y del contraste
que van a vivir. El origen de este odio es que no comparten ese “ser del mundo” y por
lo tanto, ese mundo les va a rechazar, porque no son de los suyos. Y es que las
fuerzas que se oponen al Reino están en marcha.
- Pero todo esto no es
ninguna novedad respecto a los seguidores, porque ésa misma es la condición que
le ha tocado vivir al Maestro: Él ha sido rechazado frontalmente por esa
realidad del “mundo”; y él mismo nos ha “elegido y sacado
del mundo” (v. 19) para poder vivir con la dinámica que él ha
vivido. Ésta es la nueva condición y situación del discípulo: ha sido
“rescatado” por el mismo Señor de las fuerzas del mundo.
- Y aquí nos encontramos
nosotros, invitados a participar de esa VIDA que él nos ofrece y que quiero
compartir, y con todas las consecuencias. Eso sí: sólo si estoy
“unido” a él (como el sarmiento a la vid) tendré vida y me llegará la savia
portadora de esa vida. ¡Es la conclusión de este camino Pascual! ¿Estás de
acuerdo, hermano/a?
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