SÁBADO,
día 5
Hechos
de los Apóstoles 13, 44-52
“... El sábado
siguiente casi toda la ciudad acudió a oír la Palabra de Dios. Al ver el
gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las
palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones:
teníamos que anunciaros primero a vosotros la Palabra de Dios, pero como
la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos
dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor...”
CLAVES para la
LECTURA
- Se
presenta aquí una problemática muy sentida por la comunidad cristiana primitiva:
el rechazo del Evangelio por parte de los judíos y la consiguiente predicación
a los paganos. En nuestros días estamos menos interesados en
este tipo de problemas relacionados con el derecho de precedencia de Israel a
la salvación. Sin embargo, en aquella época estos problemas se consideraban con
una gran seriedad y están presentados con frecuencia en los Hechos de los
Apóstoles (13, 46s; 18, 6; 28, 28) y en tres capítulos (9-11) de la Carta a los Romanos. Eran
problemas que planteaban interrogantes y producían angustia en la conciencia de
los discípulos: ¿cómo es posible que el pueblo de las promesas no las haya
reconocido una vez cumplidas?
- Aquí
se subraya la alegría de los nuevos destinatarios, los efectos positivos de la
persecución, el clima de optimismo que invadía a los discípulos -«estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo»-
en medio de unos acontecimientos que no se presentaban ciertamente demasiado
tranquilos. La Palabra , rechazada
por los judíos, es acogida con entusiasmo por los paganos. Los apóstoles,
rechazados en un lugar, se sacuden el polvo de los pies y difunden la Palabra en otros lugares.
La persecución les llena de la alegría que viene del Espíritu y da la seguridad
de seguir los pasos de Cristo, el justo rechazado por los hombres y exaltado
por Dios.
- El
libro de los Hechos de los Apóstoles rebosa de optimismo, de ese optimismo que
no procede de la carne, sino del Espíritu. La
alegría no brota de los éxitos, sino de las tribulaciones; no procede de las
realizaciones humanas, sino de sentirse configurados con Cristo, de sentirse
encauzados por el camino hacia Dios.
CLAVES para la
VIDA
- Es
curioso contemplar a aquellos primeros evangelizadores que a pesar de las
persecuciones, “estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”
(v. 25). Está claro que aquel gozo y aquella alegría no radica en los éxitos,
sino en su configuración con Cristo; es el “parecerse a Él” lo que da fuerza y
vigor a Pablo y Bernabé. Ésta es la lección que aquellos evangelizadores nos
muestran a los seguidores de todos los tiempos. ¡Gran lección y tan difícil de
aprender!
- Impresiona la actitud de
Pablo y Bernabé: están llenos de una convicción y de una fe que nada ni nadie
les hará callar. Si no les dejan en las sinagogas, evangelizarán
a los paganos; si no pueden en la escuela, lo harán en estructuras
extraescolares. Todo depende de lo que tienen que comunicar y ellos se sienten
portadores de una gran noticia. Ni persecuciones, ni el hecho de ser expulsados
harán que desistan en su empeño.
-
¡Todo un camino y una actitud para la Iglesia de hoy, para nuestra comunidad! Seguir
anunciando a Cristo, a pesar de las cortapisas que surjan desde el ámbito que
fuere; ABRIRME a nuevos caminos, modos y métodos de evangelización: es todo un
desafío, hoy, para nosotros. ¿Cómo me siento ante este desafío? ¿Con buen
“temple” o...?
Evangelio:
Juan 14, 7-14
“...
Dijo Jesús a sus discípulos. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi
Padre. Desde ahora lo conocéis, pues ya lo habéis visto. Entonces Felipe le
dijo: muéstranos al Padre; eso nos basta… El que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo
me pides que os muestre al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre
en mí? Lo que os digo no son palabras mías. Es el Padre, que vive en mí, el que
está realizando su obra. Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre
y el Padre está en mí...”
CLAVES
para la LECTURA
- El
tema fundamental del pasaje es la relación entre Jesús y el Padre. El
evangelista, a la pregunta de por qué Jesús es el único mediador para llegar al
Padre, responde que sólo Cristo puede conducir a los hombres a la comunión con
Dios. Jesús es el camino al Padre porque conduce a él a través de su persona:
Él está en el Padre y el Padre en Él. A partir de esta mutua inmanencia entre
Jesús y el Padre se hace comprensible que el conocimiento de Jesús lleve al
conocimiento del Padre (v. 7).
- El
lenguaje del Maestro resulta oscuro para los discípulos, y por eso, Felipe pide
ver la gloria del Padre. No ha comprendido que se trata de ir al Padre a
través de la persona de Jesús. Los discípulos no han sabido reconocer en la
presencia visible de su rabí las palabras y las obras del Padre (v. 9). Para
ver al Padre en el Hijo es preciso creer en la unión recíproca entre el Padre y
el Hijo.
-
Sólo mediante la fe es posible comprender la copresencia entre Jesús y el
Padre. De ahí que lo único que pueda pedir el hombre sea la fe y esperar con
confianza ese don. El Señor, en su llamada a la fe, fundamenta la verdad de su
enseñanza en una doble razón: su autoridad personal, que los discípulos han
experimentado en otras ocasiones al vivir con Jesús, y el testimonio de “las obras que hago” (v. 11).
- La
obra que Jesús ha inaugurado con su misión de revelador es sólo un comienzo. Los discípulos
proseguirán su misión de salvación. Más aún: harán obras semejantes a las suyas
e incluso mayores. Por último, el Maestro se ocupa de animar a los suyos y a
todos los que crean en Él a participar en la obra de la evangelización y en su
misma misión.
CLAVES para la
VIDA
-
Una vez más, como en tantas, el “discípulo amado” vuelve a destacarnos ese
mundo de relación entre el Padre y el Hijo como la fuente de donde mana una
situación NUEVA y DISTINTA: desde Jesús y por Jesús es posible la comunión
plena con Dios-Padre y es que Jesús es el rostro y el espejo del Padre. De ahí que
“conocer” a Jesús (algo experiencial) es conocer al Padre, sus proyectos, su
vida en plenitud. Es la insistencia del evangelista, éste que constantemente
nos empuja hacia esa experiencia, tan vital como profunda.
- “Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra”:
es el núcleo; es lo que permanece; es lo que da consistencia. Desde ahora ya
no es posible decir que no sabemos nada de Dios; sería falso. Todo cuanto Jesús
dice y hace nos muestra al Padre. Los mismos discípulos proseguirán esta misión
de vida y de salvación, compartiendo con Jesús el proyecto del Padre.
-
Ésta es también mi tarea, hoy y aquí: compartir con el mismo Jesús el proyecto
del Padre. Aquí nace el APÓSTOL; y sin esto no hay ENVÍO que valga, ni MISIÓN que
cumplir. Si me falta este encuentro y experiencia, no me distingo del charlatán
que vende “productos de higiene”, o algo parecido. ESTAR con Jesús; ENAMORARME
de su misión; COMPARTIR desde la amistad su quehacer… ¡he ahí la razón de ser
del testimonio! ¡Todo un camino y proceso a vivir, hermano/a!
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