sábado, 5 de mayo de 2012


SÁBADO, día 5


Hechos de los Apóstoles 13, 44-52
“... El sábado siguiente casi toda la ciudad acudió a oír la Palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: teníamos que anunciaros primero a vosotros la Palabra de Dios, pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor...”

CLAVES para la LECTURA
- Se presenta aquí una problemática muy sentida por la comunidad cristiana primitiva: el rechazo del Evangelio por parte de los judíos y la consiguiente predicación a los paganos. En nuestros días estamos menos interesados en este tipo de problemas relacionados con el derecho de precedencia de Israel a la salvación. Sin embargo, en aquella época estos problemas se consideraban con una gran seriedad y están presentados con frecuencia en los Hechos de los Apóstoles (13, 46s; 18, 6; 28, 28) y en tres capítulos (9-11) de la Carta a los Romanos. Eran problemas que planteaban interrogantes y producían angustia en la conciencia de los discípulos: ¿cómo es posible que el pueblo de las promesas no las haya reconocido una vez cumplidas?
- Aquí se subraya la alegría de los nuevos destinatarios, los efectos positivos de la persecución, el clima de optimismo que invadía a los discípulos -«estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo»- en medio de unos acontecimientos que no se presentaban ciertamente demasiado tranquilos. La Palabra, rechazada por los judíos, es acogida con entusiasmo por los paganos. Los apóstoles, rechazados en un lugar, se sacuden el polvo de los pies y difunden la Palabra en otros lugares. La persecución les llena de la alegría que viene del Espíritu y da la seguridad de seguir los pasos de Cristo, el justo rechazado por los hombres y exaltado por Dios.
- El libro de los Hechos de los Apóstoles rebosa de optimismo, de ese optimismo que no procede de la carne, sino del Espíritu. La alegría no brota de los éxitos, sino de las tribulaciones; no procede de las realizaciones humanas, sino de sentirse configurados con Cristo, de sentirse encauzados por el camino hacia Dios.

CLAVES para la VIDA
- Es curioso contemplar a aquellos primeros evangelizadores que a pesar de las persecuciones, estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo (v. 25). Está claro que aquel gozo y aquella alegría no radica en los éxitos, sino en su configuración con Cristo; es el “parecerse a Él” lo que da fuerza y vigor a Pablo y Bernabé. Ésta es la lección que aquellos evangelizadores nos muestran a los seguidores de todos los tiempos. ¡Gran lección y tan difícil de aprender!
- Impresiona la actitud de Pablo y Bernabé: están llenos de una convicción y de una fe que nada ni nadie les hará callar. Si no les dejan en las sinagogas, evangelizarán a los paganos; si no pueden en la escuela, lo harán en estructuras extraescolares. Todo depende de lo que tienen que comunicar y ellos se sienten portadores de una gran noticia. Ni persecuciones, ni el hecho de ser expulsados harán que desistan en su empeño.
- ¡Todo un camino y una actitud para la Iglesia de hoy, para nuestra comunidad! Seguir anunciando a Cristo, a pesar de las cortapisas que surjan desde el ámbito que fuere; ABRIRME a nuevos caminos, modos y métodos de evangelización: es todo un desafío, hoy, para nosotros. ¿Cómo me siento ante este desafío? ¿Con buen “temple” o...?


Evangelio: Juan 14, 7-14
“... Dijo Jesús a sus discípulos. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis, pues ya lo habéis visto. Entonces Felipe le dijo: muéstranos al Padre; eso nos basta… El que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que os muestre al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que os digo no son palabras mías. Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra. Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí...”


CLAVES para la LECTURA
- El tema fundamental del pasaje es la relación entre Jesús y el Padre. El evangelista, a la pregunta de por qué Jesús es el único mediador para llegar al Padre, responde que sólo Cristo puede conducir a los hombres a la comunión con Dios. Jesús es el camino al Padre porque conduce a él a través de su persona: Él está en el Padre y el Padre en Él. A partir de esta mutua inmanencia entre Jesús y el Padre se hace comprensible que el conocimiento de Jesús lleve al conocimiento del Padre (v. 7).
- El lenguaje del Maestro resulta oscuro para los discípulos, y por eso, Felipe pide ver la gloria del Padre. No ha comprendido que se trata de ir al Padre a través de la persona de Jesús. Los discípulos no han sabido reconocer en la presencia visible de su rabí las palabras y las obras del Padre (v. 9). Para ver al Padre en el Hijo es preciso creer en la unión recíproca entre el Padre y el Hijo.
- Sólo mediante la fe es posible comprender la copresencia entre Jesús y el Padre. De ahí que lo único que pueda pedir el hombre sea la fe y esperar con confianza ese don. El Señor, en su llamada a la fe, fundamenta la verdad de su enseñanza en una doble razón: su autoridad personal, que los discípulos han experimentado en otras ocasiones al vivir con Jesús, y el testimonio de las obras que hago (v. 11).
- La obra que Jesús ha inaugurado con su misión de revelador es sólo un comienzo. Los discípulos proseguirán su misión de salvación. Más aún: harán obras semejantes a las suyas e incluso mayores. Por último, el Maestro se ocupa de animar a los suyos y a todos los que crean en Él a participar en la obra de la evangelización y en su misma misión.

CLAVES para la VIDA
- Una vez más, como en tantas, el “discípulo amado” vuelve a destacarnos ese mundo de relación entre el Padre y el Hijo como la fuente de donde mana una situación NUEVA y DISTINTA: desde Jesús y por Jesús es posible la comunión plena con Dios-Padre y es que Jesús es el rostro y el espejo del Padre. De ahí que “conocer” a Jesús (algo experiencial) es conocer al Padre, sus proyectos, su vida en plenitud. Es la insistencia del evangelista, éste que constantemente nos empuja hacia esa experiencia, tan vital como profunda.
- Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra: es el núcleo; es lo que permanece; es lo que da consistencia. Desde ahora ya no es posible decir que no sabemos nada de Dios; sería falso. Todo cuanto Jesús dice y hace nos muestra al Padre. Los mismos discípulos proseguirán esta misión de vida y de salvación, compartiendo con Jesús el proyecto del Padre.
- Ésta es también mi tarea, hoy y aquí: compartir con el mismo Jesús el proyecto del Padre. Aquí nace el APÓSTOL; y sin esto no hay ENVÍO que valga, ni MISIÓN que cumplir. Si me falta este encuentro y experiencia, no me distingo del charlatán que vende “productos de higiene”, o algo parecido. ESTAR con Jesús; ENAMORARME de su misión; COMPARTIR desde la amistad su quehacer… ¡he ahí la razón de ser del testimonio! ¡Todo un camino y proceso a vivir, hermano/a!

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