domingo, 20 de mayo de 2012


LUNES, día 21


Hechos de los Apóstoles 19, 1-8
“... El bautismo de Juan era signo de conversión, y él decía al pueblo que creyesen en el que iba a venir después, es decir, en Jesús. Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús...”

CLAVES para la LECTURA
- La espléndida ciudad de Éfeso se convierte, pues, en el punto de encuentro de diferentes corrientes del cristianismo primitivo, con las que hoy también se mide Pablo. También se las tiene que ver con discípulos, más o menos remotos, de Juan el Bautista, que forman parte de un movimiento más bien amplio y, para nosotros, todavía misterioso. La docena de «discípulos» tienen, probablemente, un pie en el grupo del Bautista y otro en el grupo de Jesús. Pablo los catequiza mostrando que precisamente Juan había indicado la superioridad de Jesús. Se nota aquí el intento de clarificar la relación entre el bautismo de Juan y el de Jesús: el primero está ligado a la penitencia; el segundo, a la acción del Espíritu. El enlace, el encuentro y, a veces, el desencuentro entre las diferentes corrientes y movimientos debieron de ser vivaces, aunque Lucas no nos proporciona -quizás porque carece de ellas- informaciones más precisas.
- No sabemos si fue Pablo quien los bautizó, pero sí fue él quien les impuso las manos, renovando otro Pentecostés, como ya había sucedido en otras ocasiones, especialmente con Pedro y Juan en Samaría. El Espíritu, ligado al bautismo en el nombre del Señor Jesús, los colma de sus dones y hablan en lenguas y profetizan.
- Apremia a Lucas mostrar, entre otras cosas, que Pablo, aunque no es uno de los Doce, tiene los mismos poderes que ellos. También desea mostrar que los «Hechos de Pablo» se asemejan a los «Hechos de Pedro». Además Pablo se las tiene que ver tanto con los discípulos del Bautista, como, en Éfeso, con la magia y el paganismo, en el famoso episodio de la revuelta de los orfebres.

CLAVES para la VIDA
- El autor de los Hechos nos sigue ofreciendo las palabras y acciones evangelizadoras de Pablo, quien a pesar de no ser del grupo de los doce, posee los mismos poderes que ellos. Hoy le encontramos en Efeso, donde permanecerá por tiempo prolongado y donde fundará una comunidad a la que más tarde dirigirá una hermosa carta. Aquí es donde tiene que anunciar la Buena Noticia de Jesús a un grupo “extraño” que sólo ha recibido el bautismo de Juan.
- Con paciencia y pedagogía, el apóstol instruye a este grupo sobre la relación entre el bautismo de Juan y la fe en Jesús. Una vez más, Lucas destaca la capacidad de acogida y cercanía de Pablo con cada situación concreta con la que se encuentra, hasta llevar a cada persona al encuentro de Jesús y de la fe. Inmensa pedagogía la suya que lo mismo se junta a rezar con unas mujeres junto al río, que acoge y catequiza a este grupo de discípulos de Juan.
- La gran lección de los Hechos para nosotros es precisamente la pedagogía utilizada: con una adaptación creativa a cada circunstancia, se acompaña a cada uno en ese proceso de fe hasta el encuentro con el Señor Jesús. No se sirven, pues, de tópicos generales, sino adaptados a cada situación. Acaso no eran “grandes teólogos”, pero tenían “olfato” de maestros y pedagogos. A ti, hermano/a, ¿te dice algo este estilo evangelizador? ¿Cómo te sientes en esta tarea?

Evangelio: Juan 16, 29-33
“... ¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo..."

CLAVES para la LECTURA
- El fragmento comienza con algunas palabras entusiastas de los discípulos de Jesús: «Ahora has hablado claramente y no en lenguaje figurado» (v. 29). Piensan los discípulos que las palabras del Señor sobre su misión son ahora comprensibles, pero olvidan que les había dicho que la nueva era comenzaría después de la resurrección y que la comprensión de sus palabras tendría como maestro interior al Espíritu Santo. Creen tener ahora en sus manos el secreto de la persona de Jesús y poseer una fe adulta en Dios.
- Jesús tendrá que hacerles constatar, por el contrario, que su fe tiene que ser reforzada aún, porque es demasiado incompleta para hacer frente a las pruebas que les esperan (vv. 31s). Son palabras que esconden una gran amargura: el Nazareno predice el abandono por parte de sus amigos. Éstos se escandalizarán por la suerte humillante que sufrirá su Maestro.
- Con todo, Jesús nunca está solo. Vive siempre en unidad con el Padre. Por eso termina el coloquio con los suyos pronunciando palabras llenas de esperanza y de confianza: «Os he dicho todo esto para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo. En el mundo encontraréis dificultades y tendréis que sufrir; pero tened ánimo; yo he vencido al mundo» (v. 33). Jesús ha vencido al mundo desarmándolo con el amor. Ha elegido lo que cuenta a los ojos de Dios y perdura en la vida, no lo efímero. Y este mensaje es el que deja a sus discípulos como «testamento espiritual».

CLAVES para la VIDA
- Se nos sigue ofreciendo la INMENSA actitud de Jesús ante su grupo; también Él es un gran pedagogo. Olvidándose de sí mismo y de cuanto está a punto de sucederle, Jesús (como Buen Pastor) está preocupado por la suerte de los suyos, que le abandonarán, que harán una crisis profunda en su seguimiento. Intenta, pues, que no se escandalicen de sí mismos y de lo que van a vivir. Y es que a los discípulos, todavía, les resulta imposible aceptar esa suerte humillante que sufrirá su Maestro. Será ésta la tarea del Espíritu, como Maestro interior.
- De nuevo, el discípulo amado, nos ofrece la clave de la serenidad de Jesús: aunque yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo (v. 32). Éste es el secreto de cuanto Él vive: él ha optado y ha elegido el camino que agrada a Dios y, por eso, toda su vida está anclada en esa seguridad. Ésta es la gran lección que deja a sus discípulos y todos los seguidores de todos los tiempos. Yo he vencido al mundo (v. 33) es la garantía que nos ofrece, hoy, a nosotros.
- Muy hermosa la reflexión del evangelista; inmensa la actitud de Jesús. El Padre lo llena todo; lo ilumina todo; le da sentido a todo. Incluso a su soledad por vivir en fidelidad a su proyecto del Reino. Aunque le abandonen hasta los suyos. ¿Qué fuerza tiene el Padre en mi vida? ¿Qué tipo de relación vivo con él? ¿Qué me está proponiendo Jesús con su estilo?

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