domingo, 27 de mayo de 2012


LUNES, día 28

1 Pedro 1, 3-9
“... Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo… No habéis visto a Jesucristo y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación…”

         CLAVES para la LECTURA
- Tras una breve presentación del remitente y de los destinatarios (vv. 1s), en la que se ofrece ya un escorzo contemplativo sobre la obra de la salvación realizada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la primera carta de Pedro desarrolla el mismo tema, en los vv. 3-12, en forma de bendición solemne. De este modo se introduce a los oyentes en una atmósfera sagrada que ayuda a percibir el inmenso don que representa la vocación bautismal.
- El Padre, en su inmenso amor, nos ha hecho renacer (Jn 3, 1-15), haciéndonos hijos suyos, a través de la muerte-resurrección de su Hijo unigénito (v. 3a). Este nuevo nacimiento no tiene delante la perspectiva de la muerte, sino «una esperanza viva», una promesa (v. 4) no condicionada por la corruptibilidad de las cosas de este mundo. Su plena posesión está reservada para nosotros «en los cielos», pero tenemos ya desde ahora un «anticipo», una «señal», en la medida en que vamos transformándonos interiormente, en la medida en que pasamos de seres carnales a seres espirituales, por medio de una vida conforme con la fe profesada en el bautismo.
- Pedro, que se dirige a comunidades cristianas probadas por la persecución, ofrece consuelo y luz para leer el cumplimiento del designio de salvación en medio de las dolorosas situaciones por las que atraviesan. Los sufrimientos no deben convertirse en motivo de escándalo, en piedra de tropiezo, sino en crisol purificador, donde se purifica la fe para ser cada vez más pura y firme (vv. 6s). Esta fe será, en efecto, el documento con el que, el último día, daremos testimonio de nuestro amor a Cristo, mientras que, ya desde ahora, nos proporciona un gozo inefable y radiante en el corazón y nos conduce a la meta: la salvación eterna (vv. 8s).
          CLAVES para la VIDA
- ¡Es un hermoso resumen de lo que supone la vocación bautismal que crea un nuevo modo de ser y de vivir en el cristiano! Renacer a una esperanza viva, a una herencia incorruptible...” (vv. 3-4) es mucho más que algo teórico o principios doctrinales. Es la nueva situación que supone una transformación “desde la raíz” del ser del cristiano. Y todo ello tiene su fuente y origen en la muerte-resurrección del Hijo amado.
- Por ello, vivís alegres, aunque un poco afligidos ahora...” (v. 6): y es que el seguidor de Jesús comparte el mismo camino que su Señor. Será perseguido y vivirá situaciones dolorosas, pero ahí podrá dar el testimonio de amor de Cristo, el Señor. Participar, pues, la causa de su Señor; compartir, por fidelidad, su mismo caminar... es motivo de gloria y de alabanza. Así, la comunión que alcance con su Señor será plena y total, y para siempre.
- Compartir plenamente la causa del Señor Jesús; dar testimonio de lo que ha vivido y experimentado, y así “revestirnos” de sus mismos sentimientos y de su estilo de vida... es la propuesta que el apóstol nos sugiere en esta reflexión. Mi seguimiento de Jesús, pues, no es algo teórico sino que implica toda una vida y un estilo de ser y de vivir. Tampoco basta con quedar en una “admiración sentimental”. Implica mucho más: hacer de su amor y de su solidaridad para con todos nosotros, el EJE de mi vida y la razón de ser de mi caminar, allí donde me encuentre. ¡Todo un inmenso desafío! ¿Lo es también para ti, hermano/a?

Evangelio: Marcos 10, 17-27
“... Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo-, y luego, sígueme...”
          CLAVES para la LECTURA
- El fragmento evangélico de hoy se compone de dos partes: una vocación fallida por el apego a la riqueza (vv. 17-22) y algunas consideraciones sobre la peligrosidad de la riqueza (vv. 23-27).
- El punto de partida es un hombre que busca el camino para la vida eterna. El hecho de que se dirija a Jesús habla a favor de la confianza que inspiraba el Maestro de Nazaret. Eran muchos los maestros que podían responder con sabiduría a esa pregunta. Es posible que aquel hombre se esperara algo diferente, algo nuevo. Jesús le orienta hacia Dios y hacia algunos de los preceptos del Decálogo, sobre todo a los relacionados con los deberes hacia el prójimo. El Decálogo, expresión de la voluntad divina, sigue siendo, en efecto, el código de referencia esencial, capaz de encaminar hacia la vida eterna. De este modo queda ratificado el valor del Antiguo Testamento.
- Sin embargo, aquel hombre tiene sed de otra cosa. El Decálogo, que ya observa puntualmente desde su juventud, no le basta. Necesita un impulso novedoso: Ven y sígueme (v. 21) es la novedad del mensaje. Es la persona de Jesús, el hecho de seguirle, lo que marca la diferencia. Jesús es ese “algo más” buscado. La observancia de una ley queda sustituida por la comunión con una persona. Esta persona “pretende”, justamente, ser el nuevo acceso hacia Dios.
- Pero para seguir a Jesús es preciso abandonar el lastre y los diferentes impedimentos. El seguimiento exige una libertad interior que no se tiene mientras el dinero esté presente en la vida como señor. Porque el dinero es aún más que señor; es tirano y, en efecto, aferra al hombre que no consigue liberarse él. De ahí que se va triste y afligido. Ha preferido sus seguridades a la exaltadora propuesta de Jesús. Su riqueza le ha hecho perder una ocasión única para su vida, le ha empobrecido.
- Llegados aquí, Jesús lanza una dura consideración sobre la riqueza, cuando se convierte, como en el caso que ahora nos ocupa, en impedimento para realizar la vida en plenitud. Jesús conoce y denuncia la fuerza seductora del dinero. Los ricos tienen dificultades para acceder a Dios porque están atados a las cosas, hechizados por ellas. El hecho de poder comprar todo lo que quieren les confiere un sentido de casi omnipotencia. La dificultad de su posición la expresa Jesús con la imagen del camello y el ojo de una aguja (v. 25). Estamos frente a una hipérbole, una exageración buscada adrede para subrayar mejor el concepto. “¿Quién podrá salvarse? (v. 26), es la reacción de pasmo de los discípulos, acostumbrados a pensar que la riqueza era una bendición divina. Jesús responde que la salvación es don de Dios. Y éste es capaz de llevar a cabo lo imposible (v. 27). Ese don no exonera del esfuerzo por liberarse y mantenerse lo más libres posible.
             CLAVES para la VIDA
- Conocido pasaje, sin duda, en nuestros círculos y del que habremos realizado tantas reflexiones personales, como también habremos sacado conclusiones. De hecho, nos hallamos ante alguien que busca “algo más”, pero que al mismo tiempo se encuentra completamente bloqueado por su estilo de vida, por los criterios que vive. En este caso no hay malicia, ni trampa (como en los letrados y fariseos, que tanto destaca el evangelista); en esta circunstancia hay un bloqueo que paraliza e impide aceptar una propuesta.
- Jesús se ofrece como ese “algo más” que busca este hombre; pero no puede responderle; ni siquiera la mirada de cariño (v. 21) que Jesús le dirige es capaz de desbloquear aquella situación. La verdad es que no le falta nada: hasta es cumplidor y bueno. ¡Qué más se puede pedir...! Sólo Jesús se atreve a ofrecerle una propuesta que va más allá, que es más exigente, porque es seguirle a Él, dejando cuanto le estorbe. Le propone caminar “ligero de equipaje”.
- Sin dramatismos, pero las preguntas siguen hoy, para nosotros, ante esta escena cargada de interrogantes, porque la propuesta de Jesús sigue ofreciéndose, también para mí. La cuestión será ser consciente de lo que realmente me bloquea y me impide seguirle. ¿Son las riquezas? ¿Es la comodidad que me puede? ¿Qué es?

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