JUEVES, día 31
VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Sofonías 3, 14-18a
“... Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel,
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos...”
CLAVES
para la LECTURA
- El profeta Sofonías, que precede
algunos años al profeta Jeremías, interpreta con estas palabras el deseo de
renacer de la ciudad de Jerusalén tras el período del rey Manasés, idólatra y
violento. Se trata de un renacer a la vez espiritual y civil. La destinataria
de las palabras es la «hija de Sión» o «hija de Jerusalén»,
que de ambos modos se designa a la misma ciudad de Jerusalén, pero que tal vez
aluden también a algo nuevo que va a hacer el Señor.
- En el texto profético se cruzan
diversos temas, todos se repiten al menos dos veces, y es que la repetición
subraya la urgencia de la exhortación a fiarse de esta palabra de esperanza. La
invitación a la alegría da el tono fundamental. El profeta recurre a todos los
vocablos posibles para manifestarlo: gozo, alegría, regocijo, fiesta, danza...
es ese gozo interior que se manifiesta exteriormente con la participación de
toda la comunidad. Pero el aspecto más interesante de este sentimiento es que
no sólo se trata de un gozo humano, sino también del de Dios (v. 17 «Él se goza y se complace en ti»). El
fragmento se abre con el gozo del pueblo y se cierra con el gozo de Dios.
- El motivo del gozo es la venida
de Dios, que, cancelada toda condena, habita ahora en medio de la ciudad como
salvador: «El Señor tu Dios en medio de ti»
(vv. 15. 17). La salvación a su vez se realiza como una renovación en el amor «su amor te renovará» (v. 17). Para Sofonías la salvación está en el reafirmar el amor
originario de Dios, en volver a encontrar el amor perdido. Es un amor que expulsa
al temor, porque ya no hay motivo para temer cuando Dios manifiesta su amor.
Precisamente en este texto se inspirará la escena de la Anunciación en Lucas: «Alégrate... El Señor está contigo... No temas...».
CLAVES
para la VIDA
- Esta
profecía es una invitación a una sincera alegría a la “hija de Sión”, al pueblo
de Israel: “grita
de júbilo, alégrate” (v. 14).
Y el motivo es bien claro: Dios está cerca de su pueblo: “el Señor tu Dios,
en medio de ti...” (v. 15). Y,
además, Dios sigue amando a este su pueblo: “él se goza y complace en ti, te ama y se
alegra con júbilo como en día de fiesta” (vv. 17-18). Ya no tienen cabida el miedo, ni han de sentir
desfallecimiento las manos.
- ¡Es
realmente hermoso que la liturgia nos ofrezca esta profecía en esta fiesta de la Madre , de María! Cuando
acabamos de disfrutar de la noticia nueva y renovadora del triunfo de Cristo
sobre la muerte en la Pascua ,
en esta fiesta de la
Visitación de María, se nos ofrece la posibilidad de
descubrir en Ella que, con su vida y su disponibilidad, hace posible que ese
proyecto de amor de Dios se haga realidad para bien de todos los hombres, de la
humanidad entera.
- Es,
pues, necesario que hoy, nosotros, los creyentes y seguidores de Jesús, nos
acerquemos a María y descubramos en Ella las maravillas que Dios es capaz de
obrar cuando se encuentra con alguien abierto a sus planes: “El Señor ha cancelado tu deuda” (v. 15), éste es el mensaje, y que,
hoy, se redobla en torno a María. A través de ella, Dios nos abre
definitivamente a la Vida ,
que es Jesús. ¡Ahí es nada!
Evangelio: Lucas 1, 39-56
“... Unos días después, María se puso en camino y fue
aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a
Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su
vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!... ¡Dichosa tú, que has
creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!... Proclama mi alma la
grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha
mirado la humillación de su esclava...”
CLAVES
para la LECTURA
- La visita de María a su
pariente Isabel en el pueblecito de Ain Karin, en las colinas de Judá, es una
página rica de reminiscencias bíblicas, de humanidad y espiritualidad. María
recorre el mismo camino que hizo el arca, cuando David la transportó a
Jerusalén (2 Sam 6, 2-11), y es el camino que hará Jesús cuando decididamente
se dirigió a Jerusalén a cumplir su misión (Lc 9, 51). Se trata siempre de Dios
que, en diversos momentos de la historia de la salvación, se dirige al hombre
para invitarlo a la salvación.
- La narración de la visitación
está estrechamente vinculada con la de la Anunciación , no sólo
por su clima tan humano, manifestado en actos de servicio, sino también porque
la visitación es la verificación del “signo” que el ángel dio a María (Lc 1,
36-37). Los saltos del Bautista en el seno de su madre representan la alegría
desbordante de todo Israel por la venida del Salvador (vv. 41. 44). Las
palabras de bendición, inspiradas por el Espíritu, que Isabel dirige a María,
son la confirmación de la especial complacencia de Dios con la Virgen. La salvación
que lleva en el secreto de su propia maternidad es el fruto de su fe en la Palabra del Señor: «Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el
Señor se cumplirá» (v.
45; Lc 8, 19-21). Siempre María se anticipa y con solicitud se da a todos y en
todo: la más grande se hace donación a la más pequeña, como Jesús con el Bautista.
- El Magníficat, canto de los
pobres, es una de las más bellas oraciones del Nuevo Testamento, con múltiples
reminiscencias veterotestamentarias (1 Sam 2, 1-18; Sal 110, 9; 102, 17; 88,
11; 106, 9; Is 41, 8-9). Es significativo que el texto se ponga en labios de
María, la criatura más digna de alabar a Dios, culmen de la esperanza del
pueblo elegido. El cántico celebra en síntesis toda la historia de la salvación
que, desde los orígenes de Abrahán hasta el cumplimiento en María, imagen de la Iglesia de todos los
tiempos, siempre es guiada por Dios con su amor misericordioso, manifestado
especialmente con los pobres y pequeños.
- El cántico se divide en tres
partes: María glorifica a Dios por las maravillas que ha hecho en su vida
humilde, convirtiéndola en colaboradora de la salvación cumplida en Cristo su
Hijo (vv. 46-49); exalta, además, la misericordia de Dios por sus criterios
extraordinarios e impensables con que desbarata situaciones humanas,
manifestada con seis verbos (Desplegó,
dispersó, derribó, ensalzó, colmó, auxilió...»), que reflejan el actuar poderoso y
paternal de Dios con los últimos y menesterosos (vv. 50-53); finalmente
recuerda el cumplimiento amoroso y fiel de las promesas de Dios hechas a los
Padres y mantenidas en la historia de Israel (vv. 54-55). Dios siempre hace
grandes cosas en la historia de los hombres, pero sólo se sirve de los que se
hacen pequeños y procuran servirle con fidelidad en el ocultamiento y en el
silencio de adoración en su corazón.
CLAVES
para la VIDA
- El encuentro de estas dos
madres y del Mesías con su Precursor constituyen la expresión de un único
cántico de alabanza y acción de gracias a Dios por su presencia salvadora en
medio de los hombres. Ahora nos toca a nosotros, siguiendo el ejemplo de María
y de Isabel, abrirnos a la acción gozosa y fecunda del Espíritu y responder al
don de Dios. Es tiempo de gozo y triunfo porque Dios, -además de hacerse uno de
nosotros, dándonos a su Hijo y convirtiéndonos a todos en hermanos e hijos del
mismo Padre-, nos da vida en plenitud en Cristo resucitado. ¡Hermoso misterio
capaz de llenar el corazón humano!
- María es el modelo de
apertura de corazón a la acción del Espíritu. Ella con el don de la maternidad
no se aisló en una autocomplacencia, sino que, -cual verdadera “arca de la
alianza” que encierra en sí la fuente de la vida-, se pone en marcha para
servir a los demás en una caridad traducida en humilde servicio. ¡Inmensa
lección para los creyentes de hoy, para nosotros! Una invitación a la
contemplación de esta gran criatura de Dios y Madre nuestra.
- Este cántico del Magnificat
puede ser la expresión hermosa que sale de nuestros labios y corazones para
unirnos a la alabanza de la
Madre , y con más razón cuando apenas acabamos de celebrar el
tiempo pascual, en el que hemos podido descubrir y comprobar que las maravillas
de Dios no tienen límite alguno cuando se trata de realizar sus proyectos de
vida y de amor. María lo ha entendido mejor que nadie. El evangelista Lucas, al
poner en los labios de María este cántico, así nos lo quiere dar a entender. Rezamos con María.
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