miércoles, 30 de mayo de 2012


JUEVES,  día 31
VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Sofonías 3, 14-18a
“... Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos...”

         CLAVES para la LECTURA
- El profeta Sofonías, que precede algunos años al profeta Jeremías, interpreta con estas palabras el deseo de renacer de la ciudad de Jerusalén tras el período del rey Manasés, idólatra y violento. Se trata de un renacer a la vez espiritual y civil. La destinataria de las palabras es la «hija de Sión» o «hija de Jerusalén», que de ambos modos se designa a la misma ciudad de Jerusalén, pero que tal vez aluden también a algo nuevo que va a hacer el Señor.
- En el texto profético se cruzan diversos temas, todos se repiten al menos dos veces, y es que la repetición subraya la urgencia de la exhortación a fiarse de esta palabra de esperanza. La invitación a la alegría da el tono fundamental. El profeta recurre a todos los vocablos posibles para manifestarlo: gozo, alegría, regocijo, fiesta, danza... es ese gozo interior que se manifiesta exteriormente con la participación de toda la comunidad. Pero el aspecto más interesante de este sentimiento es que no sólo se trata de un gozo humano, sino también del de Dios (v. 17 «Él se goza y se complace en ti»). El fragmento se abre con el gozo del pueblo y se cierra con el gozo de Dios.
- El motivo del gozo es la venida de Dios, que, cancelada toda condena, habita ahora en medio de la ciudad como salvador: «El Señor tu Dios en medio de ti» (vv. 15. 17). La salvación a su vez se realiza como una renovación en el amor «su amor te renovará» (v. 17). Para Sofonías la salvación está en el reafirmar el amor originario de Dios, en volver a encontrar el amor perdido. Es un amor que expulsa al temor, porque ya no hay motivo para temer cuando Dios manifiesta su amor. Precisamente en este texto se inspirará la escena de la Anunciación en Lucas: «Alégrate... El Señor está contigo... No temas...».
          CLAVES para la VIDA
- Esta profecía es una invitación a una sincera alegría a la “hija de Sión”, al pueblo de Israel: “grita de júbilo, alégrate” (v. 14). Y el motivo es bien claro: Dios está cerca de su pueblo: “el Señor tu Dios, en medio de ti...” (v. 15). Y, además, Dios sigue amando a este su pueblo: “él se goza y complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta” (vv. 17-18). Ya no tienen cabida el miedo, ni han de sentir desfallecimiento las manos.
- ¡Es realmente hermoso que la liturgia nos ofrezca esta profecía en esta fiesta de la Madre, de María! Cuando acabamos de disfrutar de la noticia nueva y renovadora del triunfo de Cristo sobre la muerte en la Pascua, en esta fiesta de la Visitación de María, se nos ofrece la posibilidad de descubrir en Ella que, con su vida y su disponibilidad, hace posible que ese proyecto de amor de Dios se haga realidad para bien de todos los hombres, de la humanidad entera.
- Es, pues, necesario que hoy, nosotros, los creyentes y seguidores de Jesús, nos acerquemos a María y descubramos en Ella las maravillas que Dios es capaz de obrar cuando se encuentra con alguien abierto a sus planes: “El Señor ha cancelado tu deuda” (v. 15), éste es el mensaje, y que, hoy, se redobla en torno a María. A través de ella, Dios nos abre definitivamente a la Vida, que es Jesús. ¡Ahí es nada!

Evangelio: Lucas 1, 39-56
“... Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!... ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!... Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava...”

         CLAVES para la LECTURA
- La visita de María a su pariente Isabel en el pueblecito de Ain Karin, en las colinas de Judá, es una página rica de reminiscencias bíblicas, de humanidad y espiritualidad. María recorre el mismo camino que hizo el arca, cuando David la transportó a Jerusalén (2 Sam 6, 2-11), y es el camino que hará Jesús cuando decididamente se dirigió a Jerusalén a cumplir su misión (Lc 9, 51). Se trata siempre de Dios que, en diversos momentos de la historia de la salvación, se dirige al hombre para invitarlo a la salvación.
- La narración de la visitación está estrechamente vinculada con la de la Anunciación, no sólo por su clima tan humano, manifestado en actos de servicio, sino también porque la visitación es la verificación del “signo” que el ángel dio a María (Lc 1, 36-37). Los saltos del Bautista en el seno de su madre representan la alegría desbordante de todo Israel por la venida del Salvador (vv. 41. 44). Las palabras de bendición, inspiradas por el Espíritu, que Isabel dirige a María, son la confirmación de la especial complacencia de Dios con la Virgen. La salvación que lleva en el secreto de su propia maternidad es el fruto de su fe en la Palabra del Señor: «Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (v. 45; Lc 8, 19-21). Siempre María se anticipa y con solicitud se da a todos y en todo: la más grande se hace donación a la más pequeña, como Jesús con el Bautista.
- El Magníficat, canto de los pobres, es una de las más bellas oraciones del Nuevo Testamento, con múltiples reminiscencias veterotestamentarias (1 Sam 2, 1-18; Sal 110, 9; 102, 17; 88, 11; 106, 9; Is 41, 8-9). Es significativo que el texto se ponga en labios de María, la criatura más digna de alabar a Dios, culmen de la esperanza del pueblo elegido. El cántico celebra en síntesis toda la historia de la salvación que, desde los orígenes de Abrahán hasta el cumplimiento en María, imagen de la Iglesia de todos los tiempos, siempre es guiada por Dios con su amor misericordioso, manifestado especialmente con los pobres y pequeños.
- El cántico se divide en tres partes: María glorifica a Dios por las maravillas que ha hecho en su vida humilde, convirtiéndola en colaboradora de la salvación cumplida en Cristo su Hijo (vv. 46-49); exalta, además, la misericordia de Dios por sus criterios extraordinarios e impensables con que desbarata situaciones humanas, manifestada con seis verbos (Desplegó, dispersó, derribó, ensalzó, colmó, auxilió...»), que reflejan el actuar poderoso y paternal de Dios con los últimos y menesterosos (vv. 50-53); finalmente recuerda el cumplimiento amoroso y fiel de las promesas de Dios hechas a los Padres y mantenidas en la historia de Israel (vv. 54-55). Dios siempre hace grandes cosas en la historia de los hombres, pero sólo se sirve de los que se hacen pequeños y procuran servirle con fidelidad en el ocultamiento y en el silencio de adoración en su corazón.
          CLAVES para la VIDA
- El encuentro de estas dos madres y del Mesías con su Precursor constituyen la expresión de un único cántico de alabanza y acción de gracias a Dios por su presencia salvadora en medio de los hombres. Ahora nos toca a nosotros, siguiendo el ejemplo de María y de Isabel, abrirnos a la acción gozosa y fecunda del Espíritu y responder al don de Dios. Es tiempo de gozo y triunfo porque Dios, -además de hacerse uno de nosotros, dándonos a su Hijo y convirtiéndonos a todos en hermanos e hijos del mismo Padre-, nos da vida en plenitud en Cristo resucitado. ¡Hermoso misterio capaz de llenar el corazón humano!
- María es el modelo de apertura de corazón a la acción del Espíritu. Ella con el don de la maternidad no se aisló en una autocomplacencia, sino que, -cual verdadera “arca de la alianza” que encierra en sí la fuente de la vida-, se pone en marcha para servir a los demás en una caridad traducida en humilde servicio. ¡Inmensa lección para los creyentes de hoy, para nosotros! Una invitación a la contemplación de esta gran criatura de Dios y Madre nuestra.
- Este cántico del Magnificat puede ser la expresión hermosa que sale de nuestros labios y corazones para unirnos a la alabanza de la Madre, y con más razón cuando apenas acabamos de celebrar el tiempo pascual, en el que hemos podido descubrir y comprobar que las maravillas de Dios no tienen límite alguno cuando se trata de realizar sus proyectos de vida y de amor. María lo ha entendido mejor que nadie. El evangelista Lucas, al poner en los labios de María este cántico, así nos lo quiere dar a entender. Rezamos con María.

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