VIERNES,
día 29: SAN PEDRO Y SAN PABLO
Hechos 12, 1-11
“...
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo
decapitar a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos,
mandó detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la
cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno:
tenía intención de ejecutarlo en público, pasadas las fiestas de Pascua. Mientras
Pedro estaba en la cárcel, bien custodiado, la Iglesia oraba
insistentemente a Dios por él. La noche antes de que lo sacara Herodes estaba
Pedro durmiendo entre dos soldados, atado a ellos con cadenas. Los centinelas
hacían guardia a la puerta de la cárcel... De repente se presentó el ángel del
Señor, y se iluminó la celda...”
CLAVES para la LECTURA
- Estamos en tiempos
de la persecución contra la
Iglesia por obra de Herodes Agripa, en los años 41-44. Pedro,
como Jesús, fue arrestado durante los días de la pascua judía y encarcelado (Lc
22, 7). Lucas nos hace comprender la suerte que habría correspondido a Pedro si
el Señor no hubiera intervenido con un milagro (vv. 1-4). Éste tiene lugar con
la liberación de la muerte cierta por medio de un ángel. El evangelista pone de
relieve, a continuación, la grandeza de la liberación de Pedro, toda ella obra
de Dios, hasta tal punto que los cristianos no podían dar crédito a sus ojos.
Dios manifiesta así su benevolencia con los primeros cristianos de un modo extraordinario.
- El relato de la
liberación del apóstol se divide en dos partes. La primera nos cuenta lo que
sucede en la prisión, donde duerme Pedro encerrado, y el procedimiento de su
liberación por medio del ángel (vv. 7ss). En la segunda parte se describe cómo
el ángel y Pedro recorren los caminos de la ciudad, mientras las puertas se
abren fácilmente a su paso. Después de esto, desaparece el ángel liberador (vv.
9ss). Una vez salvado, dice Pedro: «Ahora me doy
cuenta de que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de Herodes y de las
maquinaciones que los judíos habían tramado contra mí», y se
reúne con su Iglesia, que estaba orando por él (v. 5).
- Para Lucas, ésta
es la pascua de Pedro, es decir, la liberación definitiva del mundo judío, y la
liberación del cabeza de los apóstoles se convierte en un signo concreto de la
salvación que deben llevar también a los gentiles.
CLAVES para la
VIDA
-
El camino de seguimiento de Jesús no va a resultar fácil ni siquiera para sus
más inmediatos seguidores. Esto nos presenta el relato de hoy, que aporta los
“rasgos extraordinarios”; y lo que quiere ofrecernos es el paralelismo entre
Jesús y Pedro, liberados por Dios de forma extraordinaria, el uno de la muerte
y el otro de la cárcel. Siempre la iniciativa es de Dios mismo; la respuesta de
la Comunidad
es la plegaria insistente a favor de sus miembros en necesidad.
- La presencia del ángel del Señor hace que cambie la
situación: “se iluminó la celda...” (v.
7): y es que la actuación de Dios (en este caso, por medio de su ángel) cambia
totalmente toda situación. De hecho, la actitud de Pedro es completamente
“pasiva” en dicho proceso de liberación: “estaba durmiendo
entre dos soldados” (v. 6); la presencia de Dios transforma la
realidad, hasta el punto de iluminarla del todo.
-
Está claro que en esos momentos de la primera Comunidad cristiana, la
intervención de Dios resulta determinante: las promesas de Jesús se hacen
realidad concreta: “tendréis luchas, pero tened valor: Yo he
vencido al mundo” (Juan 16, 33). Los primeros seguidores así lo
experimentan. Y aquí nos encontramos, hoy, nosotros, nuevos seguidores de este
Jesús: escuchar sus palabras, hacerlas nuestras, experimentar que Él ilumina
nuestra vida... ¡toda una NECESIDAD para nosotros!
2 Timoteo 4, 6-8. 17-18
“...
Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He
combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora
me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en
aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El
Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje...”
CLAVES para la LECTURA
- El fragmento nos
presenta el testamento de Pablo, que siente ahora próxima su muerte. Tras hacer
algunas recomendaciones a Timoteo, el apóstol nos hace conocer su estado de
ánimo: se siente solo y abandonado por los hermanos, pero no víctima, porque
tiene la conciencia tranquila y el Señor está con él. Ha conservado la fe y la
vocación misionera, en fidelidad al mandato recibido. Es consciente de que ha «combatido el buen combate, [ha] concluido [su] carrera»
(v. 7).
- Se compara,
entonces, con la «libación» que se derramaba sobre las víctimas en los
sacrificios antiguos: quiere morir como un verdadero luchador, tal como ha
vivido, consciente de haberse entregado por completo a Dios y a los hermanos.
Es consciente de que ahora le espera la victoria prometida al siervo fiel y
también a todos los que «esperan con amor
su venida gloriosa» (v. 8).
- La conclusión del
fragmento subraya los sentimientos personales del apóstol de los gentiles, su
amor por la causa del Evangelio, su imitación de la persona de Cristo, y su
conciencia de haber llevado a cabo la obra de salvación con los gentiles, a la
que había sido llamado por el Señor (v. 17).
CLAVES para la
VIDA
-
Siempre impresiona -y de qué manera- este “monstruo” que es Pablo, en su
entrega y seguimiento de Jesús. Él ha combatido con todas sus capacidades para
ser fiel a la Misión
que ha recibido del mismo Señor. Su “carrera” está llegando a su fin; si bien,
no ha sido precisamente un “camino de rosas”; ahora mismo, se siente solo y
abandonado; únicamente su seguridad en el Señor que le ha llamado, le mantiene
firme y seguro de la recompensa.
- “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el
mensaje...”: éste es el secreto y el convencimiento del apóstol.
Si es verdad que se sintió llamado y vocacionado, también es verdad que es el
mismo Señor el que ha estado y ha trabajado con él. Y es que juntos (y ambos)
han COMPARTIDO la MISIÓN ,
que no es otra que llevar adelante el proyecto de Vida del Padre para con toda
la humanidad.
-
¡Hermoso, muy hermoso, escuchar el testimonio de este gran seguidor! Asumir el
fracaso y la soledad como elementos integrantes de la misión... ¡todo un
desafío, hoy, para mí, para nosotros, fácilmente dados a lo cómodo, a
encerrarnos en nuestros “mundillos”, y a vivir... que son “cuatro días...”!
Cuántos interrogantes serios y profundos crea en mí este gran apóstol. Y tú...
¿qué tal te sientes, hermano/a?
Evangelio: Mateo 16, 13-19
“...
Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la
palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió:
¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de
carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la
tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo...”
CLAVES para la LECTURA
- Este fragmento
evangélico contiene el conocido e importante texto de la confesión de Pedro. Se
desarrolla en cuatro momentos, con una fuerte tensión entre ellos. El primero
está constituido por la pregunta de Jesús; el segundo, por las respuestas de
los apóstoles y de Pedro, que se erige en portavoz de los discípulos con su
acto de fe en Cristo, el Hijo de Dios vivo. Viene, a continuación, la solemne
promesa hecha a Pedro. Y todo concluye con un episodio enigmático (que no
recoge la liturgia de hoy): al oír las palabras de Jesús referentes a su suerte
futura, Pedro, al que poco antes Jesús le había dirigido palabras de revelación
de gran honor y responsabilidad, quiere disuadir al Maestro de ese destino y
recibe de éste un reproche con palabras duras: «¡Ponte
detrás de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo» (v. 23).
- He aquí algunas
indicaciones para realizar una lectura fructuosa de este conocido pasaje. El
marco en el que se desarrolla este episodio es, según muchos exégetas, Banias,
lugar situado en las fuentes del Jordán, donde se encuentra una gran roca,
evocada por Jesús en la frase que dirige a Pedro. Este último aparece aquí, tal
como ocurre en otros episodios del evangelio, como el portavoz de la fe de los
apóstoles. Las palabras de la confesión son esenciales, y contienen los títulos
de Jesús: Mesías e Hijo de Dios (v. 16). Las palabras de la respuesta de Jesús,
que son fruto de la gracia del Padre, son solemnes: expresan el aprecio de la
confesión del jefe de los discípulos y el cambio del nombre: de piedra,
«Pedro».
- Y, sobre todo,
contienen una serie de promesas expresadas con palabras constitutivas: sobre
Pedro y sobre la roca de su fe edifica Jesús la casa, el templo de su asamblea
o Iglesia (qahal en hebreo, ekklesía en griego). Hay aquí una
referencia al nuevo templo «edificaré»
(v. 18) donde se reúne la nueva asamblea del Señor. Por consiguiente, Pedro es
el fundamento y centro de la unidad y la comunión. Ahora bien, Pedro, a su vez,
tiene como fundamento a Cristo, pues es Cristo el centro de la comunión
eclesial. A Pedro, en su confesión de fe, Jesús le pide fidelidad y la
aceptación de su destino de cruz y de gloria.
CLAVES para la
VIDA
-
Un pasaje con un doble significado: por un lado, Jesús alaba la fe de Pedro y
le encomienda una tarea concreta, como consecuencia de ese don que Pedro ha
recibido del mismo Padre. Y es que el portavoz de aquel grupo ha sabido captar
todo aquello que aporta Jesús: es Hijo de Dios y Mesías, Salvador. Es una
magnífica profesión de fe. De ahí que Jesús le encomiende una tarea concreta y
exigente: él será la piedra en la que construirá el nuevo edificio; su fe (la
de Pedro) será el fundamento de esa nueva realidad.
-
Pero, por otro lado, también el caminar de Pedro es dubitativo, lleno de
miedos: por eso, no acepta el camino que Jesús propone, el camino de la
entrega, incluso de la vida. Y aquí, Pedro cambia. Su amor a Jesús es claro,
pero su debilidad y superficialidad también es evidente. Será su idea del
Mesías y lo que supone de exigencia; será lo que fuere, pero el... “apártate de mí, Satanás” no es precisamente
un piropo. Pedro sigue dominado por la lógica humana, no acorde con los caminos
de Dios.
-
También la figura de Pedro sigue siendo un símbolo para mí, para nosotros:
admiración hacia la persona de Jesús, sí; pero tendencia a hacer una selección
en nuestro seguimiento a Él, también. Sólo desde su don (el de su Espíritu)
será posible vivir el proceso que el mismo Pedro vivió, y aceptar la CRUZ , la entrega y la
donación como el estilo más adecuado para vivir el seguimiento. ¡Aquí estamos
nosotros!..
No hay comentarios:
Publicar un comentario