sábado, 7 de julio de 2012


DOMINGO, día 8

 Ezequiel 2, 2-5


“… El espíritu entró en mí, me puso en pie y oí que me decía: Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: Esto dice el Señor. Ellos, te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos…”

 CLAVES para la LECTURA
 - Se narra aquí la vocación ejemplar de un profeta. De Ezequiel sabemos que era «hijo de Buzí», sacerdote por nacimiento (1, 1), pero la voz de Dios le llama aquí «hijo de Adán»; ya no le llama sacerdote, sino simplemente «hombre», es decir, «hecho de tierra», frágil, mortal. Sobre este hombre se derrama el Espíritu de Dios, que viene a poner de pie al que estaba postrado en tierra, confiriéndole el poder divino (dynamis en el Nuevo Testamento) para proclamar la Palabra de manera eficaz. A la acción de Dios corresponde, por parte de Ezequiel, permanecer a la escucha; a la Palabra le corresponde la escucha.
- Yo te envío: misión que le será repetida una y otra vez, cuantas veces sea necesario, hasta que se empape del aspecto carismático de su vocación. El profeta no es el que va, sino el que es enviado: era la diferencia radical con el sacerdocio hereditario. En este caso, Ezequiel sabe que su misión está restringida al pueblo de Israel, un pueblo cuya historia conoce al detalle: historia de defecciones e infidelidades, historia de un Israel rebelde, desde sus orígenes hasta hoy.
- Por eso, la misión del profeta aparece como algo extremadamente difícil, como algo que cuesta: es una misión que tiene que ver con el «endurecimiento del corazón», con la obstinación de unos hijos que se han rebelado contra su Padre, una rebelión que se manifiesta en el «no escuchar» (v. 5). Ni siquiera la Palabra y el poder del Espíritu pueden constreñir la libertad del hombre para acoger la revelación de Dios. El profeta se levanta entonces, solitario, como signo de contradicción, como piedra de tropiezo para los que corren hacia su propia ruina.

CLAVES para la VIDA
- En la raíz misma de la vida del profeta está la experiencia FUNDANTE y sobre la que se asienta toda la estructura de su misión: ha sido elegido y llamado por Dios mismo. Es su única garantía, porque ni sus capacidades personales, ni los frutos que se vayan a dar están garantizados. De ahí la necesidad que siente de renovar constantemente esa experiencia original. El Espíritu del mismo Dios será quien renueve esa experiencia.
- Porque su misión se dirige a un pueblo que, tantas y tantas veces, vive de espaldas a ese Dios; su única respuesta ha sido el olvido, cuando no el menosprecio de ese amor incondicional que Dios le ha brindado de forma gratuita. Pero Israel (y nosotros) fácilmente hace oídos sordos a estas muestras de amor. Así, rechaza a Dios y al mensajero, al profeta, porque su presencia resulta molesta y es un incordio. Ésta es la historia de los grandes testigos.
- Escuchar lo que han vivido estos hombres y descubrir la fuerza de Dios en sus vidas y palabras; rumiar cuanto ofrecen, especialmente ese proyecto de Dios que está por encima de todos los condicionantes que nos podamos imaginar; vivir desde esa óptica que proponen y que luego en Jesús se nos brinda con una plenitud inmensa… ¡he aquí la tarea que, también hoy, nos corresponde vivir a nosotros! ¡Casi nada! ¿Aceptaremos la propuesta, hermano/a?

2 Corintios 12, 7b-10

“… Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un emisario de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces le he pedido al Señor verme libre de él y me ha respondido: «Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad». Gustosamente, pues, seguiré presumiendo de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Y me complazco en soportar por Cristo flaquezas, oprobios, necesidades, persecuciones y angustias, porque cuando me siento débil es cuando soy fuerte…”

CLAVES para la LECTURA
- Tras haber recordado a sus amados corintios (que, sin embargo, causan tantos sufrimientos al apóstol) la sublimidad de las revelaciones recibidas, y a fin de demostrar que su misión procede verdaderamente de Dios, Pablo se muestra ahora con toda su humana debilidad; más aún, «presume» de ella, del mismo modo que en otra ocasión había presumido de la cruz de Cristo (1 Cor 1, 17-31). Al final de la carta tenemos la demostración de que Pablo entiende su propia debilidad exactamente siguiendo el modelo de la debilidad del Señor: «Es verdad que se dejó crucificar en su débil naturaleza humana, pero ahora vive por la fuerza de Dios. Así también nosotros, que compartimos con él su debilidad, compartiremos con él su poderosa vida divina a la hora de enfrentarme con vosotros» (2 Cor 13, 4).
- Del mismo modo que la cruz produce escándalo, también la fragilidad humana del apóstol (descrita en forma de persecuciones, insultos, divisiones en la comunidad, enfermedad, angustia) puede provocar una reacción de desconfianza y de miedo en los corintios, pero eso es precisamente el signo inconfundible de que su misión apostólica es de Dios, dado que lleva consigo la marca inconfundible de la cruz.
- El carácter realista del apóstol completa el autorretrato con el esbozo de sus propias fragilidades humanas, a las que alude con metáforas indescifrables como «aguijón clavado en mi carne», los agentes de Satanás, y una lluvia de debilidades. Toda búsqueda de respuestas se detiene ante una puerta atrancada: detrás están escondidas una serie de debilidades definibles únicamente como «debilidades paulinas». Sin embargo, el realismo con tendencia al optimismo de un hombre fuerte y débil, orgulloso y decepcionado, titubeante y esperanzado como es el Pablo autor de las cartas a los cristianos de Corinto canta al final victoria: «Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad». Gustosamente, pues, seguiré presumiendo de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Y me complazco en soportar por Cristo flaquezas, oprobios, necesidades, persecuciones y angustias, porque cuando me siento débil es cuando soy fuerte» (vv. 9-10).

CLAVES para la VIDA
- Sigue insistiendo el apóstol y busca defender ante la Comunidad de Corinto, la credibilidad de su ministerio, atacado por sus adversarios. Pero, además, Pablo encuentra en sí mismo dificultades que complican su entrega y compromiso: tengo un aguijón clavado en mi carne...”. No oculta sus limitaciones. Pero sigue haciendo del bien de la persona y del progreso del Reino, su motivo de orgullo. Toda su vida y sus fuerzas, a pesar de las debilidades, las utiliza en esa causa.
- Pero hay otra gran e INMENSA lección en estas notas autobiográficas del apóstol: te basta mi gracia... muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo... cuando soy débil, entonces soy fuerte (v. 9). ¡Qué espiritualidad la que sustenta todos los esfuerzos y entrega del apóstol! ¡Qué confianza la que, en su debilidad, le hace vivir y continuar en esa acción evangelizadora que le arrastra! Vivo contento en medio de... sufridas por Cristo (v. 10).
- ¡Aquí no queda más que admirar la figura enorme de este seguidor de Jesús! Impresiona Pablo y me provoca su fuerza y su capacidad de ese estar enamorado de Cristo Jesús, y... ¡de qué manera! A pesar de las “espinas”, que hacen que se libre del peligro de la autosuficiencia, el apóstol es una GRAN LLAMADA, hoy y para cuantos quieren seguir a Jesús de Nazaret. Y... ¿para ti? ¡Para mí, sí!
Evangelio: Marcos 6, 1-6

“... No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa. No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando...”

CLAVES para la LECTURA
- Esta breve perícopa concluye la sección de los milagros e introduce una serie de peregrinaciones de Jesús dentro y fuera de Galilea. La expresión genérica pueblo (v. 1) era suficiente para indicar Nazaret; es más precisa la determinación del tiempo; es importante que la manifestación de Jesús tenga lugar el sábado (v. 2). En Israel, cualquier hombre adulto podía comentar la Escritura en la sinagoga: sin embargo, la enseñanza de Jesús es diferente a la de todos los rabinos de aquel tiempo.
- Aunque sin citar los versículos de Isaías comentados en Nazaret (entre los sinópticos sólo lo hace Lucas 4, 17ss), Marcos registra el estupor de los presentes. Tres son los motivos de admiración: el origen de las palabras pronunciadas por Jesús; la sabiduría que posee; los prodigios que realiza. Todo esto parece contrastar con la familiaridad que los nazarenos creían tener con Él, dado que conocían a sus padres y hermanos.
- La verdadera identidad de Jesús se revela aquí a través de su ser signo de contradicción, piedra de tropiezo, motivo de escándalo (v. 3). Esto mismo constituía ya una característica de los profetas, perseguidos con mayor frecuencia precisamente por aquellos que hubieran debido comprenderles mejor (v. 4). Por esa desconfianza, no pudo realizar Jesús milagros entre sus paisanos: Él mismo se muestra sorprendido de esta falta de fe, del mismo modo que los suyos estaban admirados de su autoridad.

CLAVES para la VIDA
- Después de los signos extraordinarios que ha realizado y que han levantado una auténtica expectación, ahora se nos ofrece cómo reaccionan las gentes ante la persona de Jesús; en este caso, los más allegados: familiares y vecinos de Nazaret, quienes le conocen de siempre y por eso no encuentran explicación alguna ante lo que observan y ven. Les va a faltar el paso decisivo que las personas enfermas, impuras y marginadas han dado: la FE en Jesús y en la presencia de Dios en Él.
- Se vuelve a cumplir la reflexión del discípulo amado vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn 1, 11). Y es que la excesiva familiaridad y la rutina son los enemigos del aprecio y del amor. Algo que puede ocurrir -por desgracia- en nuestras vidas, deseosos y hambrientos de “grandes” acontecimientos, de situaciones deslumbrantes.
- Está claro que ACOGER a Jesús, tal como es, no es una tarea sencilla. En ocasiones serán las “creencias de siempre”, inamovibles y anquilosadas, las que nos pueden impedir; en otras ocasiones la excesiva “familiaridad” (léase, rutina, vulgaridad) las que nos van a impedir abrirnos plenamente a su misterio grande y hermoso. ¡Necesario estar atentos al tema, para acogerle con actitud ABIERTA!

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