miércoles, 4 de julio de 2012


JUEVES, día 5

Amós 7, 10-17
 
“... Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, envió un mensaje a Jeroboán, rey de Israel: Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no puede soportar sus palabras. Porque así predica Amós: Morirá a espada Jeroboán. Israel saldrá de su país al destierro... Respondió Amós: No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo de Israel...”

 CLAVES para la LECTURA
- La persuasión de tener a Dios de su parte comporta inmediatamente, en el caso de Israel, una gran dificultad para tomar en serio las palabras del profeta. El choque entre el sacerdote Amasías y el profeta Amós, que alcanza con gran probabilidad a la dura experiencia histórica de Amós, documenta -no obstante- la reducción de la función profética de Amós en el «dossier» que Amasías presenta a Jeroboán: el profeta aparece en él sólo como alguien que «atenta» contra la casa real y la instalación del pueblo en su propia tierra. No dedica ni siquiera una palabra al verdadero fundamento de las amenazas, o sea: a la denuncia del pecado y a la exigencia de la conversión.
- Frente a esta acción de deslegitimación y de intento de proscripción, responde Amós con el testimonio de una identidad transformada y querida por Dios. De boyero y cultivador de higueras, quiso Dios convertirlo en profeta, es decir, que pusiera voz a su Palabra. Por eso lo tomó y le «hizo dejar el rebaño» para que profetizara, del mismo modo que había hecho con David, «de detrás de las ovejas» (2 Sm 7, 8).
- La identidad del profeta deriva, por tanto, del señorío absoluto de Dios, de su poder, que ha transformado su vida e impuesto una tarea. Lo que el sacerdote había referido al rey como cargos contra el profeta lo repite éste como «castigo de Dios» y afirmación del señorío de Dios.

 CLAVES para la VIDA
- La conciencia de haber sido llamado personalmente por Dios es la que da fuerza al profeta Amós. Él, pues, no es profeta por interés, ni como un medio de vida. Es Dios quien le ha llamado y él no puede menos que obedecer. Y así, con valentía, sin dejarse acobardar por las amenazas, sigue anunciando cómo será el proceder de Dios para con los dirigentes del pueblo, debido a su corrupción y su materialismo. El profeta no se vende a los poderosos.
- Ve a profetizar a mi pueblo Israel (v. 15): en esta experiencia arranca la nueva realidad que vive el profeta, a quien Dios le exige abandonar su forma de vida, la que ha ejercido hasta este momento. LLAMADA, pues, de Dios y respuesta incondicional, a pesar de los miedos y temores por parte del profeta, forman un binomio inseparable. El caso de Amós es un caso patente de fidelidad a la vocación profética. Esa fidelidad le llevará a situaciones límite. Pero es igual.
- ¡Inmensas lecciones, y no fáciles de aprender, las que nos siguen ofreciendo estos relatos bíblicos! La experiencia viva de llamada para una MISIÓN-TAREA determinada, es algo vital y necesaria, también en nuestra vida. Si esa conciencia se debilita, muy probablemente la presión del entorno podrá más en nuestra vida, en la de todo creyente. Ésta es la cuestión de fondo y que en momentos de fuerte crisis, como los actuales, afloran de forma singular. ¿Cómo es tu conciencia profética, hermano/a? ¿Cómo te sientes en la tarea?..

 Evangelio: Mateo 9, 1-8

“... Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados...”


 CLAVES para la LECTURA
- Jesús, después de haber estado en territorio pagano, vuelve a Cafamaún, «su» ciudad, en la que desarrolla ahora el ministerio. Le llevan a un paralítico. La descripción del episodio en el relato paralelo de Marcos (2, 1-12) -integrado en una disputa de Jesús con los maestros de la Ley sobre el poder de perdonar los pecados- es muy rica en detalles particulares. Los camilleros, en efecto, abren el techo y bajan al enfermo para que llegue a Jesús.
- Mateo omite todo esto. Centra su atención en la palabra autorizada de Jesús: «Ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados» (9, 2), donde el uso de la pasiva divina identifica a Jesús con Dios, el único que puede perdonar. Los maestros de la Ley captan de inmediato la grave «blasfemia», puesto que perdonar es una prerrogativa divina (Ex 34, 6ss; Sal 25, 18; 32, 1-5). Sin embargo, Jesús, desenmascarando la maldad de sus corazones, afirma con claridad la razón de sus milagros: son un signo para mostrar el poder que tiene Dios de perdonar los pecados, un gesto con el que el hombre que está bloqueado en la parálisis -una parálisis que anticipa ya la muerte- puede recobrar su identidad de viator, llamado a caminar para llegar a su verdadera casa: el amor del Padre, único lugar en el que puede saborear la paz y el reposo.
- La admiración de la muchedumbre, que da gloria a Dios por haber dado tal poder a los hombres (v. 7), cierra de manera significativa este episodio de la curación del paralítico. En él, la acción de Jesús tiene que vérselas de modo radical con el pecado y con la curación del hombre. En esta dimensión se encuentra la Iglesia a sí misma.

 CLAVES para la VIDA
- La acción salvífica, que Jesús aporta, abarca a la persona, ya que el proyecto de Dios es a favor de TODAS las personas. Para el evangelista Mateo, es necesario que el poder de Jesús alcance al pecado, como aquello que bloquea a las personas para toda acción positiva. Por eso, el primer mensaje al enfermo es precisamente ése: tus pecados quedan perdonados. A partir de ahí, vendrá el resto. Aquí radica la “autoridad” de Jesús.
- Volvemos a encontrarnos con un hecho que tanto destacan los evangelistas: la gente sencilla, la del pueblo glorifica a Dios por haber dado tal poder...” (7); mientras, los maestros de la Ley están en otra onda distinta, acusando y rechazando el poder y la presencia de Dios en Jesús y en su obra salvífica. Contraste patente: quienes “sabían” mucho, no aciertan a descubrir el misterio de vida que Jesús aporta; al contrario, los sencillos se encuentran plenamente con la Buena Nueva de Dios y la acogen con gozo.
- Como la gente que acoge y admira las obras que Jesús realiza en bien de la humanidad, así nosotros somos invitados a vivir el mismo proceso. La tentación de los “maestros de hoy” anida también en nosotros, en lo más profundo de nuestro ser. Dejarme reconciliar, para anunciar y ofrecer la vida de Dios, que conlleva el perdón y la paz, es la TAREA que está a mi alcance y se me ofrece constantemente. ¿Lo estoy deseando? ¿Lo busco?..

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