viernes, 27 de julio de 2012


SÁBADO, día 28

Jeremías 7, 1-11


“... Palabra del Señor que recibió Jeremías: Ponte a la puerta del Templo y grita allí esta palabra: ¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que entráis por estas puertas para adorar al Señor! Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros con palabras engañosas... Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo; si no explotáis al forastero, al huérfano, a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no seguís a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tiempo y para siempre...”

CLAVES para la LECTURA
- Con esta perícopa se inicia en la obra de Jeremías una nueva sección formada por oráculos fragmentarios. Poseen en común el reflejar una mixta situación histórica, moral y religiosa. El piadoso rey Josías había muerto. En el trono se encontraba el impío rey Joaquín. Asiría estaba a punto de agonizar y Egipto, aunque perdiera en Karkemis, se encontraba fuerte y ambicioso. Eran unos tiempos de inestabilidad a todos los niveles. Cien años antes, frente al ataque de Senaquerib, Isaías había garantizado la inviolabilidad de Sión. Roto el sitio por razones maravillosas y extraordinarias, Jerusalén libre, las palabras de Isaías se habían convertido en el dogma de la seguridad. Jerusalén y su Templo eran la mejor y única garantía de estabilidad.
- Jeremías se presenta bruscamente en un día de fiesta a la entrada del atrio, donde se reunía el pueblo para los sacrificios. En nombre de Dios va a romper la superstición de la ciudad y del Templo. A recordar que el dogma de la inviolabilidad no es garantía absoluta sino condicionada. Deben arrepentirse y convertirse. La rectitud de vida supone el cumplimiento de unas obligaciones sociales y morales. A nivel social les recuerda, a modo de ejemplo, los casos más desahuciados e indefensos como es el tríptico: extranjero, huérfano y viuda. Moralmente les echa en cara los sacrificios de sus hijos inocentes a Molok y la ruptura de la Alianza yéndose tras otros dioses: idolatría, inmoralidad, injusticia.
- Ellos se fiaban de palabras engañosas. No las de Isaías, sino su interpretación incondicional hecha por los falsos profetas. Jerusalén y el Templo son inviolables sólo si su vida es recta. Entonces será cuando Dios habite en medio de ellos y será su presencia lo único que la hará inviolable. Los judíos habían hecho una doble religión. La personal y particular llena de toda clase de abominaciones y la oficial, ritual, externa y cúltica, la yahvista, tan minuciosa y pomposa como vacía. Con la segunda pretendían justificar la primera y tanto más escrupulosos eran en la observancia de las minucias cúlticas cuanto más sucia estaba su vida individual y social. Se refugiaban en el culto para ocultar sus asquerosas vidas. Habían hecho del Templo una auténtica guarida de ladrones, el refugio donde los malhechores podían sentirse seguros. Jeremías les grita con toda viveza: «Atención -es Palabra de Yahvé-, que yo lo he visto». A Dios no se le puede engañar.


CLAVES para la VIDA
- Denuncia valiente del profeta Jeremías de las falsas seguridades del pueblo. La falsa seguridad, en este caso, basada en un aprecio mal entendido del Templo: no es suficiente la visita al mismo, porque... os fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada (v. 8); es necesario vivir la existencia de cada día como pide la Alianza: juzgar rectamente a los demás, no explotar a los débiles, no derramar sangre inocente, no robar, no adorar a falsos dioses...
- De ahí que la denuncia invite a la conversión, al cambio de vida, para vivir en consonancia con el proyecto de Dios. No vale con la hipocresía de un culto vacío y sin contenido, ofrecido a favor de Dios. La vida del creyente tiene (según Jeremías) otras dimensiones sociales y de convivencia que requieren un cambio radical; sin este cambio, la admiración del Templo y del culto es engañoso e inútil.
- Así de claro habla el profeta, para la gente de su tiempo y, hoy, para nosotros. Es necesario que nos recordemos mutuamente una vez más: también nuestro culto puede estar viciado en su misma raíz y no faltan “signos” que “huelen” abiertamente a esta situación de podredumbre. La Palabra me sigue hablando con claridad y buscando la profundidad en mi vida. Sigue siendo necesario escuchar a los profetas. ¿Lo crees necesario, hermano/a?


Evangelio


Mt 13,24-30: Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
-«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Enton­ces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sa­le la cizaña?"
Él les dijo:
"Un enemigo lo ha hecho."
Los criados le preguntaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les respondió:
"No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el tri­go. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'"»

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