SÁBADO,
día 28
Jeremías 7, 1-11
“... Palabra del Señor que recibió Jeremías: Ponte a la puerta del
Templo y grita allí esta palabra: ¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que
entráis por estas puertas para adorar al Señor! Así dice el Señor de los
ejércitos, Dios de Israel: enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y
habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros con palabras
engañosas... Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis
rectamente entre un hombre y su prójimo; si no explotáis al forastero, al
huérfano, a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no
seguís a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros
en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tiempo y para
siempre...”
CLAVES para la LECTURA
- Con esta perícopa se inicia en la obra de
Jeremías una nueva sección formada por oráculos fragmentarios. Poseen en común
el reflejar una mixta situación histórica, moral y religiosa. El piadoso rey
Josías había muerto. En el trono se encontraba el impío rey Joaquín. Asiría
estaba a punto de agonizar y Egipto, aunque perdiera en Karkemis, se encontraba
fuerte y ambicioso. Eran unos tiempos de inestabilidad a todos los niveles.
Cien años antes, frente al ataque de Senaquerib, Isaías había garantizado la
inviolabilidad de Sión. Roto el sitio por razones maravillosas y
extraordinarias, Jerusalén libre, las palabras de Isaías se habían convertido
en el dogma de la seguridad. Jerusalén y su Templo eran la mejor y única
garantía de estabilidad.
- Jeremías se presenta bruscamente en un día
de fiesta a la entrada del atrio, donde se reunía el pueblo para los
sacrificios. En nombre de Dios va a romper la superstición de la ciudad y del
Templo. A recordar que el dogma de la inviolabilidad no es garantía absoluta
sino condicionada. Deben arrepentirse y convertirse. La rectitud de vida supone
el cumplimiento de unas obligaciones sociales y morales. A nivel social les
recuerda, a modo de ejemplo, los casos más desahuciados e indefensos como es el
tríptico: extranjero, huérfano y viuda. Moralmente les echa en cara los
sacrificios de sus hijos inocentes a Molok y la ruptura de la Alianza yéndose tras otros
dioses: idolatría, inmoralidad, injusticia.
- Ellos se fiaban de palabras engañosas. No
las de Isaías, sino su interpretación incondicional hecha por los falsos
profetas. Jerusalén y el Templo son inviolables sólo si su vida es recta.
Entonces será cuando Dios habite en medio de ellos y será su presencia lo único
que la hará inviolable. Los judíos habían hecho una doble religión. La personal
y particular llena de toda clase de abominaciones y la oficial, ritual, externa
y cúltica, la yahvista, tan minuciosa y pomposa como vacía. Con la segunda pretendían
justificar la primera y tanto más escrupulosos eran en la observancia de las
minucias cúlticas cuanto más sucia estaba su vida individual y social. Se
refugiaban en el culto para ocultar sus asquerosas vidas. Habían hecho del
Templo una auténtica guarida de ladrones, el refugio donde los malhechores
podían sentirse seguros. Jeremías les grita con toda viveza: «Atención -es
Palabra de Yahvé-, que yo lo he visto». A Dios no se le puede engañar.
CLAVES para la VIDA
- Denuncia valiente del profeta Jeremías de las
falsas seguridades del pueblo. La falsa seguridad, en este caso, basada en un
aprecio mal entendido del Templo: no es suficiente la visita al mismo,
porque... “os
fiáis de palabras engañosas que no sirven de nada” (v. 8); es necesario vivir la
existencia de cada día como pide la
Alianza : juzgar rectamente a los demás, no explotar a los
débiles, no derramar sangre inocente, no robar, no adorar a falsos dioses...
- De ahí que la denuncia invite a la conversión, al
cambio de vida, para vivir en consonancia con el proyecto de Dios. No vale con
la hipocresía de un culto vacío y sin contenido, ofrecido a favor de Dios. La
vida del creyente tiene (según Jeremías) otras dimensiones sociales y de
convivencia que requieren un cambio radical; sin este cambio, la admiración del
Templo y del culto es engañoso e inútil.
- Así de claro habla el profeta, para la gente de su
tiempo y, hoy, para nosotros. Es necesario que nos recordemos mutuamente una
vez más: también nuestro culto puede estar viciado en su misma raíz y no faltan
“signos” que “huelen” abiertamente a esta situación de podredumbre. La Palabra me sigue hablando
con claridad y buscando la profundidad en mi vida. Sigue siendo necesario
escuchar a los profetas. ¿Lo crees necesario, hermano/a?
Evangelio
Mt 13,24-30: Dejadlos crecer juntos hasta la
siega.
En aquel tiempo, Jesús propuso otra
parábola a la gente:
-«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?"
Él les dijo:
"Un enemigo lo ha hecho."
Los criados le preguntaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les respondió:
"No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'"»
-«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?"
Él les dijo:
"Un enemigo lo ha hecho."
Los criados le preguntaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les respondió:
"No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores:
'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'"»
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