VIERNES,
día 27
Jeremías 3, 14-17
“… Os daré pastores conforme a
mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia. Cuando os
multipliquéis y crezcáis en el país, en aquellos días -oráculo del Señor-, ya
no se nombrará el arca de la alianza del Señor: no se recordará ni se
mencionará, no se echará de menos, ni se hará otra…”
CLAVES para la LECTURA
- Es clara la doble vertiente de la vocación
de Jeremías: edificar y plantar de un lado y del otro desarraigar y asolar. La
perícopa anterior tenía un claro matiz peyorativo, condenatorio, exigente.
Ahora, en todo el capítulo tercero, nos encontramos con la otra cara del
díptico. Y dentro de él dos perícopas, injertadas muy probablemente por otra
mano. Una de ellas la forman los versículos de la presente lectura.
- Por más que ha pretendido unírseles al
resto del capítulo no existe otro punto de contacto que el término hebreo «sub»
=conversión, metanoia, eje central de todo este capítulo tercero. Como el
pensamiento y estilo son netamente jeremianos, hemos de pensar que nos
encontramos ante un oráculo de consolación del Jeremías posterior a la ignominiosa
caída de Jerusalén insertado aquí por el redactor final de la obra. Lo
realmente significativo es su sentido mesiánico reflejado en la expresión «en aquellos días»,
característica en la literatura profética para designar los últimos tiempos. Su
contenido está en perfecta consonancia con los oráculos mesiánicos del libro de
Isaías.
- En realidad, Jerusalén había sido
destruida; el arca de la
Alianza , símbolo de la presencia de Yahvé en medio de su
pueblo y de la que se decía ser su trono, había sido descuartizada, no por su
contenido sino por el oro de que estaba recubierta. La tradición no quiso
recordar este hecho bochornoso y aseguraba, de acuerdo con el apócrifo de que
se hace mención en el 2 Mac 4, que había sido escondida por el propio Jeremías
en el monte Nebo.
- Por otra parte, el Dios que los había
dispersado los reuniría «nominatim», uno de aquí y dos de allá, hasta formar
ese resto escogido y fiel a través del cual se cumplirían todas las promesas
patriarcales y davídicas. En manos de Dios está tanto la felicidad como la
desgracia. Él es quien traza el camino a sus elegidos a través de cualquier
acontecimiento próspero o adverso. Él será quien sustituya a los antiguos
pastores mercenarios por pastores auténticos según su corazón, de acuerdo con
el modelo davídico. Después del destierro babilónico, Yahvé mandó a su pueblo
excelentes pastores como Zorobabel, Esdras y Nehemías. Pero aquel pequeño
rebaño no terminaba de cumplir la predicción de Jeremías.
CLAVES para la VIDA
- Y vuelve a repetirse la historia: a pesar
del cúmulo de infidelidades por parte del pueblo, el corazón de Dios (que es lo
que “lee” el profeta) está por “otra cosa”; no es el castigo ni la destrucción
lo que desea y, por eso mismo, lo busca y trabaja. Al contrario, el profeta,
que hace poco ha denunciado con fuerza el proceder de este pueblo, ahora
levanta su voz para anunciar esos tiempos nuevos, en los que es posible renovar
la mutua relación y con consecuencias bien visibles.
- Y es que el mismo Dios les va a dar pastores
que obren conforme a su corazón, y como el corazón de Dios no quiere otra cosa
que el bien para su pueblo, la realidad va a ser totalmente diferente. Sólo un
pequeño paso por parte del pueblo será suficiente para que se inicie ese nuevo
proceso. “Volved”
es la invitación, y ahí se iniciará la creación de ese “resto” que caminará en
fidelidad plena y según los deseos de Dios.
- Una vez más se me (nos) recuerda que el
proyecto de Dios es de vida, de bien y no precisamente de ruina y de
destrucción (como a veces se ha presentado). Ese Dios, enamorado y fiel, quiere
y desea lo mejor para sus hijos; también para mí. Sólo será necesario un “volved”, que seguramente tendrá que ser algo
continuado, porque mi tendencia (casi natural) es a despistarme y alejarme de
sus senderos. ¿A qué te suena a ti todo esto, hermano/a? ¿Crees que será así?
¿Cómo te sientes?..
Evangelio: Mateo 13, 18-23
“… Vosotros oíd lo que
significa la parábola del sembrador. Si uno escucha la palabra del Reino sin
entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa
lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el
que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es
inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra , sucumbe. Lo
sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra ; pero los afanes
de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo
sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ése
dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno…”
CLAVES para la LECTURA
- Tras pedírselo sus discípulos, Jesús les da
la interpretación de la parábola del sembrador. La exégesis ve también en la
explicación de Jesús una experiencia de vida cristiana y de la predicación de la Palabra de Dios con los
diferentes resultados que obtiene. Algunos exégetas sostienen que esta
explicación será preponderantemente fruto de la experiencia de la comunidad
primitiva. Nosotros preferimos ver en ella la enseñanza del mismo Jesús,
acompañada, no obstante, de la práctica de la Iglesia , que ha podido dar
cierto colorido al texto actual del evangelio.
- La explicación de la parábola del sembrador
desplaza la atención desde aquel que esparce la semilla a las causas de su
diferente recepción. Al explicitar la comparación, se pasa de la constatación
del resultado, combatido aunque a fin de cuentas sorprendente, de la
predicación del Reino de Dios por parte de Jesús y de los continuadores de su
obra, a la consideración de los motivos que llevan a los oyentes a cerrarse o
abrirse al anuncio y, por consiguiente, a la conversión.
- El evangelista, releyendo la parábola de
manera alegórica, pone de manifiesto que el fondo de la dureza de corazón es
obra del maligno, del que es mentiroso desde el principio (1 Jn 2, 22; 3, 8).
El hombre secunda esa obra cuando vive de modo que no permite a la Palabra de Jesús arraigar
en su vida. De esta forma, distrae fácilmente su atención de ella y deja que
los sufrimientos, las incomprensiones, las riquezas, ocupen todo el espacio de
su corazón y de su mente. Da frutos abundantes, por el contrario, quien es
dócil a la Palabra
de Jesús: figura entre los «bienaventurados»
(Mt 13, 16) a los que ha sido revelado el misterio del Reino; figura entre los «pequeños» en los que se complace el Padre y a
los que introduce en la comunión trinitaria (Mt 11, 25-27).
CLAVES para la VIDA
- Está claro: la fuerza interna de la semilla está
garantizada; tiene vida y capacidad de producir nueva vida y de forma
abundante. Así lo presenta el mismo Maestro, Jesús. Por lo tanto, no es posible
achacar a factores internos de la semilla el hecho de producir o no los frutos
deseados; eso está garantizado. Será necesario buscar la “explicación” en otro
lugar, ya que se debe a otros factores distintos de la semilla.
- Esto es lo que quiere destacar esta enseñanza
parabólica de Jesús: es muy necesario tener en cuenta el tipo de terreno que
acoge a la semilla (con capacidad en sí misma). El terreno es el condicionante
principal en este caso: ya sean las “piedras”, la superficialidad, los afanes y
preocupaciones de la vida y de las riquezas, o… las que atrofian y hacen inútil
la fuerza interna de la semilla. ¡He aquí la cuestión clave!
- El “examen” que esta explicación de la parábola
tiene para mí es evidente. Si el tipo de terreno y de acogida de la semilla
condiciona sus frutos, también en mi (nuestra) vida se da esta situación.
¡Cuántas veces puedo ser un asiduo “consumidor” de la Palabra , pero esa misma
Palabra no cuaja y produce vida en mi caminar creyente y de seguidor de este
Jesús! Este hecho es algo innegable que se da en nuestros ambientes. ¿También
en mi vida? ¿Y en la tuya, hermano/a?
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