DOMINGO, día 16
Sofonías 3, 14-18a
“… Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel, alégrate y
gózate de todo corazón Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha
expulsado a tus enemigos…”
CLAVES para la LECTURA
- El profeta Sofonías, que
precede algunos años al profeta Jeremías, interpreta con estas palabras el
deseo de renacer de la ciudad de Jerusalén tras el período del rey Manasés,
idólatra y violento. Se trata de un renacer a la vez espiritual y civil. La
destinataria de las palabras es la «hija de
Sión» o «hija de Jerusalén»,
que de ambos modos se designa a la misma ciudad de Jerusalén, pero que tal vez
aluden también a algo nuevo que va a hacer el Señor.
- En el texto profético se
cruzan diversos temas, todos se repiten al menos dos veces, y es que la
repetición subraya la urgencia de la exhortación a fiarse de esta palabra de
esperanza. La invitación a la alegría da el tono fundamental. El profeta
recurre a todos los vocablos posibles para manifestarlo: gozo, alegría,
regocijo, fiesta, danza... es ese gozo interior que se manifiesta exteriormente
con la participación de toda la comunidad. Pero el aspecto más interesante de
este sentimiento es que no sólo se trata de un gozo humano, sino también del de
Dios (v. 17 «Él se goza y se complace en ti»).
El fragmento se abre con el gozo del pueblo y se cierra con el gozo de Dios.
- El motivo del gozo es la
venida de Dios, que, cancelada toda condena, habita ahora en medio de la ciudad
como salvador: «El Señor tu Dios en medio de ti»
(vv. 15. 17). La salvación a su vez se realiza como una renovación en el amor («su amor te renovará»: v. 17). Para
Sofonías la salvación está en el reafirmar el amor originario de Dios, en
volver a encontrar el amor perdido. Es un amor que expulsa al temor, porque ya
no hay motivo para temer cuando Dios manifiesta su amor. Precisamente en este
texto se inspirará la escena de la anunciación en Lucas: «Alégrate... El Señor está contigo... No temas…».
CLAVES para la VIDA
- En la mejor línea de la espiritualidad bíblica se
mueve este anuncio del profeta Sofonías. Y es que el Señor “ha cancelado tu
condena” (v. 15): ésa es la noticia que quiere transmitir el
vocero de Dios en nombre del mismo Dios. La fidelidad del Señor está por encima
de todos los condicionantes e infidelidades del pueblo. De ahí que “alegría”, “gozo”,
“regocijo”, “fiesta”…
son las “notas” que destacan en este anuncio de salvación, porque el proyecto
de Dios continúa invariable: Él salva a su pueblo en razón de su compromiso,
sellado en alianza eterna.
- “Él se goza y se complace en ti”: ésta es la
síntesis de todo el anuncio profético. Dios ama hasta ese extremo a su pueblo y
no puede menos de llenarse de complacencia en ese amor incondicional. Por eso
mismo, Dios quiere renovar ese amor y desea que Israel también lo renueve, ya
que eso será fuente de vida y de felicidad para todo el pueblo. Será necesario
que Israel reconozca que ha perdido el primer amor, pero a Dios le importa
mucho más la actitud que quiere vivir desde la invitación que le es dirigida en
este anuncio de esperanza. Ojalá el pueblo escuche y acoja esta invitación.
- En este clima del Adviento, donde se comienza a
revivir toda la historia de salvación, es bueno escuchar y gustar estos
anuncios, estos mensajes de esperanza, sin duda alguna con mucha más
perspectiva que la inmediata de la situación concreta o de la vuelta del
destierro. La mirada va más allá, vislumbrando un poco la salvación definitiva
que alcanzará su plenitud en Cristo Jesús. Él volverá a recordarnos y… ¡de qué
manera!, que el Padre “se goza y se complace en ti”. Ésta será la
Buena Noticia, repetida de las formas más diversas, tanto con los signos como
con las palabras. ¿A qué te suenan estos mensajes, hermano/? ¿A “música celestial”
o a algo concreto y tangible? ¡Buen ánimo!
Filipenses 4, 4-7
“… Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad
alegres… Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús…”
CLAVES para la LECTURA
- La invitación a la
alegría, como la recomendación a no temer («Que
nada os angustie»; v. 6), encuentran, para Pablo, su
fundamento en el hecho de que: «El Señor está cerca». “Señor” indica aquí no
sólo a Dios, sino a Jesús, porque en él Dios se acerca a la humanidad. La carta
a los Filipenses muestra cómo la esperanza del cristiano es diferente de la
esperanza del que quiere ser optimista a toda costa. Ésta no se basa en un
sentimiento de voluntad personal, en una disposición interior al optimismo,
sino en la persona de Jesús, que es garantía de la espera para el futuro.
-Tres palabras resumen los
aspectos personales y comunitarios de la esperanza: gozo, confianza, paz. El
gozo: brota del hecho de vivir en comunión con Jesús y los demás. El
que afirma esto no es un vividor, sino un apóstol que sufre, prisionero, que
invita reiteradamente a los fílipenses al gozo.
- La confianza:
«Que nada os angustie; al contrario, en
cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando
gracias» (v 6). Abandonarse en Dios no es indigno del hombre, no
es un refugiarse en un mundo irreal, sino que forma parte de la verdadera
sabiduría, porque «el Señor protege el camino de los justos» (1
Sm 2, 9).
- La paz:
resultado de cuanto precede. De las escasas palabras de Pablo se deduce que la
paz no es ausencia de preocupaciones, sino fruto del poder de Dios, que guarda
el corazón y pensamientos de los creyentes en Cristo Jesús (v. 7), lo cual es
muy distinto del simple “no tener pensamientos”. La verdadera paz no es
superficial, sino que se afianza en el hombre ahí donde decide por sí mismo, en
la mente y el corazón, y, de este modo, también sus acciones y relaciones serán
acciones y relaciones de paz.
CLAVES para la VIDA
- De nuevo sorprende este gran seguidor de Jesús, que es
Pablo, el apóstol prisionero por ser fiel al Evangelio, pero, con todo, capaz
de proclamar que su Señor “está cerca”,
lo sigue sintiendo presente en esa misma realidad que ahora mismo está viviendo.
Y es que es la persona de Jesús la que ha cambiado su vida y, por eso, sin
ningún tipo de miedo, lo proclama abiertamente: él no ha sido engañado por este
Señor, sino, al contrario, Él es el que ha llenado de sentido y de contenido su
vida, y por eso le siente cerca.
- Desde ahí es como propone un estilo de vida, dominado
por el gozo, dada la comunión que
vive con su Señor y que le posibilita también la comunión con los demás
miembros de la comunidad; la confianza
que le supone un fiarse total y pleno en las manos de Dios porque ésa es la
sabiduría que conduce a la vida; desde ahí nace la paz, como un don de Dios mismo y no como fruto del esfuerzo
personal, hasta llegar a que toda la vida sea reflejo de esa paz que proviene
de Dios.
- ¡Vaya planteamiento la que nos propone el apóstol como
ESTILO de VIDA! ¡Casi nada! Es realmente sugerente, tanto lo que piensa como lo
que vive Pablo, el inmenso seguidor de Jesús. Y… ¡vaya propuesta para mi vida
de hoy, caminante y seguidor del mismo Señor! ¡Cuántas preguntas se agolpan en
mi pobre ante la propuesta de vida! Porque aquí no se trata de planteamientos
teóricos, sino de todo un ESTILO determinado, que ilumina toda la existencia.
Hermano/a, ¿cómo te sientes ante las palabras y reflexiones del apóstol? ¿Podemos
decir tú y yo que mi “estilo de vida” se parece a lo que plantea?
¡Enhorabuena…!
Lucas 3, 10-18
“… Él contestó: El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el
que no tiene y el que tenga comida haga lo mismo… Yo os bautizo con agua; pero
viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus
sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego…”
CLAVES para la LECTURA
- Después del acontecimiento
de la Palabra sobre el Bautista que anuncia la salvación (Lc 3, 2), Lucas
relata los temas éticos de la predicación de Juan en los que precisa los
caminos que hay que enderezar y ajustar según los caminos de Dios.
- Se presentan al Bautista
diversas categorías de personas. Por tres veces (vv. 10. 12. 14) la gente
pregunta al Bautista: «¿Qué debemos hacer?».
En la respuesta no pide cosas desorbitadas, sino que recomienda modos de
atención con el otro, respeto a todos en la justicia. El Bautista, hombre del
desierto, a quien le pregunta sobre qué debe hacer no le pide imitarle en la
vida eremítica o ascética del desierto. Les da unas respuestas para que las
realice cada uno en su vida normal, ya que es precisamente en ese ámbito donde
todos debemos enderezar los caminos de Dios.
- A algunos interlocutores
les sugiere el compromiso del compartir: «El que
tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene ninguna» (v.
11). Luego se acercan los publicanos y los soldados, dos categorías
«sospechosas». Pero también pueden abrirse a la salvación viviendo una vida
honesta y renunciando a algunos fraudes. Cuando venga Jesús, precisamente los
publicanos y los soldados (el centurión) serán los testigos de una salvación
que se les ofrece sin condiciones previas, salvación recibida gratuitamente,
capaz de cambiar la vida.
- Finalmente el evangelista
indica que «el pueblo estaba a la expectativa»
(v. 15), y se preguntaban si no sería Juan el Cristo. De la pregunta del
«hacer» se pasa a la del «Mesías», es decir, a la pregunta de «¿Quién nos puede
salvar?». El Bautista remite -más allá de sí mismo- a «aquel que viene», el único que podrá
cambiar la vida vieja, quemando la paja y regalando el Espíritu.
CLAVES para la VIDA
- En el Bautista todo está con vistas a preparar la
presencia salvadora del Mesías: “Yo bautizo con agua... Él os bautizará con Espíritu Santo y
fuego”. Su invitación es clara y válida, si se le quiere
escuchar. Aquí nos encontramos, HOY. Necesitamos los creyentes prepararnos a
este acontecimiento central de nuestra fe; de ahí que la voz del profeta Juan
resuena con fuerza. Él no se conforma con “sacar ruido”, sino que plantea y
exige cambiar las CLAVES de la vida, asumiendo el estilo del mismo Dios.
- Esa llamada a la CONVERSIÓN, a vaciar de palabras
falsas o vacías y de hechos engañosos la vida, para así poder ABRIRNOS a esa
PRESENCIA NUEVA, es la gran invitación de Juan, “la voz que clama en el desierto”
de nuestro mundo y de nuestras vidas. “¿Qué tenemos que hacer?” (pregunta que le
hacían a Juan), es la actitud válida, hoy y en nuestras vidas.
- En este
caminar del Adviento, pues, este personaje tan singular, Juan al Bautista, es
una enorme invitación para nosotros. Él, después de escuchar la “Palabra”, que
se le dirige en el “desierto” (como nos decía el evangelista el domingo
pasado), ahora aplica lo escuchado a la vida. No se anda por las ramas, sino
que busca el cambio de vida. Hermano/a, ¿cómo andamos de “escucha” de la
Palabra? ¿Es el “desierto” (la soledad y el silencio) el lugar que escojo para
esa escucha y acogida? Es la invitación de Juan, el Bautista. Y por lo que
parece, debe ser urgente, según él.
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