sábado, 2 de marzo de 2013


DOMINGO, día 3 de Marzo

 
Éxodo 3, 1-8a. 13-15     “Yo soy el que soy” (Ex 3, 14)

“… Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores… Si ellos me preguntan cómo se llama este Dios ¿qué les respondo? Dios dijo a Moisés: Soy el que soy. Esto dirás a los israelitas: Yo soy, me envía a vosotros…”

     
CLAVES para la LECTURA

 
- La narración de la vocación de Moisés es una de las cumbres de la Biblia, juntamente con la revelación del nombre de Dios. Moisés, huido de Egipto, renunció a proseguir con sus generosos proyectos de liberación y vive su vida (v. 1). Pero el Señor le sorprende en su vida ordinaria: la curiosidad ante el hecho extraordinario de la zarza que arde sin consumirse hace acercarse a Moisés; allí, Dios, que le esperaba, le llama dos veces por su nombre, suscitando el “Aquí estoy” de la plena disponibilidad a la escucha y la obediencia.

 - El Señor enseña a Moisés la actitud del santo temor ante su presencia (vv. 4-5. 6b), se da a conocer como el Dios de los padres y manifiesta estar presente en la historia del pueblo y dispuesto a intervenir (v. 7s). Pero quiere servirse precisamente de Moisés para llevar a cabo la salvación, que es una liberación de la esclavitud opresora para pasar al servicio del culto a Dios con la propia vida (v. 12). Moisés rechaza la misión, consciente de su incapacidad y de la falta de credenciales ante el pueblo: ¿cómo presentarse en nombre de un Dios del que no se conoce su nombre? El nombre para los semitas indica la totalidad de la persona: conocerlo equivale a poder disponer de él cada vez que se le invoque.

 - La respuesta enigmática del Señor (v. 14) es sólo un rechazo aparente: el tetragrama sagrado Yahvé es interpretado por el mismo Dios como una forma causativa del verbo “ser”, con diversos matices posibles incluidos: “Yo soy el que soy”: no me puedes comprender; yo soy el que hace existir; yo soy el que te está presente; yo soy el que seré: tal como me manifestaré. Con la fuerza de esta revelación, que es a la vez certeza de que el Dios de los padres estará con su pueblo (v. 15), Moisés acoge la misión.

 

CLAVES para la VIDA

 
- Toda historia tiene sus raíces; también la de Israel, donde la presencia de Dios toma manifestaciones singulares. Una de las más importantes es que Dios se manifiesta como el que LIBERA a este pueblo de las situaciones límites. Así, de la esclavitud de Egipto que, según Israel, Dios lo llevará a cabo con brazo poderoso y por medio de acciones prodigiosas. A esta clave nos lleva la lectura de este día.

- Y este Dios se hace presente en medio de la vida ordinaria, y cuenta con personas concretas para llevar a cabo sus grandes gestas de vida y de liberación. Moisés es una persona muy significativa en esta historia. El “aquí estoy”, con todo lo que implica de disponibilidad y de fidelidad, es algo que cambia la vida de la persona, como también la historia de ese pueblo. Y eso a pesar de que Moisés se siente incapacitado para llevar a cabo la MISIÓN que Dios tiene diseñado para él. Pero es que al “aquí estoy” le sigue el “Yo-soy, me envía a vosotros”: es el ENVÍO que tiene su origen en el mismo Dios; ya no depende sólo de las cualidades personales del llamado, sino la misma presencia de Dios es el garante de la misión.

 - Volver a escuchar la historia de la vocación de Moisés; su “aquí estoy”, con todo lo que significa e implica; el “me envía a vosotros”, como el garante de todo cuanto está a punto de suceder… es algo hermoso y profundamente motivador para mí, para nosotros, hoy y aquí. Y es que esa historia se repite en nuestras vidas, aunque sea por caminos diferentes, si bien la misión sigue siendo la misma: LIBERAR a los hermanos, porque los hombres y las mujeres son la OBSESIÓN de Dios, también hoy. Ésta es la MISIÓN; no lo puedo olvidar en ningún momento: Dios sigue haciéndose presente también en mi vida para enviarme a la misión. O… ¿no, hermano/a?

 

1 Corintios 10, 1-6. 10-12

“… No protestéis como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo: y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga…”

 
CLAVES para la LECTURA


- La comunidad de Corinto es viva e inquieta; de conversión reciente, experimenta la peligrosa insidia de un contexto pagano con costumbres proverbialmente relajadas. Por eso, Pablo les recuerda que ellos mismos no están tan lejos del peligro de la idolatría, algo que siempre ha estado presente en la historia de Israel como pueblo. De ahí que el apóstol haga mención expresa de esa historia.

 - Tomando posición en las diversas cuestiones que se plantean, Pablo propone en este fragmento una reflexión acerca de los acontecimientos del Éxodo. De estos hechos se desprende claramente que la gracia se ofrece a todos -y el apóstol lo repite insistentemente con la clara alusión al bautismo y a la Eucaristía (vv. l-4a)-, pero Dios pide a cada uno que esa gracia no resulte infructuosa.

 - Una fe casi mágica en la eficacia de los sacramentos o una cierta euforia espiritual inducen a prescindir de las EXIGENCIA MORALES que comporta una vida auténticamente cristiana para que Dios pueda contemplarla con agrado (vv. 5s). También se condena la murmuración que suscita divisiones considerándola como un repetir el descontento del pueblo en su camino del desierto (v. 10). El ejemplo de los israelitas es emblemático y debe evitar que otros se precipiten en el mismo abismo incurriendo en un castigo análogo (v. 11). “Hemos llegado a la plenitud”, dirá el apóstol, y no hay que vivir irreflexivamente. Que cada uno pregunte a su conciencia y mida sus propias fuerzas (v. 12): es preciso mantenerse firmes y bien cimentados.

 
CLAVES para la VIDA

 
- Las situaciones del pasado de la historia de Israel pueden también hoy repetirse, según el apóstol. De ahí que es necesario tenerla muy en cuenta para no caer en la misma trampa idolátrica de las falsas seguridades. No es tanto el pertenecer a un pueblo, ni someterse a unos ritos, ni el ofrecer sacrificios… lo que salva (tentación idolátrica muy presente en la historia de Israel), sino que es necesario entrar en la dinámica de la CONVERSIÓN, como un caminar con Cristo y participar en sus dones de vida y de salvación.

 - Y es que “la roca es Cristo”: desde aquí, según Pablo, cambia radicalmente toda la situación. Y aquí se fundamenta la salvación: en Cristo se ofrece a los creyentes la posibilidad de una realidad nueva y que lleva a la plenitud cuanto se anunciaba en la historia de liberación vivida por Israel. Vivir actitudes diferentes de las vividas en esa historia es necesario para gustar de la nueva situación.

 - El apóstol Pablo no desaprovecha la ocasión para sacar las conclusiones que conlleva la nueva situación; y mirar la historia de Israel, le sirve para “leerla” en “clave de ejemplo” para no caer en la misma trampa: no es posible no aprovechar los beneficios otorgados por Dios, ahora, en Cristo, en quien otorga todos los dones a la humanidad. La comunidad que no gusta y disfruta de estos dones otorgados en Cristo, está amenazada de los peligros vividos por Israel en su historia. Hermano/a: somos invitados a no engañarnos y asumir la CONVERSIÓN como el encuentro nuevo y renovador con Cristo. Aquí está la clave. ¡Buen ánimo y feliz trabajo!

 

 Evangelio: Lucas 13, 1-9

 
“... Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo... Y les dijo esta parábola: Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto de ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás...”

 

CLAVES para la LECTURA

 
- Según un esquema frecuente en Lucas, después de una afirmación de Jesús sigue una ilustración por medio de una parábola. La enseñanza global es la siguiente: los signos de los tiempos deben ser leídos e interpretados no sólo en la vida de Jesús, sino también en nuestra historia, en nuestra vida personal. Sin embargo, es preciso estar en guardia contra el peligro de las pseudolecturas, dictadas más bien por nuestros preconceptos, del mismo modo que los contemporáneos de Jesús se dejaron desviar por una concepción de la retribución personal superada ahora, pretendiendo percibir en algunas calamidades un castigo de Dios dirigido contra los que las han sufrido.

 - Se trataba en esta ocasión de la matanza ordenada por Pilato de unos que estaban ofreciendo sus sacrificios en el templo, además del accidente fortuito de «aquellos dieciocho» que murieron aplastados bajo la torre de Siloé. El razonamiento de algunas personas anónimas que fueron a contarle estos hechos a Jesús está totalmente superado ahora: no es que Dios sea justo y se manifieste como tal porque ha castigado a esas personas, demostrando así que eran pecadoras. Jesús rechaza esa interpretación tan mezquina y simplista (asimismo Jn 9, 2ss); es más, afirma que esos hombres no eran peores que los otros. La desgracia que se ha abatido sobre ellos es sólo la señal del juicio que incumbe a todos. Se trata, por tanto, de un aviso de Dios dirigido a todos, también a nosotros, para que sepamos interpretar correctamente no los hechos de una historia pasada, sino unos hechos que sirven de contrapunto a la historia presente.

 - La invitación de Jesús es, por consiguiente, clara e ineludible: urge convertirse a partir de una lectura inteligente de los signos de los tiempos, de los tiempos en los que vivimos, reconociendo también en ellos la presencia discreta, pero eficaz, de Dios, la presencia escondida, pero real, del Señor resucitado, la presencia de sus testigos. Todas estas presencias son otras tantas luces que iluminan nuestro camino.

 

CLAVES para la VIDA

 
- Seguimos en la clave y en la enseñanza de aprender a leer los “signos de los tiempos”, y Jesús invita a leerlos, también, en nuestra propia historia personal, porque es necesario reconocer, en esos tiempos que vivimos, esa presencia discreta, pero eficaz de Dios; presencia escondida, pero real del Señor resucitado. ¡Por cierto, presencias que iluminan nuestro camino!

 - Ahora bien, esa lectura de los “signos de los tiempos”, requiere una actitud de VIGILANCIA (ilustrada con la parábola de la higuera que no da frutos y que ocupa en balde un terreno). Y eso, sencillamente, para no caer en la mediocridad o en la ceguera, como los contemporáneos de Jesús mismo. ¡Menos mal que el “viñador” está dispuesto a trabajar, a cuidar y dar una nueva oportunidad a la “higuera” de nuestra vida!

 - Y es que haberme encontrado con la Buena Nueva de Jesús, requiere en mí un estilo nuevo de ver, de vivir y de actuar. Eso precisamente porque es su Espíritu y su presencia en mi vida la que está iluminándola y dándole un “sabor” diferente. ¡Toda una tarea, conscientemente sentida y trabajada, y que requiere de mí una actitud vigilante! Hermano/a: ¿cómo es tu caminar por la vida? ¿consciente o inconsciente? ¿dormido o despierto? ¿Te sientes bien...?

 

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