sábado, 25 de enero de 2014


DOMINGO, día 26 de Enero















Isaías 8, 23b – 9, 3



“... El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo...”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- El presente anuncio de liberación se lee en el contexto histórico de la victoriosa campaña militar de Teglatfalasar, rey asirio. El texto proyecta una luz esperanzadora. Se abre con un llamativo contraste entre un pasado humillante y un futuro glorioso. «Zabulón y Neftalí» (8, 23) son dos tribus del norte con una frontera común, el monte Tabor. Su territorio fue conquistado por Teglatfalasar en el año 732. Y su élite, deportada, «humillada» (Sal 136, 23, donde «humillación» se corresponde con «exilio»), ahora es rescatada mediante un anuncio triunfal. La gloria viene representada con dos imágenes: la luz que ilumina el camino del pueblo en marcha y el gozo que se experimenta, como durante la siega o al repartirse un botín (9, 2).

 - Al final se da el verdadero motivo de la gloria futura: una experiencia liberadora, la raíz concreta de dicha alegría. Se alude a la liberación del pesado yugo de los asirios, aún más insoportable debido a una actitud persecutoria («el bastón opresor», 9, 3). La victoria se remonta directamente a Dios («tú has roto»), que ha intervenido de modo inesperado y espléndido, igual que en otras ocasiones; como en el caso de Gedeón, que con la ayuda de Dios venció a los Madianitas (Jue 7, 15-25). Un acontecimiento que hizo historia (Sal 83, 10; Is 10, 26) y simboliza los prodigios realizados por Dios en favor de su pueblo. La gloria de Dios se revela, convirtiéndose en gloria para su pueblo. El profeta es el gozoso heraldo de una primavera de vida que tiene su origen en Dios.

 - El texto prepara la comprensión del Evangelio, donde Jesús anuncia la irrupción de la soberanía de Dios (su Reino) en la historia de los hombres.

 

CLAVES para la VIDA

 
- Como en distintas ocasiones, el profeta levanta su voz para convertirse en el heraldo de una nueva primavera de vida para su pueblo, que también ahora se encuentra en una situación complicada y de dominación, bajo el yugo opresor. Pero es aquí, en esta situación, donde se hace presente la fuerza liberadora de Dios, como ya se ha repetido en la historia de Israel, del pueblo elegido. Aquí es donde resuena el grito del profeta: “el pueblo que caminaba en las tinieblas vio una luz grande” (9, 1); todo vuelve a ser distinto.

 - Con todo, el “origen” de esta nueva primavera de vida está en Dios mismo: éste es el anuncio del profeta. Como “confesión de fe” se repite una vez más: Dios tiene la iniciativa, y no precisamente por los méritos de su pueblo, sino por el amor eterno con el que ha jurado su fidelidad en favor de su elegido. Él, Dios, es el que rompe “el yugo que pesaba sobre ellos” (9, 3) para volver a comprometerse a favor de la humanidad. Ahí es donde Israel puede experimentar el gozo de la salvación.

 - Se me (nos) vuelve a recordar este filón de la historia y de la espiritualidad del Antiguo Testamento y que tiene plena validez en mi caminar peregrino. Descubrir en cada situación de mi vida (por complicada que sea) que Dios tiene un proyecto de vida; que la iniciativa siempre está en Él; que se ha juramentado con ese amor eterno y fiel... ¡ahí está el secreto de mi vida! Olvidarlo significará el “adorar otros dioses”, dejando de lado algo nuclear e imperecedero. ¿Lo vas a olvidar, hermano/a? ¡No vayamos a descuidarnos...!

 

1 Corintios 1, 10-13. 17

 
“... Os ruego en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir... ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo? No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo...”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Pablo exhorta a la unidad porque la ve amenazada (v. 10). Después pasa a exponer la situación, tal como la conoce por algunos empleados de la familia de Cloe: en la comunidad han surgido varios grupos religiosos que están minando la comunión (vv. 11ss). Y a continuación expone el pensamiento teológico dominante: Cristo es el único que congrega, en cuanto que sólo él ha dado la vida por los hombres (v. 13). El discurso se enlaza con el v. 17, donde Pablo refiere que su ministerio es principalmente el de la Palabra, y no un anuncio cualquiera, sino esencial: presentar a Cristo crucificado.

 - El tono de Pablo es pesaroso («os ruego»: v. 10) porque la comunión está seriamente amenazada por una comunidad pendenciera, lacerada por cuatro grupos: el de Pablo, el de Apolo, el de Pedro y el de Cristo (v. 12). No es que estas personas hayan creado la división; se trata de la utilización instrumental de su nombre por parte de algunos cristianos de Corinto. La intervención del apóstol es seria, sin llegar a ser áspera. Se dirige a los «hermanos» y los exhorta «en el nombre de nuestro Señor Jesucristo» (v. 10).

 - Pablo reivindica su misión de apóstol del Evangelio. Lo dice con fuerza, refiriéndose al mismo Cristo: «Cristo no me ha enviado a bautizar, sino a evangelizar [= anunciar el Evangelio]». Pablo apunta directamente a Cristo: de él procede totalmente la nueva realidad. En él convergen todos los hombres, porque con su muerte ha reunido a quienes estaban dispersos. Embrollos seudoteológicos y reclamos de pertenencia que dañan la unidad son un atentado contra Cristo, antes que contra la concordia de la comunidad.

 
CLAVES para la VIDA

 
- Está claro que la comunidad de Corinto (y toda comunidad cristiana) está en un proceso de acogida y de crecimiento, donde se presentan los personalismos y las luchas internas. Aquí es donde el apóstol levanta su voz para poner las cosas en su sitio: y es que sólo Cristo, su persona y su mensaje, puede ser el centro y el signo de unidad por excelencia, y la comunión sólo es posible desde este punto de partida. De ahí la llamada a este encuentro en Cristo que congrega.

 - Él, Pablo, se siente enviado a ser anuncio, precisamente del hecho central de Cristo, en toda esta nueva realidad: desde la entrega total, Cristo reúne a todos cuantos acogen el don de Dios que se nos da en su persona. Sólo desde ahí podrá ser posible la comunión a la que están llamados todos sus seguidores. Por lo tanto, todas las “otras lecturas” son exageradas o falsas. Y esto, -repetirá el apóstol-, para que “conservéis la armonía en el pensar y en el sentir” (v. 10).

 - ¡Qué claridad posee el apóstol Pablo a la hora de entender su misión y su vocación de servicio a la causa de Jesús! Él se siente el “heraldo” que anuncia a Cristo y... ¡de qué manera! Por eso, me resulta siempre sugerente su persona y sus mensajes de vida, válidos también para mi vida de creyente y seguidor de este Jesús. Él no se deja arrastrar por “palabras elocuentes”, sino que su testimonio es “limpio”, sin adherencias que distraigan. Por lo tanto, hacer que mi (nuestra) vida sea un testimonio claro de Cristo y, éste, entregado hasta el extremo, es el mensaje a anunciar. ¡Ahí es nada! Y esto, en este cultura nuestra, tiene “tela”... ¿no te parece, hermano/a?

 

Mateo 4, 12-23

 
“... Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí... El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló. Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos...”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- El texto litúrgico está tejido con cuatro unidades pequeñas: el sentido teológico del regreso de Jesús a Galilea (vv. 12-16); el comienzo y el contenido esencial de su predicación (v. 17); la llamada de los primeros cuatro discípulos (vv. 18-22); y el resumen de la predicación, que está acompañado de signos prodigiosos (v. 23).

 - Texto común con Marcos y Lucas, la indicación geográfica -estamos en Galilea (v. 12)- encuentra amplia resonancia en Mateo: la asocia con una preciosa cita y le otorga una orientación particular (vv. 15ss). Con la cita de Isaías, algo adaptada (primera lectura), el evangelista apunta que Jesús fija su residencia en Cafarnaún. La luz brilla en «Galilea de los paganos» (v. 15), es decir, entre los gentiles, superando un mezquino nacionalismo que pretendía confinar los beneficios de Dios a los estrechos límites de Israel.

 - El primer anuncio de Jesús es parco, pero esencial: «Arrepentíos, porque está llegando el Reino de los Cielos» (v. 17). La conversión, entendida como una adaptación continua a la voluntad de Dios, es condición y requisito para divisar el Reino de los Cielos. Antes de enunciar el programa detallado de la predicación (5, lss) y antes de hacer milagros, Jesús elige a algunas personas para que lo sigan. La prioridad de tal acción se comprende: es necesaria la presencia de testigos que experimenten cuanto Jesús ha dicho y ha hecho, para que un día puedan comunicárselo a otros y entren ellos también en comunión con Jesús. Galilea, territorio de paganos, es terreno fértil de vocaciones.

 - El v. 23 cierra el presente texto litúrgico y recoge de modo sintético la actividad de Jesús: las palabras y hechos milagrosos. Palabras y hechos portentosos, en efecto, son el armazón del evangelio. La predicación se desarrolla en las sinagogas. Está dirigida a los judíos, quienes necesitan ayuda para comprender la situación de absoluta novedad que están viviendo: Jesús se presenta no sólo como el enviado de Dios anunciado por los profetas, sino aún más: como el propio Dios. Todo el evangelio se volcará en desvelar la identidad de Jesús.


CLAVES para la VIDA


- Comienza la actividad directa de Jesús, que según el evangelista fija su residencia “en Cafarnaún”. Esto es, abandona ya su silencio de Nazaret y fija su estancia “en la periferia”, en Cafarnaún, y no precisamente en el centro, en Jerusalén, donde parecía lógico que fuera. Y a esta nueva etapa, le empuja un hecho concreto: “al oír que Juan había sido encarcela-do...” (v. 12): aquel testigo y precursor, con su voz y su mensaje, le ayuda a Jesús a entender que “ha llegado su hora”. De modo que pasa a la acción.

 - El mensaje que asume y anuncia es claro y nítido: “Convertíos porque está cerca...” (v. 17). Es necesario crear una nueva actitud de acogida ante la novedad que se presenta. En el fondo, es abrirse y adaptar la vida a la voluntad de Dios, como el mismo Jesús lo ha realizado en su propio caminar. Y, por eso mismo, quiere y busca a otros que quieran vivir esa misma experiencia en sus vidas, de manera que se conviertan en testigos del anuncio liberador del que es portador el mismo Jesús: “Venid y seguidme y os haré...” (v.19). ¡Ya está en marcha la NUEVA realidad!

 - Vamos descubriendo el modo de proceder de Dios, en Jesús, en esta nueva situación: partiendo siempre desde la periferia (Nazaret, Cafarnaún...), ofrece el don de la Buena Nueva a cuantos se abren a su don. Ahora no hay tiempo que perder... ¡ha llegado la hora del anuncio! Es el mensaje de Jesús y para esta tarea llama a otros; también, hoy, a nosotros, nos sigue llamando: “os haré pescadores de hombres...” y es que queda mucha labor por realizar. Aquí nos encontramos. Por lo tanto, seguir sus huellas es volver a escuchar la lla-mada y asumir su invitación. ¿Cómo te encuentras, hermano/a?

No hay comentarios:

Publicar un comentario