DOMINGO,
día 1
Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24
“… Creó al hombre para la
inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el
mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella…”
CLAVES para la LECTURA
- El autor del libro de la
Sabiduría (s. I a. C.) dirige su obra a los judíos que vivían
en la diáspora, posiblemente en Alejandría, y que, al contacto con la nueva
cultura griega, se mofaban de la fe de sus mayores. Son los “impíos” en la
nomenclatura del libro. El escritor de esta obra no tiene miedo alguno en
asimilar esta nueva cultura. Siguiendo la dicotomía griega alma-cuerpo
(inmortal-mortal) profundiza en los conceptos de vida y muerte y presenta una
teoría nueva para sus compatriotas.
- El contexto literario en el que se encuentran estos versículos es el
típicamente sapiencial de la comparación entre el justo y el impío. En
particular en el capítulo 2 describe el autor bíblico la actitud de los
malvados de una manera maravillosa. Les hace hablar en primera persona, dejando
que sus mismas «vanidades» les condenen: «Discurriendo equivocadamente, dicen: “corta y triste es
nuestra vida, no hay remedio para el hombre cuando llega su fin; de nadie
sabemos que haya vuelto del abismo. Vinimos al mundo por obra del azar, y
después será como si no hubiéramos existido”» (vv. 1ss).
- Así pues, la existencia que no tendrá fin de la que se habla en la
lectura de hoy (l, 14ss: la vida con Dios que se contrapone a la muerte espiritual)
es algo que depende directamente de la «justicia» del hombre, es decir, de su
actitud hacia la vida entendida como don de Dios: el justo, o bien el sabio, es
el que se reconoce como criatura salida de las manos del Señor y necesita
siempre de su ayuda, el que le «busca con corazón sincero» (1, 1) y no razona
de manera ambigua (1, 3), buscando pretextos para hacer prevalecer su propia
fuerza y su propio derecho sobre todo y sobre todos (2, 10ss). Los que así
piensan y actúan pertenecen al diablo (v. 23), término con el que por vez
primera en la Biblia
se alude a la serpiente tentadora de Gn 3. El recurso a la imagen genesíaca
proyecta el discurso sapiencial sobre el fondo de lo que fue en el origen, o
bien forma parte constitutiva de la naturaleza humana, de la lucha entre la
vida y la muerte que se desarrolla, en primer lugar, en el corazón de cada
hombre.
CLAVES para la VIDA
- Este
texto bíblico recoge el caminar del pueblo escogido que, influenciado por otras
culturas, se ve forzado a desarrollar una reflexión sobre lo que el mismo Dios,
a través de los vericuetos de la historia, le ha ido revelando de su “misterio”
y de su proyecto para con la humanidad. Y, lógicamente, las conclusiones que
nos ofrece, ya nos acercan -de forma clara- a la plenitud de la revelación, que
se dará en la presencia definitiva de Dios en Jesús de Nazaret.
- La
síntesis es sencilla: el proyecto de Dios es de vida y el hombre lleva impresa,
en lo más hondo de su ser, la impronta del mismo Dios. De ahí que la criatura
necesite de Dios porque ha salido de sus manos y lo necesite también como ayuda
para realizar en plenitud ese don. El destino, pues, del hombre está
profundamente conectado y unido (“religado”) a ese Dios que ha creado la vida,
la desea y la busca siempre y en toda ocasión. La finalidad de la vida, para el
Sabio, está clara y tiene que ver con Dios.
-
Es sugerente tomar conciencia de cómo la historia de la humanidad ha ido
descubriendo y asumiendo las verdades que le iluminan en su caminar. Hoy,
nosotros, podemos disfrutar de sus frutos, especialmente desde la plenitud que
adquieren en la persona y en el mensaje de Jesús de Nazaret. Saberme imagen del
mismo Dios y tomar conciencia clara cada día; tener la convicción y la
seguridad de ser alguien llamado a la vida y a una vida plena… supone toda una
“espiritualidad” para el caminar de cada día. Desconocerlo y no vivirlo, es
renunciar a lo esencial de nuestra fe. ¿Qué tal te sientes, hermano/a, ante
este mensaje?
2 Corintios 8, 7. 9. 13-15
“… Ya que sobresalís en todo: en
la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos
tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Bien sabéis lo
generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, por vosotros se
hizo pobre, para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos…”
CLAVES para la LECTURA
- Los capítulos 8 y 9 de la segunda carta a los Corintios están
dedicados a desarrollar el motivo de la colecta en favor de los hermanos
necesitados de la Iglesia
de Jerusalén. Pablo alterna el estilo exhortativo, destinado a animar y
estimular a los corintios para que lleven a cabo esta obra buena, con el
demostrativo, que es el adecuado para fundamentar su petición en el ser mismo
de Dios en Cristo Jesús.
- Los historiadores
han reconstruido este acontecimiento, atendiendo sobre todo a Hch 24, 17; Rom
15, 25-28, 1 Cor 16, 1-4, además de al texto que hemos leído hoy. La pequeña
comunidad de Jerusalén había iniciado su propia aventura evangélica poniendo
voluntariamente en común los bienes de cada uno de los hermanos, de suerte que
no hubiera necesitados entre ellos (Hch 2, 44ss; 4, 32. 34ss). Pero el apagado
fervor y los condicionamientos de la organización habían agravado un tanto la
situación económica de la comunidad (Hch 5, lss; 6, 1). El año 58 hubo una
carestía en Judea (diez años antes había habido otra). Las comunidades
cristianas que había entre los «paganos» acudieron en ayuda de sus hermanos de
Jerusalén con el fruto de una conmovedora colecta. Entre los organizadores
sobresalieron Pablo y Tito. Pablo subirá en persona a Jerusalén: «Al cabo de muchos años vine a mi nación para traer limosnas» (Hch 24, 17). Tito, discípulo del
apóstol y «hermano» queridísimo (2 Cor 2, 13), había sido enviado a Corinto para
implicar también a esta comunidad en la colecta, «obra
generosa que él mismo había comenzado», al decir del mismo apóstol (2 Cor 8, 6).
- En el interior de nuestro pasaje, resulta central la afirmación del
v. 9, que hace las veces de motivo cristológico sobre el que reposa toda la
argumentación: el acontecer terreno de Jesús enseña a cada cristiano que la
vida es fruto del expolio de sí mismo y que la resurrección se da a través de
la muerte. Ahora bien, los cristianos de la Iglesia de Corinto experimentan en propia persona
la gracia de vida que nace de ese amor a los hermanos que no se alimenta sólo
de palabras o de buenas intenciones (Pablo alude otras veces a la intención
expresada por los corintios hace más de un año, pero que nunca se había llevado
a cabo: 8, 10; 9, 2-4), sino que se vuelve activo pasando a través de la
renuncia a algo que pertenezca a nosotros mismos, un amor que obra a causa de
la necesidad que ve en el hermano.
CLAVES para la VIDA
-
El apóstol Pablo se suma a una iniciativa de solidaridad con la situación
precaria de la Comunidad de Jerusalén y pide a los cristianos de Corinto que
participen con generosidad en esa campaña del compartir. Y es que otros
hermanos y comunidades menos pudientes han sido ejemplo de generosidad. Muestra
claramente cómo ser estímulo unos para con otros, y es el camino a seguir.
- Y
todo ello tiene un motivo y ejemplo más expresivo que cualquier comunidad. Se
halla en el mismo Jesús, que “siendo rico, se
hizo pobre, para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos”
(v. 9): he aquí la motivación más profunda, el ejemplo a imitar. No es cuestión
de una limosna, sino de vivir y expresar un estilo, hasta la entrega total.
Ésta es la actitud que se exige a los seguidores de Jesús, según el apóstol.
-
Aquí nos encontramos los seguidores de hoy, nosotros, pertenecientes al “primer
mundo” con tantas campañas como se nos presentan constantemente y a favor de
tantas causas y necesidades. ¿Cuál es mi “estilo” de vivir, de gastar y de
consumir...? Ésta es la cuestión de fondo. ¡Cuántas veces el reservarme, el
asegurarme pueden expresar otros estilos diferentes...! ¡Cuántas veces la
“indiferencia” ante situaciones extremas pueden ser “lo habitual” de nuestro
proceder!..
Evangelio: Marcos 5, 21-43
“...
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de
la gente, preguntando: ¿Quién me ha tocado el manto?... Él seguía mirando
alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa,
al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él
le dijo: Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud... Tu hija se ha
muerto. ¿Para qué molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban
y le dijo al jefe de la sinagoga: No temas; basta que tengas fe... La cogió de
la mano y le dijo: Talitta qumi (que significa: Contigo hablo, niña,
levántate). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar, tenía doce
años...”
CLAVES para la LECTURA
-
Jesús, que se ha revelado como Señor sobre las fuerzas de la naturaleza y sobre
los demonios (4, 35-41; 5, 1-20), tiene asimismo poder sobre la enfermedad y
sobre la muerte. Ese señorío se manifiesta plenamente cuando alguien se acerca
a Él con una fe abierta, como en los dos milagros narrados aquí. Jairo y la
hemorroísa creen en el poder taumatúrgico de Jesús (vv. 22-23. 28), aunque esta
fe deba madurar hasta llegar a un profundo conocimiento de Él (Ef 1, 17): Jesús
supera toda expectativa, es mucho más que un curandero.
- La
mujer, a quien su mal hace impura y portadora de impureza (Lv 15, 25) sabe que
no puede acercarse a Jesús para pedirle un milagro: según la ley, le
contaminará a la vista de todos. Sin embargo, creyendo que la persona del
Maestro está íntimamente penetrada de poder, se atreve a esperar un milagro
involuntario. Jesús percibe la intencionalidad de la fe de quien le ha tocado,
aun en medio de una muchedumbre que se apiña alrededor; sin preocuparse por los
tabúes de la ley, le pide a la hemorroísa que salga al descubierto (vv. 30-32).
La mujer, con mucho temor, confiesa la verdad y experimenta así que Jesús no
sólo cura, sino que hace mucho más: salva (v. 34). Su fe ha recorrido un
camino: desde una creencia casi supersticiosa (vv. 15-28) al santo temor (v.
33), a la adhesión amorosa, cuando el poder del Rabí se revela como ternura,
salvación y paz (v. 34).
- También
la fe de Jairo crece en la prueba. Él está convencido de que Jesús puede curar
a su hija, que se encuentra agonizando (v. 23), pero también recibe una
invitación a perseverar en la fe en un momento en el que, desde el punto de
vista humano, todo está perdido. Y con asombro inexpresable experimentará
-junto con tres testigos privilegiados de entre los apóstoles- que Jesús es el
Señor de la vida, el vencedor de la muerte; no es casualidad que los dos verbos
empleados en los vv. 41b-42 sean los mismos que se emplean para la resurrección
de Cristo. Jesús se nos revela aquí como el Salvador, soberanamente libre de
prejuicios y decisiones (vv. 30. 33-40) y poderoso sobre la enfermedad y sobre
la muerte.
CLAVES para la VIDA
- Seguro
que el objetivo del evangelista no es ofrecernos a un Jesús “curandero”. Va
mucho más allá: quiere proponernos el acercamiento a este Jesús, Señor de la
vida y que actúa arrastrado o poseído por la fuerza de Dios y actuando siempre
a favor de las personas, aunque sea una impura (la hemorroísa) o uno
perteneciente al status religioso dominante (jefe de la sinagoga). Jesús se
hace presente allá donde le necesitan, sin fijarse en las etiquetas sociales,
legales o religiosas de las personas.
-
En los dos casos hay una apelación a la fe, tanto en la mujer enferma como en
el caso de Jairo. Es la fe (acaso todavía inmadura y supersticiosa) la que
inicia su camino y va ir madurando en la relación que viven con Jesús. Así
sucede en la hemorroísa que pretende una especie de “milagro involuntario”,
hasta que “se postró ante él”,
reconociéndole como el Señor. Otro tanto ocurre con el jefe de la sinagoga, que
debe “esperar” en contra de todas las evidencias que se le presentan.
- El
gran secreto que se nos revela, en estos pasajes y en otros similares, es cuál
es el proyecto de Dios y que ya lo ha iniciado Jesús: es un proyecto de VIDA,
superando todos los condicionantes y limitaciones. La acogida de la persona de
Jesús y de su poder salvador (= la fe) es la expresión, por parte de las
personas, de ese proyecto de Dios. ¡Estamos en camino, pero llamados a la vida!
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