sábado, 30 de junio de 2012


DOMINGO, día 1
 Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24

“… Creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella…”

 CLAVES para la LECTURA
 - El autor del libro de la Sabiduría (s. I a. C.) dirige su obra a los judíos que vivían en la diáspora, posiblemente en Alejandría, y que, al contacto con la nueva cultura griega, se mofaban de la fe de sus mayores. Son los “impíos” en la nomenclatura del libro. El escritor de esta obra no tiene miedo alguno en asimilar esta nueva cultura. Siguiendo la dicotomía griega alma-cuerpo (inmortal-mortal) profundiza en los conceptos de vida y muerte y presenta una teoría nueva para sus compatriotas.
- El contexto literario en el que se encuentran estos versículos es el típicamente sapiencial de la comparación entre el justo y el impío. En particular en el capítulo 2 describe el autor bíblico la actitud de los malvados de una manera maravillosa. Les hace hablar en primera persona, dejando que sus mismas «vanidades» les condenen: «Discurriendo equivocadamente, dicen: “corta y triste es nuestra vida, no hay remedio para el hombre cuando llega su fin; de nadie sabemos que haya vuelto del abismo. Vinimos al mundo por obra del azar, y después será como si no hubiéramos existido”» (vv. 1ss).
- Así pues, la existencia que no tendrá fin de la que se habla en la lectura de hoy (l, 14ss: la vida con Dios que se contrapone a la muerte espiritual) es algo que depende directamente de la «justicia» del hombre, es decir, de su actitud hacia la vida entendida como don de Dios: el justo, o bien el sabio, es el que se reconoce como criatura salida de las manos del Señor y necesita siempre de su ayuda, el que le «busca con corazón sincero» (1, 1) y no razona de manera ambigua (1, 3), buscando pretextos para hacer prevalecer su propia fuerza y su propio derecho sobre todo y sobre todos (2, 10ss). Los que así piensan y actúan pertenecen al diablo (v. 23), término con el que por vez primera en la Biblia se alude a la serpiente tentadora de Gn 3. El recurso a la imagen genesíaca proyecta el discurso sapiencial sobre el fondo de lo que fue en el origen, o bien forma parte constitutiva de la naturaleza humana, de la lucha entre la vida y la muerte que se desarrolla, en primer lugar, en el corazón de cada hombre.

 CLAVES para la VIDA
 - Este texto bíblico recoge el caminar del pueblo escogido que, influenciado por otras culturas, se ve forzado a desarrollar una reflexión sobre lo que el mismo Dios, a través de los vericuetos de la historia, le ha ido revelando de su “misterio” y de su proyecto para con la humanidad. Y, lógicamente, las conclusiones que nos ofrece, ya nos acercan -de forma clara- a la plenitud de la revelación, que se dará en la presencia definitiva de Dios en Jesús de Nazaret.
- La síntesis es sencilla: el proyecto de Dios es de vida y el hombre lleva impresa, en lo más hondo de su ser, la impronta del mismo Dios. De ahí que la criatura necesite de Dios porque ha salido de sus manos y lo necesite también como ayuda para realizar en plenitud ese don. El destino, pues, del hombre está profundamente conectado y unido (“religado”) a ese Dios que ha creado la vida, la desea y la busca siempre y en toda ocasión. La finalidad de la vida, para el Sabio, está clara y tiene que ver con Dios.
- Es sugerente tomar conciencia de cómo la historia de la humanidad ha ido descubriendo y asumiendo las verdades que le iluminan en su caminar. Hoy, nosotros, podemos disfrutar de sus frutos, especialmente desde la plenitud que adquieren en la persona y en el mensaje de Jesús de Nazaret. Saberme imagen del mismo Dios y tomar conciencia clara cada día; tener la convicción y la seguridad de ser alguien llamado a la vida y a una vida plena… supone toda una “espiritualidad” para el caminar de cada día. Desconocerlo y no vivirlo, es renunciar a lo esencial de nuestra fe. ¿Qué tal te sientes, hermano/a, ante este mensaje?

 2 Corintios 8, 7. 9. 13-15

“… Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Bien sabéis lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos…”

 CLAVES para la LECTURA
 - Los capítulos 8 y 9 de la segunda carta a los Corintios están dedicados a desarrollar el motivo de la colecta en favor de los hermanos necesitados de la Iglesia de Jerusalén. Pablo alterna el estilo exhortativo, destinado a animar y estimular a los corintios para que lleven a cabo esta obra buena, con el demostrativo, que es el adecuado para fundamentar su petición en el ser mismo de Dios en Cristo Jesús.
- Los historiadores han reconstruido este acontecimiento, atendiendo sobre todo a Hch 24, 17; Rom 15, 25-28, 1 Cor 16, 1-4, además de al texto que hemos leído hoy. La pequeña comunidad de Jerusalén había iniciado su propia aventura evangélica poniendo voluntariamente en común los bienes de cada uno de los hermanos, de suerte que no hubiera necesitados entre ellos (Hch 2, 44ss; 4, 32. 34ss). Pero el apagado fervor y los condicionamientos de la organización habían agravado un tanto la situación económica de la comunidad (Hch 5, lss; 6, 1). El año 58 hubo una carestía en Judea (diez años antes había habido otra). Las comunidades cristianas que había entre los «paganos» acudieron en ayuda de sus hermanos de Jerusalén con el fruto de una conmovedora colecta. Entre los organizadores sobresalieron Pablo y Tito. Pablo subirá en persona a Jerusalén: «Al cabo de muchos años vine a mi nación para traer limosnas» (Hch 24, 17). Tito, discípulo del apóstol y «hermano» queridísimo (2 Cor 2, 13), había sido enviado a Corinto para implicar también a esta comunidad en la colecta, «obra generosa que él mismo había comenzado», al decir del mismo apóstol (2 Cor 8, 6).
- En el interior de nuestro pasaje, resulta central la afirmación del v. 9, que hace las veces de motivo cristológico sobre el que reposa toda la argumentación: el acontecer terreno de Jesús enseña a cada cristiano que la vida es fruto del expolio de sí mismo y que la resurrección se da a través de la muerte. Ahora bien, los cristianos de la Iglesia de Corinto experimentan en propia persona la gracia de vida que nace de ese amor a los hermanos que no se alimenta sólo de palabras o de buenas intenciones (Pablo alude otras veces a la intención expresada por los corintios hace más de un año, pero que nunca se había llevado a cabo: 8, 10; 9, 2-4), sino que se vuelve activo pasando a través de la renuncia a algo que pertenezca a nosotros mismos, un amor que obra a causa de la necesidad que ve en el hermano.

CLAVES para la VIDA
 - El apóstol Pablo se suma a una iniciativa de solidaridad con la situación precaria de la Comunidad de Jerusalén y pide a los cristianos de Corinto que participen con generosidad en esa campaña del compartir. Y es que otros hermanos y comunidades menos pudientes han sido ejemplo de generosidad. Muestra claramente cómo ser estímulo unos para con otros, y es el camino a seguir.
- Y todo ello tiene un motivo y ejemplo más expresivo que cualquier comunidad. Se halla en el mismo Jesús, que siendo rico, se hizo pobre, para que vosotros, con su pobreza, os hagáis ricos (v. 9): he aquí la motivación más profunda, el ejemplo a imitar. No es cuestión de una limosna, sino de vivir y expresar un estilo, hasta la entrega total. Ésta es la actitud que se exige a los seguidores de Jesús, según el apóstol.
- Aquí nos encontramos los seguidores de hoy, nosotros, pertenecientes al “primer mundo” con tantas campañas como se nos presentan constantemente y a favor de tantas causas y necesidades. ¿Cuál es mi “estilo” de vivir, de gastar y de consumir...? Ésta es la cuestión de fondo. ¡Cuántas veces el reservarme, el asegurarme pueden expresar otros estilos diferentes...! ¡Cuántas veces la “indiferencia” ante situaciones extremas pueden ser “lo habitual” de nuestro proceder!..

Evangelio: Marcos 5, 21-43

“... Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: ¿Quién me ha tocado el manto?... Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud... Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: No temas; basta que tengas fe... La cogió de la mano y le dijo: Talitta qumi (que significa: Contigo hablo, niña, levántate). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar, tenía doce años...”

 CLAVES para la LECTURA
 - Jesús, que se ha revelado como Señor sobre las fuerzas de la naturaleza y sobre los demonios (4, 35-41; 5, 1-20), tiene asimismo poder sobre la enfermedad y sobre la muerte. Ese señorío se manifiesta plenamente cuando alguien se acerca a Él con una fe abierta, como en los dos milagros narrados aquí. Jairo y la hemorroísa creen en el poder taumatúrgico de Jesús (vv. 22-23. 28), aunque esta fe deba madurar hasta llegar a un profundo conocimiento de Él (Ef 1, 17): Jesús supera toda expectativa, es mucho más que un curandero.
- La mujer, a quien su mal hace impura y portadora de impureza (Lv 15, 25) sabe que no puede acercarse a Jesús para pedirle un milagro: según la ley, le contaminará a la vista de todos. Sin embargo, creyendo que la persona del Maestro está íntimamente penetrada de poder, se atreve a esperar un milagro involuntario. Jesús percibe la intencionalidad de la fe de quien le ha tocado, aun en medio de una muchedumbre que se apiña alrededor; sin preocuparse por los tabúes de la ley, le pide a la hemorroísa que salga al descubierto (vv. 30-32). La mujer, con mucho temor, confiesa la verdad y experimenta así que Jesús no sólo cura, sino que hace mucho más: salva (v. 34). Su fe ha recorrido un camino: desde una creencia casi supersticiosa (vv. 15-28) al santo temor (v. 33), a la adhesión amorosa, cuando el poder del Rabí se revela como ternura, salvación y paz (v. 34).
- También la fe de Jairo crece en la prueba. Él está convencido de que Jesús puede curar a su hija, que se encuentra agonizando (v. 23), pero también recibe una invitación a perseverar en la fe en un momento en el que, desde el punto de vista humano, todo está perdido. Y con asombro inexpresable experimentará -junto con tres testigos privilegiados de entre los apóstoles- que Jesús es el Señor de la vida, el vencedor de la muerte; no es casualidad que los dos verbos empleados en los vv. 41b-42 sean los mismos que se emplean para la resurrección de Cristo. Jesús se nos revela aquí como el Salvador, soberanamente libre de prejuicios y decisiones (vv. 30. 33-40) y poderoso sobre la enfermedad y sobre la muerte.

 CLAVES para la VIDA
 - Seguro que el objetivo del evangelista no es ofrecernos a un Jesús “curandero”. Va mucho más allá: quiere proponernos el acercamiento a este Jesús, Señor de la vida y que actúa arrastrado o poseído por la fuerza de Dios y actuando siempre a favor de las personas, aunque sea una impura (la hemorroísa) o uno perteneciente al status religioso dominante (jefe de la sinagoga). Jesús se hace presente allá donde le necesitan, sin fijarse en las etiquetas sociales, legales o religiosas de las personas.
- En los dos casos hay una apelación a la fe, tanto en la mujer enferma como en el caso de Jairo. Es la fe (acaso todavía inmadura y supersticiosa) la que inicia su camino y va ir madurando en la relación que viven con Jesús. Así sucede en la hemorroísa que pretende una especie de “milagro involuntario”, hasta que se postró ante él, reconociéndole como el Señor. Otro tanto ocurre con el jefe de la sinagoga, que debe “esperar” en contra de todas las evidencias que se le presentan.
- El gran secreto que se nos revela, en estos pasajes y en otros similares, es cuál es el proyecto de Dios y que ya lo ha iniciado Jesús: es un proyecto de VIDA, superando todos los condicionantes y limitaciones. La acogida de la persona de Jesús y de su poder salvador (= la fe) es la expresión, por parte de las personas, de ese proyecto de Dios. ¡Estamos en camino, pero llamados a la vida!

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