SÁBADO,
día 30
Lamentaciones 2, 2. 10-14. 18-19
“... El Señor destruyó sin compasión todas las moradas de Jacob con
su indignación demolió las plazas fuertes de Judá, derribó por tierra,
deshonrados, al rey y a los príncipes. Los ancianos de Sión se sientan en el
suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las
doncellas de Jerusalén humillan hasta el suelo la cabeza... Levántate y grita
de noche, al relevo de la guardia; derrama con agua tu corazón en presencia del
Señor, levanta hacia él las manos por la vida de tus niños, desfallecidos de
hambre en las encrucijadas...”
CLAVES para la LECTURA
- Jerusalén fue
tomada el año 587. Históricamente era el fin de un pueblo. Teológicamente
parecía el fin de una religión. La palabra de Yahvé a través de su profeta
Jeremías se había cumplido. En verdad, Yahvé había hablado. Jeremías había sido
su verdadero profeta. Esta constatación histórica y teológica fue origen de dos
situaciones antagónicas. La de quienes todo lo daban por perdido y la de unos
pocos que seguían viendo en ello la mano de Yahvé. Eran los verdaderos
creyentes contra toda esperanza humana. Entre ellos, el autor de este cántico
eclesiástico entresacado de las llamadas Lamentaciones de Jeremías.
- El libro de las
Lamentaciones está compuesto de cinco cánticos, obra de una misma pluma. La
tradición judía y la cristiana junto con la versión alejandrina pensaron en
Jeremías como autor. Algunos argumentos internos corroboran esta tradición
común. Otros más decisivos de fondo y forma han confirmado la opinión contraria
nacida en el s. XVIII. Hoy es opinión común atribuir estos cantos a un
contemporáneo de Jeremías.
- Escritas en verso,
según el metro elegíaco, cada una de sus estrofas comienza por una letra del
alefato. El sistema es, sin duda, artificial y adolece de falta de
espontaneidad. Su autor era consciente de ello, pero no hemos de buscar la
explicación en una posible decadencia literaria. Todo lo contrario. Con un
mérito literario y poético excepcional, el poeta inspirado, teólogo de los
acontecimientos, ha pretendido servirse de una forma mnemotécnica que
permitiera a sus oyentes aprender y repetir con facilidad aquello que se les
ofrecía. Por rebuscado que pueda parecernos, es lo suficientemente íntimo,
fuerte, expresivo y directo como para reflejar el testimonio espontáneo de un
testigo presencial.
-
El contenido doctrinal de los cinco cánticos está en línea con toda la
predicación profética, especialmente jeremiana, de la que se presenta como su
culminación. La ruina de Jerusalén y la suerte de sus moradores no es fruto
casual de una fracasada política humana sino la culminación religiosa de todo
un proceso de alejamiento humano-divino, que ha conducido al pueblo escogido a
ese otro alejamiento simbólico del destierro. La lejanía de Dios les ha llevado
a la lejanía del trono de Dios, de Jerusalén. Dios busca que esta experiencia
física de soledad y distanciamiento divino les haga comprender la malicia
afectiva y efectiva de su ruptura con Dios. En la selección de que está
compuesta la presente lectura se comienza presentando a Yahvé como el
realizador de la catástrofe que padecen. Lo hecho por el ejército de
Nabucodonosor ha sido obra exclusiva de Yahvé. Es la teología de la historia,
que no es una historia falsificada sino una historia objetiva y verdadera
contemplada desde la fe.
CLAVES para la
VIDA
-
Nos encontramos con una sufrida meditación sobre el exilio que soporta el
pueblo elegido, consecuencia de sus prácticas idolátricas y por haber seguido
las indicaciones de los falsos profetas. Este conjunto de acontecimientos
conduce, al autor sagrado, al arrepentimiento y a la súplica. De hecho, la
lejanía de la patria es la imagen palpable de la lejanía de Dios. La única
respuesta válida es la oración por parte del pueblo y sus manos alzadas al
cielo.
-
Es la reflexión sobre la propia historia como pueblo y las consecuencias que ha
acarreado esa forma de vivir de Israel, sin hacer caso al compromiso que supone
la mutua Alianza. Pero ahí mismo, el autor sigue descubriendo motivos para la
esperanza, ya que la actitud de Dios es de acogida y de perdón. Sólo una
actitud humilde y confiada por parte del pueblo “alza
tus manos hacia él...” (v. 19), atraerá de nuevo la acción
salvadora de Dios.
-
Una lectura de fe la que nos invita a realizar este texto bíblico, al final de
este recorrido por la historia del
pueblo elegido y que hemos seguido estas semanas. Ahí hemos descubierto también
nuestro caminar, con sus grandes o pequeños altibajos. Abrirnos a este Dios que
SIEMPRE salva; reconocer nuestra situación, tantas veces confusa y
complicada... es el CAMINO del encuentro y de la nueva liberación. ¡Estamos en
disposición...! ¡Buen ánimo!
Evangelio: Mateo 8, 5-17
“... Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y
sufre mucho. Él le contestó: Voy yo a curarlo. Pero el centurión le replicó:
Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de
palabra y mi criado quedará sano... Os aseguro que en Israel no he encontrado
en nadie tanta fe...”
CLAVES para la LECTURA
- El evangelista
Mateo, tras la curación de un leproso, presenta como segundo milagro de Jesús
la curación de un pagano. En esta narración se pone de manifiesto, en
particular, la condición necesaria para que Dios obre respecto a nosotros: la
fe. El centurión presentado por Mateo es un oficial subalterno que manda sobre
la guarnición del presidio de Cafarnaún, una pequeña ciudad de cierta
importancia en aquellos tiempos. Jesús -al ser interpelado- responde
probablemente con una frase interrogativa: «¿Tengo que ir a curarlo?». Sin
embargo, la fe del centurión es firme, y, frente a una posible resistencia de
Jesús, dado que él era pagano, considera que el Señor, con una sola palabra,
puede llevar a cabo el milagro. En efecto, como oficial, sabe lo que significa
obedecer a una palabra y cree que Jesús tiene autoridad para sanar también a
distancia.
- «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di una
sola palabra...»: maravillosa
afirmación que, desde entonces, continúa resonando en la boca de los creyentes,
llamados a acoger como huésped al Señor en el misterio eucarístico. Jesús
exalta esta actitud de humildad y de fe, y acepta llevar a cabo lo que se le ha
pedido, afirmando de manera abierta que la fe anula toda distinción entre
judíos y paganos. Añade incluso que serán excluidos del Reino todos aquellos
que, aún perteneciendo a la raza de Abrahán, no crean en el Hijo del hombre.
-
Viene, a continuación, el episodio relacionado con la suegra de Pedro. Se trata
de una mujer y, por consiguiente, de la tercera categoría de personas excluidas
de la plena participación en el culto de Israel. En el relato de Mateo no están
presentes los personajes secundarios que dan vivacidad a la narración de Marcos
(1, 29-31). Aquí es Jesús quien parece entrar por sí solo en la casa de Pedro,
ve a la suegra, se acerca y le coge la mano. Es sorprendente, sobre todo, el
hecho de que la mujer, tras levantarse del lecho, se ponga a servirle de inmediato.
Según algunos exégetas, esa precisión nos ayuda a comprender que, con Jesús, ha
cambiado el culto: también la mujer puede ofrecer un servicio personal y
directo a su Señor. Ha sido curada, en efecto, para servir a los hermanos.
- El pasaje se
cierra observando que le llevaron muchos endemoniados a Jesús y que éste los
curó a «todos». La suya es una autoridad absoluta, que está dotada del poder de
curar con una palabra, con un simple contacto, y hace al hombre -a todo hombre-
idóneo para servir al Señor, algo que es consecuencia del hecho de que Jesús se
hizo cargo de nuestros males en la cruz. En efecto, quien ama, carga con el mal
del amado.
CLAVES para la
VIDA
-
Si los días pasados era el Maestro el que nos enseñaba su nuevo estilo de ser y
de vivir, hoy se nos presenta a ese Maestro actuando y su actuar es para crear
vida, especialmente donde hay marginación, ya sea con un leproso, con un pagano
y del poder ocupante, o con una pobre mujer, la suegra de Pedro. Donde se da la
fe y la humildad, se hace presente la fuerza liberadora y curativa de Jesús
para realizar el proyecto de Dios.
- Y
es que ese proyecto no se detiene ante las barreras religiosas, culturales o
sociales que se presentan. La salvación está abierta a TODOS y la actuación de
Jesús es un buen exponente de este acontecimiento. El final del evangelio de
hoy “Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”
(v. 17) es el resumen que mejor recoge la tarea y la actividad de Jesús, con un
objetivo claro: ofrece la vida de Dios a los hombres y así puede alcanzar la
humanidad la plena felicidad.
-
Si ésta es la oferta que se me hace, soy llamado a ACOGERLA, hacerla mía, y
gustarla. Y desde ahí, hacerla llegar a cada rincón y a cada situación de mi
pequeña historia. Así participaré en la acción liberadora de Jesús. ¿Estoy
dispuesto/a a ello? ¿Me siento ilusionado/a? ¡Es una hermosa oportunidad!
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