viernes, 15 de junio de 2012


SÁBADO, día 16:  inmaculado corazón de maría


1 Reyes 19, 19-21
“... Elías se marchó del monte y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, y él llevaba la última. Elías pasó a su lado y le echó encima su manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías... Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los mató, hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente. Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a sus órdenes...”

         CLAVES para la LECTURA
- Los profetas procedían de todos los ambientes y de todos los estratos sociales. Algunos habían nacido en la ciudad, como Isaías. Otros venían de ambientes rurales, como Amós y Miqueas. Algunos pertenecían a familias sacerdotales, como Jeremías y Ezequiel.
- Eliseo fue llamado al ministerio mientras se hallaba en el campo arando. Casi todos los llamamientos proféticos están refrendados por un gesto externo, que viene a ser una especie de signo sacramental. A Isaías le purificó los labios con un carbón encendido uno de los serafines que hacían la corte al trono de Yahvé (Is 6, 6-7). A Jeremías Yahvé mismo alargó la mano y le tocó la boca, al tiempo que le comunicaba sus palabras (Jer 1, 9). A Ezequiel le dio Dios a comer un libro enrollado, que le supo a mieles (Ez 3, 1-3). A Eliseo le echó Elías el manto encima; es un gesto un poco enigmático, pero su sentido está claro: se trata del llamamiento al ministerio profético, ya que a partir de ese momento Eliseo lo abandonó todo y siguió a su maestro Elías.
- Para unos el manto era uno de los distintivos de los profetas, vendría a ser como el símbolo de la dignidad profética. Para otros el manto, lo mismo que los vestidos en general, debido a su contacto directo con el cuerpo, participaban de la fuerza y personalidad de quien los llevaba. En uno y otro caso, lo que se quiere dar a entender es que Eliseo ha sido elegido para sucesor de Elías en el ministerio profético.

         CLAVES para la VIDA
- El profeta Elías llama a su sucesor en el ministerio profético y lo realiza en un gesto simbólico -le echa encima su manto-; pero lo elige de parte de Dios para seguir luchando a favor de la verdadera Alianza con el mismo Dios. Así se convertirá en un personaje importante de la historia de Israel en el siglo IX antes de Cristo. Y a pesar de la particularidad de conseguir permiso para despedirse de los suyos, su gesto de despedida indica claramente que su decisión es irrevocable.
- Se consagró a su servicio (v. 21): es la nueva situación que se produce en aquél que ha sido llamado a una nueva misión. El caso de Eliseo es un ejemplo claro de seguimiento a la vocación, a la llamada de Dios, como lo será en otros profetas, llamados en una situación concreta y para una misión específica. Dios sigue sirviéndose de personas, de una clase social u otra, para llevar adelante su proyecto de salvación.
- Siguen llegando a mí (a nosotros) propuestas que exigen un cambio de actitud y de vida; en ocasiones, renuncias serias y exigentes. Es la misma historia de tantos hombres y mujeres, a través de los tiempos. También hoy, este Dios sigue llamando a una Misión determinada. Estar atento a sus “susurros” suaves, pero sugerentes, es una necesidad y un desafío, hoy, para mí, para nosotros. ¿Estás dispuesto/a, hermana/o?


Evangelio: Mateo 5, 33-37
“... Sabéis que se mandó a los antiguos: No jurarás en falso y cumplirás tus votos al Señor. Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies... A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno...”
CLAVES para la LECTURA
- El breve fragmento del evangelio de Mateo recoge un signo considerable en la relación con el Dios de Israel, un signo crucial en tiempos de Jesús: el juramento y el perjurio. Se trata de una empresa humana comprometedora, deliberada, en analogía con la actitud de Dios mismo, que «jura» (Gn 22, 16; Heb 6, 17...) y que, sin embargo, permanece fiel a su promesa, una promesa que es compromiso en favor del pueblo y de cada individuo (Lc 1, 54-55. 68-71).
- Jesús no pronunció nunca, personalmente, ningún juramento. Los evangelios sólo ponen el verbo «jurar» en sus labios en el marco de alguna polémica y como contestación respecto a los maestros de la Ley y a los fariseos hipócritas (Mt 23, 16-22). La palabra dada es sagrada y vinculante, sin implicar a Dios ni a símbolos relacionados con él (como el cielo y la tierra o la ciudad santa de Jerusalén), ni hipotecando la propia cabeza del que jura. En efecto, el que jura no es dueño de nada. Jesús se muestra claramente contrario al juramento y, como es obvio, también al perjurio. Jesús se compromete con la autoridad de su propia palabra: «En verdad os digo...»; «habéis oído que se dijo... pero yo os digo». Su Palabra es mensaje y contiene valores, pero su identidad también es Palabra, Verbo que ha puesto su morada en la humanidad (Jn 1, 14). Jesús compromete su persona. A los discípulos, a quienes ordena no jurar en absoluto, les entrega este paradigma: su ejemplo.
- El vocabulario de Mateo emplea aquí dos verbos. Uno está tomado de una cita veterotestamentaria relacionada no con el juramento, que entonces era considerado lícito, sino con el perjurio, y es «no jurarás en falso» (literalmente: uk epiorkéseis; Nm 30, 3; Dt 23, 22; Ecl 5, 3-5), o bien respeta el juramento, mantén las condiciones, cumple la «cosa» empeñada. El otro verbo está formulado en una forma negativa absoluta; al pie de la letra, «no jurar en absoluto», donde el verbo griego (original) alude también a la confirmación con un juramento, a prometer con voto, a implicar a otros, como garantes o testigos de nuestro propio compromiso. Jesús se muestra asimismo radical con las situaciones comprometedoras: no sólo disuade del perjurio, señalado siempre como felonía, traición, cobardía, sino que corta en su raíz la causa o el riesgo de la situación de infidelidad. Sustituye el ritual de los juramentos por la responsabilidad de la propia palabra. El juramento implica a otros, tal vez incluso al mismo Dios; el «sí-sí» / «no-no», expone a la propia persona. Jesús prefiere el compromiso personal del propio individuo.

CLAVES para la VIDA
- El Maestro nos sigue proponiendo la antítesis entre el Antiguo Testamento y los nuevos criterios de vida que él mismo plantea. Si anteayer era la de la caridad (algo más que no matar); ayer, la fidelidad conyugal (mirando al corazón); hoy se trata del modo de portarnos en relación a la verdad. Y la actitud de Jesús es clara: que la verdad brille por sí sola; esto es, su seguidor, como norma, debe apostar por la transparencia y la verdad (esto proviene de Dios; el resto del demonio).
- Ése es el actuar de Jesús mismo: su PALABRA tiene un contenido propio, compromete toda su persona. De ahí su enorme importancia: Él es la Palabra y es una palabra verdadera y llena de fidelidad, como lo es del mismo Dios que nunca falla. Ahí está la razón de ser de la propuesta de Jesús: el sí o el no es el proceder que él asume y el que deben seguir sus seguidores.
- Decir las cosas con sencillez, sin tapujos ni complicaciones, sin manipular la verdad, es la postura que nos propone este texto evangélico. Pero, además, es una propuesta de vida, de estilo de vivir, con esas mismas notas y características. ¡Ahí es nada! ¡Toda una tarea, y tan amenazada desde tantos flancos y vertientes en nosotros! Conscientes de que a más coherencia y estilo de verdad, habrá más armonía interior. ¡Me queda tarea! Y... ¿a ti?

No hay comentarios:

Publicar un comentario