sábado, 31 de marzo de 2012


SEMANA SANTA

1-6 de Abril de 2012


DOMINGO DE RAMOS, día 1


Isaías 50, 4-7
“... Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos... Mirad, el Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes... sabiendo que no quedaría defraudado...

CLAVES para la LECTURA
- En este “tercer poema del Siervo de Yahvé”, se acentúa el tema del fracaso, que ya estaba presente en Is 49, 1-6: el profeta encuentra hostilidad y persecución, incluso violencia. Su vocación, con rasgos sapienciales, lo califica como un discípulo que, por don y misión del Señor Dios, transmite la Palabra a los descorazonados e indecisos. Sólo si el profeta se manifiesta cada día como un discípulo pronto a escuchar, podrá llegar a ser verdadero maestro: no dispone de la Palabra a su gusto.
- Consciente desde el principio de las exigencias de su vocación, el Siervo no opone resistencia a Dios; y su pleno consentimiento le hace fuerte y manso de cara a los perseguidores: no se sustrajo a la Palabra, ni se echó atrás ante las injurias y la violencia de los que quisieran acallarla, reduciéndola al silencio (vv. 5s). No le rinde el sufrimiento, ni le desorienta.
- El profeta confía en la ayuda de Dios; él lo justificará ante los adversarios: ninguno podrá demostrar la culpabilidad de su Siervo, testigo fiel y veraz de la Palabra.


CLAVES para la VIDA
- Hoy se nos ofrece el tercer canto del Siervo (y es que ya estamos en la Semana Santa, donde volveremos a escuchar los diversos cánticos del Siervo). Sigue la descripción poética de la misión del Siervo, pero con una carga más fuerte de oposición, incluso de violencia: ofrecí la espalda... mesaban mi barba (v. 6). Desde el comienzo el Siervo es consciente de ello, pero ni así acallarán su voz, porque -también en este canto- la confianza en la ayuda de Dios triunfa sobre todas las dificultades y adversidades: el Señor me ayuda...” (v. 7).
- Proclamar una palabra de aliento a los abatidos (v. 4) es parte de la misión del Siervo. Pero antes cada mañana me espabila el oído (v. 4): he ahí el secreto del Siervo, escuchar al mismo Dios, ser su discípulo para luego poder anunciar su mensaje. Ésta es la gran propuesta que creo que se nos ofrece en cada Semana Santa; de ahí que proclamemos estar en su “ESCUELA” y... ¡es que hay tantas lecciones que aprender!...
- Hemos llegado al final de este camino de preparación; estamos a las puertas y tenemos la posibilidad de gustar, aprender, hacer vida todo aquello que es nuclear en nuestra fe y vivencia cristiana. El Siervo es quien camina delante y nos invita: quien quiera seguirme, tome su cruz y me siga. ¡Ahí es nada! ¡Ojalá tengamos el valor de aceptar su propuesta! Muy posiblemente no nos arrepentiremos. ¡Cuestión de decisión, hermano/a!


Filipenses 2, 6-11
“... Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre...”

CLAVES para la LECTURA
- La liturgia nos presenta hoy una de las páginas más intensas y más bellas de todo el Nuevo Testamento. Con bastante probabilidad, Pablo se hace testigo de una tradición anterior a él que había acuñado un himno cristológico de importancia fundamental.
- El himno está introducido por una exhortación apostólica que nos invita a hacer nuestros «los sentimientos que corresponden a quienes están unidos a Cristo Jesús» (v. 5). No se trata de una vaga recomendación, sino de una indicación autorizada para caminar siguiendo el ejemplo de Jesús, es decir, para vivir como él vivió. A continuación viene el himno cristológico, que la liturgia pone de relieve con mucha frecuencia. El carácter ejemplar de Cristo se fundamenta aquí en «su misterio», y éste, a su vez, ilumina la vida de cada cristiano.
- El himno se subdivide en dos partes. Los vv. 6-8 describen la katabasi, o sea, el abajamiento de Jesús, que de Dios se hizo hombre, «tomó la condición de esclavo» y se humilló «hasta la muerte, y una muerte de cruz». Los vv. 9-11 describen, en cambio, la anábasi, o sea, la elevación de Jesús por obra de Dios Padre, que lo resucitó y «le dio el nombre que está por encima de todo nombre», adorable en el cielo y en la tierra, un nombre que debe ser proclamado a todo el mundo: «Jesucristo es Señor» (v. 11a). El misterio de Cristo está sintetizado de una manera lineal y completa: la fe de cada cristiano encuentra aquí su centro y su síntesis gracias a la mediación de Pablo, que se hizo no sólo evangelizador, sino también -e incluso antes- discípulo y testigo de este misterio.


CLAVES para la VIDA
- Como tantas veces, también en ésta, el gran apóstol nos ofrece toda una síntesis de su pensamiento y de su vivencia, donde Cristo Jesús es el CENTRO de todo; pero lo es despojándose de todo tipo de poderío. Ahí radica la fuerza del Mediador, que recibe de Dios Padre, la nueva condición de Nombre-sobre-todo-nombre.
- Es el contrasentido: es SEÑOR haciéndose esclavo y servidor de todos. Es ahí donde recupera para nosotros la nueva realidad, perdida por el “no” de viejo Adán. Desde ahí, en Jesús, todo se hace nuevo para cuantos le acogen y le aceptan como el Señor de sus vidas. Ésta es la lógica que gustosamente acepta el Dios de la Vida.
- ¡Vaya desafío para nosotros, tantas veces empeñados en otra “lógica” tan diferente! Así es Dios y es agradable a su corazón esa forma de entender la vida y vivirla. ¡Nos queda camino por recorrer! Acercarnos a esa lógica y “entender” ese hermoso misterio del proyecto de amor de Dios es el objetivo. Es necesario seguir esas “huellas” y gustarlo. ¿Qué tal te sientes, hermano/a, ante esta propuesta tan especial?


Relato de la PASIÓN:  Marcos 14, 1 – 15, 47
“… Faltaban dos días para la fiesta de la pascua y los panes sin levadura. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley andaban buscando el modo de prender a Jesús con engaño y darle muerte, pero decían: Durante la fiesta, no, no sea que el pueblo se alborote…
Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró… La cortina del templo se rasgó en dos de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a Jesús, al ver que había expirado de aquella manera, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios… Algunas mujeres contemplaban la escena desde lejos… Lo puso en un sepulcro excavado en roca e hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro… María Magdalena y María la madre de José observaban dónde lo ponían…”


CLAVES para la LECTURA
- Precisamente en la narración de la pasión encuentra respuesta la pregunta fundamental -¿Quién es Jesús?- que constituye el eje del evangelio de Marcos. En la pasión se revela el misterio: Jesús es verdadero hombre y verdadero Dios. La afirmación del centurión -un pagano- que lo ve morir así (15, 39) es el símbolo del camino de la incredulidad a la confesión de fe que cada uno está llamado a hacer contemplando al Crucificado.
- La narración es sobria, condensada, incisiva: los acontecimientos hablan por sí mismos, el Protagonista calla. La irrisión que golpea los aspectos de su misión (14, 65; 15, 29. 31s) no encuentra respuesta. Verdadero hombre, en Getsemaní (14, 33-35) cae a tierra orando, en un gesto de súplica y abandono. Verdadero Hijo de Dios, puede invocar a Dios, el Altísimo, con el apelativo de Abba, papá...
- Tras la repetida oración tiene lugar la dolorosa entrega a la voluntad del Padre (14, 36). Jesús está ya dispuesto a entregarse en manos de los hombres. Ante éstos no tiene más palabras que las que declaran su identidad, causando su condena como blasfemo (14, 61-64) y subversivo (15, 2). En el clamor de las muchas voces que acusan, se burlan, reniegan y gritan ¡Crucifícale!, es más impresionante el silencio de Jesús, que en el momento supremo se convierte en un fuerte grito, oración acongojada al Padre (15, 34), entrega total (15, 37). El Hijo de Dios atraviesa los umbrales de la muerte.


CLAVES para la VIDA
- A lo largo de su testimonio evangélico, Marcos ha “jugado” un poco con el llamado “secreto mesiánico”; esto es, en torno al misterio que lleva encerrada la persona de Jesús. Ahora es el momento de conocer a fondo lo que aporta Jesús y lo que supone su Misión. El evangelista Marcos nos ofrece este testimonio claro y rotundo sobre su comprensión de Jesús: en Él se concentran la profunda humanidad y la presencia NUEVA y DEFINITIVA de Dios.
- Jesús hablará poco; la narración y los hechos ya “hablan” con suficiente nitidez y claridad. Jesús es quien abriéndose plenamente al plan del Padre, acepta sus “misteriosos” designios y asume cuanto conlleva el hágase, aunque sea en profunda soledad, pero en entrega total y sin condiciones. Ahora sí se descubre en plenitud el misterio encerrado en su persona y vivido en el transcurrir de su vida.
- Hemos llegado a la cumbre y sólo cabe la CONTEMPLACIÓN como la actitud válida y coherente. Leer, meditar, “templar-con” su estilo de ser y de vivir mi vida entera… ¡es la tarea primera y necesaria! Sin este primer paso, el resto será un imposible. Y al comienzo de estos días sagrados es la invitación profunda que se me/nos propone a los seguidores de Jesús. Claro que esto es mucho más que “ir” a las celebraciones, o a los “pasos” de Semana Santa. ¡Mucho más! Es el momento de “parar”, “ver”, “contemplar” y… decidirme. ¿Qué te parece a ti, hermano/a?



LUNES SANTO, día 2


Isaías 42, 1-7
“... Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones...”


CLAVES para la LECTURA
- En estos días santos, se yergue ante nosotros la figura del Siervo de Yahvé silenciosa y majestuosa, para introducirnos en el misterio pascual: su elección, misión y sufrimiento son profecía de la suerte de Cristo. Dios mismo presenta a su Siervo. Él lo ha elegido para una misión difícil y de capital importancia, por ello le sostiene. Consagrado con el espíritu profético, el Siervo llevará el derecho a todas las gentes, es decir, el conocimiento práctico de los juicios de Dios (v. 1).
- Este carácter “judiciario” se ilustra con la imagen de los vv. 2s, donde la misión del Siervo se describe teniendo en cuenta la figura del “heraldo del gran Rey”. Según las costumbres de Babilonia, el heraldo estaba encargado de proclamar en las plazas de la ciudad los decretos de condena a muerte. Si al concluir el pregón no surgía ningún testimonio en defensa del condenado, rompía la caña y apagaba la lámpara que llevaba, para indicar que la condena era ya irrevocable.
- Ahora bien, el siervo del único verdadero Rey, Dios, no quiebra la caña cascada. Mensajero de su juicio, no viene a condenar, sino a salvar. Con la fuerza de la mansedumbre y la firmeza de la verdad, perseverará en su tarea; las regiones más remotas, los que están lejanos de Dios, atenderán a la torah, la enseñanza que nos trae (v. 4). En Cristo, la figura se convierte en realidad. Cristo es a la vez verdadero Siervo doliente y verdadero libertador de la humanidad de la cárcel del pecado, elegido y enviado para la salvación. Él es la luz que ha venido al mundo a iluminar a todas las gentes. Él es el mediador de una nueva y eterna alianza (vv. 6s), ratificada con su cuerpo entregado y con su sangre derramada.

CLAVES para la VIDA
- Insertos ya de lleno en esta Semana grande e impresionante, las lecturas nos ofrecen y describen la figura del Siervo de Yahvé, alcanzando el culmen en la celebración del Viernes Santo, con el cuarto canto acerca de este Siervo. Este Siervo que ha sido elegido por el mismo Dios, lleno de su mismo Espíritu y enviado, no para “quebrar” y “apagar”, sino para liberar, dar vida y salvar. Así se anuncia su presencia y su misión.
- Es en Cristo Jesús donde esa figura del Siervo se convierte en realidad, y además en el sentido más pleno. Tampoco él viene a condenar y juzgar, sino que su misión es salvar e iluminar, es ser mediador de la nueva y eterna alianza. Pero lo será al estilo anunciado por el profeta, entregando su propia vida. Así se convierte en Buena Noticia para nuestro mundo.
- Nosotros nos hemos preparado para vivir y acompañar intensamente a este Siervo de Yahvé en su trayecto final, en el que va a llevar a cabo el proyecto asumido por el mismo Dios, como solidaridad con los más marginados de nuestra humanidad. Siervo, esto es, servidor, esclavo a favor de sus hermanos: ésta es la trayectoria que va a vivir y nos va a dejar como programa a todos sus seguidores: quien quiera seguirme, tome su cruz...”.


Evangelio: Juan 12, 1- 11
“... Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro... allí le ofrecieron una cena... María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera... ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?... Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis...”

CLAVES para la LECTURA
- Seis días antes de la fiesta judía: la habitual precisión de Juan nos permite hoy revivir puntualmente, en la liturgia, la gracia de los últimos acontecimientos que preparan la pascua de Jesús. La cena de Betania es preludio de la última cena. Según la mentalidad de aquel tiempo, la comida, particularmente la consumida juntos, reviste un carácter sagrado, pues indica comunión de vida y acción de gracias por la misma vida. Este aspecto, en esta cena, se profundiza ulteriormente con la presencia de Lázaro, resucitado de entre los muertos, del que se dice que era uno de los que estaban recostados con Jesús (según la costumbre de comer recostados): gran proximidad de vida y muerte, presagio de comunidad, de destino...

- Pero es la figura de María la que aparece en primer plano con su silencioso gesto de amor, de adoración, sin cálculo ni medida. El perfume que derrama a los pies de Jesús es sumamente caro: trescientos denarios corresponden al salario de diez meses de trabajo de un obrero. Y toda la casa -nota el evangelista aludiendo al Cantar de los Cantares (1, 12)- se llenó de la fragancia. Es un detalle que nos muestra en María la imagen de la Iglesia-Esposa unida amorosamente al sacrificio de Cristo-Esposo. A la donación total sin límites se contrapone la tacañería de Judas Iscariote (vv. 4-6).
- Sin medias tintas, Juan nos presenta dos tipos en el seguimiento del Señor, María y Judas: el amor dilató el corazón de una; la mezquindad cerró de par en par el corazón del otro.

CLAVES para la VIDA
- El “discípulo amado” nos ayuda a vivir los acontecimientos finales del camino de Jesús con una intensidad singular, ofreciéndonos detalles que consiguen “meternos dentro” de lo acontecido: la cena en Betania, la unción de María, Lázaro... Pero sin duda alguna es la figura de María, cargada de un inmenso amor hacia Jesús, la que nos quiere destacar el evangelista. El gesto “despilfarrador” de María se convierte en todo un símbolo de un estilo de seguimiento de Jesús, muestra de una capacidad de donación sin límites. En contra, la tacañería y la mezquindad de Judas (el símbolo contrapuesto).
- Betania es una invitación hermosa para nosotros: vivir la amistad y la cercanía a Jesús como María, Lázaro y Marta; o disfrutar de ese camino de amor y de adoración que nos muestra María, aquella que escuchaba embelesada las palabras de Jesús (como nos recuerdan los evangelios); acogerle a Él y lo que Él nos ofrece en ese clima de despedida; o realizar algún “derroche”, como María, en honor del mismo Jesús, como muestra de nuestra admiración por cuanto él vive.
- Tenemos una gran oportunidad, en estos días, para poder vivir esas actitudes en las que mostrarle también nuestra vivencia junto a Él; reconocerle abiertamente nuestra admiración por Él y por el estilo que vive; agradecerle tantas cosas como nos ha enseñado... Y todo ello en ese clima de amistad y de intimidad.



MARTES SANTO, día 3


Isaías 49, 1-6
“... Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre...”


CLAVES para la LECTURA
- El Siervo de Yahvé alza la voz pidiendo que se le escuche atentamente, incluso los más lejanos (v. 1a): su misión deberá llegar hasta el confín de la tierra (v. 6b). Nos cuenta su historia, sintetizándola en ciertos momentos capitales: la vocación en los orígenes de su vida, poniendo de manifiesto el designio de Dios (es él quien forma a su elegido como instrumento adecuado, al que le reserva un encargo concreto: proclamar con eficacia la palabra (vv 1s); a continuación, el oráculo con el que el Señor le confirma en su identidad (v. 3a) y su misión (v. 3b).
- En un primer momento, la misión acaba en un fracaso, y la inutilidad de la fatiga pesa en el corazón del Siervo. Formado desde el seno materno para reunir y convertir su pueblo al Señor (v. 5), experimenta el cansancio pero sabe reconocer que Dios lleva su causa, estima y recompensa a su obrero (v. 4). La estima que el Señor le manifiesta es la fuerza que le infunde (v. 5b), fortaleciendo al Siervo, que acoge y pronuncia un nuevo oráculo de Dios: la hora de la prueba y el fracaso no acaba con su actividad profética, sino que es instrumento para dilatar sin límites la irradiación de su mensaje.
- La misión del Siervo será universal: por medio de él, convertido en luz de las naciones, Dios quiere llegar con el don de su salvación a los últimos confines de la tierra (v. 6)

CLAVES para la VIDA
- Nos encontramos en el segundo “canto del Siervo” del libro de Isaías. Aquí se nos describe la historia personal que vive el profeta: él se siente llamado y escogido por Dios, y convertido por él en instrumento adecuado para realizar y llevar a cabo la misión; la misión consiste en ser luz de las naciones y llevar la salvación de Dios hasta los confines. Ésta es su garantía: que el mismo Dios le ha enviado y él será su recompensa.
- Pero esta misión no va a ser nada fácil: en este segundo canto ya aparece el contrapunto de la oposición (que en el primero no aparecía). El Siervo, pues, no tendrá éxitos fáciles, sino que tendrá cansancios y desánimos. Sólo la confianza en Dios lo salvará: Mi salario lo tenía mi Dios.
- Con esta “presentación”, no nos resulta difícil acercarnos a la figura de Jesús y a cuanto vivió de cerca y en su propia vida. Los cantos del Siervo nos anuncian, en tono profético, cuanto va a vivir. Nosotros, hoy y aquí, estamos invitados a compartir esa experiencia: estar CERCA, sintonizar y empatizar con todo lo que va viendo y sintiendo, acompañarle en todo momento... ¡es nuestra enorme tarea y nuestra oportunidad! ¿Lo sabré aprovechar? ¿Lo sabré vivir? ¿Cómo prepararme para poderlo experimentar? ¿Qué tal tú, hermano/a?


Evangelio: Juan 13, 21- 33. 36-38
“... Jesús, profundamente conmovido, dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar... Señor, ¿quién es? Le contestó Jesús: Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado. Y untando el pan se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote...”

CLAVES para la LECTURA
- Jesús después del lavatorio de los pies y las primeras alusiones a la traición (vv. 10-11. 18), declara abiertamente, profundamente conmovido: Uno de vosotros me va a traicionar. El anuncio y su misma turbación dejan perplejos y desconcertados a los apóstoles, que tratan de identificar al traidor... En estas circunstancias aparecen algunos rasgos de la vida de la comunidad de los Doce con Jesús: la iniciativa de Pedro, evidenciando su autoridad; la relación de particular sintonía de un discípulo con el Señor; la infinita delicadeza de Jesús, que, mientras señala a Judas el traidor, le ofrece un bocado de pan untado, signo de honor y deferencia, última provocación del amor. Pero como Judas rechaza definitivamente responder al amor de Jesús, la suerte del Nazareno está echada, y no tolera demora (v. 27b). Por lo demás, una vez tomado el bocado de la amistad y rechazando al Amigo, Judas no puede estar en el círculo de los amigos: Salió inmediatamente. Era de noche. La noche de la mentira, del odio que relega en la soledad, en el reino de Satanás.
- Jesús explica el sentido de cuanto está acaeciendo. Precisamente ahora que Judas ha salido a ejecutar su plan de traicionar a su Maestro, el Hijo del hombre es glorificado. Y Dios es glorificado en él porque, en la entrega del Hijo a la cruz, manifiesta su amor sin límites a la humanidad. La hora de la muerte y la de la resurrección constituyen, juntas, la hora única de la gloria, de la espléndida manifestación de Dios, que es amor.

- Con el v. 33 comienza el discurso de despedida de Jesús a los suyos. Sabe que dejará un vacío imposible de llenar (v. 33a), aunque necesario (v. 33b) y no definitivo, como aparece en la respuesta a Pedro. Pero en su generosidad intempestiva, el apóstol no soporta esperar y dice estar dispuesto a dar la vida con tal de seguir al Señor. Precisamente aquí se revela la necesidad de la separación de Jesús: sin la fuerza que brota de su pasión y resurrección, sin la presencia del Espíritu, nadie está en disposición de seguir a Cristo (Antes de que el gallo cante...”: v. 38b).

CLAVES para la VIDA
- La tensión y el drama se palpan en estos textos evangélicos. También en éste de hoy. Desconcierto y perplejidad del grupo y la conmoción del mismo Jesús y su último esfuerzo de amistad y de deferencia con Judas en un intento de hacerle caer en la cuenta de su error. Lo anunciado por el profeta en su canto del Siervo se hace realidad, ya que no sólo los dirigentes -cegados ellos-, sino que su mismo grupo se dispersará, e incluso uno de ellos le entregará. Todos los datos apuntan hacia el drama vivido.
- Es la HORA de Jesús, y a pesar de estar conmovido, asume el camino que el Padre ha trazado, y es tal la conmoción en Él, que Jesús no dudará: lo que has de hacer, hazlo cuanto antes (v. 27): Él está ya listo y preparado. No ha hecho más que empezar la causa del Reino (no le han dado más tiempo); son sus discípulos los que tendrán que seguir, con la fuerza que brota de la Pasión y Resurrección y el don del Espíritu. ¡Todo está listo!
- Hoy, somos nosotros sus seguidores; somos nosotros lo que tenemos que asumir la causa y llevarla adelante. Y es necesario que aprendamos de la debilidad de su grupo, de la cobardía de Pedro, de... Y, sobre todo, abrirnos a la fuerza de su resurrección y de su Espíritu para LLENARNOS de Él. ¿De acuerdo, hermano/a?



MIÉRCOLES SANTO, día 4


Isaías 50, 4-9a
“... Ofrecí la espalda a los que golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos... Mirad, el Señor me ayuda; ¿quién me condenará...?”

CLAVES para la LECTURA
- En este “tercer poema del Siervo de Yahvé“, se acentúa el tema del fracaso, que ya estaba presente en Is 49, 1-6: el profeta encuentra hostilidad y persecución, incluso violencia. Su vocación, con rasgos sapienciales, lo califica como un discípulo que, por don y misión del Señor Dios, transmite la Palabra a los descorazonados e indecisos. Sólo si el profeta se manifiesta cada día como un discípulo pronto a escuchar, podrá llegar a ser verdadero maestro: no dispone de la Palabra a su gusto.
- Consciente desde el principio de las exigencias de su vocación, el Siervo no opone resistencia a Dios; y su pleno consentimiento le hace fuerte y manso de cara a los perseguidores: no se sustrajo a la Palabra, ni se echó atrás ante las injurias y la violencia de los que quisieran acallarla, reduciéndola al silencio (vv. 5s). No le rinde el sufrimiento, ni le desorienta.
- El profeta confía en la ayuda de Dios; él lo justificará ante los adversarios: ninguno podrá demostrar la culpabilidad de su Siervo, testigo fiel y veraz de la Palabra (vv. 7-9).

CLAVES para la VIDA
- Hoy se nos ofrece el tercer canto del Siervo (el último y más dramático, lo escucharemos el Viernes Santo). Sigue la descripción poética de la misión del Siervo, pero con una carga más fuerte de oposición, incluso de violencia: ofrecí la espalda... mesaban mi barba (v. 6). Desde el comienzo el Siervo es consciente de ello, pero ni así acallarán su voz, porque -también en este canto- la confianza en la ayuda de Dios triunfa sobre todas las dificultades y adversidades: mi defensor está cerca...” (v. 8).
- Proclamar una palabra de aliento a los abatidos (v. 4) es parte de la misión del Siervo. Pero antes cada mañana me espabila el oído (v. 4): he ahí el secreto del Siervo, escuchar al mismo Dios, ser su discípulo para luego poder anunciar su mensaje. Ésta es la gran propuesta que creo que se nos ofrece en cada Semana Santa; de ahí que proclamemos estar en su “ESCUELA” y... ¡es que hay tantas lecciones que aprender...!
- Hemos llegado al final del camino de preparación; estamos a las puertas y tenemos la posibilidad de gustar, aprender, hacer vida todo aquello que es nuclear en nuestra fe y vivencia cristiana. El Siervo es quien camina delante y nos invita: quien quiera seguirme, tome su cruz y me siga. ¡Ahí es nada! ¡Ojalá tengamos el valor de aceptar su propuesta! Muy posiblemente no nos arrepentiremos. ¡Cuestión de decisión, hermano/a!

Evangelio: Mateo 26, 14-25
“... Judas Iscariote, visitó a los sumos sacerdotes y les propuso: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo... Mientras comían dijo: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar... ¡Ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!, más le valdría no haber nacido...”

CLAVES para la LECTURA
- La escucha de la presente perícopa siempre es inquietante: Uno de los doce, uno de los amigos más íntimos, de los compañeros cotidianos, de los discípulos a los que enseñó con mimo particular, fue...” por iniciativa propia, por libre opción, a proponer la entrega de Jesús a los sumos sacerdotes, que no deseaban otra cosa (vv. 3-5). Y desde entonces, como fiera al acecho, Judas vive al lado de Jesús buscando la ocasión propicia (vv. 16s). Aun siendo capaz de una iniquidad que supera los límites humanos (es obra de Satanás: Lc 22, 3 y Jn 13, 2), la libertad del hombre entra en el plan de Dios: es lo que Mateo deja entender en el v. 15, citando a Zac 11, 12 sobre el precio pactado con Judas. Todavía más significativo es el uso teológico, común en todas las narraciones de la pasión y de sus predicciones, del verbo paradídomi, entregar. Este verbo expresa, por un lado, la entrega-traición por parte de los hombres y, por otro, la entrega-don que el Padre hace del Hijo y Jesús hace de sí mismo, hasta la suprema entrega del Espíritu en la cruz (Jn 19, 30).
- El esmero con que tradicionalmente se prepara el rito pascual asume un significado más profundo (vv. 17-19): Jesús sabe que se acerca su kairós (v. 16), su hora, el tiempo del acontecimiento escatológico establecido por Dios. Y ordena disposiciones muy precisas, porque ardientemente he deseado comer esta pascua: en este rito, sustituirá el nuevo memorial al antiguo, dejándonos su cuerpo y su sangre como comida y bebida.
- Esta entrega de sí mismo con el mayor amor acontece en una atmósfera cargada por el anuncio de la traición (entrega). Cada uno, herido en su interior, desconfía de sí mismo y también de sus propios compañeros. Surge un coro de preguntas, pero mientras los otros apóstoles se dirigen a Jesús con el apelativo de “kyrios”, Señor, Judas le llama simplemente rabbí. Este Maestro es realmente el Señor, que conoce a su traidor, por el cual se cumple la Escritura.

CLAVES para la VIDA
- Todo está preparado; se ha llegado al final del proceso. Y Jesús quiere celebrar la Pascua con su grupo, como signo entrañable de amistad y comunión. Y es en ese marco donde se nos ofrecen los “datos” de la actitud y de la decisión de Judas, sin duda alguna, dándole un tono de dramatismo aún mayor a cuanto está sucediendo. Pero es que ha llegado la hora, el “Kairós” de Jesús y Él quiere celebrar la Pascua nueva y definitiva con los suyos, sustituyendo el rito antiguo.
- La verdad es que en estos momentos no nos podemos conformar con “echar las culpas a Judas”; porque resulta que la actitud y la situación de los demás tampoco es nada clara. Sólo la entrega y el don de Jesús al Padre, la entrega de sí mismo, es lo que ilumina este cuadro, bastante bochornoso. ¿Soy yo, Señor?, y es que nadie se fía de los demás ni de sí mismo.
- Nuestro recorrido nos ha traído hasta esta cena de Pascua. Aquí nos ha convocado el Señor Jesús: quiere lavarnos los pies; mostrarnos todo el amor que nos tiene, quiere que descubramos la primacía del servicio y del valor infinito de la entrega voluntaria; y quiere convencernos de que confiar en el Padre es la mejor decisión que podemos tomar. Aquí estamos, dispuestos a vivir intensamente esta nueva oportunidad.



JUEVES SANTO, día 5:  ‘La Cena del Señor’


Éxodo 12, 1-8. 11-14
“… Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país… Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis la fiesta del Señor, ley perpetua para todas las generaciones…”

CLAVES para la LECTURA
- El presente texto tiene un carácter prescriptivo: el acontecimiento histórico de la última cena de los hebreos en Egipto, en espera del paso del Señor que libera de la esclavitud, aparece aquí en clave litúrgica para convertirse en un rito perpetuo. La memoria se hace memorial (zikkarón, v. 14), y, en él, la eficacia salvífica de cuanto Yahvé ha ejecutado de una vez por todas se actualiza para cada generación en y mediante la liturgia; de ahí la preocupación por dar normas concretas y detalladas para la celebración (vv. 3-8. 11).
- El rito hebraico funde elementos originariamente distintos y los historifica. El sacrificio anual del cordero, con la aspersión de la sangre -la pascua (pesaj, fiesta primaveral de los pastores nómadas)-, se convierte para los israelitas en signo de la protección del Señor (vv. 7. 12s). La ofrenda de las primicias -los ázimos (fiesta agrícola vinculada al ciclo de las estaciones)-, puesta en referencia con la liberación de Egipto, recuerda ahora, de generación en generación, la rápida huida de aquel país de esclavitud.
- En un momento preciso de la historia de un pueblo oprimido, Dios interviene con su poder: aquel momento no pertenece sólo al fluir de los tiempos, sino a la dimensión de Dios. Por eso es un “hoy” ofrecido siempre al que quiera entrar en aquella historia de salvación mediante la celebración del memorial.

CLAVES para la VIDA
- Las promesas de vida, -fijadas en la relación y en el pacto de Dios con Abrahán y sus descendientes-, alcanzan, en el acontecimiento de la liberación de la esclavitud de Egipto, uno de los momentos más significativos y, sin duda, es una de las claves de esa historia de vida y de salvación. Así lo entendió Israel; así lo recordarán los profetas en tantos momentos de oscuridad y de deserción: Dios actúa SIEMPRE en favor de su pueblo, a quien ama profunda y entrañablemente.
- El hecho de celebrarlo es una manera de tener una MEMORIA VIVA, pues no es un mero recuerdo del pasado, llevado a cabo en favor de los antepasados, sino algo que Dios realiza hoy y aquí. De ahí su valor y su enorme fuerza significativa: cada israelita se siente viviéndolo y celebrándolo a pesar de que hayan transcurrido muchos años. Mantener esa conciencia viva, -ayudado por las celebraciones-, es necesario, y elemento esencial.
- Aquí nos encontramos, hoy, nosotros. Volverlo a escuchar, celebrarlo expresándolo con signos similares, conlleva revivir su contenido y significado. Despertar, de forma viva, esa conciencia de la presencia salvadora y liberadora de Dios, también en mi vida… ¡es una URGENCIA y una NECESIDAD! No me puedo quedar en el mero recuerdo; menos en una especie de “admiración sentimental”; el objetivo es entrar y penetrar en el “corazón” mismo del acontecimiento y gustar cuanto en él se me ofrece y se me invita. ¿Vale? ¡Buena suerte, hermano/a!

1 Corintios 11, 23-26
“… El Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros… Éste cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía…”

CLAVES para la LECTURA
- En la última cena en esta tierra de destierro, Jesús sustituye el memorial de la liberación de la esclavitud de Egipto por su memorial. Cumplimiento de la Ley y los profetas, lleva a plenitud el antiguo rito con su sacrificio de amor. Éste es el testimonio de Pablo, y -sin duda- se trata de una tradición anterior a él y que le ha sido transmitida por los primeros cristianos, quizás testigos presenciales de la Cena pascual con Jesús.
- Por nosotros se dejó entregar a la muerte (en el v. 23, el término entregar hace alusión a todo el misterio pascual, no sólo a la entrega). Nueva: así es la alianza con Dios, sancionada con la sangre del verdadero Cordero, que con su inmolación nos libera de la esclavitud del mal y, consumada en la comunión del Pan de la ofrenda que, roto en la muerte, nos da la vida.
- También debería ser nueva la conducta del cristiano: cada vez que come de este pan y bebe de este cáliz, graba en su propia existencia la extraordinaria riqueza de la pascua de Cristo, testimoniándolo en el tiempo hasta el día de la venida gloriosa del Señor (v. 26).

CLAVES para la VIDA
- La novedad que supone la presencia de Jesús y cuanto anuncia con sus palabras y signos de vida, ahora, en el momento de la “hora” definitiva, lo visualiza en el signo eucarístico, y es la NUEVA ALIANZA que Dios sella con su pueblo para siempre. Es el meollo de cuanto el apóstol nos quiere ofrecer y brindar en esta tradición que tiene sus raíces en los mismos orígenes de la nueva Comunidad de los seguidores de Jesús. Tenerlo claro y revivirlo es una exigencia y una necesidad.
- Por lo tanto, tampoco, en este caso, es un mero recuerdo sino una actualización y una vivencia que revive el significado que el mismo Maestro le quiso dar. De ahí que cada vez que alguien comulga, proclama su vinculación con el Muerto y Resucitado, se une a Él, acepta y se suma a lo que tal muerte significa. He aquí la hondura y profundidad que la EUCARISTÍA ofrece y propone a toda la Comunidad Cristiana: ahí está su fuerza y validez.
- Dentro de la dinámica de estos días santos, está bien que este SIGNO, el de la Nueva Alianza, nos recuerde su significado vital. A eso soy convidado, y desde ahí soy enviado a ser como el mismo Señor Jesús: vida que se entrega en favor de los hermanos. Siempre que eso no se produzca, habrá que pensar que se está produciendo una nueva traición, aunque sea “envuelto” en otros ropajes. ¡Es el desafío, hoy, aquí, para nosotros, hermano/a!

Evangelio: Juan 13, 1-15
“… Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo…”

CLAVES para la LECTURA
- Llevó su amor hasta el fin: también Juan, como los sinópticos, quiere evidenciar en la narración de la última cena la total entrega del amor por parte de Jesús, que anticipa para “los suyos” el sacrificio de la cruz; pero en vez de describir la institución de la Eucaristía, ya presente en los otros evangelios y en la tradición oral (1 Cor 11, 23), Juan expresa el significado del acontecimiento por medio del episodio del lavatorio de los pies.
- El fragmento pone en evidencia el lúcido conocimiento de Jesús (vv.1-3: sabía). Se abraza libremente con el designio de Dios, reconociendo como inminente esa hora hacia la cual se dirigían todos sus días terrenos: la hora del verdadero paso (Ex 12, 12s), de la nueva pascua, del amor que llega a su plenitud definitiva (v. 1).
- Esta cumbre del amor se manifiesta concretamente en el más profundo abatimiento: si el v. 3b alude a la encarnación, primer paso decisivo de la kénosis del Hijo eterno, los versículos siguientes muestran hasta qué punto ha asumido la condición de siervo (Flp 2, 7s), ya que la tarea de lavar los pies se reservaba a los esclavos e incluso un rabbí no podía exigírselo a un esclavo hebreo. Y Jesús nos pide a nosotros esta misma humildad, este espíritu de servicio recíproco que sólo puede inspirar el amor (vv.12-15). Acoger el escándalo de la humillación del Hijo de Dios y dejarnos purificar por su caridad (v. 8) nos implica en el dinamismo de la oblación divina, nos impone seguir el ejemplo de Cristo: ésta es la condición indispensable para participar en su memorial, para celebrar la pascua con él.

CLAVES para la VIDA
- ¡Impresionante la “visión” del discípulo amado acerca de este momento del caminar, de la “Hora” de Jesús! Este “que ama” (por eso es el “discípulo amado”), ha entendido en toda su profundidad el contenido y el significado de la vida, esto es, de la Eucaristía de Jesús: toda su vida es una Eucaristía, una entrega, y ahí es donde se afianza la NUEVA y ETERNA Alianza que Dios sella con al humanidad.
- Se hace raro que el discípulo amado, en este relato de la última Cena de despedida de Jesús con los suyos, no ofrezca la institución de la Eucaristía y, en cambio, proponga el lavatorio de los pies como la expresión máxima de amor y el estilo asumido y vivido por Jesús y que exige a sus seguidores. Es la ESCUELA donde se aprende desde el contacto directo, donde se contagia lo que se vive.
- En este Jueves Santo, el mensaje es directo, personal y exigente; no hay alternativas ni escapatorias que valgan. ¡He aquí la “grandeza” de su mensaje y de su propuesta! Claro que lo que ahí se me dice (y “hablando” bien fuerte) es que no es cuestión de ritos ni cosas por el estilo; ni siquiera puede valerme ni para engañarme a mí mismo, si -al menos- abro un poco los ojos y termino por ver cuanto ahí se me está presentando. “Lavar los pies”, esto es, SERVIR hasta entregar la vida… ¡es el CAMINO del Maestro, ¿Alguien da más?



VIERNES SANTO, día 6:  ‘La Pasión del Señor’


Isaías 52, 13 – 53, 12
“… Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano… Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos…”

CLAVES para la LECTURA
- Del Siervo doliente nos hablan los oráculos de Yahvé que abren y concluyen este fragmento (52, 13-15; 53, 11s) mostrando el éxito glorioso de su padecer humilde, que se convierte en fuente de salvación para las multitudes. De él nos habla la comunidad de la que el profeta es portavoz (nosotros, v. 4), confesando la total incomprensión en la que se consumó el dolor del Siervo: incomprensión que pasó de la indiferencia al desprecio, del juicio al abuso legitimado (vv. 3-4.8a). Pero él calla.
- No atrae precisamente por el esplendor de su aspecto (signo de bendición divina), ni por su doctrina brillante: Familiarizado con el sufrimiento, pero no es ésta materia de enseñanza. Callado en la humillación, en la opresión, en la condena a muerte (v. 7) hasta la sepultura infame (v. 9), sólo cuando su sacrificio de expiación se consuma, la comunidad -purificada por él- comprende el inconcebible designio de Dios.
- El castigo, como sufrimiento purificador, presupone una culpa; pero aquí, por primera vez, aparece abiertamente algo distinto: el misterioso sufrimiento vicario. El pecado es nuestro -nos reconocemos fácilmente en el nosotros del texto-, pero quien sufre para expiarlo no somos nosotros, sino el Siervo inocente.
- Ésta es la voluntad de Dios que se cumple en el Siervo. Es la justicia divina que se llama “misericordia”. Es la promesa -que brilla como un relámpago en el Antiguo Testamento- de la luz y la glorificación tras las tinieblas y la humillación.

CLAVES para la VIDA
- Es la paradoja: el Siervo de Yahvé carga con todo lo que tradicionalmente provoca la ira divina contra el impío y, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca (v. 9), aparece como la víctima expiatoria. El resultado es muy fructífero ya que rompe con el esquema tradicional de la justicia divina: hasta entonces el que lo hacía lo pagaba, pero el profeta revela el hecho novedoso del sufrimiento con valor curativo: el sufrimiento no sólo es castigo, sino que puede ser salvación; y, lo más inaudito, salvación para los demás, incluso para el impío. Pero, para que esto sea posible, es el justo el que tiene que sufrir, ya que el impío, al sufrir, paga, mientras que el justo, al sufrir, salva a los demás.
- Por eso mi Siervo traerá a muchos la salvación (v. 11), porque ésa es la tarea que ha asumido y, además, su actitud es aceptada plenamente por Dios. Cuantos le miran y acogen en él el don de la vida, recibirán la “misericordia” divina que hace nuevas todas las cosas en razón de su ofrenda que, ahora sí, es vicarial en favor nuestro.
- Todo está a nuestro favor: Dios asume la inmensa ofrenda del Siervo, la de su propio Hijo, y en Él hace nuevas todas las cosas. El anuncio del profeta hace que todo recupere de nuevo un resplandor que había perdido a causa de la infidelidad persistente de los hombres. Ahora, para nosotros, es posible una nueva vida en el Hijo; su ofrenda -y con creces- ha servido para poner nuevamente las cosas en su sitio y quedar restablecida una Alianza estrecha de amor y que nada ni nadie romperá. ¡Es necesario asumirlo y vivirlo, hermano/a!

Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9
“… Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo aprendió, sufriendo, a obedecer…”

CLAVES para la LECTURA
- La perícopa, de una importancia central en la carta a los Hebreos, nos invita a considerar el valor definitivo del sacrificio de Cristo, que cumple como sumo sacerdote y le hace ser, como verdadera víctima, puro y santo. La figura de Cristo sobresale así en toda su majestad. Pero esta realidad no le aleja o le lleva a un mundo inaccesible.
- Más bien, como ha compartido todas nuestras pruebas (4, 15), sabe compadecerse de nuestra debilidad. Se ha acercado a nosotros para que nosotros pudiéramos acercarnos con total confianza al Padre, Dios de misericordia y gracia que nos concede la ayuda necesaria en todas nuestras tribulaciones (4, 16) para que cualquier prueba se convierta en una situación en la que brille en todo su esplendor su providencia admirable.
- La sufrida adhesión de Cristo al designio del Padre obtiene una acogida que supera infinitamente nuestros horizontes: su obediencia filial, que le llevó a entregarse a sí mismo a la muerte (Is 53, 12), le ha convertido en causa de salvación eterna para todos los que obedecen su Palabra (5, 7-9) y se convierten de esta forma en esa descendencia inmensa prometida al Siervo de Yahvé: la nueva prole de los hijos de Dios, renacidos de la sangre de Cristo.

CLAVES para la VIDA
- El autor de la carta a los Hebreos nos invita a fijar nuestra mirada y corazón en Jesús: Él es el sumo Sacerdote que, verdaderamente, puede sentir justa compasión por nosotros, dado que pagó con grandes gritos y lágrimas su solidaridad con nosotros y aprendió a obedecer a través del sufrimiento. Ahora permanece en presencia del Padre como memorial santo y agradable. Así, se nos ha abierto, por fin, el camino para acceder al corazón del Padre, con la certeza de que seremos escuchados más allá de nuestro deseo.
- Pero no sólo eso; además de representarnos ante Dios, es también presencia viva de Dios en medio de los hombres, es el Esposo que nos hace sentir a cada uno de nosotros en el banquete de alegría y de fiesta, donde no está permitido ayunar, porque ahora está con nosotros para siempre, hasta el final de los días.
- Estamos, por tanto, ante una palabra que nos afecta profundamente y constituye un verdadero “evangelio”, la Buena Noticia que esperábamos. Nuestra ignorancia y nuestro error (nuestro extravío) han encontrado al final a alguien que está en condiciones de darle un nombre y cambiarlos, con la certeza de que nada de cuanto es nuestro carece de valor. Dios nos ama, Dios me ama: ésta es la gran revelación de Jesús; sus palabras y sus acciones, su forma de estar y mirar, su... todo, hablan de esta nueva realidad. Es el SACERDOTE en favor de sus hermanos. ¡Casi nada!


Pasión de Nuestro Señor Jesucristo:  Juan 18, 1 – 19, 42
“… Cuando terminó de hablar, Jesús y sus discípulos salieron de allí. Atravesaron el torrente Cedrón y entraron en un huerto que había cerca, Este lugar era conocido por Judas, el traidor, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos…
Y se la acercaron a la boca. Jesús gustó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu… Cerca del lugar donde fue crucificado Jesús había un huerto y, en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie había sido enterrado. Allí, pues, depositaron a Jesús, dado que el sepulcro estaba cerca y era la víspera de la fiesta de la pascua…”

CLAVES para la LECTURA
- La Iglesia celebra la pasión del Señor con la seguridad de que la cruz de Cristo no es la victoria de las tinieblas, sino la muerte de la muerte. Esta visión de fe aparece manifiestamente subrayada en la narración de Juan, donde se presenta a Jesús como rey que conoce la situación, la domina y, por así decir, se señorea de ella aun en sus mínimos detalles. La hora de Jesús -que ha llegado- se describe a través de los hechos como hora de sufrimiento y de gloria: el odio del mundo condena a muerte de cruz a Jesús, pero desde lo alto de la cruz Dios manifiesta su amor infinito. En esta espléndida revelación, en esta total entrega divina, consiste la gloria.
- La narración de la pasión comienza y termina en un huerto -recuerdo del Edén- queriendo indicar que Cristo ha asumido y redimido el pecado del primer Adán y el hombre recobra ahora su belleza original. La narración no se detiene en el sufrimiento de Jesús; Juan sólo hace alusión a la agonía de Getsemaní (18, 11; 12, 27s), mientras que subraya insistentemente la identidad divina de Cristo, el Yo soy que aterra a los guardias (18, 5s). Del mismo modo, menciona como de pasada los escarnios y golpes, mientras evidencia -sobre todo ante Pilato y en la crucifixión- la realeza de Jesús. El término rey aparece doce veces (dieciséis en todo el cuarto evangelio). En los interrogatorios, la palabra de Cristo, el acusado, domina sobre la de los acusadores. En el momento en que Jesús es juzgado se cumple más bien el juicio sobre el mundo.
- Cuando es elevado en la cruz, se cumple no un acto humano, sino la Escritura (19, 28. 30), y se revela la gloria de Dios. Precisamente en el momento de la muerte, nace el nuevo pueblo elegido, confiado a la Virgen Madre (19, 25-28). Del agua y la sangre que manan del costado traspasado nace la Iglesia, que regenerada en el bautismo y alimentada con la Eucaristía celebrará a lo largo del tiempo la pascua del verdadero Cordero (19, 33; Ex 12, 16), hasta que también se cumpla el tiempo (cosummatum) en la eternidad (19, 30).

CLAVES para la VIDA
- Todo el evangelio del discípulo amado ha sido un testimonio de la vivencia y experiencia, vivida junto a Jesús, aprendiendo de Él, haciendo con Él el camino que le lleva a su “Hora”. Pues, ahora, en el relato de la Pasión, sigue ofreciendo toda esa visión profunda y grande acerca de su Maestro y Señor. Así le ve este discípulo a Jesús: como aquel que fiado totalmente del Padre y de sus designios, se entrega conscientemente cual Cordero pascual para dar vida a sus hermanos.
- El todo está cumplido es la mejor síntesis de cuanto quiere ofrecernos como testimonio. Así le siente a Jesús, como el que lo da absolutamente todo y por eso es el camino, el pan de la vida, el buen pastor, la puerta, el Maestro, el agua viva, la resurrección y la vida… Lo es todo para el discípulo amado. De ahí que proponga a todos asumir dicho testimonio y hacer que sea verdad cuanto él ha descubierto caminando junto al Maestro. Es su propuesta; porque, según Juan, es lo mejor que le puede ocurrir a un seguidor y que le marcará para siempre: “Serían las cuatro de la tarde” (Jn 1, 39) nos recordará.
- Aquí nos encontramos nosotros, ante este testimonio que puede transformar nuestra propia vida, a condición de que aceptemos a Jesús como el Maestro de nuestro caminar. Y precisamente este Viernes Santo es una ocasión inmejorable para “con-templar” (“templar-con”) a ése capaz de amar hasta el extremo, sin condiciones y sin límites, y que lo manifiesta en la Cruz, cumpliendo plenamente los deseos del Padre. ¡Que tengas una INMENSA contemplación, hermano/a, y así puedas descubrir toda la hondura que se nos ofrece!