DOMINGO, día 6: EPIFANÍA DEL SEÑOR
Solemnidad
Isaías 60, 1-6
“...
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz, la gloria del Señor amanece
sobre ti!... Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen
a ti: tus hijos llegan de lejos... Te inundará una multitud de camellos, los dromedarios
de Madián y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro, y
proclamando las alabanzas del Señor...”
CLAVES para la
LECTURA
- La
profecía, canto poético y glorioso, es una visión de universalismo y de unidad
de todos los pueblos en camino hacia Jerusalén (Jr 12, 15-16; 16, 19-21; Miq 4,
1-3; Sof 3, 9-10; Zac 8, 20-23).
- El
profeta ve una caravana que avanza hacia la ciudad santa en dos grupos bien
diferenciados: uno formado por los hijos y las hijas de Israel que vuelven del
exilio (v. 4), y el otro formado por las naciones extranjeras atraídas por la
luz y la gloria de Dios, que ilumina la colina de Sión. Isaías, entonces, se
dirige al pueblo que escucha diciendo: «Levántate,
revístete de luz... alza los ojos en torno y mira» (vv. 1-4). Ha
terminado el tiempo del cansancio y del lamento y ha comenzado el de la alegría
y la esperanza. Es preciso que la humanidad salga del propio individualismo y
pesimismo y entre en la certeza de una vida nueva, que se alcanza dejando las
tinieblas y caminando hacia la ciudad luminosa, cuyo esplendor procede de Dios:
«Sobre ti resplandece el Señor, su gloria aparece sobre ti.
Caminarán los pueblos a tu luz» (vv. 2-3; Ap 21, 9-27).
- El
plan de Dios concierne a todos los pueblos, llamados a ser envueltos por la luz
de la Jerusalén
celeste y por la transparencia de la presencia de Dios que habita en medio de
su pueblo. Dios mismo será el faro que orienta y atrae los pasos de los
pueblos, de las gentes y de los reyes hacia su Señor. Y en Jerusalén tendrá lugar
la gran manifestación y será desvelado lo escondido. En el nacimiento de Jesús
los evangelistas verán la revelación de Dios y el cumplimiento de la profecía.
CLAVES para la VIDA
- El
profeta, aquel que ve y lee el corazón del mismo Dios, levanta la vista y
anuncia para su pueblo, cansado y humillado en el destierro, un tiempo nuevo,
una realidad llena de luz y de vida; es posible la esperanza, también ahora,
aunque los presagios no sean nada buenos. Y es que Jerusalén volverá a ser la
luz resplandeciente y la presencia consoladora del Dios que salva. La salvación
definitiva está cerca y Dios la hará realidad porque lo ha prometido.
- En el
origen y en la raíz de la nueva realidad está la PROMESA inamovible de
Dios, que ha jurado cuidar de su pueblo y caminar con él a la tierra de
promisión. Ahora se barrunta esa nueva situación. Incluso, los pueblos
extranjeros se suman a la “alabanza al Señor”
y es que la promesa de salvación no es exclusiva de nadie, sino ABIERTA a todas
las gentes que buscan con sincero corazón. En esta visión del profeta se
describe ese caminar hacia la nueva realidad, porque Dios se dispone a hacerlo
realidad YA.
- Está
bien que la liturgia nos siga ofreciendo estos anuncios que vienen desde
antiguo. Si bien, nosotros disfrutamos ya de esa “realidad nueva” en toda su
plenitud, que se nos da en Cristo, el Señor, y cuyo nacimiento estamos
celebrando. ¡Es bueno descubrir aquí y en esta fiesta de la Epifanía (= Manifestación)
esa APERTURA del don de Dios a TODOS los hombres y mujeres que BUSCAN a quien
salva! Yo participo ya de ese don y, hoy, soy animado a ofrecer a TODOS ese don
definitivo. No puedo quedarme “para mí” todo cuanto se me ha dado; es necesario
ABRIRLO a los demás, a todos. ¿De acuerdo, hermano/a?
Efesios 3, 2-3a. 5-6
“...
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en
favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio que no
había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado
ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los
gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la Promesa en Jesucristo, por
el Evangelio...”
CLAVES para LECTURA
- Pablo
reconoce que la misión que se le ha confiado es la de llevar el Evangelio a los
gentiles, y explica que el designio salvífico de Dios, concerniente a la
humanidad entera llamada a caminar a la luz del único Dios y Padre, ha llegado
ya a su plenitud. Y este secreto del misterio de Dios es la llamada a la universalidad
y a la unidad de los pueblos: «los pueblos
comparten la misma herencia, son miembros de un mismo cuerpo»
(v. 6). Y el Apóstol se siente impulsado, como colaborador de esta misión de
Jesús, a trabajar por la difusión del Evangelio.
- El verdadero signo e
instrumento de esta visión universal de la salvación querida por Dios es la Iglesia. Ésta tiene como
tarea la unidad de los pueblos, sea llevando a todos a la fe en Jesús mediante
el anuncio del Evangelio, sea tratando de crear vínculos de comunión y de
fraternidad, a pesar de las apariencias y de las múltiples diversidades. Ante
un mundo todavía dividido, pero deseoso de comunión, se proclama con alegría y
con fe que Dios es comunión, Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la
distinción, que él llama a todos a participar en la comunión trinitaria.
- En efecto, mediante la
comunión con Jesús, cabeza de la
Iglesia , es posible la comunión auténtica entre los hombres.
Esta unidad y paz universal, que siempre ha buscado el hombre de todos los
tiempos, está ahora al alcance de todos por el nacimiento del Hijo de Dios. Es Él
el que ha hecho realidad el misterio de Dios, esto es, reunir a todas las
gentes. Porque a esto hemos sido llamados: a vivir en la paz como verdaderos
hermanos y a permanecer unidos como hijos del mismo Padre.
CLAVES para la VIDA
-
Pablo, ahora apóstol de Cristo, pero antes fariseo de derechas, “hebreo, hijo de hebreos, circuncidado a los ocho días...”
(Fil 3, 5), es capaz de proclamar que la gracia o el don de Dios se ofrece a todos
los hombres, también a los teóricamente excluidos por no pertenecer al pueblo
de la promesa. Ya no existen monopolios de Dios a favor de ningún pueblo, de
ninguna comunidad cultural, ni tradición histórica por venerable que sea.
Definitivamente, se abre la puerta a TODOS. Misterio este y algo que estaba
escondido, pero que ahoya es posible descubrirlo como gracia gratuita del mismo
Dios.
- Él,
Pablo, se siente impulsado a anunciar esta Buena Noticia, también a los
gentiles, que son “coherederos... partícipes de la promesa en
Jesucristo” (v. 6). Y es que el proyecto de Dios alcanza a
todos, está abierto a todos los hombres. La “insondable
riqueza de Cristo”, y como puro don, es una inmensa oferta
gratuita de Dios a la humanidad entera. Las promesas antiguas han alcanzado una
plenitud insospechada y para todos los que buscan con sincero corazón.
- Una
vez más, Pablo, el inmenso apóstol de Cristo Jesús, reconoce su vocación y
llamada personal por parte de su Señor, y, desde esa revelación, enviado a
anunciar la Buena Nueva ,
incluso a los excluidos (a primera vista) y que ahora son partícipes, con pleno
derecho, de ese don. ¡Qué sugerente resulta este hombre para hoy y para nuestra
realidad personal y eclesial! Hoy que la tendencia es, en unos casos, a excluir,
a anatematizar; en otros, a esconderse y encerrarse y que... “Dios reparta
suerte” como actitud de vida y de apostolado... este hombre de Dios nos anima a
EVANGELIZAR, a anunciar la novedad, la gracia, el don de Jesús. Ahí es nada:
¡todo un estilo y talante de seguidor! ¿Cómo te sientes, hermano/a, ante su
propuesta?
Mateo 2, 1-12
“...
Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos
de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los
Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a
adorarlo. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la
casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron;
después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y
habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se
marcharon a su tierra por otro camino...”
CLAVES para la
LECTURA
- La Epifanía es la
manifestación pública de la salvación traída por Jesús, Rey universal. Mateo
ilumina el relato bíblico con algunos elementos históricos y con referencias
del Antiguo Testamento (Is 60, 1-6; Nm 23-24; 1 Re 10, 1-13; Miq 5, 1), y nos
habla de una revelación extraordinaria que conduce a los Magos o sabios a descubrir
al Rey de los Judíos, como Rey del universo.
-
Respecto a los Magos, sólo en el siglo V fue fijado su número (en base a los
dones ofrecidos) y en el siglo VIII les fueron dados los nombres de Melchor,
Gaspar y Baltasar. Pero para Mateo, los Magos son personajes ilustres, primicia
de los paganos, que exaltan la dignidad de Jesús, protagonista del Evangelio:
ellos lo buscan («¿Dónde está el rey de los Judíos, que acaba
de nacer?»: v. 2), reconocen al Mesías («Postrándose
en tierra lo adoraron»: v. 11) y apreciaron su sencillez y
pobreza («Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro
(al rey), incienso (a Dios) y mirra (al hombre)»: v. 11bc). Por el
contrario, Herodes y Jerusalén se turban ante la noticia del nacimiento del
Mesías (v. 3) y lo buscan para matarlo.
- El
niño nacido en Belén es el portador de la buena nueva. Pero asume, sin embargo,
el rostro de un prófugo, porque se ve obligado a huir a Egipto. Es el Mesías
buscado y rechazado, porque su bandera será la cruz. Jesús es signo de
contradicción: marginado por su pueblo y buscado con esperanza por los de
lejos. Belén, entonces, será la nueva Sión, la ciudad universal de las naciones
(vv. 5-6. 8), y Jerusalén será descartada. El nuevo pueblo de Dios, heredero de
las antiguas promesas, es la continuación del antiguo, pero estará formado por
todos aquellos que buscan y reconocen «la estrella de la
mañana» (2 Pe 1, 19) con disponibilidad interior.
CLAVES para la VIDA
- Impresiona tomar conciencia de lo que el evangelista
y su comunidad han descubierto: el Mesías esperado es aceptado por los
“paganos”, que no se escandalizan de su pobreza y humildad; al contrario, los
doctores de la Ley ,
los especialistas en el Escritura, no le reconocen. ¡Tremenda paradoja de
Israel que ha esperado durante tanto tiempo el don de un Salvador y ahora no le
reconoce! Esperaban y deseaban “otro estilo” de Salvador; sus propios esquemas
le traicionan y le pueden.
- Una cosa está clara: ante Dios no hay
acepción de personas; aquí caen las barreras del particularismo judío y se
afirma el universalismo de la salvación que se ofrece a todos sin distinción.
Dios, que ha ido preparando esta revelación a través de la historia, ahora
sorprende a propios y extraños con el acontecimiento del Hijo amado, ofrecido a
cuantos le “BUSCAN” con sincero corazón, porque “hemos visto salir su estrella y venimos...”
(v. 2): ésta es la actitud que autentifica la postura de búsqueda que el
corazón humano ha vivido a través de los tiempos.
- Es hermoso descubrir las dos dimensiones que este
día nos destaca: Dios y su don abierto a TODOS, sin exclusión alguna; y lo
encuentran los que le BUSCAN con sincero corazón. No es, pues, cuestión de
“saber mucho” (los letrados sabían y no se encontraron con Él), sino esperar y
buscar con corazón sincero y despierto. He aquí el secreto que hoy se me (nos)
recuerda con fuerza, para no “quedarme fuera” y “perdido”. ¡Cuántos hombres y
mujeres en esta cultura, cercana a nosotros, confunden el “saber algunas
cosillas” acerca de Él, con la búsqueda sincera y despierta que lleva al
“encuentro” con el Niño! Sólo ahí se hace plena la salvación. Hermano/a, ¿cómo
sigue tu búsqueda? ¿Es sincera y con corazón despierto? ¡Felicidades a todos/as
los BUSCADORES de Dios!