domingo, 30 de junio de 2013

30 de junio. Domingo XIII del Tiempo Ordinario


1 Reyes 19, 16b. 19-21


“… Elías pasó a su lado y le echó encima su manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo. Elías contestó: Ve y vuelve, ¿quién te lo impide? Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los mató, hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente. Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio…”


CLAVES para la LECTURA


- Este fragmento del primer libro de los Reyes pertenece al llamado «ciclo de Elías» (1 Re 17 - 2 Re 1), los capítulos que, ateniéndose a una historia de Elías preexistente, narran los acontecimientos, los milagros y el itinerario interior del profeta. Elías fue un sacerdote y profeta nacido en Galaad, Reino del Norte, y vivió en el siglo IX a. de C., en tiempos del rey Ajab. La tradición, de manera unánime, le considera como el hombre que encarna toda la pasión de Dios, las exigencias de su alianza y el radicalismo de su misión: «Entonces surgió el profeta Elías como un fuego, su palabra quemaba como antorcha» (Eclo 48, 1).


- Inmediatamente antes de nuestro fragmento encontramos a Elías en el monte Oreb, lugar en el que tuvo la experiencia decisiva de Dios, en medio de una intimidad al mismo tiempo delicada y consoladora (1 Re 19, 1-18). De esta revelación de Dios, personal y sorprendente, aprende Elías de nuevo a confiar al Señor toda su propia misión y a recibir de sus manos el plan y el mensaje proféticos. En este punto, su acontecer se encamina hacia la conclusión; la última orden que el Señor le dirige es que elija a un sucesor: Eliseo, hijo de Safat.


- En el centro de este episodio figura el gesto de Elías de echar su propio manto sobre los hombros de Eliseo. Se trata de un gesto que indica el «paso de propiedad»; Eliseo, envuelto en el manto, no se pertenece a partir de ahora, sino que pertenece a Dios y a su misión profética. También Eliseo, tal como aparece en el evangelio de Lucas (9, 61ss), se ve situado ante su nueva y auténtica identidad, que le llama a dejarlo todo: a desarraigarse de su realidad, de su familia, para abrazar por completo la aventura que Dios le pone delante (v. 20). Esta nueva conciencia de sí mismo es expresada de una manera visible por Eliseo en la acción de matar los bueyes y cocer su carne para darla como alimento a su gente.

 

CLAVES para la VIDA

- La historia de la salvación continúa adelante y los caminos que recorre son tantas veces extraños. Así, el profeta Elías, que ha vivido de forma tan intensa su “pasión” por Dios, ahora busca un sucesor para esa causa. Es el relato que hoy nos ofrece la liturgia y al que somos invitados a sumergirnos para captar su fuerza interna. La causa de Dios no es algo insignificante, sino algo esencial para el profeta; así lo ha vivido y así desea que sea también para el discípulo.

- El nuevo elegido, Eliseo, también para a ser una especie de “propiedad de Dios”, le pertenece. Como su antecesor, además de compartir su espíritu y su fuerza, va a compartir también su misión y su tarea. El hombre deja de pertenecerse para pasar a ser posesión de Dios y de su causa. Hasta el punto de romper con su pasado y cuanto conlleva; ya no es suficiente con estar mirando hacia atrás, sino que la nueva realidad le puede, y le lleva a vivir de una determinada manera.

- Relatos cargados de significado y de fuerza interna los que se nos ofrecen también para nuestra vida de creyentes. Sentir la “pasión por Dios” y por su causa: es la invitación de Elías; “pertenecer” al mismo Dios… es la propuesta de su discípulo Eliseo. ¡Cuánto de todo esto necesita nuestra vida y caminar creyente! ¡Cuántos interrogantes me sigue planteando la actitud y el estilo de estos modelos de fe y de seguimiento! ¿Y a ti, hermano/a? ¡Buen ánimo!

Gálatas 5, 1. 13-18


“… Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se concentra en esta frase: amarás al prójimo como a ti mismo…”

 

CLAVES para la LECTURA


- El presente fragmento, tomado de la Carta a los Gálatas, nos sitúa de inmediato en medio del mensaje central del «evangelio paulino». Toda la predicación de Pablo se caracteriza por esta verdad fundamental. La muerte de Cristo y su resurrección liberan al hombre de la ley mosaica. Le liberan del poder de la carne o apetitos desordenados, o sea, de la tendencia natural a poner nuestro propio yo en el centro de la existencia, y -positivamente- le introducen en una condición nueva, en la cual la caridad es la única realidad que cuenta, porque es la única fuerza capaz de liberarle de las estrecheces de su egoísmo y de hacerle verdaderamente feliz.

- Sin embargo, el creyente experimenta cada día dentro de sí que esta orientación a la libertad está amenazada, y de ahí que esté llamado a realizar elecciones concretas que le pongan de nuevo en su situación de verdad. Puede cambiar su libertad pretextando vivir según la lógica de su propio egoísmo: la libertad de la que habla Pablo es, en primer lugar, libertad de amar, capacidad de salir de las angustias del propio subjetivismo para abrirse a la experiencia de la comunión. Es, en definitiva, ser libres de nosotros mismos: ser libres para los otros, a través de la renuncia voluntaria y continua a querer vivir pensando y bastándonos a nosotros mismos.

- Dentro de esta lógica, Pablo consigue recuperar el concepto mismo de ley. Y afirma con vigor que la caridad es el horizonte de todo el obrar humano (v. 14), que la única ley es ésta: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Este camino de libertad lo recorre el hombre no en virtud de sus propias fuerzas, sino sólo mediante la gracia: el Espíritu Santo suscita en el corazón del hombre el deseo de caminar por el camino de la caridad y le pone en condiciones de hacer morir su propio yo y de sumergirse por completo en la lógica de la entrega total de sí mismo (v. 18).

 

CLAVES para la VIDA

- Según el testigo Pablo, la situación del creyente ha cambiado de forma sustancial, de tal manera que le afecta a la RAÍZ misma de su existencia. Antes estaba dominado por las tinieblas, por el peso de la Ley; ahora su nueva realidad tiene una perspectiva nueva: es la LIBERTAD, como estilo y forma de ser y de vivir. La etapa y el dominio de la ley deja lugar a la nueva etapa de la libertad.

- Y, con ello, se propone una nueva clave para la vida: el AMOR MUTUO como forma de ser y de vivir. El centro de la vida pasa de ser uno mismo a que lo sean los demás. Por supuesto que siguiendo el modelo que emana de Cristo mismo y animado por su mismo Espíritu. De ahí que el creyente no está solo en ese combate, sino acompañado por el mismo Espíritu de Dios.

- Se me vuelve a recordar algo esencial a mi fe y a mi caminar como creyente: desde Cristo ha cambiado mi condición. Ahora, desde el don de su Espíritu, una nueva vida anima mi caminar y puedo vivir como hijo de la luz; ahora estoy convocado a vivir desde la libertad definitiva que se me concede en la liberación plena de Cristo Jesús. Soy una criatura NUEVA, que vive desde “claves” nuevas. Es necesario despertar en mí esta conciencia y vivir desde ahí. Hermano/a, a esto estamos llamados; no podemos olvidarlo en ningún momento ni en ninguna ocasión. ¿De acuerdo?

 

 

EVANGELIO: Lucas 9, 51-62


“… Mientras caminaban, le dijo uno: Te seguiré adonde vayas. Jesús le respondió: Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. A otro le dijo: Sígueme. Él respondió: Déjame primero ir a enterrar a mi padre. Le contestó: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios. Otro le dijo: Te seguiré, Señor, pero déjame primero despedirme de mi familia. Jesús le contestó: El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios…”

 

 

CLAVES para la LECTURA

- Jesús, hijo obediente al Padre, se dirige «de modo decidido» (literalmente, con rostro «duro») hacia Jerusalén (v. 51). La dureza de su rostro expresa la perfecta adhesión a la voluntad del Padre: nada puede distraerle de la meta. La suya es una decisión irrevocable, fruto del amor. Envía por delante a sus discípulos, a fin de que preparen el corazón de los hombres para la escucha de la Palabra. El punto de partida de su camino es un pueblo de Samaría, lugar que expresa bien la infidelidad del corazón de Israel y que podía ser considerado como el más excluido de todos.

- Pero Jesús empieza precisamente desde aquí. Esta animosa elección no recibe acogida. Santiago y Juan no aceptan ese rechazo y reaccionan con vigor, incluso ante la actitud remisiva de Jesús: todavía no poseen la docilidad (v. 54). Mientras se acercan a otro pueblo, una persona desconocida encuentra en Jesús la clave de toda su vida y promete seguirle (v. 57). Jesús coloca entonces el deseo del hombre frente a la realidad de la llamada de Dios: se trata de una inversión de toda la existencia.

- El seguimiento de Cristo es un camino de abandono total a la voluntad del Padre, y la señal de todo esto es la situación de pobreza radical en la que el discípulo debe estar dispuesto a encontrarse (v. 58). Lo que antes era fuente de seguridad ahora ya no puede serlo. La única fuente de estabilidad, la única certeza, es Cristo. Ante la petición de ocuparse de los deberes familiares, Jesús se muestra también clarísimo: no se puede anteponer nada a su amor (vv. 59ss), a fin de que el discípulo tenga un corazón libre, capaz de hacer suyos los sentimientos de Cristo, y pueda entregarse por completo a la voluntad del Padre para la edificación de su Reino (v. 62).

 

 

CLAVES para la VIDA

- Jesús, el Maestro, camina con paso firme; esto es, ha descubierto cuál es la voluntad del Padre y, a partir de ahí, todo queda relegado a segundo plano; sólo el realizar el deseo y el proyecto del Padre mueve su vida. Aunque ello suponga rechazo abierto, ya sea por los suyos como por los extraños. Así como la infidelidad ha sido la nota dominante de Israel a lo largo de la historia, ahora el Hijo amado asume sin condiciones el proyecto definitivo del Padre, aunque incluya entrega y muerte (que es lo que significa “Jerusalén” en estos momentos).
- Esto mismo exige a cuantos quieran vivir su seguimiento, aunque ello le suponga invertir toda su existencia; esto es, vivir un camino de abandono total a la voluntad del Padre, haciendo de Él la única seguridad de su vida. Si antes era la familia, ahora es el amor a él, con un corazón libre de toda atadura, para empeñarse en la edificación del Reino. Todo ello con las “notas” de la pobreza más absoluta y de una radicalidad que marca toda la existencia.
- Muy claro y radical la propuesta evangélica de este día por parte del Maestro: todo queda en segundo orden ante la apuesta del Reino, como él mismo lo vive y lo lleva adelante. Ante la propuesta no hay “deberes sagrados” (ni siquiera la familia), sino la única opción es el proyecto del Padre y lo que implica y que abarca toda la vida. Así de radical y exigente. “Lo primero es primero; lo segundo siempre es después”, sería lo que define esta actitud del maestro. Hermano/a, ¿cómo te sientes, hoy y aquí, ante esta propuesta? ¿Dispuesto/a a apostar por ella? Es la invitación.

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