jueves, 31 de octubre de 2013


1 de Noviembre: TODOS LOS SANTOS
                                                                                                                
-Solemnidad-

 
Apocalipsis 7, 2-4. 9-14

 
“... Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: «No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios»... Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después, vi una muchedumbre inmensa... Y gritaban con voz potente: «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»... Y uno de los ancianos me dijo: «Ésos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?». «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero»...”

 
CLAVES para la LECTURA

 

- Sólo «el retoño de David» (Ap 5, 5) puede deshacer los sellos que cierran el libro. El sexto sello se corresponde con la visión de un terrorífico trastorno cósmico, bruscamente impedido por un misterioso ángel que viene de oriente y anuncia la salvación «a los servidores de nuestro Dios» (v. 3). Los cuatro ángeles encargados de destruir la tierra tienen que detenerse y esperar a que marquen con el sello la frente de los elegidos: el «resto» de los hijos de Israel, doce mil por cada una de las doce tribus. La imagen evoca el Éxodo, cuando el ángel exterminador «pasó de largo» (Ex 12) por las casas de los judíos untadas con la sangre del cordero.

 - Concluido el listado de los marcados, habría que esperar la destrucción. En cambio, inesperadamente irrumpe en la escena una muchedumbre incalculable, que desborda los confines étnicos de Israel: la salvación alcanza a todos los pueblos y naciones, caracterizados por los blancos vestidos del bautismo y las palmas del martirio. Esta muchedumbre inmensa se une al «resto de Israel» y juntos alaban a Dios y al Cordero. Los ángeles, los ancianos y los cuatro vivientes están postrados delante del trono de Dios.

 - Uno de los ancianos se dirige al vidente preguntándole: «¿Quiénes son éstos?» y ofreciéndole, posteriormente, la respuesta: son los que vienen de la persecución y el martirio (vv. 13ss). Quizá se trate de la persecución de Domiciano, prototipo de todas las tribulaciones que en cualquier tiempo y lugar puedan afligir a los creyentes. Es el testimonio de la fe y, sobre todo, de la sangre redentora de Cristo.

 
CLAVES para la VIDA

 
- “Abrir los sellos” es lo mismo que revelar un sentido a la historia. Y aquí lo pretende. Se trata del Imperio romano, con apariencia de solidez y de duración casi perpetua. Resulta que las pequeñas comunidades cristianas se atreven a desafiar dicha solidez no insertándose en la mística imperial y de sometimiento. Al contrario, apoyado en la fe en el futuro, el profeta-poeta de Patmos alza la voz de la esperanza cristiana y comienza a describir poéticamente el mundo soñado por los creyentes: por encima de las pretensiones humanas es siempre posible la salvación de Dios.

 - En el marco de una gran liturgia celestial, se proclama la soberanía de Dios, y del Cordero y de sus seguidores; aquí se superan las fronteras y se elimina toda discriminación entre los pueblos y entre los hombres, ya que esa salvación está abierta a todos. Y todos a una alaban el triunfo del Cordero y de los que han optado por seguir sus huellas, aunque sea compartiendo hasta el martirio. Ésta es la esperanza que les mantiene en la fidelidad hasta el final.

 - Se me ofrece y posibilita descubrir el secreto y la fuerza de los testigos de Jesús, incluso llegando hasta el derramamiento de su sangre. La palabra clave es la FIDELIDAD ante las situaciones hostiles que se producen, entonces y ahora; entonces de un estilo, y hoy de estilo diferente, pero con consecuencias similares. La convicción de que la salvación de Dios tiene una fuerza superior a cualquier otra realidad, es el GRAN MOTIVO de esperanza. En momentos difíciles como los actuales, no está de más escuchar esta invitación a la esperanza y experimentar que las promesas se hacen realidad. ¿De acuerdo, hermano/a?

 
1 Juan 3, 1-3

 
“... Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es...”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Ya hemos oído anunciar, en el evangelio de san Juan, la posibilidad de que alguien renazca «del agua y del Espíritu» como condición para entrar en el Reino de Dios (Jn 3, 5). Estas palabras proceden de la misma experiencia que se refiere en el fragmento de la primera carta de Juan. Hablar de filiación divina equivale a reconocer que esta posibilidad es real en la vida de cada cristiano y de cada cristiana («y en verdad lo somos»: v. 1).

 - La justificación de esta conclusión procede, en el fragmento que nos presenta la liturgia, de la constatación de que «ser cristiano» coincide con «conocer a Dios». El conocimiento de Dios no afecta sólo a la esfera intelectual, ni siquiera únicamente al comportamiento moral, sino que se convierte en la realidad que sirve de soporte a la misma existencia, pues no es posible conocer a Dios y permanecer extraños a él. Más aún, el conocimiento de Dios tiene que ser vivido antes que nada como un don, puesto que el mundo «no lo ha conocido a él» (v. 1). No hay ninguna otra posibilidad de conocer a Dios, sino que él mismo se revele, que entre en comunión con nosotros.

 - Nuestro ser hijos e hijas de Dios por gracia constituye un camino progresivo, a cuyo término se nos dice que veremos a Dios «tal cual es» (v. 2). Como es evidente, no podemos precisar mejor el misterio de Dios ni comprender a qué se refiere exactamente esta expresión. Con todo, sí podemos comprender que nuestra mirada, en la visión, estará completamente penetrada y transformada por aquel a quien veremos, sin mediación de criatura alguna, sino totalmente penetrados por el amor que nos ha engendrado.

 
CLAVES para la VIDA

 
- En esta fiesta tan cargada de visión de futuro, se nos sigue ofreciendo la NUEVA PROPUESTA, la definitiva, porque quien acepta a Jesús vive un nuevo nacimiento y es llamado a ser como el Padre. Ésta es la nueva moral que se nos propone. Ha sido superado el antiguo planteamiento; éste es el nuevo camino para la vida.

 - Además, entramos a formar parte de una NUEVA familia: “somos ya hijos de Dios” (v. 2). Esta es la espiritualidad que alimenta la vida del creyente. ¡Cuántos hombres y mujeres, hoy, sin haber experimentado este regalo de Dios! Nosotros, quienes hemos tenido la suerte de conocerlo, descubrirlo y experimentarlo, tenemos una inmensa tarea: que los hermanos sepan y lo disfruten.

 - Es bueno que se nos recuerde, desde diversos ángulos y puntos de vista, la NUEVA REALIDAD que se nos da gratuitamente. Es necesario ser conscientes de ello: es gratis, sin ningún merecimiento de nuestra parte. ¡Inmenso...! Pero que conlleva un compromiso vital y existencial de comunicarlo a tantos otros hijos (y hermanos) que lo desconocen y, por eso mismo, no lo saborean ni disfrutan. ¡Queda tarea por realizar...!

 
Evangelio: Mateo 5, 1-12a

 
“... Subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos; y Él se puso a hablar enseñándolos: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán “los hijos de Dios”. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo…”

 
CLAVES para la LECTURA
 

- El evangelio según Mateo puede ser estructurado en torno a cinco grandes discursos que acompasan el discurrir de los capítulos. El primer gran discurso, que tiene su comienzo en este fragmento, amplifica y despliega el anuncio profético originario de Jesús: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 4, 7; 3, 2; 10, 7). Es como una gran incrustación en la que temas y palabras se reclaman formando un cuadro global de gran efecto.

 - En nuestro fragmento se puede subrayar, en primer lugar, la fórmula de las bienaventuranzas: todas están construidas siguiendo un modelo semejante. Se parte de la proclamación de la bienaventuranza, que se dirige siempre a categorías «débiles» en la historia, para anunciar que esta debilidad está puesta en las manos de Dios (éste es el sentido de la forma pasiva y del tiempo futuro de los verbos). En todas ellas, en efecto, la promesa contenida en la segunda parte corresponde a la expectativa de la primera. A los que lloran les corresponde el consuelo de Dios (v. 4); a los humildes, Dios les entregará la tierra (v. 5); a quienes tienen hambre y sed de hacer la voluntad de Dios (de justicia, según otras traducciones), Dios los saciará; con los que tienen un corazón misericordioso, Dios se mostrará misericordioso (v. 7); se mostrará plenamente transparente a los que tienen limpio el corazón (v. 8); tomará como hijos e hijas a quienes construyen la paz (v. 9).

 - De este esquema general se apartan, en cierto modo, la primera y la octava bienaventuranzas, que forman una gran inclusión, puesto que ambas prometen a «los pobres en el espíritu» (v. 3) y a «los perseguidos por hacer la voluntad de Dios» (la justicia, según otras traducciones) (v. 10) el Reino de los Cielos. Estas dos bienaventuranzas adquieren así una densidad especial, mientras que la última aplica este anuncio evangélico a la situación de persecución por la que pasa la comunidad cristiana (vv. 11ss). El «Reino de los Cielos» se convierte de este modo en el código que permite comprender las bienaventuranzas y, además, todo el Evangelio (a título de ejemplo, las parábolas que se encuentran en Mt 13).

 - Finalmente, podemos subrayar el hecho de que haya una última expresión ligada al Reino de los Cielos: se trata de la expresión «voluntad de Dios» («justicia», según otras traducciones) (5, 10; 6, 33). Su sentido no corresponde a ninguna actitud legalista, que, en 5, 20, está incluso condenada expresamente. Voluntad de Dios o justicia remiten, aquí y en otros lugares, al designio del Padre sobre la historia y a la transformación que Dios mismo provoca en la misma; de ahí que la exhortación final de esta primera parte del evangelio, a primera vista excesiva, sea en realidad anuncio de la verdad del cristiano como hijo de Dios: «Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (v. 48).

 
CLAVES para la VIDA

- Nos encontramos en el “Sermón de la montaña”, donde Jesús comienza su tarea de MAESTRO y, como “primera lección”, ofrece las exigencias éticas de todo su planteamiento, de su Buena Nueva y lo que supone su seguimiento. Jesús, pues, es presentado como el nuevo Moisés, fundador de un nuevo pueblo, a quien ofrece su proyecto. Por eso, el monte de las Bienaventuranzas es el eco del monte Sinaí. Aquí todo alcanza su plenitud.

 - El núcleo del mensaje es presentar la “LÓGICA” de Dios, ya que -aunque parezca extraña- éste es el modo de ver y de actuar de Dios. Por eso, aquí se nos ofrece la Carta Magna del Reino: Dios opta por los aparentemente débiles y marginados para este mundo. Dios se pone del lado de aquellos que son menospreciados y no valorados. Además, éste es el camino de la plena felicidad. Sólo el Mesías esperado puede proclamarlas con sentido y en toda su validez.

 - Efectivamente, aquí me encuentro con la Carta Magna para mi vida de participante activo del Reino. Muchos son los interrogantes que me propone la escucha y meditación de este proceder de Dios y que Jesús las vivió de forma intensa. En el fondo me surge la pregunta base: ¿está mi vida bien planteada para alcanzar la felicidad, la que me proponen las Bienaventuranzas? ¿Tú qué dices, hermano/a? ¡Ser signos de este Reino es la tarea, hoy y siempre!

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