sábado, 12 de abril de 2014


DOMINGO DE RAMOS, día 13 de Abril


 
 
 
 

 

 
 
 
 
Isaías 50, 4-7     

           
“... Ofrecí la espalda a los que golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos... Mirad, el Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes... sabiendo que no quedaría defraudado...!

 
CLAVES para la LECTURA

 
- En este “tercer poema del Siervo de Yahvé“, se acentúa el tema del fracaso, que ya estaba presente en Is 49, 1-6: el profeta encuentra hostilidad y persecución, incluso violencia. Su vocación, con rasgos sapienciales, lo califica como un discípulo que, por don y misión del Señor Dios, transmite la Palabra a los descorazonados e indecisos. Sólo si el profeta se manifiesta cada día como un discípulo pronto a escuchar, podrá llegar a ser verdadero maestro: no dispone de la Palabra a su gusto.

 - Consciente desde el principio de las exigencias de su vocación, el Siervo no opone resistencia a Dios; y su pleno consentimiento le hace fuerte y manso de cara a los perseguidores: no se sustrajo a la Palabra, ni se echó atrás ante las injurias y la violencia de los que quisieran acallarla, reduciéndola al silencio (vv. 5s). No le rinde el sufrimiento, ni le desorienta.

 - El profeta confía en la ayuda de Dios; él lo justificará ante los adversarios: ninguno podrá demostrar la culpabilidad de su Siervo, testigo fiel y veraz de la Palabra (vv. 7-9).

 
CLAVES para la VIDA

 
- Hoy se nos ofrece el tercer canto del Siervo (y es que ya estamos en la Semana Santa, donde volveremos a escuchar los diversos cánticos del Siervo). Sigue la descripción poética de la misión del Siervo, pero con una carga más fuerte de oposición, incluso de violencia: “ofrecí la espalda... mesaban mi barba” (v. 6). Desde el comienzo el Siervo es consciente de ello, pero ni así acallarán su voz, porque -también en este canto- la confianza en la ayuda de Dios triunfa sobre todas las dificultades y adversidades: “el Señor me ayuda...” (v. 7).

- Proclamar “una palabra de aliento a los abatidos” (v. 4) es parte de la misión del Siervo. Pero antes “cada mañana me espabila el oído” (v. 4): he ahí el secreto del Siervo, escuchar al mismo Dios, ser su discípulo para luego poder anunciar su mensaje. Ésta es la gran propuesta que creo que se nos ofrece en cada Semana Santa; de ahí que proclamemos estar en su “ESCUELA” y... ¡es que hay tantas lecciones que aprender...!

- Hemos llegado al final de este camino de preparación; estamos a las puertas y tenemos la posibilidad de gustar, aprender, hacer vida todo aquello que es nuclear en nuestra fe y vivencia cristiana. El Siervo es quien camina delante y nos invita: “quien quiera seguirme, tome su cruz y me siga”. ¡Ahí es nada! ¡Ojalá tengamos el valor de aceptar su propuesta! Muy posiblemente no nos arrepentiremos. ¡Cuestión de decisión, hermnao/a!

  

Filipenses  2, 6-11

 
“... Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre...”
 

CLAVES para la LECTURA

 
- Se trata de un magnífico himno cristológico pre­paulino. Complejo en cada una de las expresiones que lo constituyen, puede entenderse a partir de la expre­sión “tesoro celoso” (en castellano “alarde”), en griego harpagmós (v. 6), que literalmente significa “objeto de rapiña”. ¿Qué significado puede tener la afirmación: Cristo, que es de condición (morphé) divina, no consi­dera su igualdad a Dios un objeto de rapiña?

 - Se sobreentiende aquí el parangón con Adán, quien no siendo de tal condición quiso robarla. Pablo propone a la comunidad de Filipos el ejemplo del nuevo Adán, Cristo. Éste aceptó reparar, mediante la humildad y la obedien­cia hasta la muerte más ignominiosa, la soberbia deso­bediencia del primer Adán, que precipitó a todo el género humano en el pecado y la muerte (Rom 5, 18s).

 - Cristo se vació de sí mismo y tomó la condición de es­clavo, que es la nuestra (v. 7), hasta las últimas conse­cuencias. A su voluntario anonadamiento responde la acción de Dios (vv. 9-11), que no sólo “lo ha exaltado”, sino “superexaltado”. Ahora todo el universo está lla­mado a proclamar que Jesucristo es Kyrios, Señor, es decir, Dios, y esta confesión es para gloria del Padre.

 
CLAVES para la VIDA

 
- Como tantas veces, también en ésta, el gran apóstol nos ofrece toda una síntesis de su pensamiento y de su vivencia, donde Cristo Jesús es el CENTRO de todo; pero lo es despojándose de todo tipo de poderío. Ahí radica la fuerza del Mediador, que recibe de Dios Padre, la nueva condición de “Nombre-sobre-todo-nombre”.

 - Es el contrasentido: es SEÑOR haciéndose esclavo y servidor de todos. Es ahí donde recupera para nosotros la nueva realidad, perdida por el “no” de viejo Adán. Desde ahí, en Jesús, todo se hace nuevo para cuantos le acogen y le aceptan como el Señor de sus vidas. Ésta es la lógica que gustosamente acepta el Dios de la Vida.

 - ¡Vaya desafío para nosotros, tantas veces empeñados en otra “lógica” tan diferente! Así es Dios y es agradable a su corazón esa forma de entender la vida y vivirla. ¡Nos queda camino por recorrer! Acercarnos a esa lógica y “entender” ese hermoso misterio del proyecto de amor de Dios es el objetivo. Es necesario seguir esas “huellas” y gustarlo. ¿Qué tal te sientes, hermano/a, ante esta propuesta, tan especial?

 

Relato de la PASIÓN: Mateo 26, 14 – 27, 66

 
“... En aquel tiempo, uno de los doce... ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego? Ellos ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba bus-cando ocasión propicia para entregarlo... Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro...”

 

CLAVES para la LECTURA


 - La pasión de Jesús es paradójicamente -en la narración de Mateo- la pasión del Hijo del hombre, del Señor de la gloria, del Juez universal destinado a dar cumplimiento a la historia de la humanidad. El evangelista refleja esta contradicción en una narración de intensa, aunque siempre comedida, dramaticidad, manifestada en los detalles propios de su evange-lio (por ejemplo, la desesperación y el suicidio de Judas: 27,3-16) y en la tensión continua entre poder y mansedumbre. El que podría haber recurrido a más de doce legiones de ángeles para librarse de las manos de los hombres se deja capturar inerme (26, 50b-54); calla ante los “grandes” sin utilizar manifestaciones sobrenaturales (27, 14. 19). Su muerte rubrica el paso a una condición totalmente nueva desde el punto de vista religioso, humano y cósmico (27, 50-54); sin embargo, Jesús no es un superhombre.

 - Mateo subraya particularmente su soledad en Getsemaní (triple separación, triple vuelta a los suyos...), la humildad de su oración al Padre (“Si es posible...”) y su confesión a los discípulos, a los que confía no sólo su tristeza mortal, sino también la debilidad de su carne (26, 41b). De acuerdo con la perspectiva de su evangelio, Mateo, más que los otros evangelistas, insiste en el cumplimiento de las Escrituras -explícitamente o por medio de citas- para indicar que la pasión entra de lleno en el plan salvífico de Dios.

 - A pesar de todo, el pueblo elegido no lo ha comprendido y se hace culpable de la sangre del Inocente (27, 4. 25), esa sangre que sanciona “la nueva y eterna alianza” (26, 28), la única que puede redimir de todo pecado.

 

CLAVES para la VIDA


 
- El camino recorrido a través del tiempo cuaresmal nos ha llevado a este momento culminante: estamos participando de la “hora” de Jesús. Todo el proyecto de salvación y de vida de Dios ha llegado hasta este punto y el Siervo, Jesús, nos manifiesta todo el amor “loco” de este Dios, que llega hasta el extremo. Recorrer con Él este tramo final del camino es una necesidad.

 - Aquí se sella la “nueva y eterna Alianza” (26, 28): éste ha sido el empeño de Dios, que, a través de los vericuetos de la historia, ha ido realizando y cumpliendo las promesas realizadas antaño. Él cumple su palabra, porque su amor apasionado es en favor de la huma-nidad, y es un compromiso firme. Jesús, con su entrega y pasión, es la expresión más plena y total de toda esa historia de la salvación. Las alianzas anteriores ahora adquieren todo su sentido; pero esta nueva alianza es la definitiva, aunque sea sellada en el anonadamiento y en la humillación.

 - Mirar y contemplar todo esto con los ojos abiertos y, sobre todo, con el corazón es... ¡NECESARIO! Sólo así podremos “entender” un poco más el corazón del mismo Dios, sus “sueños” de amor y su voluntad firme en la realización de sus planes de vida. ¡Hermosa y nueva oportunidad para poder vivir maravillados (“txundituta”, lo diríamos en euskera de forma muy bonita) cuanto acontece! Hermano/a, iniciamos esta gran semana y... ¡no pode-mos desaprovechar la ocasión! Buen ánimo y... ¡suerte!

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