sábado, 8 de junio de 2013

DOMINGO X DEL TIEMPO ORDINARIO (C), 9 DE JUNIO



Hermanos: bienvenidos a esta celebración, a este encuentro con el Dios de la Vida.

Tras celebrar las GRANDES FIESTAS
 de nuestra fe cristiana, nos ponemos a caminar tras las huellas de Jesús, el Maestro, porque sabemos -por experiencia- que es el único camino que nos va a llevar al encuentro con Dios mismo y con los dones que constantemente nos ofrece y nos brinda. Por eso, también hoy, en este Domingo, Él nos seguirá instruyendo y presentándonos lo que conlleva acoger el don de Dios-Padre.

Y es que Jesús, el enviado de Dios-Padre, ha resucitado y vive en medio de nosotros. De ahí que la Palabra de Dios hoy nos presentará la VIDA como el objetivo a trabajar y a acoger constantemente, porque ése es el PROYECTO definitivo de nuestro Dios. No podemos caminar como quienes no esperan nada; estamos llamados a la vida. Jesús no se cansará de decirnos que el Padre es un Dios “amigo de la vida”.

Iniciamos esta celebración y este nuestro encuentro con el Señor y con los hermanos, seguros de que nuestra vida merece la pena, especialmente cuando va haciendo posible la vida a nuestro derredor. Comenzamos.

 

 

1ª Lectura: 1 Reyes 17, 17-24

Escucharemos un relato muy antiguo. El profeta Elías, que se siente enviado por Dios, realiza un signo (un milagro) para mostrar que la fuerza de la vida reside en Dios y no en los dioses o baales, como se creía en su entorno. Y Dios concede al profeta la fuerza para dar vida a aquel niño. Este relato nos adelanta cuál va a ser el proceder de Jesús de Nazaret, como escucharemos en el relato evangélico. Acogemos este sencillo relato.


2ª Lectura: Gálatas 1, 11-19

En esta reflexión que ahora escucharemos, el apóstol Pablo nos ofrece un testimonio de su propia vida. Él, Pablo, había sido un fanático religioso; pero cuando es llamado por Dios y se encuentra con el Señor resucitado, cambia radicalmente de vida, todo queda transformado en él, y ahora dedica todas sus fuerzas en dar a conocer la Buena Noticia que Dios nos ofrece en Jesús. Escuchamos su hermoso testimonio.


Evangelio: Lucas 7, 11-17

En este relato del evangelista Lucas, se nos presenta a Jesús con una exquisita sensibilidad para con las personas, especialmente con las que sufren. De ahí que, empujado por la fuerza del mismo Dios, es capaz de dar vida a un muchacho, hijo único, y así ilumina el corazón de una madre viuda. Y es que Jesús lo tiene muy claro: el proyecto de Dios es un PROYECTO de VIDA. Ésta es su Buena Noticia y la hace realidad. Acogemos con el corazón este sencillo y hermoso relato.

 

 

Reflexión para este día
“Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo”



Hemos terminado las GRANDES FIESTAS de nuestra fe cristiana (Semana Santa, Pascua, Pentecostés, Santísima Trinidad, Corpus Christi) y este domingo nos pone tras las huellas del Maestro, Jesús de Nazaret, para participar en su ESCUELA, y aquello que hemos descubierto, irlo madurando y profundizando en el caminar de cada día.

También HOY, nos encontramos con una SORPRESA: según Jesús, Dios es alguien preocupado por nosotros, y aunque las apariencias indiquen que parece que estamos abocados al fracaso, eso no es verdad. Dios ha arrebatado a Jesús de las garras de la muerte y le concede una vida en plenitud, como regalo a su fidelidad sin límites. Esta misma suerte es la que desea para cada uno de nosotros.

La misma Palabra de Dios que hemos escuchado nos habla, precisamente, de la VIDA, ésa que Dios nos ofrece gratuitamente. Él, en Jesús, nos libera de la esclavitud del pecado y de la muerte, y nos invita a participar plenamente de su misma vida divina, la que siempre ha soñado para nosotros.

¿Qué espera de nosotros? ¿A qué nos llama? A corresponder a su don apostando en favor de la VIDA, la que nuestro mundo y nuestro entorno más inmediato necesita. Esto conlleva denunciar todas y cada una de las violaciones que se cometan contra la vida. Es preciso responsabilizarnos de la defensa de sus derechos y colaborar con todos aquellas fuerzas políticas y sociales que se comprometen en este empeño.

Y, además, supone ser conscientes de que sólo se ama la vida, cuando se vive con sentido y se hacen presentes en ella los valores evangélicos; sólo se gana la vida cuando se pierde y se entrega por los demás. Es la inmensa y exigente PROPUESTA DE Jesús. Lo que gratis hemos recibido, estamos invitados a darlo gratis.
¡Dichosos los que creen en el Dios “amigo de la vida”,
porque sabrán entregarla por los demás
y serán una BENDICIÓN para nuestro mundo!

 

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