sábado, 28 de diciembre de 2013


 Domingo  29 de Diciembre: Sagrada Familia


  

Eclesiástico 3, 2-6. 12-14

“... El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones, mientras viva; aunque flaquee su mente, ten indulgencia, no lo abochornes, mientras vivas...”

 
CLAVES par la LECTURA

- Este fragmento del Eclesiástico es sapiencial y presenta una escena llena de fe y de simple humanidad acerca de las relaciones familiares, camino seguro también a la observancia del amor a Dios. El mensaje es una invitación a los hijos adultos para que amen de corazón a sus padres ancianos con un comportamiento verdaderamente filial. El pasaje, además, comenta el cuarto mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre; así prolongarás tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar» (Ex 20, 12), precepto bastante practicado en el judaísmo antiguo (Prov 19, 26; Rut 1, 16-17; Tob 4, 3-4). 

- El texto, pues, pone de relieve la estrecha relación entre el honrar a Dios y el honrar a los padres: respetarlos y cuidarlos es obedecer a Dios; no apiadarse de ellos y abandonarlos en el momento de la prueba es despreciar al Señor (vv. 6. 14). El honor que el hijo debe a sus padres contiene toda una gama de actitudes y de sensibilidad, que se traduce no sólo en respeto, sino en la ayuda concreta, en las muestras de afecto, obediencia, estima y atención, porque todo esto es hacer la voluntad de Dios. 

- Otro aspecto, sin embargo, considera también el texto: la práctica de tal mandamiento es fuente de recompensa y acarrea dones extraordinarios del Señor, como una vida larga (v. 69), la remisión de los pecados (vv. 3. 14), la alegría y la satisfacción de parte de los propios hijos (v. 5a), ser escuchados en la oración (v. 5b), y la seguridad de la acogida en el futuro por parte de Dios. 

 CLAVES para la VIDA

- El sabio reflexiona sobre las realidades concretas de la vida, a las que ofrece una carga enorme de humanidad, en algo tan profundo y vital como son las relaciones familiares. El cuarto de los mandamientos había sido muy importante en toda la historia de Israel; también ahora. De ahí que recoge todo lo vivido en esa espiritualidad a través de los tiempos y que ahora mismo (en tiempos del autor sagrado) tienen una validez plena.

- Y es que existe una relación estrecha entre el honrar a los padres y el honrar a Dios. Aquí está la vinculación que le da sentido y valor a esa actitud del hijo respecto de sus padres; al contrario, el abandonarlos en los momentos de dificultad supone una actitud de desprecio hacia el mismo Dios. El vivir una actitud filial, de atención y de estima, es fuente de las bendiciones del mismo Dios y de acogida por su parte. Aquí tiene sus raíces un tipo de espiritualidad que alcanzará su madurez en la plenitud de los tiempos en la persona de Jesús de Nazaret y en su planteamiento.

 - Reflexiones muy vitales y que, además de recoger todo un estilo de ser y vivir (esto es, una espiritualidad), siguen teniendo una plena validez, también para hoy, a pesar de la distancia del tiempo y aunque nos encontremos enclavados en otro contexto cultural. Además, estas reflexiones nos ayudan a entender y profundizar las claves que la familia de Nazaret -cuya fiesta celebramos-, vivió y hoy se nos ofrece como modelo. Es necesario que yo (nosotros) al menos hagamos una reflexión seria sobre esta propuesta que se nos pone delante. 

 Colosenses 3, 12-21

 “... Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada... y celebrad la Acción de Gracias: la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente...”

  CLAVES para la LECTURA

- Estamos ante un código familiar que Pablo presenta a la comunidad cristiana de Colosas para responder a problemas concretos de la vida cotidiana (Ef 5, 22 - 6, 9; Tit 2, 1-10; 1 Pe 3, 1-7).

 - El Apóstol, después de haber enumerado los vicios del hombre viejo, presenta las virtudes que deben adornar la vida de los creyentes «elegidos de Dios, pueblo suyo y objeto de su amor» (v. 12), como la misericordia, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia, la comprensión y el perdón (vv. 12-13); pero, entre éstas, el principal medio de unión es la caridad «que es el vínculo de la perfección» (v. 14), es decir, el amor de la comunidad a Dios y a los hermanos (Mt 18, 21-35; Rom 12; Ef 5, 19-33). Para vivir este proyecto evangélico es necesario, sin embargo, construir la comunidad cristiana en torno a la Eucaristía y a la Palabra de Dios (v. 16). 

- Después Pablo recomienda a las esposas que respeten a sus maridos «como corresponde a cristianas» (v. 18), a los maridos amar a sus mujeres y no exasperar a sus hijos; a los hijos obedecer a los padres porque «eso agrada al Señor» (v. 20). Por estas exhortaciones se puede constatar que el Apóstol permanece ligado a las leyes de su tiempo, pero por otra parte las supera perfeccionándolas con un criterio evangélico nuevo: hacedlo todo «en el Señor» (vv. 18-20). 

- Así pues, los valores familiares fundamentales, como la obediencia, el respeto, el amor en el núcleo familiar y la educación de los hijos, son salvaguardados, pero se releen a la luz de un constante punto de referencia: el modo de vida del Señor, libre y obediente al Padre. Jesús es el verdadero lazo de unión de toda familia cristiana. 

 CLAVES para la VIDA

- La lectura de la carta a los Colosenses nos sorprende con un hermoso programa de vida cristiana que el apóstol nos presenta y nos propone. El “uniforme” es muy específico y con unas particularidades determinadas: misericordia, bondad, humildad, dulzura, amor, paz... ¡Casi nada! No sólo el ser del creyente cambia, sino que las mismas relaciones quedan profundamente afectadas y trastocadas. Todo es diferente y nuevo, puede ser la conclusión a la que el apóstol nos quiere conducir. 

- “Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús” (v. 17): es la referencia total y plena; hemos alcanzado la plenitud; todas las promesas han alcanzado la meta; ya no es necesario esperar más. Ahora es cuestión de desarrollar toda la existencia, guiada por la Palabra y animado por el Espíritu del mismo Jesús. ¡Ésta es la NUEVA situación y desde ella somos animados a vivir! 

- Ésta es la situación del creyente y seguidor de Jesús. ¡Cuántas veces lo olvidamos, Dios mío! ¡Cuántos de nuestros hermanos ni lo han “olido” siquiera...! De ahí que la TAREA sigue siendo inmensa. Con todos los “medios” a nuestro alcance; con todas nuestras “fuerzas” (muchas o pocas) somos enviados, también hoy, a que conozcan y vivan esa nueva realidad y esa nueva VIDA que se nos brinda en Cristo Jesús. “¡Es verdad y... yo la quiero vivir, Señor!”. ¿Y tú, hermano/a?

 
EVANGELIO: Mateo 2, 13-15. 19-23

 
“Coge al niño y a su madre y huye a Egipto”

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

- «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta:

- «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto».

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:

- «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño».

Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel.

Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

 
ACERCARNOS AL TEXTO

~       No olvidemos que, de nuevo, nos encontramos con uno de los “Relatos de la Infancia”, con sus notas específicas y que es necesario tenerlos en cuenta para una comprensión adecuado del texto evangélico. Anotamos algunos datos que nos ayuden a profundizar en el mensaje, fundamentalmente teológico, del relato de hoy.

~       La crueldad de Herodes, particularmente al final de su vida, se hizo proverbial hasta en Roma. En sus últimos años mandó matar a tres de sus hijos y dio un decreto para que fuesen eliminados los principales de entre los judíos (decreto que no fue ejecutado por haber muerto el tirano). Las medidas tomadas en relación «con el recién nacido, rey de los judíos» intentaban no tanto eliminar un pretendiente al trono cuanto evitar posibles disensiones en Judea. Desde este punto de vista la perícopa encaja dentro de la verosimilitud histórica. Pero, junto a los detalles históricos, es necesario acentuar que el relato contiene también rasgos teológicos y apologéticos, que son los primarios en la intención del narrador, y un tenor narrativo bastante legendarizado.

~       Nuestro texto refleja no sólo lo ocurrido en el momento del nacimiento de Jesús, sino también la situación que vivía la Iglesia cuando fue puesto por escrito el evangelio de Mateo. Una de las acusaciones judías contra los cristianos consistió en afirmar que Jesús había practicado la magia que aprendiera en Egipto. Nuestro relato niega rotundamente esta acusación reconociendo que Jesús había estado en Egipto, pero cuando esto ocurrió era recién nacido. La acusación carecía, por tanto, de valor. Estamos ante un motivo apologético.

~       De los grandes hombres de la antigüedad se afirmaban historias parecidas de cruel persecución para ser eliminados. Así ocurrió con Rómulo y Remo, Augusto, Sargón, Ciro... Aquí encontraríamos el tenor legendario de nuestra historia. Pero por encima de él se levanta nuestro autor recordando el eco no de héroes paganos sino de Moisés, el fundador del antiguo pueblo de Dios. También un faraón impío quiso eliminarlo. Así cumple Maleo su propósito de presentar a Jesús como un nuevo Moisés, cosa que tendrá muy presente en otras ocasiones de su evangelio. Hemos entrado en el fin teológico de nuestra perícopa.

~       Jesús es el nuevo Moisés y corre su misma suerte: es perseguido y tiene que huir (Ex 4, 19). Pero el contenido teológico no se agota aquí. En el regreso a Palestina se cumple la Escritura que dice «de Egipto llamé a mi hijo». La cita está tomada del profeta Oseas (Os 11, 1) y originariamente se refería al Éxodo de Israel de Egipto: «Israel es mi hijo, mi primogénito» (Ex 4, 22). Mateo aplica la cita a Jesús porque, según la creencia generalizada en el judaísmo, el tiempo del Mesías reactualizaría el tiempo de Moisés. El evangelista, por tanto, está afirmando que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios por excelencia, que corre la misma suerte que el PUEBLO al que viene a salvar.

~       La intervención divina ordena a José que se establezca en Nazaret. A la muerte de Herodes su reino quedó dividido entre sus tres hijos: Arquelao heredó Judea, Samaría e Idumea; a Herodes Antipas le correspondió Galilea y Perea y Felipe quedó al frente de la parte oriental y del norte de Galilea. El más cruel entre ellos fue Arquelao. Esta situación se halla perfectamente reflejada en el relato de Mateo. José, por razones de seguridad, va a vivir a Nazaret.

~       Al establecerse en Nazaret se cumple, así lo anota el evangelista, otra profecía: «sería llamado nazareno». Efectivamente, así fue llamado Jesús y así fueron llamados también los cristianos (Hch 24, 5). Pero el Antiguo Testamento no contiene ninguna profecía en este sentido. Lo más probable es que Mateo identifica la palabra nossri, nazareno, con nesser, que significa el brote o vástago de una planta. Según esto, la Escritura cumplida sería la de Isaías (Is 11, 1: “un renuevo... un vástago sale del tronco de Jesé”). También del siervo de Yahvé se dice «como un retoño creció ante nosotros...» (Is 53, 2). Esta referencia a la Escritura sería un argumento más a favor de la mesianidad de Jesús.

~       Llama la atención la frase «para que se cumpliese la Escritura» repetida tantas veces en este capítulo segundo. En otras ocasiones, en lugar de citar expresamente la Escritura, se alude a la mentalidad y esperanzas de la época. Al hacerlo así, Mateo pretende afirmar que, en Jesús, se cumplen todas las esperanzas: él es el nuevo Moisés, el libertador, fundador del nuevo pueblo de Dios, el Mesías oculto y perseguido, y a través de él se cumplen las promesas de Dios y las esperanzas de los hombres. 

REFLEXIONES PARA NUESTRA VIDA DE CREYENTES

En esta fiesta de hoy, queremos plantear esta reflexión cristiana con un “aire” distinto (de otras ocasiones) y para ello pueden ayudarnos el centrar nuestra mirada en TRES HECHOS que están ahí, aunque -desde nuestra posición y situación- no les demos la importancia ni la urgencia que se merecen y necesitan. En el marco de la Navidad, os proponemos profundizar, un poco siquiera, en estas tres realidades de nuestro mundo: en qué medida me afectan y qué aportación puedo ofrecer.


Å «Herodes, viéndose burlado por los magos, montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo en Belén y sus alrededores» (v. 16). En nuestra sociedad cada vez son más las voces que se levantan para defender los derechos de las personas y las reivindicaciones de los diferentes grupos, pero siguen siendo infinidad los NIÑOS y NIÑAS maltratados; apenas nadie defiende sus derechos. Con mucha frecuencia se toleran violencias físicas y psíquicas contra ellos. No se persiguen las agresiones que sufren en el seno de la familia, a no ser que alcancen grados extremos. Se acepta socialmente que los hijos son propiedad privada de los padres y, en consecuencia, se olvidan los derechos que tienen como personas que son

Pero no se trata sólo de malos tratos y violencia física. El número de padres que rechaza y veja a hijos no deseados, y que no les ofrece la ternura, la seguridad, la atención y el cuidado que necesitan para crecer dignamente, es muy elevado. Otras veces son madres y padres agobiados por la soledad, el trabajo, la depresión, los que descargan su inestabilidad emocional en sus pequeños. Y no son raros los que proyectan en sus hijos sus propias frustraciones y les exigen violentamente ser según sus propios deseos, para castigarlos cuando no responden a sus expectativas. Son muchos, más de los que pensamos, los niños maltratados en su familia.

Y luego está todo ese otro mundo que nos cae tan lejano, que sólo a veces lo vislumbramos como una ráfaga, pero que no deja de ser real: los niños de la calle, el tráfico de órganos infantiles, las redes de prostitución infantil, los niños que piden limosna envueltos en roña y cubiertos de costras, los niños abandonados, las celdas de la muerte para niñas en China, los cuarenta mil que mueren de hambre cada día, los cuerpos esqueléticos cubiertos de moscas que muestran algunos medios de comunicación, etc., etc.

¿Es como para pensar que hoy ya no existen «herodes»? ¿Es como para pensar que hoy no es necesario protegerse? ¿Es como para pensar que nuestra dignidad, libertad y paz están al alcance de todos? ¿Es como para pensar que el derecho a ser niño es algo ya alcanzado en nuestra sociedad? ¿Es como para pensar que las narraciones evangélicas se han vuelto arcaicas...? 

Å «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto» (v. 13). También a Jesús le tocó vivir en un país extranjero, como emigrante, con todas las penalidades de los que emigran o se exilian. Este dato evangélico toma hoy especial relevancia, cuando los DESPLAZADOS y REFUGIADOS -una de las mayores tragedias humanas de nuestro tiempo- amenazan con convertirse en uno de los problemas más explosivos de las próximas décadas. Siempre ha habido migraciones y desplazamientos, pero hoy en día, cuando el mundo se ha convertido en una aldea global, los flujos migratorios se han agigantado.

Nadie puede hacer un recuento preciso del número de refugiados, pues se ve continuamente afectado por entradas y salidas. En los últimos años, sin embargo, la lista de refugiados no ha dejado de incrementarse. Se calcula que hay actualmente 100 millones de personas desarraigadas. De ellas, 20 millones se consideran refugiadas por haber tenido que cruzar la frontera de su país para escapar de la persecución, la violencia o la muerte. Otros 24 millones viven desplazados en el interior de sus propios países. El resto son víctimas de la pobreza o de la destrucción del medio ambiente, y son llamados emigrantes.

Quizá nos ayude a comprender mejor este problema si pensamos que, cada día, unas 10.000 personas pasan a aumentar la lista de refugiados; o que uno de cada cinco africanos está refugiado, o que Irán cuenta con el mayor número de refugiados del mundo, más de cuatro millones; o que Malawi, con 10,3 millones de habitantes, acoge a más de un millón de refugiados. Pero para intentar comprender este drama humano hemos de mirar los rostros de esos ancianos que fijan sus ojos semicerrados en un horizonte que ya no existe; esas madres que protegen con su regazo exánime a sus hijos dormidos en un gesto de infinita tristeza; esos hombres cargados con cuatro cachivaches rescatados de una huida hacia ninguna parte; esos adolescentes que han visto truncado su futuro; esos niños de ojos asustados y abiertos...

El reportaje televisivo, con el impacto de las imágenes, nos permite captar el desolador paisaje de un campo de refugiados en tiendas de campaña, o protegidos con plásticos, o hacinados en galerones, o viviendo en chabolas sin agua potable, sin luz, sin letrinas, casi sin comida. Pero el paisaje interior de las personas es todavía más desolador. Sólo podemos acercamos a él, con temblor y respeto, de la mano de quienes lo sufren. Son millones todavía los niños y niñas que tienen cicatrices escondidas y miran el mundo a través de una alambrada. Recordarlos hoy, al proclamar el pasaje evangélico de la huida a Egipto, es una llamada de atención. Es creer y recordar que Él sigue siendo Dios-con-nosotros. Es asumir que Jesús se hace presente en los desplazados, en los refugiados, en los emigrantes actuales.

En una sociedad cuya opinión pública, con un discurso civilizadamente correcto, cada día es más adversa a la aceptación de extranjeros en su seno y se muestra más racista y xenófoba, al cristiano no le queda otro remedio que anunciar su fe en un Dios solidario, Padre de todos, creer en un Dios Hijo, refugiado en Egipto, y dejarse llevar por el Espíritu hacia los marginados, desplazados y emigrantes, donde Dios sigue encarnándose hoy.

Å «Cogió al niño y a su madre y volvió a Israel» (v. 21). Jesús fue educado, creció, recibió y dio amor, aprendió, trabajó, adquirió unos valores en una FAMILIA. Los años vividos en Egipto y Nazaret no son simplemente preparatorios de lo que habría de realizar después. La casa de Nazaret no es, simplemente, la sala de espera antes de la partida decisiva. Y no es tampoco el laboratorio secreto en donde se prepara la sorpresa clamorosa. La familia de Nazaret es ya hogar de revelación, es encuentro con los hombres, es experiencia de vida y ternura, es proyecto salvador, es signo luminoso de Dios con nosotros.

Estamos asistiendo a cambios hondos dentro de la familia; algunos piensan que a su desintegración y destrucción. Pero lo que las personas comienzan a reclamar no es el poder deshacerse de todo tipo de vínculos familiares y la posibilidad de divorciarse, sino el poder conocer una verdadera familia y disfrutar de un hogar. Si queremos hacer presente la fuerza humanizadora del Evangelio en nuestra sociedad, hemos de contribuir a hacer de la familia un lugar cálido de experiencia humana y humanizadora. Los hombres y mujeres siempre necesitaremos de un hogar en donde podamos crecer como personas. El mismo Hijo de Dios nació y creció en saber y madurez, en el favor de Dios y de los hombres, en el seno de una familia.

 COMPROMISO DE VIDA

 
En este día de la SAGRADA FAMILIA, puedo centrarme (¡si quieres!) en las tres realidades que se nos han presentado como elementos de reflexión. Así el Evangelio irá formando parte de mi vida.

1.- ¿Cuál es mi actitud CONCRETA y REAL respecto de la INFANCIA, de los niños y niñas, de su dignidad como personas, de sus derechos? ¿Estoy comprometido con su causa? ¿Cómo expreso y vivo ese compromiso?

2.- ¿Cuál es, también, mi actitud CONCRETA y REAL respecto de los REFU-GIADOS y que en muchos casos viven muy cerca de nosotros? ¿Me he implicado en su defensa, en la reivindicación de sus derechos, o....?

3.- La FAMILIA es muy posible que esté hoy muy cuestionada en nuestra cultura: ¿Cuál es mi actitud CONCRETA y REAL respecto de la Familia? ¿Intento, de veras, crear un HOGAR, un lugar cálido de experiencia humanizadora para los míos, donde yo mismo/a me realice como persona y como creyente?

4.- Utilizaré la oración “Marginación” como elemento de reflexión durante estos días.

 

 

ORACIÓN para estos DÍAS


 MARGINACIÓN

 

Tu escritura es latina. Tus cifras, árabes.

Tu coche, alemán. Tu ordenador, americano.

Tu pizza, italiana. Tu democracia, griega.

Tu café, brasileño. Tus vacaciones, turcas.

Tus alfombras, persas. Tu té, ceilandés.

Tu cámara, japonesa. Tu perfume, francés.

Tus electrodomésticos, europeos. Tus refrescos, caribeños.

Tus safaris, africanos. Tu güisqui, escocés.

Tu oro, sudafricano. Tu cacao, senegalés.

Tu cuero, argentino. Tus modales, ingleses.

Tus manteles, portugueses. Tu incienso, hindú.

Tus puros, cubanos. Tu porcelana, china.

Tu gato, siamés. Tu perro, siberiano.

Tu acuario, tropical. Tu petróleo, kuwaití.

Tu reloj, suizo. Tu marfil, congoleño.

Tu sauna, finlandesa. Tu sol, mediterráneo.

Tu ropa importada, tus útiles, made in...

 Tu Cristo, judío. Y tu vecino...

¿un despreciable extranjero?

 

Ulibarri, Fl.

martes, 24 de diciembre de 2013































Domingo  25:  La  NATIVIDAD DEL SEÑOR


 

Isaías 52, 7-10

“… ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: Tu Dios es Rey!...”

 

CLAVES para la LECTURA

- El profeta Isaías expone el contenido salvífico del mensaje comenzando por la presentación de los centinelas de la ciudad santa, que divisan a Dios volviendo a Jerusalén para salvarla. Estos centinelas anuncian «alegres noticias» de paz y salvación al pueblo, diciendo que el Señor ha vuelto y ha retomado su puesto sobre la colina de Sión, estableciendo su morada definitiva entre los suyos (vv. 7-8; Rom 10, 15; Ez 43, 1-5).
- Pero el Señor no sólo vive con el pueblo; también, como un esposo atento y solícito obra y actúa por su esposa. De hecho, Isaías expone la actividad salvífica de Dios utilizando tres verbos significativos: «Consuela, rescata, manifiesta su poder» (vv. 9-10). Estos tres verbos iluminan la acción amorosa, providente y vigilante en defensa del pueblo, especialmente contra los enemigos que lo hostigan.

- El anuncio profético concluye con la constatación de que todos los pueblos de la tierra han podido ver que el Señor no abandona a su pueblo, sino que está siempre dispuesto para salvarlo (v. 10; Mt 28, 28). La Iglesia, utilizando este texto estalla de alegría porque ve que el Señor ha cumplido la espera del nacimiento del Mesías, anunciada en los siglos precedentes.

 CLAVES para la VIDA

- Es necesario no olvidar que este anuncio del profeta se realiza cuando el pueblo de Israel se encuentra en el destierro, por lo que está lamentando su suerte. Y a la petición angustiosa del pueblo, responde el Señor por boca del profeta, anunciando al pueblo la buena noticia de la liberación. Y así es visto, en un precioso “sueño” poético: las caravanas de los desterrados se acercan a Jerusalén y los vigías lo anuncian a gritos. Es como un segundo Éxodo y es motivo de fiesta, de celebración y de alabanza. Nadie debe quedar indiferente ante este inmenso acontecimiento; y es que la proeza alcanza hasta los confines de la tierra.
- Dios se vuelve a mostrar con las notas más especiales y cualificadas: “consuela”, “rescata” y así cumple todas las promesas. No sólo no abandona a este pueblo, al que ama de forma entrañable, sino que va a realizar maravillas en su favor, de modo que todos los pueblos lo contemplen y alaben a este Dios liberador y salvador. Su fidelidad (la de Dios) está asegurada y va a llevar a cabo cuanto el corazón creyente ha soñado a través de los tiempos y en circunstancias tan complicadas. Así es Dios.

- ¡Cuántas veces podemos vivir una experiencia similar a la del pueblo de Israel…! Podemos sentirnos, también, como abandonados de Dios, dejados de su mano y no entendiendo su silencio ante tanto sufrimiento como hay en el mundo. Pero entrando hasta dentro, a menudo, descubrimos que no es Dios quien queda indiferente ante el dolor y el sufrimiento de los hombres, sino que somos nosotros mismos quienes quedamos indiferentes, para así no implicarnos en el tema. ¿Qué mensaje proclamamos en su nombre? Hoy celebramos al que se hace UNO DE NOSOTROS, que comparte nuestra historia y nuestro caminar… ¿cómo podemos pensar o decir que nos ha abandonado, que no nos hace caso? ¿Qué más podemos pedirle…? Hermano/a, Dios está CON NOSOTROS. No lo olvidemos, por favor.

 
Hebreos 1, 1-6

“... En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los Profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo... Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado...?”

 CLAVES para la LECTURA

- Esta carta a los Hebreos, de autor desconocido, pero, sin duda, inspirada en la doctrina de San Pablo, escrita hacia el año 67 después de Cristo, está dirigida a los cristianos que provienen del judaísmo, -por eso lo de “hebreos”-, y que aparecen cansados o afectados de una cierta añoranza por lo que han dejado: el templo, el sacerdocio, los sacrificios, el culto, la ley de Moisés. Su fe se ve que es débil y superficial, y “sueñan” con un pasado, sin duda más glorioso, según ellos.
- De ahí que este pasaje de hoy nos introduce directamente, sin demasiados preámbulos, al misterio más profundo de Cristo, el Señor glorificado: “el Hijo”, “heredero de todo”, el que nos revela quién es Dios (“reflejo de la gloria del Padre”), el que “sostiene el universo con su palabra poderosa”, “supera a los ángeles”, el que “habiendo realizado la purificación de los pecados” con su muerte y resurrección, está ahora “sentado a la derecha de Dios”.

- En estos versículos iniciales, encontramos todo un resumen de la carta. En esta primera página se compara a Jesús con los profetas del Antiguo Testamento, para decirnos que si Dios nos había hablado entonces por medio de esas personas, ahora, en la plenitud del tiempo, nos ha hablado enviándonos a su propio hijo, Cristo, el Maestro, el Profeta.

 CLAVES para la VIDA

- Estamos en la “plenitud de los tiempos”, en la Navidad, y en la liturgia de hoy se nos vuelve a insistir en el mismo mensaje: Dios nos ha dirigido su Palabra definitiva. No es un Dios mudo. Es cercano. Sale de sí y nos habla. Antes lo hacía por medio de los profetas; ahora, en Cristo Jesús, ha pronunciado su Palabra final. Éste es el dato. Es la Buena Noticia.
- Nosotros conocemos a Cristo: hemos tenido esta gran suerte. La Carta a los Hebreos nos ayuda a profundizar en ese misterio grande y hermoso de la obra magnífica de Cristo, la Palabra definitiva de Dios para nuestra humanidad, para nosotros. Y es que es el “Hijo amado”, el que viene a presentarnos el proyecto de Dios-Padre. ¡Nada menos!

- ¿Qué respuesta estamos dispuestos a dar a este don que es Cristo, el Señor? ¿Asumo su presencia como Palabra definitiva? ¿Seguimos cada día aprendiendo de su estilo, de su mentalidad? ¿Hago mía su escala de valores? O... ¿me dejo guiar por otros “maestrillos”? ¡Cuántas preguntas (y más) en este marco inmenso de la Navidad. ¡Menos mal que tenemos unos cuantos días para gustar y profundizar en todo esto que se nos anuncia!

 

Evangelio: Juan 1, 1-18

“... En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho y por él todos vinieran a la fe... La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios... Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad...”

 CLAVES para la LECTURA

- El prólogo de Juan es una síntesis meditativa de todo el misterio de Navidad, porque el Niño de Belén es la revelación de Dios, la verdad de Dios y del hombre, y reflexionando sobre este evento nos ponemos en tesitura de comprender quién es el que ha nacido y quiénes somos nosotros.
- El núcleo del prólogo está en el v. 14: «Y la Palabra se hizo carne», que contiene el hecho de la encarnación y, por tanto, de Navidad: el Hijo de Dios se ha hecho hombre con la fragilidad e impotencia de toda criatura. Para comprenderlo Juan se remonta al misterio trinitario y luego vuelve a descender hasta el hombre.

- El inicio, pues, es la afirmación que nos sitúa fuera del tiempo en el misterio de Dios: «En el principio era la Palabra» (v. 1a) y nos habla de una existencia sin comienzo ni devenir. Después en la frase: «La Palabra estaba junto al Padre» (v. 1b), el evangelista precisa la situación del Logos (= la Palabra), que existe desde siempre, en parangón con Dios: el Verbo, en su ser más profundo, está en actitud de escucha y obediencia, completamente vuelto hacia el Padre.
- Jesús, la Palabra encarnada, hace a Dios visible y cercano al hombre, siendo su reflejo. Así pues, toda la historia y la realidad humana tienen vida por la Palabra: «En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres» (v. 4), porque en Jesús todo encuentra consistencia, significado, fin y especialmente la salvación de todo hombre. Todas estas afirmaciones de Juan son importantes para comprender el papel de Jesús como revelador y testigo veraz de Dios. Por esto «de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia» (v. 16), es decir, de su vida filial todos podemos recibir abundantemente.

 CLAVES para la VIDA

- Es realmente interesante iniciar este tiempo navideño con esta profunda reflexión y confesión de nuestra fe, porque este texto evangélico lo es en forma hermosa y poética. Y es que la Navidad es luz y gracia para quienes como don, puro don, hemos aceptado y acogido este inmenso regalo de Dios, que es su Hijo encarnado, hecho cercano y caminando en mi propia historia.
- La gran oferta que siento y descubro en el “discípulo amado” y en esta profesión de cuanto él mismo ha descubierto y experimentado, es que toda la historia y el camino entero queda iluminado por la luz de la PALABRA, del Verbo del Padre. Y que cuantos le acogen están llamados a vivir y participar de la luz de Dios, y jamás estarán dominados por la oscuridad.

- Una oportunidad especial para pararme y contemplar su “tienda” plantada junto a la mía; y Él, con un interés especial, por cuanto me afecta y me “puede”; Él que me ofrece su gloria y la posibilidad de compartir la condición de ser de la familia misma de Dios. ¡Todo es nuevo! ¡Todo es ADMIRABLE! Así lo siente el “discípulo amado”; así me lo ofrece, para que también yo lo pueda seguir ofreciendo. ¡Feliz caminar, hermano/a!

sábado, 21 de diciembre de 2013


DOMINGO 4 – ADVIENTO     22 de diciembre del 2013




 


 

 

 


 
 
 
 
EVANGELIO: Mateo 1, 18-24

 

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

 

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: La madre de Jesús estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo.

 

José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

 

- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

 

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

 

Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

 

 

ACERCARNOS AL TEXTO

 

Al acercarnos a los llamados “Relatos de la infancia”, hemos de tener en cuenta que poseen unas características particulares que los diferencian notablemente del resto del evangelio. No son puro relato histórico sino testimonios sobre Jesús formados a la luz de la fe, si bien contienen múltiples recuerdos históricos. Este texto por ejemplo, no intenta tanto transmitimos la verdad histórica sobre el nacimiento de Jesús cuanto manifestarnos quién es el que nace y cuál es su misión.

Por su estilo y género literario, los capítulos dedicados a la infancia tienen otras peculiaridades que los diferencian: la abundancia de lo maravilloso, mucho más marcada que en otras partes del NT; el recurso constante al AT, más que en ningún otro lado... ¡Los cinco relatos que componen el evangelio de la infancia de Mateo tienen referencia a la Escritura!

Aquí reseñamos algunos “datos” que nos posibilitan un acercamiento más pro-fundo e interesante de cara a estos relatos y, en concreto, al texto evangélico de este día y que nos pueden ayudar también en otras ocasiones:

- «María, su madre, estaba prometida a José» (v. 18): entre los judíos esta promesa comportaba un compromiso matrimonial casi definitivo, hasta el punto que si la pareja tenía un hijo, éste era considerado legítimo de ambos. En caso de infidelidad, la ley de Moisés preveía dos soluciones: la denuncia pública y consiguiente lapidación (Dt 22, 3-21); o la separación en privado (Dt 24, 1). José, que era justo, sin dejar de ser obediente a la ley, elige la segunda.

 - El relato está lleno de detalles prodigiosos: la aparición de un mensajero de Dios, la manifestación de la voluntad divina a través del sueño, la natural perplejidad de José... Todos ellos confluyen en un mismo punto: Jesús no es sólo hijo de Abrahán y de David, sino que es, sobre todo, Hijo de Dios. Si en la genealogía (Mt 1, 1-17) aparece vinculado a Abrahán y a David, aunque sólo sea de forma legal, aquí, por la acción del Espíritu Santo, se nos desvela que es Hijo de Dios.

 El que Jesús nazca de María, antes de vivir juntos, por la acción del Espíritu Santo, es una forma de expresar la divinidad y mesianidad de Jesús. Pero no pensemos que el Espíritu Santo realiza la función del varón en su concepción. El Espíritu Santo es principio de vida y nos muestra el origen divino de Jesús, pero no podemos pensar, sin entrar en una contradicción, que su acción sea al modo humano.

 - El evangelio nos recuerda un hecho aparentemente intrascendente y sin importancia alguna para nosotros. A José se le indica que ponga a su hijo el nombre de JESÚS, porque «él salvará a su pueblo de los pecados» (v. 21). Sin embargo, para la mentalidad semita, el nombre no es algo indiferente y casual, sino que expresa el ser mismo de la persona, su misión, su destino. Por ello, los primeros cristianos descubrieron en el nombre hebreo de Jesús (Yehosua = «Yavhé salva») el contenido profundo de su vida y misión.

 - En Mt 1, 23 hallamos la primera de las llamadas «citas de reflexión» que Mateo ha ido colocando a lo largo de su evangelio. Son citas del AT introducidas por una fórmula fija: «Todo esto sucedió para que se cumpliera...», cuyo propósito es subrayar que en Jesús se han cumplido las promesas que Dios había hecho a su pueblo. Es probable que reflejen el trabajo de una escuela de escribas cristianos especialmente preocupados por mostrar a los judíos, de dentro y de fuera de la comunidad, que Jesús es verdaderamente el Mesías anunciado en la Escritura. Al citar a Isaías (7, 14), Mateo subraya el nombre del niño que nacerá: «Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros». Reafirma así la certeza que tienen sus destinatarios de que, en Jesús, Dios se nos hace cercano.

 Con breves pinceladas Mateo nos ha hecho la primera presentación de Jesús: hijo de Abrahán y de David, Mesías prometido. Hijo de Dios y presencia cercana suya entre nosotros (Emmanuel).

 «José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto» (v. 19). Para muchos, José es justo porque observa la ley (que obligaba al marido a disolver el matrimonio en caso de adulterio) y, además, porque mitiga con la magnanimidad el rigor de la misma (evita la difamación pública). Pero según otros comentaristas no es éste el sentido que tiene la palabra «justo» en Mateo. José es justo, sobre todo, porque, comprobando una presencia de Dios, un plan divino que le supera, no quiere ser obstáculo y se retira sin pretensiones. «Justo» tiene entonces el sentido de aceptación del plan de Dios, aunque éste desconcierte y ponga patas arriba el propio. Y de esto es modelo José. El hombre que tuvo sus dudas, que no vio claro ni entendió, acepta, sin embargo, la acción de Dios y, al aceptarla, su actuación se convierte en algo muy importante. En los capítulos 1 y 2 de Mateo, la figura de José domina la escena, aunque su protagonismo está siempre al servicio del plan de Dios.

 
REFLEXIONES PARA NUESTRA VIDA DE CREYENTES

 Nuestra fe cristiana se fundamenta en una afirmación sencilla y escandalosa: Dios ha querido hacerse hombre. Ha querido compartir con nosotros la aventura de la vida, saber por experiencia propia qué es vivir en este mundo y caminar con nosotros hacia la salvación. Así, pues, ser cristiano no es creer que Dios existe, imaginar «Algo» que desde una lejanía misteriosa da origen y sostiene la creación entera.

 Ser cristiano es descubrir con gozo que «Dios-está-con-nosotros»; intuir desde la fe que Dios está en el corazón de nuestra existencia y en el fondo de nuestra historia humana, compartiendo nuestros problemas y aspiraciones, conviviendo la vida de cada persona. Este gesto de Dios, que se solidariza con nosotros y comparte nuestra historia, es el que sostiene, en definitiva, nuestra esperanza. Dios ha querido ser uno de los nuestros. Su nombre propio es Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”. Ya no puede dejar de preocuparse por esta historia nuestra en la que se ha encarnado y a la que él mismo pertenece. No estamos solos.

 Afirmado lo anterior, tenemos que confesar que la figura del bueno de JOSÉ nos ayuda precisamente a “entender” a este Dios, cercano y compartiendo nuestro camino y nuestra historia. Fue la actitud más clara que los relatos evangélicos nos destacan de José y su participación en este momento de la historia de la salvación: él, confuso ante le plan salvador de Dios, no quiere ser obstáculo al mismo y opta por retirarse, sin más pretensiones y renunciando a su amor por María. Pero ahí les espera Dios.

 Después de “entender” el proceder de Dios y su camino trazado, José ASUME plenamente y se dispone a participar en dicho proyecto. He aquí por qué es “Justo” y así lo confiesa el evangelista. Así, también, lo ha entendida la Comunidad Cristiana a través de los tiempos. Con todo, también hoy en día, es necesario recuperar la figura de José, en toda su originalidad y con esa fuerza que se nos ofrece.

 Por lo tanto, de José y su actuación hay mucho que aprender: aceptar el plan de Dios, no ponerle obstáculos, estar a su servicio, saber caminar aún en el desconcierto, no juzgar ni herir a las personas, aceptar el misterio aunque nos supere, no intentar ser protagonistas, creer en un Dios encarnado, gozar su salvación, etc.

 COMPROMISO DE VIDA

Recuperar lo más nuclear de mi fe cristiana, es una tarea constante que no puedo olvidar en ningún momento, sin el riesgo de desvirtuarlo. Este día nos anima, a los creyentes de hoy, a profundizar en ese proyecto querido, deseado y vivido por Dios y que se da en Jesús.

 Ä Crearé en mí una ACTITUD CONTEMPLATIVA que estos días requieren: volveré a leer y meditar el texto evangélico de hoy; me ayudaré de las “reflexiones” que se me ofrecen, con el fin de comprender el mensaje del relato.

 Ä Hoy, examinaré mi actitud ante los PROYECTOS de Dios-Padre: ¿los busco con pasión?, ¿trato de vivirlos en mi vida de cada día? (Es la invitación que me hace el “bueno” de José).

 Ä A solas, utilizaré la ORACIÓN que se me ofrece a continuación “MI CORAZÓN CANTA AGRADECIDO”; la meditaré con paz, haciéndola mía.

 

 

ORACIÓN para estos DÍAS


 

 

MI CORAZÓN CANTA AGRADECIDO


 

Señor, mi corazón rebosa de agradecimiento

por tantos dones y bendiciones tuyas.

No bastaría el canto del corazón y de los labios,

si no pusiera mi vida a tu servicio,

para darte testimonio con mis acciones.

 

A Ti la gratitud y la alabanza.

Tú me has sacado de la nada y me has hecho tu elegido;

me has hecho feliz con tu amor y tu presencia.

No te conozco bien,

no conozco siquiera mis necesidades.

Pero Tú, ¡oh Padre!, Tú nos conoces por entero.

Soy incapaz de amarme a mí mismo como Tú me amas.

Tú, ¡oh Señor!, me has creado con un solo corazón,

para que sea para Ti, sólo para Ti.

 

Señor, estar ante Ti es lo más grato que pensar se puede.

En este momento me presento ante Ti.

Acéptame cuando y como quieras.

Haz de mí según tus deseos.

Tú eres mío y yo soy tuyo.

Me has creado a tu imagen, de un poco de polvo,

y me has hecho hijo tuyo.

Honor, gloria y alabanza para Ti,

por los siglos de los siglos. Amén.