lunes, 10 de septiembre de 2012


MARTES, día 11

 1 Corintios 6, 1-11


“... No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros, afeminados, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el Reino de Dios...”
  

CLAVES para la LECTURA

 - De este fragmento se desprende otra situación de la vida comunitaria: algunos cristianos de Corinto, en su deseo de dirimir algunos litigios, apelan a tribunales paganos en vez de resolverlos entre ellos. El apóstol interviene, como siempre, con gran claridad y autoridad. Pongamos de manifiesto los tonos típicos de su intervención.
- El discurso de Pablo es, en primer lugar, provocador (vv. 1, 1-3): emplea un tono bastante fuerte para suscitar una sacudida en la conciencia de sus interlocutores sobre la gravedad y el carácter delicado de algunas de sus actitudes, pero lo hace, sobre todo, para recordarles que el juicio entre hermanos de la misma fe debería obedecer a criterios que esa misma fe sugiere y es capaz de formular. En caso contrario, debería deducirse que la fe cristiana de esa comunidad es absolutamente incapaz de orientar la vida de los creyentes y de iluminar sus decisiones.
- A continuación, el discurso de Pablo se vuelve irónico (vv. 4-10): pretende nada menos que suscitar en los corintios un sentido de vergüenza por el simple hecho de que entre ellos no se encuentre ninguna persona entendida que pueda hacer de árbitro entre hermano y hermano. Se trata de una ironía mezclada de tristeza y tal vez también de rabia, actitudes que ya conocemos bien, porque Pablo las ha manifestado también en otros lugares de sus cartas.
- Al final, el discurso se vuelve teológico (v. 11): en efecto, Pablo vuelve aquí al centro de su enseñanza y, refiriéndose al gran acontecimiento del bautismo, les recuerda a todos los cristianos de Corinto la novedad del don recibido: «Habéis sido purificados, consagrados y salvados en nombre de Jesucristo, el Señor, y en el Espíritu de nuestro Dios» (v. 11). De la novedad del don depende, como es obvio, la novedad de la vida.

 CLAVES para la VIDA

- El apóstol -una vez más, con claridad y contundencia, asume su tarea de corregir la conducta de su comunidad, de la que se siente responsable. Utilizando argumentos diferentes (de tipo provocación, o en tono irónico, o argumentos desde la fe y teológicos) intenta “despertar” lo más profundo de los corintios con el fin de que asuman la nueva situación de la que participan, aunque sus “estilos de vida”, en ocasiones, den a entender otra cosa.

- Y es que... “habéis sido purificados, consagrados y salvados en nombre de Jesucristo...” (v. 11): aquí se encuentra la clave de la nueva situación. El don del que son portadores, les exige vivir la novedad de vida de la que participan plenamente. A esta nueva situación le corresponden, pues, unos criterios de vida y acción nuevos, también en lo que respecta al comportamiento con los otros hermanos de comunidad.

- ¡Interesantes los modos de actuación que propone el apóstol Pablo a su comunidad de Corinto! Vivir desde unos criterios, donde prevalezcan los planteamientos evangélicos más que otras formas de acción... ¡todo un estilo, aunque no sea fácil! Vivir el don recibido como algo que “marca” toda la vida del creyente... ¡todo un talante para el seguidor de Jesús! También para mí. ¿Y para ti, hermano/a?
  

Evangelio: Lucas 6, 12-19


“... Por entonces, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote...”

 CLAVES para la LECTURA

- Siguiendo una indicación que le resulta entrañable, refiere Lucas que Jesús se retira a la montaña para orar y se pasa allí toda la noche (v. 12). Aunque la relación entre la oración de Jesús y la elección de los Doce no aparece de manera explícita, a la luz de la fe es más que legítimo establecer una relación íntima entre la seriedad de la acción que Jesús va a realizar y su actitud orante frente al Padre. La elección de los Doce está emparejada a una llamada: «Llamó de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles» (v. 13). La vocación y la misión son inseparables entre sí: en caso contrario, la misión, en vez de equivaler al ministerio, se reduce a ser un oficio. Por otra parte, la vocación, sin el atraque en la misión, sería una acción incompleta.

- «A quienes dio el nombre de apóstoles» (v. 13b): da la impresión de que Lucas cae aquí en un anacronismo, puesto que, a lo que parece, apóstol es un término típicamente pascual. Pero conocemos muchos de estos flash-back llevados a cabo no sólo por Lucas, sino también por Juan. Esto no supone ningún problema para nosotros; es más, nos alegra ver la luz pascual proyectada sobre el tiempo del ministerio público de Jesús, como para decir que esa misma luz se proyecta de hecho en nuestra vida y en nuestra historia.

- Por último, la relación de Jesús con la muchedumbre se caracteriza, una vez más, de un doble modo: la gente viene para escuchar a Jesús y para ser curada de sus enfermedades (v. 18). En ambos casos se trata, para Lucas, de una «fuerza» que da autoridad a su enseñanza y eficacia a sus acciones taumatúrgicas.

 CLAVES para la VIDA

- Lo primero que destaca del relato evangélico es la actitud ORANTE de Jesús: “... pasó la noche orando a Dios” (v. 12). Ante esta opción de escoger a los colaboradores de la obra del Reino apenas iniciada, Jesús acude al encuentro con el Padre para poder acercarse a su querer y a sus deseos. Así escoge a “doce”, para ser “enviados”: palabras cargadas de simbolismo y con profundas raíces en el Antiguo Testamento. Y es que así, Jesús manifiesta que el nuevo Israel, la Iglesia, viene a sustituir y cumplir lo que se había empezado en el antiguo Israel.

- La lista de los doce aparece varias veces en los evangelios con ligeras diferencias de orden. Los doce no son grandes personalidades; incluso le van a defraudar en más de una ocasión; pero éste es el estilo de Dios, y el estilo que Jesús asume. A partir de este momento, estos doce van a acompañar muy de cerca a Jesús y van a colaborar con él en el anuncio evangelizador del Reino, realizando signos de curación y liberando del mal. Pero también es verdad que tendrán que madurar mucho para llegar a ser esos colaboradores que Jesús necesita para llevar adelante el plan de salvación.

- Rasgos significativos los que se me ofrecen en este pasaje evangélico y que hoy se repiten para mí (nosotros): Jesús necesita del encuentro con el Padre; él es quien llama e invita; él es quien forma a sus colaboradores, les hace capaces,... y los envía, compartiendo la MISIÓN con él mismo. Elementos que no puedo descuidar ni olvidar, sino cuidarlos y asumirlos. Es mi condición de “DISCÍPULO” lo que está en juego y no puedo renunciar a esa condición. ¡Eterno discípulo, pero corresponsable con él en la tarea del Reino, que es el proyecto del Padre!

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