sábado, 31 de agosto de 2013


DOMINGO, día 1 de Septiembre

 

Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29
 

“... Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes...”


 


CLAVES para la LECTURA

 

- La reflexión sapiencial del pueblo de Israel ha alcanzado cimas de espiritualidad válidas en sí mismas y, al mismo tiempo, premonitorias de la espiritualidad evangélica. Estos pocos versos lo atestiguan de un modo más que evidente. En cierto modo, se entrevé en ellos, efectivamente, el mensaje de las bienaventuranzas y el estilo humilde y sencillo de Jesús de Nazaret. Observamos, en primer lugar, que a cada consejo o recomendación le está asociada también una promesa: «Serás amado, obtendrás el favor del Señor». Este rasgo de la divina pedagogía se merece también que lo recojamos y lo pongamos de relieve. En efecto, Dios pretende educar también -más aún, sobre todo- a su pueblo con las promesas asociadas a sus mandamientos y a sus invitaciones.


 - Las actitudes recomendadas en esta página son especialmente dos: la humildad y la generosidad. La primera hace grande al hombre, aunque siga siendo pequeño en sí mismo, a los ojos de Dios. Grande significa aquí querido, amado, digno de ser colmado de gracia. Sin embargo, lo que más impresiona es la motivación que Ben Sirá explicita y que nosotros estamos invitados a hacer nuestra: el Señor concede gracia a los humildes porque «acepta que lo honren los humildes».

 - Uno de los modos más seguros de dar gloria al Señor es renunciar a nuestra gloria en la tierra. ¿Y por qué? A la luz de la historia de la salvación, sobre todo a la luz de la historia de Jesús de Nazaret, podemos formular una respuesta segura a esta pregunta: porque el camino de la humildad, adquirida mediante la humillación, es el camino escogido por Dios para revelarse a su pueblo, es el camino escogido por Jesús para salvar a la humanidad.

  

CLAVES para la VIDA

 
- Aquí se nos ofrece ya un buen resumen de la espiritualidad bíblica y un anticipo de lo se nos propondrá en la Buena Nueva del Evangelio. Un estilo de ser y de vivir que está ya sugiriendo algo profundamente novedoso y con perspectiva de futuro. Y es que ante Dios, el hombre sigue siendo una criatura; eso sí, muy querida, pero criatura. De ahí que el estilo HUMILDE es la postura más adecuada en esa relación para con Dios. Eso le gusta a Dios, según el sabio. El Maestro de Nazaret nos dirá enseguida que son los SENCILLOS quienes mejor entienden estas cosas.

 - “Porque es grande la misericordia de Dios y revela sus secretos a los sencillos” (v. 20): aquí se encuentra el origen de todo. Esta experiencia, vivida de forma tan intensa por Israel, hace proclamar al sabio que éste es el motivo fundamental para vivir la humildad como estilo de vida. Desde la vivencia de esta actitud humilde, Dios se revela con creces a su criatura y ésta entiende esa propuesta de Dios y no quedará defraudado ni será menospreciado. Y es que es demasiado querido por Dios.

- Es bueno acoger con paz estas reflexiones del sabio porque recogen una intuición muy hermosa de la mejor espiritualidad bíblica: la SENCILLEZ y la HUMILDAD como estilo de ser y de vivir. ¡Cuan complicado resulta tantas veces en la vida asumir este estilo como algo característico y específico! Hermano/a, es la propuesta del autor sagrado. Y, además, pretende así prepararnos a aceptar y acoger la propuesta del Maestro de Nazaret. ¡Cuánto tenemos que aprender! ¡Cuánto nos queda por caminar!

 

Hebreos 12, 18-19. 22-24a

 
“... Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús...”

 

CLAVES para la LECTURA
 

- Para el autor de la Carta a los Hebreos, la salvación adquirida mediante la «nueva alianza» consiste en obtener una gran familiaridad con Dios. Dios se ha hecho cercano al hombre (Dt 4, 7. 34) para que éste se pudiera acercar cada vez más a Dios. Ahora bien, para llevar a cabo este «atraque espacial», siempre según este autor, hace falta la fe: «Sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a los que lo buscan» (Heb 11, 6).

 - Dios es el monte hacia el que nos encaminamos; él es la ciudad que anhelamos alcanzar y en la que deseamos habitar; es la luz cuya necesidad sentimos como más fuerte que el pan de cada día. Creer significa, precisamente, acercarnos a él como al esposo más amado, como al amigo más deseado, como al único Salvador. No es ya una cosa tangible, para seguir la huella indicada por nuestro autor, aquello que anhelamos; tampoco es el sonido de una trompeta lo que escuchamos; tampoco es el miedo a oír o a ver a Dios lo que nos caracteriza hoy, en la plenitud de los tiempos. Al contrario, el Dios de Jesucristo, Padre suyo y Padre nuestro, nos atrae hacia él con toda la fuerza imantada de su amor: sólo así podemos esperar acercarnos a él para obtener de él un juicio de misericordia y de paz.

 - El «Mediador» único e insustituible de este camino de Dios hacia nosotros y de nuestro camino hacia Dios (1 Tim 2, 5) es Jesucristo, puesto que en la unidad de su persona se han encontrado de una vez para siempre el cielo y la tierra, Dios y el hombre. Con él se ha inaugurado la nueva era de la historia, que ha contemplado la más inédita de las novedades: los de lejos y los de cerca han recibido el mismo mensaje de paz (Hch 2, 39 y Ef 2, 14-18) y se han convertido en un solo pueblo en Aquel que es nuestra paz.

 

CLAVES para la VIDA

 
- Y es que el plan de Dios ha sido y sigue siendo el mismo: ama profundamente al hombre y desea lo mejor para la humanidad, y lo quiere llevar a cabo por todos los medios. Esto es lo que quiere destacar el autor de esta carta a los Hebreos. De ahí que este Dios se ha hecho cercano a la criatura; ha caminado con su pueblo; le ha librado de innumerables situaciones complicadas… y eso a pesar de las infidelidades, que han sido constantes por parte del pueblo escogido.

 - Ahora mismo, esa “cercanía” de Dios tiene un rostro concreto: es Jesucristo, quien se ha convertido en el único MEDIADOR. Esto es: el único camino que nos lleva a Dios es él. Y con él todo se hace nuevo, se ha inaugurado una nueva era de la historia, la definitiva. Desde él, la humanidad puede aspirar a ser la NUEVA FAMILIA, la que Dios ha soñado en su corazón desde siempre. Por su medio, Dios ejerce una fuerza de atracción hacia Él porque ama al hombre.

 - Reflexiones muy sugerentes las que se nos brindan y ofrecen en este texto bíblico. Una vez más, el hecho de que se nos recuerde cuál es el proyecto de Dios y que es un proyecto de vida y plenitud… es una hermosa noticia para nosotros. Además, saber que tenemos al gran Mediador, que es Jesucristo mismo, nos posibilita una visión de la existencia diferente y mucho más luminosa; en él podemos mirarnos y descubrir cuanto le agrada a Dios y así poder complacerle plenamente. ¡Toda una suerte, hermano/a! ¡Es cuestión de seguir su camino!

 

Evangelio: Lucas 14, 1. 7-14

 
“... Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal... Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido...”

 

CLAVES para la LECTURA

 

- En el marco de un banquete (v. 1), Lucas recoge un par de enseñanzas de Jesús relacionadas con la elección de los primeros puestos (vv. 7-11) y la selección de los invitados (vv. 12-14). La página evangélica que estamos meditando está incluida toda ella dentro de estos límites. Una óptima clave de lectura para las parábolas contenidas en el capítulo 14 de Lucas y, en consecuencia, también para las dos que componen el texto evangélico de este domingo consiste en señalar que ambas tienen como tema la invitación de Dios al banquete escatológico y, por consiguiente, podemos caracterizarlas como «las parábolas de la invitación divina». Las dos parábolas que nos interesan hoy mantienen una relación muy estrecha con nuestra experiencia cotidiana: parecen dos escenas tomadas de la vida diaria, dos escenas que, al final, han sido recompuestas en una unidad dinámica, capaz de revelar, por un lado, la mente de quien invita y, por otro, las instancias éticas requeridas a quien acepta la invitación.

 - En la primera parábola lo que le importa a Lucas es poner de manifiesto que, con frecuencia, en las relaciones humanas, el anfitrión y los invitados están repletos de prejuicios egoístas, de triviales arribismos, de preocupaciones jerárquicas. Jesús desmantela con sus claras afirmaciones las intenciones de éstos y pone al desnudo, allí en torno a la mesa, sus sentimientos. Hay materia para reflexionar y para preocuparse, vistas las modalidades con las que frecuentemente se trenzan nuestras relaciones interpersonales. También en la segunda parábola pone Jesús en claro que bajo de un gesto aparentemente magnánimo se esconde en ocasiones un sentimiento egoísta, a saber: cuando la selección de los invitados está sugerida únicamente por motivos de obligación, de simpatía, de interés. No es fácil captar la fuerte carga de contestación que caracteriza a estas parábolas de Jesús, que, una vez más, se manifiesta como el Mesías de los pobres, el defensor de los pequeños y de los oprimidos, alguien que se pone siempre del lado de los últimos.

 - Se comprende así la bienaventuranza del final: «¡Dichoso tú si no pueden pagarte! Recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten» (v. 14). Jesús propone aquí, de una manera implícita, el ejemplo del mismo Dios, que no hace acepción de personas a la hora de distribuir sus bienes: así debería proceder también el perfecto discípulo de Jesús, superando la lógica humana, frecuentemente egoísta, y esperar la recompensa, a lo sumo, sólo de Dios.

  

CLAVES para la VIDA
 

- Si las reflexiones del sabio de la primera lectura invitaban a vivir desde la humildad y sencillez, ahora es el Maestro de Nazaret el que sigue en la misma línea y propone vivir ese estilo de vida y de actuación, además como algo que va a crear una dinámica positiva, incluso ante los demás. No es posible olvidar la conclusión a la que llega: “Porque todo el que se enaltece será humillado, y todo el que se humilla será enaltecido”.

 - Incluso a la hora de obrar con los demás, la apuesta del Maestro es que sean los últimos, como los que no cuentan, porque éste es el modo de actuar de Dios mismo y que en él, en Jesús, el Maestro, adquiere un estilo tan propio como singular. Sólo ellos, los últimos, los que no cuentan, son los que mejor entienden esta propuesta y este estilo de ser y de vivir. Él mismo, Jesús, se hará el último para ser servidor de todos, esperando la recompensa del Padre que es el mejor de los regalos. Así de clarito; así de exigente.

 - Está claro que la propuesta evangélica es un CAMINO concreto y específico de ser y de vivir para cuantos le aceptan a él en sus vidas. Este Maestro sabe de la vida y quiere darle un estilo propio y peculiar. Y no podemos olvidar que su estilo es el del mismo Dios, que ha actuado y que quiere actuar de esta manera tan especial. Hermano/a, aquí los “cuentos” no sirven de nada; aquí se nos está invitando a algo mucho más grande. ¡No lo podemos olvidar!

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