sábado, 28 de septiembre de 2013


DOMINGO, día 29 de Septiembre      


 
Amós 6, 1a. 4-7

“… Ay de los que se fían de Sión… Bebéis vinos generosos, os ungís con los mejores perfumes, y no os doléis de los desastres de José. Por eso irán al destierro, a la cabeza de los cautivos. Se acabó la orgía de los disolutos…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- También este domingo nos presenta la liturgia el gran riesgo que supone la riqueza, un riesgo que no es puramente imaginario, sino real, porque la riqueza puede secar el corazón.

 - La invectiva de Amós va dirigida contra «los que se sienten seguros en Sión» (v. 1). Se trata de una denuncia histórica y ética de un valor incomparable, a propósito de dos montañas (el monte Sión, situado en Jerusalén, y el monte Garizín, situado en Samaría) que se disputan, de una manera casi mágica, una promesa segura de salvación. Ocho siglos más tarde encontramos aún la misma contienda. La samaritana preguntará a Jesús dónde se debe adorar a Dios, si en Jerusalén o en el monte Garizín (Jn 4, 20ss). Amós condena con vehemencia la confianza mágica en un lugar -sea éste Jerusalén o Samaría- considerado como talismán o fetiche para encubrir los desórdenes y las injusticias de cada día.

 - El lujo desconsiderado y desvergonzado vivido delante de todo un pueblo es una ofensa vergonzosa a los pobres y una provocación mortal para los hermanos. Cuando la riqueza llega a tales desórdenes no es difícil pensar que pueden estallar de un momento a otro la ruina y la destrucción. Ningún lugar o ningún templo les podrán salvar de la ruina: «Se acabará la orgía de los disolutos» (Am 6, 16).

 
CLAVES para la VIDA

- La denuncia del profeta, en nombre del mismo Dios, vuelve a resonar en enorme fuerza. Y es que nos son los “fetiches” los que salvan, aunque tengan figura de templo (Jerusalén o Garizín), sino la justicia y la solidaridad que hace más digna la vida de las personas y de los pueblos. Y eso, en Israel y en estos momentos, brilla por su ausencia. De ahí la denuncia sin tapujos del profeta. Dios no está de acuerdo con esa realidad social y tampoco acepta que el culto del templo lo intente tapar y disimular.

 - La razón es muy sencilla: Dios ha optado, clara y abiertamente, en favor de los pobres y de los más débiles. De ahí que el culto que justifica la separación y las más vergonzosas diferencias y abuso para con los débiles, no sólo no tienen ningún sentido, sino que es falso y falaz. Dios no se mantiene en silencio ni acepta mínimamente tal situación; de ahí que alza su voz por medio del profeta.

 - ¡Cuánta fuerza y actualidad sigue teniendo la denuncia del profeta Amós, también en nuestra cultura y en nuestro estilo de vida y de espiritualidad! Cuando el comer, beber y pasarlo bien se convierte en norma y estilo de vida, esa situación es un insulto para tantos hombres y mujeres de nuestro mundo y cultura. Aquí se alza la denuncia de Dios mismo en contra de tantas formas de culto que sirven (¡por desgracia!) de tapadera de tantas situaciones de injusticia y de inmoralidad. Hermano/a, aquí se nos brinda esta voz; es también para nosotros, para nuestras comunidades cristianas. ¿De acuerdo?

 
1 Timoteo 6, 11-16

 
“… Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos… Te insisto en que guardes el Mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- Timoteo, discípulo de Pablo, ya ha tomado su decisión, y lo ha hecho públicamente, «delante de muchos testigos» (v. 12), precisamente como el mismo Jesús tomó su decisión y dio su testimonio ante Pilato y todo el pueblo. De ahora en adelante se trata sólo de perseverar en la decisión implícita tomada en el bautismo y, de este modo, conquistar «la vida eterna» (v. 12), aunque esta perseverancia exige una larga lucha o -como escribe Pablo- «el noble combate de la fe» (v. 12).

 - Pablo recomienda una vez más a Timoteo la fidelidad al precepto del Señor. ¿Fidelidad a qué precepto? Es seguro que se refiere a la «fidelidad» al bello testimonio de Cristo ante Poncio Pilato; hasta su manifestación escatológica, que ya es visible en su obra redentora en el tiempo.

 - Ante el pensamiento de la manifestación gloriosa de Cristo, brota espontánea del corazón de Pablo la doxología de los vv. 15ss. La insistencia de Pablo en dar a Dios Padre los títulos reales y de «inmortalidad» parece una nota voluntariamente polémica contra los monarcas orientales y los emperadores romanos, que se atribuían tales títulos.

 - Para designar la segunda venida de Cristo, en vez del término común de parusía o «revelación», Pablo prefiere emplear, en las cartas pastorales, la palabra «manifestación», que se utiliza también para expresar la obra redentora (2 Tim 1, 10; Tit 2, 11; 3, 4).

 
CLAVES para la VIDA

 
- El apóstol se despide de su discípulo expresando una vez más su convicción acerca de Jesucristo y de su testimonio, e invitándole a la FIDELIDAD, como el mismo Cristo Jesús. Casi reiterativo e insistente en esa invitación y de cara a la tarea que el joven discípulo ha asumido y lleva adelante “hasta la venida del Señor” (v. 15). Es la voz autorizada del apóstol que ha tenido la experiencia singular del Maestro y que le invita a su discípulo a vivir otro tanto.

 - El “precepto” que Timoteo debe guardar, muy posiblemente se refiere al TESORO de la fe cristiana que debe conservar y hacer fructificar. Y es que ese tesoro lo llevamos en frágiles vasijas de barro. De ahí la insistencia en la Fidelidad, porque es necesario ser consciente de ello y cuidarlo con auténtico mimo. De ahí que tener los ojos fijos en Cristo, como el mismo Pablo lo hace, es una garantía para mantenerse en ese camino.

 - Válido también para nosotros cuanto propone el apóstol. Necesitamos tener nuestros ojos fijos en Él para saber cómo proceder, con qué estilo y talante vivir y trabajar. Y sólo desde esa actitud atenta y vigilante será posible la FIDELIDAD en la que tanto insiste Pablo. ¡Toda una tarea para mi caminar de cada día y de mi acción pastoral y evangelizadora! ¿Lo deseo y lo busco? ¿Lo voy a trabajar con cuidado?

 
Evangelio: Lucas 16, 19-31

 
“… Había un hombre rico que vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas… Murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Murió el rico y lo enterraron. Estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó: Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. Pero Abrahán le contestó: Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces…”

 
CLAVES para la LECTURA

 
- La parábola es altamente emotiva y, en ciertos momentos, también profundamente dramática. Los personajes principales son dos. Por una parte, aparece un rico que goza opíparamente de su fortuna. No importa que ésta sea material, intelectual o religiosa. Probablemente, se trate de las tres. Por otra, aparece un pobre -hambriento, enfermo, abandonado- que está «tendido en el portal» (v. 20).

 - Toda la escena se encuentra aquí. Lucas subraya de modo violento la fractura que existe entre la vida despreocupada del rico y la miseria del pobre «cubierto de úlceras» (v. 20), tendido en el portal. Entre ambos existe un fuerte contraste, manifestado de manera clara por el mandamiento del amor fraterno y por las vigorosas palabras de Jesús: «Bienaventurados vosotros, los pobres», «Ay de vosotros, los ricos» (6, 20-24). En el fondo, el verdadero pobre es el rico, pues no ha llegado a comprender el misterio profundo del corazón de Jesús. Su vida no puede acabar más que en la profunda oscuridad del sepulcro, o sea, en el infierno del fracaso y de la impotencia total. El mendigo también muere. Pero, a través de la muerte, su persona queda liberada de los sufrimientos y privaciones y es «llevada por los ángeles al seno de Abrahán» (v. 22), cumplimiento y realización de todas las promesas de Dios.

 - En este contexto se sitúa Abrahán y su coloquio con el hombre rico. La fractura practicada por nuestro egoísmo entre la pobreza y la riqueza subsiste también en el más allá. Se convierte en un abismo insuperable. Ni siquiera Abrahán consigue superarlo. Por otra parte, la oración del hombre rico dirigida a Abrahán, a fin de que Lázaro pueda ir a casa de sus hermanos y advertirles, carece de sentido: «Ya tienen a Moisés y a los profetas, ¡que los escuchen!» (v. 29). Quien ha elegido un tipo de vida contrario al amor se queda privado para siempre de la gracia del amor y, en consecuencia, imposibilitado para el encuentro de amor con los hermanos.

 
CLAVES para la VIDA

- “¡Qué escalofrío, Dios mío”! Eso es lo que me produce este cuento-parábola de Jesús. Siento que Jesús no nos lo ofrece para “pasar el rato”; algo mucho más profundo se está analizando y señalando con el rico Epulón. Y no es que robara, ni fuera injusto; sencillamente, lleno de sus bienes y riquezas, ignoraba al pobre; era insolidario. Sólo eso. Nada menos que eso. Y ahí, como nos insinuaba el profeta en la primera lectura, el rico se vuelve “ciego”, no ve; solo banquetea (esto quiere decir “Epulón” = “el que banquetea”).

 - Según Jesús, la finalidad de la vida no son las riquezas y los bienes. Su escala de valores es diferente, y muy diversa de lo que el mundo propone. Él proclama “dichosos” a quienes, en tantas ocasiones, el mundo declara (si lo hace) desgraciados y dejados de la mano de Dios. De ahí, la actitud profundamente crítica que Jesús presenta de cara a las riquezas. Y no porque las sienta malas, sino porque produce personas sin entrañas, sin valores que merezcan la pena. ¡Será cuestión de seguir los pasos de sus enseñanzas para saber si es verdad o no!

- También yo, nosotros, nos encontramos metidos en ese ambiente y en esa realidad. La llamada de atención nos afecta y... ¡de qué manera! Es cuestión de estar al tanto, sin descuidarnos, hermano/a. ¿Vale?

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