Monición de Entrada: MOTIVACIÓN
Hermanos: comenzamos un nuevo Año Litúrgico y, con él,
un nuevo Adviento: es un tiempo de gracia y esperanza; un tiempo para estar vigilantes, para descubrir la
presencia de Dios y su fuerza salvadora. Hemos de estar, así, dispuestos a
reconocerle el día de su última venida.
Hermanos: tenemos que despertar. Dios nos vuelve a dirigir su Palabra entrañable de Padre. Esa Palabra nos invita a hacer la experiencia de la esperanza en medio de la duda que nos envuelve y el miedo que nos acosa. Por eso, el evangelio nos anima a permanecer despiertos y a leer con atención los signos de su venida, pues no conocemos el día ni la hora.
Iniciamos esta celebración y esta nueva OPORTUNIDAD que Dios nos brinda, una vez más.
Hermanos: tenemos que despertar. Dios nos vuelve a dirigir su Palabra entrañable de Padre. Esa Palabra nos invita a hacer la experiencia de la esperanza en medio de la duda que nos envuelve y el miedo que nos acosa. Por eso, el evangelio nos anima a permanecer despiertos y a leer con atención los signos de su venida, pues no conocemos el día ni la hora.
Iniciamos esta celebración y esta nueva OPORTUNIDAD que Dios nos brinda, una vez más.
1ª Lectura: Isaías 2, 1-5
El profeta Isaías, en un momento de crisis política-religiosa, revela la actuación de Dios en la historia de Israel. Contempla también a Jerusalén como la ciudad de la verdadera sabiduría, de la justicia y de la paz. Allí las armas de guerra se convierten en instrumentos de paz. El profeta no espera la salvación proveniente de los hombres, sino únicamente de Dios. Por eso invita al pueblo a caminar en la luz del Señor.
2ª Lectura: Romanos 13, 11-14
El apóstol Pablo recuerda a los romanos el día en que comenzaron a creer. Desde ahí, les exhorta a vivir el momento presente en el que Dios salva y les amonesta a comportarse con dignidad según las obras de la luz. Porque la fe no es una adquisición de una vez para siempre, sino que implica un proceso de crecimiento constante. Acogemos esta hermosa reflexión.
Evangelio: Mateo 24, 37-44
Desde hoy, con el comienzo del Adviento, comenzamos un nuevo ciclo de lecturas. El ciclo es el del evangelista San Mateo. El mensaje de la lectura de hoy es claro: el Señor vendrá y lo hará de improviso. De ahí que Jesús recomienda a sus oyentes estar preparados y vigilantes para que cuando llegue el Señor los encuentre en vela. Acogemos su invitación.
El profeta Isaías, en un momento de crisis política-religiosa, revela la actuación de Dios en la historia de Israel. Contempla también a Jerusalén como la ciudad de la verdadera sabiduría, de la justicia y de la paz. Allí las armas de guerra se convierten en instrumentos de paz. El profeta no espera la salvación proveniente de los hombres, sino únicamente de Dios. Por eso invita al pueblo a caminar en la luz del Señor.
2ª Lectura: Romanos 13, 11-14
El apóstol Pablo recuerda a los romanos el día en que comenzaron a creer. Desde ahí, les exhorta a vivir el momento presente en el que Dios salva y les amonesta a comportarse con dignidad según las obras de la luz. Porque la fe no es una adquisición de una vez para siempre, sino que implica un proceso de crecimiento constante. Acogemos esta hermosa reflexión.
Evangelio: Mateo 24, 37-44
Desde hoy, con el comienzo del Adviento, comenzamos un nuevo ciclo de lecturas. El ciclo es el del evangelista San Mateo. El mensaje de la lectura de hoy es claro: el Señor vendrá y lo hará de improviso. De ahí que Jesús recomienda a sus oyentes estar preparados y vigilantes para que cuando llegue el Señor los encuentre en vela. Acogemos su invitación.
“Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación”
Hoy iniciamos el NUEVO AÑO LITÚRGICO. Y esto supone algo muy especial para un grupo de creyentes: nos disponemos a vivir, celebrar y alimentarnos -a lo largo de los próximos meses- de esa HISTORIA de AMOR de DIOS, de su “historia de salvación” para con nosotros. Esto es lo que la Comunidad Cristiana celebra en la liturgia. ¡Cuántas veces podemos olvidar este punto de partida y… entonces, son aburridas todas nuestras celebraciones! ¡Qué pena y qué oportunidad perdida!
El primer momento clave de esa historia de Amor de Dios es la PRESENCIA de ALGUIEN; es el nacimiento de Alguien esperado y deseado; Alguien que dé esperanza a ese hombre en tensión, en búsqueda, deseando encontrar un sentido a su vida, a la historia e, incluso, a la muerte. Por eso, el ADVIENTO es el tiempo de la espera, un tiempo a disponernos a preparar los CAMINOS del SEÑOR: sólo desde esa apertura-disponibilidad será posible RECONOCERLE. Así será Navidad: vivir su presencia como salvación.
De ahí que la invitación de este primer domingo sea “estad en vela”, porque a mi vida puede llegar en cualquier momento. Es necesario: sólo así tendrá sentido este Adviento, y nuestra fe y esperanza en el “Señor que viene”. JESÚS es NUESTRA ESPERANZA.
¡Dichosos nosotros:
TODO EMPIEZA A SER NUEVO!
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