sábado, 15 de marzo de 2014


DOMINGO, día 16 de Marzo


 
 
 
 
 
 
 
 
Génesis 12, 1-4a

“... El Señor dijo a Abrahán: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo...”

 

CLAVES para la LECTURA

- Al mandato de Dios (“Sal de tu tierra...”) sigue una promesa de bendición sobreabundan-te: en dos versículos aparece cinco veces, y tal repetición indica los tres ámbitos de la acción de Dios en favor de Abrahán.

- El primero es la promesa de una posteridad humanamente imposible (Gn 11, 30), acompa-ñada de un gran nombre impuesto por Dios (como contraposición a Gn 11, 4). El segundo ámbito, manifestado en el v. 3a, amplía el horizonte a todos los que reconozcan y acojan la historia de salvación que Dios inaugura a partir de Abrahán: se convertirán en hijos de la promesa. Por el contrario, quien pretenda obstaculizarla, no logrará su intento (Nm 22-24). En el v. 3b el horizonte se universaliza: el tercer ámbito de la acción benéfica de Dios con Abrahán es la inclusión de todas las razas de la tierra en la historia de salvación. En Cristo, la promesa de Dios se ha dilatado a todas las gentes (Gal 3, 15-18) hasta el cumplimiento escatológico.

- Al mandamiento de Dios sigue la obediencia de Abrahán, dejando que Dios disponga de sí y de su destino. Fiándose de él marchó como le había dicho el Señor. En esta marcha, no sólo Israel, sino todos los “hijos de la promesa” reconocen el prototipo de las sucesivas “salidas” que el Señor pedirá a los suyos: el Éxodo, la vuelta de Babilonia, el seguimiento de los discípulos, el compromiso de vivir como extranjeros y peregrinos en este mundo. La fe obediente de Abrahán quedará para todos como paradigma de la respuesta a la propia vocación.

- Después de la alianza establecida con Noé, con la que Dios juró fidelidad a lo creado (Gn 9), los hombres siguen inclinándose al mal (Gn 11). Pero Dios continúa buscando la comunión con los hombres: a la dispersión de Babel sigue la vocación de Abrahán, llamado significativamente a romper todo vínculo social y de clan para poder seguir incondicional-mente los caminos del Señor (Gn 12, 1).

 

CLAVES para la VIDA


- La vocación de Abrahán nos muestra la decisión del mismo Dios de formar un pueblo según su corazón, con una visión monoteísta y que atraiga las mismas bendiciones divinas para la humanidad. Y como no podía ser de otra forma, en el inicio de este camino, un hombre bueno, abierto a Dios, del que se fía hasta extremos increíbles; un hombre abierto al futuro y no apegado al pasado. De ahí que Abrahán se convierte en el prototipo de creyente para tantas personas a lo largo de los tiempos.

- Eso sí, esa vocación le lleva a Abrahán a liberarse de todo tipo de vínculos y de ataduras, por muy sagradas que parecieran. Solo así, poniendo su corazón y, como consecuencia, su vida al servicio de los planes de Dios, se convertirá en bendición para la humanidad. Aquí nace un nuevo pueblo, llamado a vivir en fidelidad de Alianza con Dios.

- “Contemplar” -desde dentro- a esta figura y símbolo de la fe más atrevida, es una buena actitud para caminar en esta Cuaresma. Así, podré descubrir la inmensidad del amor de este Dios “loco” por la humanidad, y la respuesta significativa de personas como Abrahán. Y es que la llamada de Dios, hoy, me alcanza a mí, llega a mi vida y me propone planteamientos similares... ¿Cuál será mi actitud? ¿Y la tuya, hermano/a?

 

 

2 Timoteo 1, 8b-10

“... Toma parte en los duros trabajos del Evangelio... Él nos salvó y nos llamó a una vida santa no por nuestros méritos, sino porque antes de la creación, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo...”

 

CLAVES para la LECTURA

- Desde Roma Pablo, en la cárcel como un delincuente vulgar (2, 9), envía a su querido discípulo Timoteo, obispo de Éfeso, una desgarradora llamada con tono de último mensaje. A la prisión, se añade el sufrimiento moral (1, 12), pero no debe ser motivo de vergüenza o desaliento para el hijo espiritual (1, 8). Es, más bien, el momento oportuno para reavivar el carisma recibido mediante la imposición de las manos de los presbíteros y obtener el espíritu de fortaleza, amor y sabiduría que permite afrontar victoriosamente la hora de la prueba (v. 6s). Es inevitable que los discípulos de Cristo deban sufrir a causa de su fe (2, 3), pero no están solos en la persecución: la gracia de Dios sostiene en el momento de dar testimonio (v. 8b) y hace que incluso la debilidad humana concurra a la salvación (2, 10-12a).

- En el breve v. 10 aparece el núcleo del kerygma: la encarnación, la muerte y la resurrección del Salvador. Él nos ha abierto un acceso a la luz, venciendo la muerte; siguiendo sus huellas y las huellas de todos los santos que han seguido fielmente a Jesús, también Timoteo (y, como él, cualquier cristiano) podrá afrontar con fe y amor los sufrimientos por el Evangelio (v. 13).

- La nostalgia de la separación (v. 4), la timidez humana (v. 7) de Timoteo, la “escandalosa” situación en la que Pablo se encuentra, las reiteradas alusiones a la cárcel y a la defección de los cristianos (v. 15), podrían arrojar una oscura sombra en la vida del discípulo, por eso el apóstol -con un vocabulario que evoca la luminosidad (v. 10)- alienta: Cristo sacó a la luz la vida inmortal.

 

CLAVES para la VIDA


- Inmenso testimonio y lleno de energía el de este gran apóstol, que abandonado de todos y a las puertas ya del sacrificio supremo de su vida, no desaprovecha -a pesar del cansancio- la oportunidad de anunciar lo que él siente como lo primordial y esencial: “la promesa de vida que está en Jesucristo” (v. 10). Es la profunda convicción de este testigo cualificado.

- Desde lo que él ha vivido y siente, invita a su discípulo querido, a que “avive el fuego de la gracia” (v. 6) para que no se acobarde ante las situaciones que le van a tocar vivir. “Toma parte en los duros trabajos del Evangelio” (v. 8): toda una actitud a vivir, como el mismo Pablo ha vivido, incluso en esta situación de prisión y de limitación. “Sé de quién me he fiado” será la conclusión de este inmenso apóstol y luchador hasta el final.

- ¡Todo un cuadro y un espejo donde poderme mirar el de este apóstol, grande donde los haya...! A lo largo de su vida, ha entregado todo y ahora, en el momento cumbre, también. ¡Vaya lección...! Ante esas actitudes de abandono, productos del cansancio y de la dificultad... ahí está el apóstol “provocándome” a lo mejor, hasta la entrega final. ¡Casi nada...! ¿Qué te sugiere a ti, hermano/a?

 

 

Evangelio:  Mateo 17, 1-9

 

“... Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan... Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol... Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro dijo a Jesús: Señor, ¡qué hermoso es estar aquí!... Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: Éste es mi Hijo el amado, mi predilecto. Escuchadle...”

 

CLAVES para la LECTURA

- En el texto de Mateo, la narración de la transfiguración comienza con una indicación cronológica -“Seis días después”- que lo vincula con lo precedente, es decir, con la profesión de fe de Pedro, con el primer anuncio claro por parte de Jesús de su pasión y con la declaración de que para ser discípulos es necesario seguirle por el camino de la cruz. “Seis días después” el Maestro lleva a tres de sus discípulos a una montaña alta para concederles la experiencia anticipada de la gloria prometida después de padecer.

- En aquella elevada soledad Jesús les muestra su aspecto divino “cambiando de aspecto” (v. 2). Mateo insiste particularmente en la luz y el fulgor que emanan de él, evocando la figura del Hijo del hombre de Dn 10 y la narración de la manifestación de Yahvé en la cumbre del Sinaí (Ex 34, 29-33). Las continuas alusiones a las teofanías del Antiguo Testamento (Ex 19, 16; 24, 3; 1 Re 19, 11) indican que está pasando algo extremadamente importante: en Jesús la antigua alianza va a transformarse en “nueva y eterna alianza”. La aparición de Moisés y Elías testimonia que Jesús es el cumplimiento de la Ley y los Profetas, el que guiará al pueblo a la verdadera tierra prometida y lo restablecerá en la integridad de la fe en Dios.

- La intervención de Pedro (v. 4) indica el contexto litúrgico de la fiesta de los Tabernáculos, la más alegre y respladeciente de luces, que conmemoraba el tiempo del Éxodo, cuando Dios bajaba en medio de su pueblo morando también él en una tienda, la tienda del encuentro. La Nube de la Presencia (shekhînah), que ahora desciende y envuelve a los presentes, actualiza y lleva a la plenitud la liturgia: como declara la voz que se oye desde el cielo, Jesús es el profeta “más grande” preanunciado por el mismo Moisés (Dt 18, 15), y lo es por ser el Hijo predilecto de Dios.

- Ante esta manifestación extraordinaria de gloria, un gran temor se apodera de los discípulos. Jesús los reanima con su gesto y su palabra (v. 7) como el Hijo del hombre de la visión de Daniel. Se vuelve más desconcertante e incomprensible a los discípulos lo que Jesús, ya sólo, les dice: el Hijo del hombre -la figura gloriosa esperada como conclusión de la historia- deberá afrontar la muerte y resucitar.

 

CLAVES para la VIDA


- Se nos vuelve a insistir: en el nacimiento de la Nueva Alianza, hay también una experiencia y un testimonio directo y personal: los tres amigos de Jesús han podido “contemplar” (“templar-con”) su vida desde la nueva luz de Jesús. Si en el bautismo es el mismo Jesús quien era afirmado y confirmado en su Misión, ahora son sus amigos quienes reciben ese don y regalo y contemplan su gloria. 

- Toda la historia del pueblo elegido es recogida, como síntesis, en este relato: la “voz”, la “nube”, los “personajes” históricos y... el “nuevo pueblo” representado por los tres amigos. Antes era Dios el compañero de camino de ese pueblo; ahora, el Nuevo Pueblo tiene una presencia (si cabe) más cercana y tangible: Jesús se hace compañero de camino para siempre, aunque para ello tenga que experimentar el amargor de la entrega y de la muerte (algo, por ahora, incomprensible para su “nuevo Pueblo”).

- Y aquí estamos nosotros, compartiendo con aquellos testigos la experiencia de su presencia nueva y cercana para siempre. Porque ésta es la conclusión a la que remite el pasaje evangélico: “escuchadlo” es la sugerencia, propuesta y que aquí suena a “mandato”. ¿Quieres escucharle, hermano/a? ¿Siempre...?

No hay comentarios:

Publicar un comentario