DOMINGO, día 30 de Marzo
1 Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a
“...
Preguntó entonces Samuel a Jesé: ¿No quedan ya más muchachos? Él respondió:
Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño. Dijo entonces
Samuel a Jesé: Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido.
Mandó, pues, que lo trajeran... Dijo el Señor: Levántate y úngelo, porque éste
es...”
CLAVES para la LECTURA
- Samuel, afligido por el fin de Saúl, representa al
hombre desalentado que añora el pasado y se deja dominar por el abatimiento.
Dios le anima y emprende con él una nueva historia. El profeta, de manera
semejante a Abrahán, debe partir sin saber a dónde va, mostrándose disponible a
las indicaciones de la voluntad de Dios que se le manifiesten. Dios actúa con
absoluta libertad, suscitando la sorpresa. Sólo Él conoce el corazón de los
hombres y los valora con verdad. Y no sólo esto: también puede actuar a través
de personas pobres, por motivos diversos.
- La Biblia recoge tres versiones acerca del
acceso de David a la vida pública. Según 1 Sam 16, 14-23, como buen músico que
era, David habría entrado en la corte de Saúl para alegrar la vida del rey, que
se encontraba triste y abatido, dominado por el mal espíritu. La segunda
versión presenta a David como un joven pastor, desconocido de Saúl, que viene
al frente por encargo de su padre a traer provisiones a sus tres hermanos
mayores, que estaban en el ejército de Saúl. La llegada de David coincide
justamente con el momento en que Goliat, el campeón filisteo, desafía a los
israelitas. El pastor de Belén le hace frente y logra una resonante victoria.
Saúl se interesa por el joven héroe y lo pone a su servicio (1 Sam 17, 12-30;
17, 55 - 18, 2). Finalmente, la tercera versión, sin duda la más reciente, es
la que recoge nuestro texto (1 Sam 16, 1-13).
- La unción de David en
Belén por mano de Samuel se ajusta a un esquema muy uniforme, que se repite en
casi todos los relatos de elección. Empezando por el propio pueblo de Israel,
éste no ha sido elegido por ser el más numeroso ni por ser el mejor, siendo así
que es el más pequeño y de dura cerviz, sino por puro amor (Dt 7, 7-8). Esta
gratuidad divina se pone, luego, de manifiesto en las distintas elecciones de
los dirigentes del pueblo. Gedeón, por ejemplo, al sentirse llamado, pronuncia
estas palabras: «Perdón, Señor mío, ¿cómo
voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último en
la casa de mi padre» (Jue 6, 15). Saúl mismo se expresa en estos términos: «¿No soy yo de Benjamín, la menor de las
tribus de Israel? ¿No es mi familia la más pequeña de todas las de la tribu de
Benjamín?» (1 Sam 9, 21). A la vista de la comunidad cristiana de Corinto,
san Pablo hacía esta reflexión: «¡Mirad,
hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni
muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio
del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo
para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios;
lo que no es, para reducir a la nada a lo que es» (1 Cor 1, 26-28).
CLAVES para la VIDA
- Sin duda alguna, son llamativas estas escenas
“cargadas” de sorpresas. La historia de David está llena de estas “bromas” de
Dios. Aquí se nos presenta a este hombre y a este personaje significativo del
Antiguo Testamento: DAVID, que junto con Abrahán y Moisés han marcado la
historia de este pueblo y toda su trayectoria en los diversos aspectos: unidad
nacional, social, religiosa...
- Y la “elección” vuelve a ser muy especial:
Dios no se deja llevar por las apariencias, sino que mira dentro, al corazón.
Es el caso de David. Ésta es una de las claves de toda la historia de Israel y
de las personas más significativas de su caminar como pueblo escogido. Éste es
un caso modélico. David se convertirá en el “rey ideal” y carismático por excelencia
y admirado a través de los tiempos.
- Es necesario aprender la “lógica” de Dios, que
tantas veces nos sorprende y nos sobrepasa. ¡Cuántas veces la descubrimos a
través de estos relatos! Y... ¡cuán difícil es aceptarle así... con su estilo
de mirar y de ver! Pero se me vuelve a repetir con insistencia: Él mira mi
corazón y no se deja engañar con las apariencias. ¿Cuál es mi/tu actitud ante
este Dios SORPRENDENTE? ¿Te sientes cómodo/a ante su mirada?
Efesios 5, 8-14
“... En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois
luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz buscando lo que agrada al
Señor... Por eso dice: Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos
y Cristo será tu luz...”
CLAVES para la LECTURA
- El término clave de este fragmento es la palabra
luz, en una clara alusión al bautismo, sacramento de la iluminación. Por medio
del bautismo, los cristianos se convierten en “hijos de la luz”, es decir, en miembros de Cristo, “luz del mundo”. Por esta real
transformación se consigue, correspondiendo a la gracia, una vida distinta, de
modo que las obras de los cristianos sean fruto de la unción recibida, la
fragancia de Cristo, el perfume de su nombre, que se difunde para llenar toda
la tierra (vv. 8b-10).
- De la luz se deriva todo lo que es justo,
verdadero, bueno. Éstos son los tres frutos principales que menciona el apóstol
por su referencia particular a la vida comunitaria: el amor de benevolencia, el
respeto al derecho del otro, la sinceridad en las palabras y las acciones.
- Una conducta auténticamente cristiana es un
rayo de luz que no sólo juzga las tinieblas, sino que las penetra para
transformarlas. El discípulo de Cristo es misionero con su vida: despierto del
sueño de la muerte -así es la vida bautismal-, despierta a su vez las
conciencias, para que su esterilidad se convierta en fecundidad de bien.
CLAVES para la VIDA
- Y es que la situación se ha transformado de forma
radical: “En otro tiempo erais tinieblas,
ahora sois luz en el Señor...” (y. 8). Ésta es la conclusión que el apóstol
descubre en su propia historia personal (recordemos su experiencia de Damasco),
y ésta es la nueva situación de quien ha entrado en la órbita de Cristo Jesús.
Esto se expresa y manifiesta en la Bautismo, pero tiene una enorme repercusión
en la vida y en el estilo de comportamiento y en las actitudes del seguidor de
este Señor.
- “Buscando
lo que agrada al Señor”(v. 10): es el objetivo final y lo que ilumina toda
la vida del seguidor, como ha iluminado la vida del mismo Jesús, siempre
buscando el querer del Padre y su voluntad. Así, el seguidor se convierte en
luz, aún en medio de las tinieblas que rodean, porque... “Cristo será tu luz” (v. 14); desde Él, todo cambia y es diferente
en su discípulo, quien participa plenamente de esta nueva realidad, significado
en el Bautismo.
- ¡Todo un repaso para mí, para nosotros, sus
seguidores, hoy y aquí! ¿Cuántas de las celebraciones del Bautismo se parecen a
esto que describe el apóstol? Todo un examen de conciencia si deseamos tomarle
un poco en serio. Y es que, también hoy, -y de tantas formas-, las tinieblas
rodean nuestra vida. Ser luz en esa situación, no es fácil y, sobre todo,
requiere una gran dosis de coherencia para que produzca frutos de “justicia, bondad y ver-dad”, como nos
propone el apóstol. ¡Ahí es nada! ¡Seguro que nos queda tarea, hermano/a! ¿No
te parece...?
Evangelio:
Juan 9, 1-41
“... Ve a
lavarte a la piscina de Siloé. Él fue, se lavó, y volvió con vista... ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? Él contestó:
¿Y quién es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo: Lo estás viendo: el que
te está hablando, ése es. Él dijo: Creo, Señor. Y se postró ante él...”
CLAVES para la LECTURA
- La narración del milagro del ciego de nacimiento
cobra todo su alcance teológico (kerigmático, pascual y bautismal a la vez) en
el contexto en que aparece: la fiesta de las Tiendas (Jn 7-10), durante la cual
Jesús se revela como “luz del mundo”
(8, 12), suscitando la consecuente polémica con los judíos.
- El milagro acontece en las inmediaciones del templo
por obra del mismo Jesús. El enfermo no pide nada. Es Jesús quien le mira. Sólo
de un modo secundario los discípulos toman la palabra, mientras que el ciego no
dice nada todavía. Y el discurso aborda un tema fundamental: el significado del
sufrimiento, que, según la mentalidad de aquel tiempo, estaba vinculado al
pecado. Jesús afirma claramente: “No ha
sido ni un pecado suyo ni de sus padres”. La ceguera (sufrimiento) indica
más bien la situación natural del hombre. Todos somos ciegos de nacimiento.
Todos estamos “enfermos”, y enfermos de una enfermedad tan grave que no nos
quedan fuerzas para acudir al único que puede curar.
- Es el Médico quien toma la iniciativa. Sus
acciones están calcadas de las de la primera creación (el barro aplicado a los
ojos: v. 6). Para que el hombre pueda ver la luz, se precisa una nueva
creación. Luego Jesús da un mandato al ciego, quien -a diferencia del primer
Adán- obedece. Él no conoce a Jesús, pero su obediencia es el acto de una gran
fe, del total abandono. De él brota una sabiduría que viene de lo alto: sabe
dar verdadera gloria a Dios con las palabras y con la adoración.
CLAVES para la VIDA
- Jesús libera a los que se ENCUENTRAN con Él: libera
de las ataduras, ya sean físicas (la ceguera), religiosas (vinculación de la
enfermedad con el pecado), como las sociales y culturales. Quien se abre a Él,
encuentra una nueva realidad y situación; quien se cierra a Él (los fariseos y
la demás jerga) se obcecan en su ceguera
y aunque digan creer, no ven nada. ¡Enorme paradoja del caminar humano! Y una
historia profundamente llena de contradicciones la que vivió el pueblo de
Israel, especialmente sus dirigentes, respecto de Jesús.
- El ciego se encuentra con Jesús y vive un
proceso de sintonía y de comunión, hasta confesar su fe en Él como Salvador.
Ahora es cuando este Jesús se convierte para él en auténtica LUZ; no sólo
recupera la visión de sus ojos, sino que toda su vida queda iluminada de forma
plena y total. Y éste es el gran regalo que se produce en ese encuentro, donde
-por cierto- la iniciativa es del mismo Jesús, y es que Él es el portador de la
salvación del Padre y la ofrece sin condiciones a quien se abre a su don.
- Está claro: el secreto está en posibilitar ese
ENCUENTRO con Jesús, de forma que también mi vida quede transformada desde la
misma raíz, quedando iluminada y... ¡para siempre! Todo un PROGRAMA para esta
segunda parte de la Cuaresma, y éste sí que es un proyecto “sano” y que merece
la pena. Claro que a lo mejor me quiero seguir engañando con otros sucedáneos
(ayunos, vigilias, penitencias no demasiado exigentes...) aunque no lleven muy
allá que se diga... ¡Despertemos de una vez, hermano/a!
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